Por Diego Zúñiga Julio 1, 2015

“Todos le tienen miedo a Messi. Le tienen miedo los clubes más fuertes del mundo y es lógico que Chile también le tenga miedo”, dice el periodista argentino Diego Borinsky.

Ese niño de ocho, nueve años. Ese niño que tiene problemas de crecimiento y que lleva la pelota pegada a su pie. Ese niño que va esquivando rivales, sin perder el balón, rápido, sin que lo puedan detener, en una cancha de tierra o en una cancha de pasto seco, en Argentina, es Lionel Messi.

Pero cuando están viendo esas imágenes, cuando ven el video en que aquel niño va esquivando rivales hasta llegar al área y meter el gol, ese nombre no les dice nada, porque Lionel Messi no existe todavía, o sólo existe para unos pocos, pero no para ellos, no para el periodista argentino Diego Borinsky ni para sus compañeros de la revista El Gráfico –la publicación periodística más emblemática de Sudamérica–, quienes se encierran en la sala de reuniones a ver ese video, imágenes de los primeros pasos de Lionel Messi en el fútbol, imágenes que hoy podemos ver cuando queremos, en YouTube, pero que en ese entonces sólo unos elegidos habían podido apreciar.

Era 2003 y ese grupo de periodistas estaba ansioso por ver si es que era cierto eso que les habían contado: que ese niño, que se había ido a jugar al Barcelona con 13 años, iba a ser el nuevo Maradona.

–Nosotros íbamos a llevar una nota sobre jugadores jóvenes que parten a Europa, y de pronto nos encontramos con el nombre de Lionel Messi, cuando nadie lo conocía, y cambiamos el foco –cuenta Diego Borinsky (47), quien por estos días está cubriendo la Copa América para El Gráfico–. Ahí decidimos centrarnos sólo en Messi cuando el mismo Carles Rexach, que era el hombre a cargo del fútbol joven del Barcelona, nos dijo que ese chico era comparable con Maradona.

Y, entonces, consiguieron el video y lo vieron esquivar jugadores y se convencieron de que sí, de que ese niño tenía mucho, muchísimo futuro, y que debían publicar la nota.

La primera nota que habla de Lionel Messi en Argentina, que habla de ese niño que hoy es, sin duda, el mejor jugador del mundo y que mañana sábado buscará conseguir, por primera vez en su vida en la categoría adulto, un título con la camiseta argentina.

Ese niño que hoy es, sin duda, el mayor temor de Chile; el que nos puede aguar la fiesta, el que con un par de gambetas, y ante 45 mil chilenos que llenarán el Estadio Nacional, puede destrozar todo lo hecho por la generación dorada de Chile.

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–Todos le tienen miedo a Messi. Le tienen miedo los clubes más fuertes del mundo y es lógico que Chile también le tenga miedo –dice seguro Diego Borinsky. El mismo que ha entrevistado un par de veces ya a Lionel Messi y que escribió el perfil “Messi en diez  breves historias”, antologado en Los mejores de América (UAI-Uqbar, 2014). En ese texto, Borinsky escribe cosas como: “Messi, en realidad, no compite con los demás; Messi compite contra la historia. Pulveriza marcas, tritura estadísticas, ridiculiza trayectorias de glorias del pasado con el simple contraste que provocan sus números”, o cosas como: “Hablar de Messi, como de Maradona, se ha convertido en un deporte nacional que los argentinos practicamos gozosos. Genera adrenalina, placer, discusiones acaloradas, un mix bien argentino”. Y también logra que Messi confiese: “Para ser una leyenda, hay que ganar un mundial”.

–Llegamos en buenas condiciones a la final. Sólo falta que Messi meta todos los 400 millones de goles que mete todos los años en todos lados. Pero contra Paraguay jugó muy bien, dio tres asistencias –dice Borinsky, quien ha seguido a la selección argentina durante toda la Copa América y ha visto cómo el nivel de Messi ha ido de menos a más, con algunos momentos de absoluta genialidad, a pesar de que no se han podido concretar en goles. De hecho, Messi sólo tiene un gol en esta copa –el primer gol de Argentina en esta competencia–, y fue de penal. Sin embargo, más allá de Messi, en Argentina todos están conformes con lo hecho por su selección.

