Por Ana María Sanhueza Junio 4, 2015

© Marcelo Segura

"Jaime de Aguirre se había resistido a hacer una serie de cambios que le habían pedido. Él no lo va a decir, pero cerca de 300 personas tendrían que haber sido despedidas cuando empezó el cambio de ciclo en televisión (…) Le pidieron un despido masivo al que se resistió".

El pasado domingo 31 fue el primer programa de Tolerancia Cero (T0) que Fernando Paulsen (59) miró como telespectador. Si bien en 2007 se ausentó por un año para estudiar en Harvard, esta vez fue diferente. Paulsen no va más.

Fue la petición de renuncia a Jaime de Aguirre de Time Warner, junto a su nuevo trabajo con el abogado Juan Pablo Hermosilla, lo que apuró su salida. No estuvo de acuerdo con  la forma en que De Aguirre fue finiquitado: Warner justificó su salida por problemas de gestión, haciéndola coincidir con la revelación de las boletas por $ 146 millones que el ex director ejecutivo de CHV emitió en 2009 por el pago de bonos, a cuatro empresas, entre ellas SQM, a petición de Bancard y mientras Sebastián Piñera era dueño de CHV.

Esta mañana Paulsen se ve relajado y habla con entusiasmo de su futuro: está a punto de cambiarse a la nueva oficina que tendrá dentro del estudio de Hermosilla. Dejará el periodismo después de una carrera de más de 30 años en la que experimentó en revista Análisis, La Red, La Tercera -donde fue director- ,TVN, Canal 13, Radio ADN y CHV.

-¿Va a hacer periodismo en la oficina de Hermosilla?
-No y sí. Mi mentalidad de periodista va a estar metida. Hoy, con la Reforma Procesal Penal y con la tecnología pasan cosas específicas con los casos judiciales: los procesos son públicos, las pruebas están a la vista y en el proceso de deliberación penal entran nuevas variables. Yo les llamo variables irracionales: opinión pública, el ánimo cultural, el estado mental para recibir las noticias. Hoy la estrategia legal es mucho más compleja que antes.

-¿Su trabajo se puede confundir con lobby?
-Lobby es ser contratado para llevar  los intereses de tu cliente en el ámbito de las decisiones públicas. Pero lobby no significa conversar con las personas,  tener reuniones que generen información para, por ejemplo, armar un escenario. Nunca me vas a ver en representación de un cliente yendo donde un funcionario público a decirle que vote de una manera. Otra cosa es que, en el marco de diseñar una estrategia legal, tenga que recolectar datos, armar información relevante, ser capaz de interpretar los signos de lo que está pasando.

SIN TOLERANCIA
-¿Cómo fue su primer domingo fuera de T0?

-Difícil. En mi vida he hecho muchos cortes abruptos, algunos más dolorosos: de carrera, de matrimonios, de país. También he cambiado de pega y nunca me he arrepentido. El domingo vi el programa y  caché que el corte era total.

-¿Será porque hace tiempo pensaba dejar T0 o se fue sólo por el despido a De Aguirre?

-No. Cuando me fui a trabajar con Juan Pablo, hablé con Jaime y él me hizo una pregunta : “¿Qué pasa si un caso de la oficina debe ser tratado en el programa?”. Le dije: “Tengo el derecho de inhabilitarme dos veces, no tres”. Llegamos a un acuerdo: yo tenía que renunciar u optar por T0.

-Hasta que le ocurrió.
-Sí, me pasó con las boletas de Jaime a SQM. Cuando él contrata a Juan Pablo como abogado me cita a una reunión. Yo le digo que me debo inhabilitar porque el tema iba a salir el domingo. Pensé que a la próxima me iba. Luego vino esto otro, que francamente no preví y Jaime tampoco: su despido.

-¿Cómo fue ese momento?
-Como jefe he despedido a mucha gente, pero nunca no le he dicho la razón verdadera. Pero a Jaime le esgrimen el no haber obtenido los resultados esperados y lo hacen coincidir con el problema de SQM, sin hablar nunca de SQM, por lo que naturalmente se iba a dar la traslación hacia la causa. Además, Jaime se había resistido a hacer una serie de cambios que le habían pedido. Él no lo va a decir, pero cerca de 300 personas tendrían que haber sido despedidas cuando empezó el cambio de ciclo en televisión y nosotros dejamos de ser primeros y pasamos a ser terceros, aunque ahora estamos segundos. Pero bajó la inversión publicitaria para todos y le pidieron un despido masivo al que se resistió. Fueron despedidas sólo unas 50 a 55 personas. Pero creo que ya había diferencias. Hay diferencias cuando los dueños de medios son parte del país, y cuando no lo son.

-CHV vivió los dos extremos: con Piñera y con Warner.

