Por Javier Rodríguez A. Agosto 6, 2015

Lo primero que hace Miguel “Chueco” Ponce –ex jugador de la “U” y la UC– antes de empezar cada entrenamiento de la selección chilena sub-17, es pedirles disculpas a sus dirigidos. “Por la exigencia. Porque siempre he defendido que los niños vivan sus etapas al máximo, que no aceleren los procesos. Y, ahora, eso es precisamente lo que estoy haciendo con ellos”. Porque no hay tiempo: en poco más de dos meses se dará el puntapié inicial al Mundial Sub-17, donde Chile es local. Los 21 elegidos deberán hacer el tránsito de niños a futbolistas, representantes de su país con los ojos de todo el mundo encima, lo más rápido posible. 

El 14 de marzo, la selección chilena sub-17 cayó por 1-0 –en su presentación más digna– contra su símil de Argentina. Con eso, cerró su participación en el sudamericano, al que iba como selección invitada por ser la anfitriona del próximo mundial de la categoría, como el peor equipo de Sudamérica. El proceso a cargo de Hugo Tocalli como jefe de selecciones menores, y de Alfredo Grelak, entrenador de la selección en ese entonces, se cortaba de raíz, a seis meses del debut de Chile en el mundial que ya estaba organizando. 

Los candidatos a tomar el fierro caliente comenzaron a desfilar frente al directorio de la ANFP y hubo una sola propuesta que logró convencerlos de ser capaz de revertir la situación en tiempo récord: la de Miguel Ponce, ex entrenador de San Luis y San Felipe, clubes donde se destacó por hacer competitivos a equipos cuyo promedio de edad no superaba los 21 años. Dice no dudó en aceptar. 

“Estar en la selección es un privilegio. Obviamente es una tremenda presión jugar un mundial y tener tan poco tiempo de preparación. Uno quisiera que las oportunidades se dieran cuando uno quiere, pero  no,  hoy no tengo tiempo para cuestionármelo”,  dice mientras ve en Quilín el partido entre Magallanes y Barnechea sub-17. Está observando atento, porque para él hasta último minuto puede entrar un “niño” a la nómina. 

Lo primero que hizo tras tomar el mando fue citar a los seleccionados que habían jugado el sudamericano. Sabía que tenía que ampliar el abanico, buscar jugadores en todo Chile, futbolistas que interpretaran su manera de ver el fútbol –con buen toque de balón, siempre buscando el arco contrario, sin refugiarse en el propio–pero también se debía a estos  jóvenes que, según él, habían sido injustamente criticados. “Aquí fueron incluso dañados. Son niños y les afectaron las cosas que se dijeron. Por todo el proceso que se había vivido, los citamos a ellos primero y, luego de un análisis, comenzamos a tomar decisiones”.

 Viajó a Bulgaria a ver el torneo europeo de la categoría, para ver con qué tipo de equipos se enfrentaría en el mundial e ir definiendo cómo afrontaría la planificación para que los “niños” pudieran jugarle de igual a igual a potencias como Brasil, Nigeria y Francia, a quienes el “Chueco” reconoce como favoritos. 

–¿Hoy los ves capaces?

–Los estamos preparando para eso.

CORRER, CORRER, CORRER

Terminado el viaje a Europa, Ponce se trasladó junto a su cuerpo técnico al norte, donde estuvo de miércoles a domingo, viendo entrenar y jugar a todos los equipos. A la semana siguiente, volvió a subirse a un avión, pero para ir al sur. Como en su época de jugador, recorrió toda la franja.  Se programó una fecha especial en Concepción para poder ver a distintos equipos como Naval, Huachipato, Universidad de Concepción y Temuco, entre otros. 