–Hice una encuesta hace unos días con periodistas argentinos y había una coincidencia casi absoluta, lo que no se da habitualmente en Argentina, en que el rendimiento de la selección ha sido positivo. Hay conformidad con la búsqueda de Martino, más ofensiva que el equipo que Sabella puso en el mundial –explica Borinsky.

Fue justamente Alejandro Sabella el técnico que primero logró entender el juego de Messi en Argentina, o más bien, fue el que logró que Messi rindiera en la selección de la misma forma en que lo viene haciendo en el Barcelona desde hace ya más de 10 años.

–Yo creo que fue en 2012 su explosión con Argentina, metió un montón de goles –dice Borinsky, pensando en las clasificatorias a Brasil 2014, en que el equipo empezó a jugar en función de Messi y ese pequeño detalle –hacer que Messi fuera el eje del equipo– lo cambió todo.

–El problema es que en el mundial, Sabella no armó el equipo en función de Messi y éste tuvo que sacrificarse –dice Borinsky–. Recibía la pelota a 60 metros del arco y no tenía suficiente compañía.

Perdieron la final del mundial y Messi no brilló. Volvieron, entonces, a aparecer algunos fantasmas: que Messi no rinde con la albiceleste, que en la selección nunca ha demostrado que es el mejor del mundo y así, voces disidentes que le exigen a un jugador extraordinario serlo siempre, más allá de donde juega.

–Para mí, es el mejor jugador de la historia. Hace poco entrevisté a Santiago Solari, que es técnico de las inferiores del Madrid, y me decía: “Messi es Maradona todos los partidos”.

Sin embargo, más allá de los vaivenes de Messi con la selección, Martino ha logrado sacar lo mejor de su repertorio y además le encontró un socio, que lo ha ayudado a destacar: Javier Pastore.

–En este equipo tiene mucha más compañía. Los defensores están instalados casi en la mitad del campo, y él no está actuando como un 9 falso, sino que se tira a la derecha y baja a armar la jugada, como lo está haciendo ahora en el Barcelona –dice Borinsky.

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–No creo que Chile salga a atacar, no le conviene. Ramón Díaz había dicho, antes del partido, que no hay que meterse tan atrás con Argentina, hay que jugar… y así lo hizo –cuenta Borisnky y uno, inmediatamente, recuerda cómo Messi y compañía arrasaron con los paraguayos, que en el segundo tiempo fueron al ataque y dejaron al descubierto la mitad de la cancha: el escenario perfecto para que Messi y los suyos recibieran libres e hicieran lo que quisieran. Messi participó en todos los goles de Argentina, y dio el pase final en tres ocasiones. Con sus pausas, sus gambetas y sus pases perfectos, Messi es, sin duda, el enemigo perfecto. El peor de todos.

–¿Crees que si gana la Copa América, de alguna forma Messi se podrá sacar la presión? Porque muchos dicen que no rinde igual que en Barcelona…

–Lo que pasa es que cuando tenés un jugador que gana tanto, no sé, cuatro Champions, o sea, en el Barcelona lo ganó todo, digo, se le exige más. Obviamente que si gana la Copa América va a haber una gran alegría, un alivio por ganar algo después de 22 años, pero seguro que después van a decir: “sólo falta el mundial”.

–Claro, lo que pasa es que las cifras con el Barcelona son impresionantes.

–Sí. Mira, Messi metió tres veces tres goles con la selección, pero nunca fue en una fecha oficial, sólo amistosos –dice Borinsky, quien a pesar de esas estadísticas, piensa que Argentina es sin duda el favorito de la final.

–Yo creo que en los papeles, es un 70% a favor de Argentina y un 30% para Chile. Porque Argentina tiene más equipo, al mejor del mundo y a varios que son unos monstruos. Obviamente que es una final y Chile tiene un buen equipo… Ahora, nosotros venimos de comernos varios cachetazos. Las finales de 2004 y 2007 de Copa América y la final del mundial. Venimos un poco golpeados. Hace 22 años que Argentina no gana nada en selecciones mayores… Por eso es tan importante esta final.

–Me imagino, entonces, que esperan que en este partido Messi haga todos los goles que no ha hecho en la Copa…

–Y mira, hace tiempo que decimos “éste va a ser el partido”. Siempre estamos esperando ese gran partido de Messi, pero bueno, qué se yo. En algún momento se le tiene que abrir el arco. Siempre vamos al estadio con esa ilusión, con esas ganas. Y esperamos que este pibe tenga eso, porque se lo merece.

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