-Cuando hubo años como el 2009, 2010, 2011, donde éramos primeros, y le dabas una cantidad gigantesca de plata a los dueños, no había problemas. Pero cuando se produce el cambio de ciclo en la TV, nadie puede seguir dando esas utilidades. El distanciamiento del dueño del medio es super- relevante. Con Piñera uno podrá tener muchas diferencias, pero el comportamiento que tuvo como dueño al confiar en los que sabían -Jaime y su equipo- fue notable.

-¿Nunca influyó Piñera?

-Sé que a mucha gente le encantaría que dijera que Piñera se metía en las pautas, pero no fue así. Esto no es para alabarlo, sino para explicar que cuando un dueño vive en Chile -como Heller y Luksic- entiende mejor o tiene paciencia para esperar una buena ola y no ve el medio sólo como una máquina de ingresos, sino también como una plataforma de comunicación. Pero con el extranjero esa lógica se pierde. Eso se perdió en CHV el día tres de la llegada de Time Warner. No los critico. No tienen por qué sentirse chilenos. Para ellos esto es un negocio: compraron un canal que había sido adquirido en US$ 14 millones y que después fue  avaluado en US$ 160. En lo que sí el ex presidente Piñera fue extraordinariamente diligente como dueño, fue en vaciar del canal toda la plata que se había ganado una vez que lo vendió. El ex presidente se llevó la caja del canal, las utilidades del canal, el capital de trabajo del canal y lo entregó. Él sacó todo el líquido y se lo entregó a Time Warner. No digo que eso sea ilegal, sólo que el canal quedó sin capital y había que inyectarle al tiro plata. Piñera hizo un gran negocio. Como dueño tuvo una gestión impecable respecto de la mínima interferencia con las posturas editoriales. Pero como empresario se llevó hasta el último peso.

EL “CHIVO EXPIATORIO”
-¿La gente consume noticias?

-Sí, pero de fuentes distintas a las que hace 10 años. Hoy la tecnología se ha adaptado a eso y se está yendo en forma vertiginosa a una situación en la que se informan lo mínimo. Y con muy pocos datos se gatillan rasgos, prejuicios e ideologías que te arman la noticia. Eso es antiperiodístico. Se ve en las redes sociales. El problema es la forma de reaccionar de la gente, que no necesita nada más que eso para opinar.

-¿Qué otros cambios ve?
-Hoy ganar un juicio puede significar perderlo. Un ejemplo es el de Martín Larraín, que ganó pero no puede caminar por la calle. O el Mago Valdivia y el bautizo de su hija: después de la conferencia de prensa que dio junto a tres jugadores desmintiendo que habían tomado alcohol, 24 horas después apareció un video desde adentro de su casa que reveló lo contrario. Para mí ese es el mejor ejemplo de que, en términos periodísticos, desapareció lo que conocíamos como verdad oficial. La verdad oficial cuando no había internet, cuando nadie te contradecía ni se podían filtrar documentos. Hoy si tú tratas de mentir, a los cinco minutos tienes un montón de personas que no quieren ser parte de eso y, sin dar su nombre, rebotan la información en 20 servidores del mundo.

-¿Cómo ve en ese sentido los casos Penta, SQM o Caval?
-El ministro Peñailillo, después de tomar una decisión errada, de mentir y decir “yo hice los informes”, comete otros errores: en la entrevista de Canal 13 dice que los periodistas de El Mercurio vieron sus informes. Al día siguiente La Tercera mostró parte de esos informes. Y no pasaron dos horas y yo tenía en mi computador, al igual que otros, pasajes del informe que había revelado a La Tercera y partes de un informe de un estudiante de una universidad española de hace siete años revelando el plagio. Entonces, cuando tú tratas de dar una noticia que no es verdad, hoy es muy difícil sostenerla. Se necesitan niveles de secreto que no son compatibles con la tecnología. Eso pasa también en el periodismo.

-Eso también deben entenderlo las autoridades.
-El sistema se ha adaptado muy poco. Por ejemplo, Carlos Alberto Délano, para defenderse, dijo que Penta fue una máquina de dar empleo. Esa era la forma en que hace 30 años un empresario se legitimaba: “Voy a crear una empresa para que la gente esté empleada”, sin importar si el trabajo era bueno o malo. Hoy a la gente le importan otras cosas y eso nadie lo previó: ya no es cualquier empleo ni cualquier salario.

-Délano respondió luego de que la fiscalía dijo que Penta había sido una máquina para defraudar al Fisco.
-Eso es doblemente erróneo. En comunicación tú nunca juegas un partido en el terreno conceptual del otro. Si te dicen que eres una máquina para defraudar al Fisco, no puedes jugar con el mismo concepto para decir otra cosa. Eso es lo que ocurrió con la oposición en el caso Caval. El gobierno hablaba de una serie de conceptos: no al lucro, no a la segregación, no al copago y asamblea constituyente. Y la oposición hablaba de lo mismo. Recién con el caso Caval la oposición pudo instalar un concepto: que no se puede combatir la desigualdad cuando uno simultáneamente tiene acceso privilegiado a situaciones especulativas inmobiliarias y a reuniones con las máximas autoridades del principal banco del país.