De a poco, el ex lateral izquierdo de la UC iba formando –con la base de los mismos jugadores que salieron últimos en el sudamericano de Paraguay– el grupo con el que debutará el 17 de octubre. Para probar a los que vio en la gira por Chile, se llevó a un grupo de 30 jugadores de los cuales sólo 8 habían sido seleccionados antes, a jugar contra los equipos sub 20 de River Plate, Argentinos Juniors y Vélez Sarsfield. Para muchos, era primera vez que se subían a un avión. Ahí debieron jugar contra compañeros dos años mayores, aprender a recibir los manotazos de sus adversarios y, de a poco, comenzar a sentir la presión de jugar en estadios grandes. De ese grupo, sólo 7 siguieron en el camino. 

Al mes siguiente, viajaron a Ecuador, a disputar la Copa Mitad del Mundo, donde perdieron con Paraguay. Pero el juego fue mejorando y, finalmente, lograron ganarle por 6-0 a la sub-17 de la Liga Universitaria de Quito –uno de los equipos más grandes de Ecuador– y pasar a cuartos de final a jugar contra el anfitrión –que hoy está siendo investigado por haber clasificado al mundial con jugadores mayores de edad– con el que perdieron por 8-3. 

La planificación indicaba una gira a Brasil, la que fue cambiada por una pretemporada con el fin de acelerar el desarrollo físico de los seleccionados y unir al grupo. Así llegaron a escoger 30 jugadores que el 13 de julio partieron a La Serena a prepararse dos semanas en las que, quizás, fueron las más duras de sus vidas, donde las jornadas partían a las 6 a.m. 

 “No sé si otra generación de futbolistas chilenos haya recibido, a esta edad, por la forma, por el costo de lo que significa, una pretemporada así”, dice Ponce. 

Se despertaban a las 6, y a las 7 ya estaban corriendo en el complejo Los Llanos. Un entrenamiento fuerte para despertar. Luego volvían  y tomaban desayuno para, a las 10.30, pasar al gimnasio. Después siesta, y a las 5.30 de vuelta a la cancha. Los equipos normales, cuando entrenan fuerte, lo hacen en doble turno. Ellos lo hicieron en triple. 

–¿Qué fue lo más duro?

–Correr, correr, correr, correr. Es duro estar adolorido. Yo lo viví. Y después viene el entrenador y te exige al máximo de nuevo. Hay que hacer un trabajo psicológico fuerte. ¿Quieres estar aquí? Bueno, pasa este día. Y pasa el primero, segundo día que no puedes más y luego te quedan ocho. 

LA CUENTA REGRESIVA

Luego del sorteo, el próximo desafío de los dirigidos por Ponce será una gira por Europa y Portugal, donde se enfrentarán con distintos equipos y selecciones de su categoría, algo que les permitirá ver los frutos de la pretemporada y ver para qué están con miras a un mundial que, dados los últimos resultados del fútbol chileno, ha recibido una atención mayor a la que venía teniendo. 

–Que Chile haya ganado la Copa América, ¿les pone más presión?

–La misma que teníamos antes por ser los organizadores del mundial. Lo más importante para nosotros es ser protagonistas. No podemos obviar la historia reciente de la selección nacional. Pero tampoco podemos ponerles una presión desmedida a los niños. Hoy día yo les digo que disfruten este proceso de estar en la selección, algo que no muchos han vivido, y que la elección no es de ellos, es nuestra. Hay que entender la Copa América se gana con un proceso de 10 años desde la sub-20 de Vidal, Alexis, Medel. Dos eliminatorias, dos mundiales. Estamos hablando de algo que no es casualidad. Por eso hay que tener cuidado con las comparaciones desmedidas. La exigencia va a estar y se asume. Cuando uno juega tiene la obligación de sacar resultados. Pero ser tan drásticos si las cosas no funcionan, y con niños… es hasta cruel. Yo tomo la responsabilidad.

–¿Y cómo se maneja esa responsabilidad?

–Los grandes sabemos absorberla y estamos encargados de entregarles las herramientas a los jugadores para que estén lo mejor preparados para esta instancia. Esa es nuestra obligación.

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