Por Sabine Drysdale Julio 15, 2015

© Marcelo Segura

Con Romeo tras las rejas en tiempo récord, Schilling dio la apariencia de un abogado diligente. A partir de la mañana siguiente de la detención se paseó por todo tipo de programas de televisión y lanzó las declaraciones que terminaron por hundir el caso.

Y Mario Schilling tuiteó: Hoy decidí dedicar lo que me reste de vida a proteger a los inocentes y perseguir a los pederastas. Cueste lo que cueste. Estén donde estén.

Mario Schilling, el “abogado contra la pederastia”, tiene fecha de nacimiento, la noche del viernes 8 de junio de 2012, cuando recibe en Concepción, donde hacía clases en la Universidad del Desarrollo, una llamada desesperada de su mujer: una compañera de sus hijos en el jardín infantil Hijitus de la Aurora en Vitacura, había denunciado ante la PDI haber sido abusada por el profesor de computación, Juan Manuel Romeo. La denuncia era por tocaciones y acceso carnal vía bucal.

Hasta entonces, el rostro de Schilling era conocido por su trabajo como periodista vocero de la Fiscalía Oriente, pero no como abogado. De hecho, era un penalista con poca experiencia en tribunales. Se tituló en 2007 en la Universidad Mayor (después de estudiar Filosofía en la Universidad de Chile y periodismo en la U. de Las Condes), e inició su práctica privada recién en 2011, sin grandes casos. Para posicionarse había contratado los servicios de la agencia de comunicaciones de Marcelo Trivelli, grabó jingles en la radio y le pagó a Google para que su página saliera bien arriba en las búsquedas.

Pero ese llamado le abrió el mercado que se convirtió en su marca: defensor de los niños abusados. Después de Hijitus vinieron el Cumbres, Colegio Latinoamericano, jardín infantil Sunflowers, Colegio Alemán de Santiago, Colegio Mariano de Schoenstatt, Altamira, Dunalastair y el jardín infantil Osito Panda, entre varios. Y con ellos vinieron los matinales, los noticieros centrales y la fama.

Schilling suspendió las clases y a la mañana siguiente tomó el primer avión de regreso a Santiago. Se contactó con los padres de la víctima, el entonces asesor del Segundo Piso del presidente Sebastián Piñera, José Miguel Izquierdo, y Alejandra Novoa, a quienes no conocía. Esa tarde se reunieron en la casa del abogado, hasta donde fueron llegando en masa el resto de los apoderados del jardín. “Empezó a llegar Pedro, Juan y Diego a mi casa. Izquierdo comentó lo que le había pasado a su hija y los otros dicen ‘mi hijo se ha estado masturbando’, otro dice ‘ahora entiendo por qué mi hijo ahora me quiere dar besos con lengua’  y se empezó a producir una especie de catarsis”, dice Schilling. No habían pasado ni 24 horas desde la denuncia de los Izquierdo, pero en la casa del abogado varios padres se convencieron de que sus hijos también habían sido abusados. La sicosis hizo que actitudes como irritabilidad, pegarle al hermano, orinarse en la cama, tener pesadillas o tocarse cobraran un nuevo y perverso sentido.

Mario Schilling habló de trabajar unidos y ofreció sus servicios legales. Al rato, llegó el fiscal Paul Martinson junto a efectivos de la PDI, y ahí mismo tomaron declaración a los padres. “Hablé con Paul”, dice Schilling. “Me pregunta, ya que están todos los papás ahí, ¿puedo mandar a la PDI? Llegó la Brisexme a mi casa, llegó Paul a mi casa. ¿Por qué tenía mi teléfono? Superfácil, porque trabajé en la fiscalía a su lado”, agrega Schilling. Fuentes de la fiscalía señalan que la presencia del fiscal y la toma de declaraciones masivas en la casa del abogado fue una gestión a todas luces irregular.

Pero Martinson se defiende: “Que hubieran ido todos a declarar a la oficina de delitos sexuales hubiese sido superengorroso”. Ya era de madrugada cuando Martinson llamó al juez para pedir la orden de detención. En el documento que la sustenta se lee: “Se ubicaron a otros padres del lugar, que conociendo la denuncia, quisieron aportar antecedentes, manifestando, al menos tres, que sus hijas tenían cambios conductuales como tocarse la vagina, tocarles la vagina a sus madres y besarlas con la boca abierta. Señalan los padres que los hijos sólo bajan la cabeza cuando ven al tío Manuel”.