-¿Por qué es tan importante Caval si Penta y SQM involucran a más autoridades?
-Porque Caval introduce una variable inédita en la política chilena de los últimos 10 años, que es la sospecha y la desconfianza en el seno de la presidenta. Bachelet pudo haber tenido errores, dificultades en su primer gobierno, pero su situación personal estaba avalada por no tener manchas respecto de su idoneidad, su transparencia y su limpieza. Pero  Caval pone el problema de la desconfianza en la puerta de su casa. Por eso, las actitudes de decepción y desconfianza no se instalan necesariamente por el financiamiento de la política, sino porque también se afecta una imagen inmaculada que rodeaba a la familia de la presidenta.

-¿Penta y SQM cuánto contribuyen a desordenar aún más las cosas?
-Tanto Penta como SQM mantienen el clima, pero son distintos. En Penta se ve un sistema histórico de financiamiento de la derecha sobre la base de un grupo empresarial asociado a sus ideales. En SQM se ve financiamiento a todos los colores políticos. Se agrava la situación del gobierno en el caso de SQM con la aparición del ex ministro del Interior y un potencial equipo de, supuestamente, pre campaña recibiendo pagos de SQM.

-¿Cómo ve el rol de Peñailillo?
-Fuera del gobierno Peñailillo recibe asesoría legal y comunicacional y genera un primer esbozo de reacción, que se llama “yo soy el chivo expiatorio”. Si es que hay un chivo expiatorio, significa que esa persona no es responsable, sino que está asumiendo la responsabilidad por otro. ¿Cuál es el único otro posible? La presidenta. De alguna forma está diciendo que le están cargando los dados a él y no a quien debe ser. Esa es la nueva tesis comunicacional y legal de Peñailillo que, imagino, es de Enrique Correa. Esto se asocia a trasladar una variable negativa -de hacer una irregularidad- en una variable positiva. Y viene la segunda etapa del chivo expiatorio.

-¿Cuál?
-Dividir a las personas entre leales y desleales. Entonces, Rodrigo Peñailillo podrá haber cometido errores, pero ‘por Dios que es  leal, se ha mantenido leal y aguantó todo el chaparrón para no perjudicar’. Esas son las dos variables. Estamos en eso, pero no hay respuestas de la presidenta: su ex ministro sugiere que está recibiendo las balas, pero que no están yendo al flanco correcto y, segundo, su único pecado fue ser leal. Eso funciona porque el método del chivo expiatorio y del leal le sirve a toda la política chilena.

-¿También a los involucrados en Penta?
-Le sirve a Novoa, a Cardemil, a Moreira y a Orpis. Hoy todos pueden ser el chivo expiatorio, todos pueden ser leales con el proyecto que encabezaron y que querían defender a costa, incluso, de acciones irregulares.

-¿Hasta cuándo funcionará esa tesis?
-Funciona sólo si es que no aparecen evidencias que se le opongan. Esto significa que cualquiera de los involucrados en los casos Penta y SQM puede defenderse con la misma lógica de lealtad a sus principios, a su partido y a su jefe que le pidió pasar una boleta. Por eso, casi nadie se ha enfrentado hasta ahora al concepto. Uno ve que hay un montón de gente de distintas sensibilidades políticas que ha tomado la propia lógica del leal chivo expiatorio y escribe columnas, opina en la TV y editorializa en la radio. Pero están diciendo lo mismo: que Peñailillo, y todos por añadidura, el pecado que tienen es ser extremadamente leales a su jefe o jefa.

-¿Cómo se cae esa tesis?
-La tesis del leal chivo expiatorio funciona exclusivamente si es que de lo que hablamos es de financiar candidaturas, partidos y la política. Pero si se descubre -cosa que no ha ocurrido claramente- que se pidieron platas y que fueron utilizadas para beneficio particular de personas y no para campañas ni partidos, entonces quienes estén defendiendo esa recolección dejan de ser chivos expiatorios y pasan a ser personas que están encubriendo delito de enriquecimiento ilícito. Hasta ahora no hay grandes evidencias de esto, pero lo que está claro es que había mucha plata disponible por parte de empresas que transversalmente entregaban y no pedían rendiciones de cuenta sobre cómo y en qué se gastaron.

-¿Qué opina de que los bonos que recibieron Jaime de Aguirre y Mario Conca, hayan sido pagados con dineros donados por empresas para la campaña de Piñera?
-El ex presidente Piñera tiene que explicar no sólo al país, sino que a las empresas que dieron plata, por qué pagaron a ejecutivos del canal que debieron haber sido pagados con plata del dueño del canal.

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