Schilling, entonces, tuiteó: Su detención es inminente...

Pasadas las dos de la mañana, Schilling le pidió a los Izquierdo Novoa, que a esa hora estaban desbordados emocionalmente, y a otros padres, que lo  acompañen a la casa de los Romeo a presenciar la detención. Cuando llegaron había varios canales de televisión apostados en la puerta. El fiscal Martinson se indignó.

Pero Schilling tuiteó: Llegó prensa. Y, luego, frente a las cámaras, él y José Miguel Izquierdo agarraron el portón de la casa de los Romeo a patadas.

Acudir con las víctimas a la detención y agredir a los acusados frente a la prensa no suelen ser actitudes propias de abogados querellantes. Pero Schilling tiene sus razones. “Había que entender el momento. Yo reaccioné como un papá trasnochado, que estaba totalmente fuera de sí, angustiadísimo pensando qué es lo que podría haberles pasado a mis hijos. Solamente un papá que a su hijo lo han abusado sexualmente podría entender la rabia que a uno le produce”, dice Mario Schilling. Sin embargo, según consta en el testimonio de sus dos hijos en la carpeta investigativa, ninguno declaró haber sido abusado, ni tampoco relataron hechos de connotación sexual, ni se refirieron en particular al profesor de computación. Y aún así, la mujer de Schilling fue una de las 89 denunciantes que representó el abogado en tribunales. Sólo cinco presentaron una querella.

El 14 de junio, mediante cadenas de mails, Schilling citó a todos los apoderados del jardín a una reunión en el Estadio Palestino, donde le pidió una charla de orientación a la sicóloga experta en delitos sexuales y directora del Servicio de Psicología Integral de la UDD, Ana María Salinas, a quien había conocido en la Fiscalía Oriente. El ambiente era tenso. “Había más de cien personas. Los papás estaban muy ansiosos. Es difícil manejar un caso como este cuando hay una ansiedad masiva”.

Ella quería tranquilizarlos, aclararles algunas cosas. Trató de explicarles que no todos los niños tenían que acudir a un especialista, sino que sólo los que hicieran un relato. Que los llamados “indicadores conductuales y emocionales”, como irritabilidad, pesadillas, cambios de ánimo, incluso tocarse los genitales o querer dar besos en la boca –como lo que habían descrito ante el fiscal Martinson– no son indicativos unívocos de agresión sexual. Cuando terminó su charla, habló Schilling. Salinas quedó helada. Relata:“Él les dijo a todos que presentaran una querella, cosa que yo estimé que no era adecuada, porque las querellas no son masivas y se presentan sólo si uno tiene algún elemento que te acredite como víctima. Yo en ese momento no dudé de las intenciones de Mario, pero creo que no fue un manejo adecuado pensando en qué fue lo que pasó con el caso. No es lo que yo estoy acostumbrada a ver en los abogados”. Tras la reunión, Schilling le informó que estaba la prensa afuera y le ofreció dar declaraciones. Salinas se negó.

“Sí, sugerí que se querellaran para que se hiciera justicia”, confirma Schilling.

Y tuiteó: Reuniendo mandatos de decenas de apoderados del Hijitus de la Aurora para lanzar el próximo misil jurídico contra abusadores sexuales.

Por medio de un mail masivo explicó su política de honorarios: no cobraría nada por el juicio criminal, pero sí por la demanda civil. Escribió: ... si se logran rematar bienes de Ana María (Gómez, la dueña del jardín y madre del imputado) o del Hijitus, en dicho caso... 70% de ese dinero será destinado para una fundación de beneficencia... El 30% será premio de la oficina. Junto con las querellas, Mario Schilling presentó una demanda civil por $ 4.800 millones, que luego retiró.

Con Romeo tras las rejas en tiempo récord, Mario Schilling dio la apariencia de un abogado diligente. A partir de la mañana siguiente de la detención se paseó por todo tipo de programas de televisión y lanzó las declaraciones que terminaron por hundir el caso. Que Romeo se masturbaba con otro profesor frente a los niños, que la familia Romeo completa era una de pederastas, que Romeo era un violador, que producía pornografía infantil, que los niños fueron abusados en la cama de Romeo; todas, imputaciones que resultaron ser falsas y que nunca fueron parte de la carpeta investigativa. Según fuentes de la fiscalía, Schilling, por sus actuaciones fuera de tribunales, se convirtió en un problema para el juicio. Finalmente, Juan Manuel Romeo, que pasó un año y ocho meses en prisión preventiva, fue absuelto de todos los cargos.

Mario Schilling, sin embargo, no siente el caso Hijitus como una derrota: “Yo me doy por pagado con lo que logramos. Metimos preso a Romeo por más de un año; a su madre también logré meterla presa, cerró el jardín infantil. Este gallo ya ha sido castigado por todos los chilenos. Yo no necesito más castigo que eso”.

***

En octubre de 2012, mientras el caso Hijitus estaba en su apogeo, su cuenta de Twitter se volvió a encender con llamados a la alarma pública. Esta vez iban contra el Dunalastair, el colegio donde ahora estudiaban sus hijos. Escribió:

Madres de niños de Dunalastair de Las Condes (playgroup hasta Kinder) revisen sintomatología de abuso sexual en sus niños, por favor. RT

Asumo causa violación y abuso sexual ocurrido en colegio Dunalastair de Las Condes. Profesor denunciado.

El profesor denunciado era Matías Bravo, un estudiante en práctica de gimnasia de 23 años que llevaba 27 días trabajando en el colegio, cuatro horas diarias, siempre, según dicen en el colegio, bajo la supervisión de los otros profesores. La víctima era el sobrino de Mario Schilling. Con la ayuda de su hermano, tomaron las direcciones de los correos masivos que se usan para invitar a los cumpleaños y  convocaron en masa a los padres al Estadio Palestino. “Les conté en qué consistía el procedimiento, qué se podía esperar y los animé a que hicieran la denuncia”, dice Schilling sobre la reunión. La prensa, como ya era habitual, lo esperaba a la salida. Los padres, que entraron en pánico, salieron de ahí con la intención de iniciar una demanda colectiva contra el colegio que, finalmente, no se concretó.

Matías Bravo fue encontrado culpable de haber abusado del niño y fue condenado a cinco años de prisión. Su familia acusa que el juicio estuvo lleno de vicios y que el estudiante es inocente. En octubre cumple la mitad de la condena. Hoy están preparando un recurso de revisión ante la Corte Suprema y una demanda ante la Corte Interamericana de DD.HH.

Según cuenta Alejandra Bruna, tía de Matías Bravo, algunas de las dudas están en las mismas declaraciones que hizo la víctima a la sicóloga Rossana Grez, que hizo la pericia por parte del Ministerio Público. Cuando ésta le preguntó al niño si había “alguien más” presenciando los abusos, respondió “sí, mi enemigo”. Cuando le pidió que identificara al “enemigo”, dio el nombre de un familiar, algo que parece extraño cuando los abusos, según el proceso, ocurrieron en el colegio.

Mario Schilling, aunque presentó la querella, no representó a su sobrino en el juicio. Pero a Adela Bruna, la madre de Matías Bravo, sí le dedicó un tuit.

Decía: Tu hijo se va a pudrir en la cárcel por degenerado. Te doy mi palabra! (sic).

***

En plenas vacaciones de verano de 2013, la comunidad del Altamira se enteró, por declaraciones de Schilling a la prensa, que dentro de su colegio había un violador, que era un profesor, que estaba identificado, y que tenía antecedentes penales. Sin saber de quién se trataba, las autoridades del colegio revisaron todos los CV y no encontraron aquellos antecedentes. También reconstruyeron la rutina de la supuesta víctima, una niña con síndrome de Down, el día que habría sido violada, y ella nunca estuvo sola con ningún profesor. Rápidamente organizaron una reunión con el padre de la niña y Schilling. Ahí el abogado les dijo que el violador era Julio Lorca, el profesor de música.
“Yo le digo, conozco a Julio, él es un gallo superempático que se vincula bien con los cabros, es sano, está casado. Y Schilling me dice: ‘así son todos los violadores, ese es el perfil típico’. Yo pensé, ese perfil es igual al mío, y yo no soy un violador”, dice un testigo de la reunión. Cuando salieron estaba la prensa. Los padres llamaban desesperados al colegio, escribían cartas, pedían cámaras de seguridad, la suspensión de los trabajos de verano e increpaban a las autoridades. Mario Schilling, en tanto, organizaba reuniones. “Se juntaba con los papás, les decía que esto era muy frecuente, que estuvieran atentos, que les hicieran preguntas a sus hijos, porque si esto le pasó a una niña, podría haberles pasado a otros. Generaba miedo y repartía su tarjeta. Empezó toda una sicosis en el colegio”, dice una fuente del Altamira.

Julio Lorca estuvo 17 meses en prisión preventiva, tiempo en el que nunca fue interrogado por la fiscalía. Tras el juicio oral fue absuelto de todos los cargos: las fechas de las lesiones no coincidían. “Carabineros les recomendó a la familia y a la fiscalía buscar nuevas líneas investigativas, pero nunca las abrieron”, dice la misma fuente. Hay quienes piensan que incluso pudo no haber sido nunca violada: la niña tenía conductas masturbatorias, que pudieron haberla lesionado, algo que el colegio había comunicado a los padres en los informes de desarrollo.

“Schilling revuelve el escenario, mete susto, pone prensa y comienza a construir lo que él busca; lo que se veía detrás era la demanda civil. Ese es el modelo de negocios que él inventó”, acusan en el Altamira. “Le daba lo mismo echarse 30 años de un colegio de grandes educadores o meter una persona presa que era evidente que era inocente”.

Y Mario Schilling tuiteó: Don Mario no alarme, no use Twitter no salga en los medios, modere sus palabras. Don Mario cuide a los pederastas ... váyanse ya saben a dónde.

Amigos de la pareja Izquierdo Novoa dicen que éstos comenzaron a incomodarse con el perfil mediático cada vez más exagerado de Schilling. Sintieron que se estaba aprovechando del caso Hijitus para conseguir más clientes. Pero lo que fue cimentando el quiebre fue su desempeño en las audiencias preparatorias del juicio oral. “Se notaba que no tenía mucha preparación ni experiencia. No llegó a una audiencia de sobreseimiento y la causa de los más de ochenta papás denunciantes se sobreseyó por abandono. Lo único que le gustaba era rebatirles a los medios afuera del tribunal, pero adentro no”, dice uno de los apoderados del Hijitus. Vieron cómo, por ejemplo, la defensa pedía nuevas diligencias, una de ellas medirle la boca a la niña Izquierdo, y que él no se oponía. Uno de los fiscales que participó en el caso señala que la querella era técnicamente mala, y que en las audiencias tampoco tenía muchas capacidades de argumentación. Pero lo que motivó a que los Izquierdo Novoa le retiraran el patrocinio fue su ingreso a la política como candidato a diputado, ya que temieron la instrumentalización de su caso.

Tuiteó: Como cuesta que los jueces condenen a pederastas iré de candidato a diputado para luchar por cambio en la legislación. Voy con todo!

Partió como candidato por la Democracia Cristiana, pero terminó compitiendo por el PRO de Marco Enríquez-Ominami en el distrito de Santiago. Una de sus promesas fue que el Estado financiara cámaras de seguridad al interior de los jardines infantiles. Obtuvo 5.500 votos.

Desde entonces su presencia en los medios bajó, aunque este  27 de julio tendrá otra oportunidad, cuando estrene su faceta de conductor de televisión en el programa Hablemos de Justicia, que emitirá el canal  Liv TV. “El Tolerancia cero de la seguridad y la justicia”, dice el abogado. Hoy, explica sentado en su oficina con vista al Mapocho en Avenida La Dehesa, frente a un recipiente lleno de caramelos envueltos en el logo de su estudio, que está ocupado en más de cien causas, que no publicita, “porque no son mediáticas ni importantes”. Algunas de ellas son la defensa de acusados por delitos sexuales.

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