Por Sabine Drysdale Mayo 7, 2015

© Marcelo Segura

“Las catástrofes pueden presentarse como una oportunidad para reorganizar la actividad económica. Pero no siempre vemos eso”, dice Hornbeck.“No hay una lección general sobre las crisis. Algunas pueden volverse oportunidades, otras son meramente desastres. Pero sí creo que observando estos desastres se aprende de la sociedad en sí misma”.

Los desastres, los naturales y aquellos causados por el hombre, algunos están registrados en los libros de historia, otros pasaron a formar parte de la mitología de los poblados, pero no son de hoy; siempre hubo uno más antiguo y devastador que el que vemos ahora en vivo y en directo vía streaming. Sin embargo, las casas siguen construyéndose ahí mismo donde antes lo asoló todo un tsunami o, para ser más actuales, en el trayecto natural donde baja la lava de algún volcán furioso. “No creo que un político lea mis papers”, dice Richard Hornbeck, de apenas 32 años, y ya un destacado historiador, doctor del MIT y profesor de Harvard. “No son los años, son los kilómetros recorridos”, dirá sonriendo ese hombre que se dedica a estudiar los grandes desastres del pasado -incendios, sequías, inundaciones- para darles una mirada actual desde la economía. Hornbeck dice que no aspira a que sus estudios pasen a manos de quienes crean las políticas públicas. “Yo les escribo a los economistas y para que desde ahí permee hacia abajo”, dice de visita en Chile invitado por el Economic History & Cliometrics Lab (EH Clio Lab)  del Instituto de Economía de la Universidad Católica, donde vino a presentar algunos resultados de una investigación sobre el incendio de 1872 en Boston y el impacto que éste tuvo en el diseño urbano de esa ciudad.

Quizás lo que hace Hornbeck es echarle una mirada al pasado para advertir a las empresas, a los estados, para que mediten antes de invertir fortunas en reconstrucciones, en nuevas obras de infraestructura o relocaciones de damnificados. “Muchos de mis intereses están en la historia económica y tradicionalmente eso significó usar la economía para responder preguntas sobre historia, usar la economía para entender lo que sucedió en el pasado, pero creo que hay otra manera de mirarlo, que es usar la historia para entender la economía. La economía es sobre cómo la gente cambia y se adapta”, dice.

-La economía es nuestro presente.
-No creo que la economía sea sólo nuestro presente. Creo que una de las preguntas claves de la economía es por qué hay  algunos lugares ricos y otros pobres. Y hay una pregunta más narrativa que dice por qué algunos lugares se convierten en ricos y por qué otros se mantienen en la pobreza.

-¿Puedes contestar eso a través de la historia?
-Hay un aspecto de esa pregunta que es fundamentalmente histórico. Es difícil entender la inequidad sin entender sus raíces, la manera en que la gente se adapta a las circunstancias que cambian. Gran parte de la economía no se trata sólo del impacto inmediato de algo sobre la gente, sino de cómo la gente se adapta a eso en el tiempo. Se trata de entender más fundamentalmente cómo puedes incrementar el desarrollo de una región. Por ejemplo, cuál es el rol del mejoramiento de la infraestructura. O, cuando los lugares tienen acceso a recursos naturales, qué  efecto inmediato habrá, qué tipo de respuesta migratoria tendrá y cómo eso impactará la inversión, el flujo de dinero, el flujo de trabajadores hacia ese lugar. En fin, ¿cuál será el impacto a largo plazo en esa región? Muchas veces, cuando un nuevo recurso es descubierto, como por ejemplo el shale gas en Estados Unidos, o si hay un aumento en el precio del litio, inmediatamente viene el boom. Pero hay que tratar de entender si es que ese boom significará que esa región se va a desarrollar en forma sustentable o si se va a deteriorar una vez que se acabe. Son preguntas fundamentales, preguntas que en mi mente refieren a experiencias históricas. Hemos visto muchos booms de recursos en el pasado.

-En Chile tenemos terremotos, tsunamis, aluviones, erupciones, sucesos que históricamente se han repetido. Pero las ciudades siguen construyéndose donde se supone que no debieran. ¿Por qué es tan difícil aprender la lección?
-Hay muchas fuerzas que impulsan a que las ciudades crezcan en ciertos lugares. Hay poblaciones que se benefician del lugar donde están emplazadas ciertas industrias. Una vez que existen clusters grandes de gente, de industrias en un lugar, es difícil que la gente se mueva de ahí. Yo no sé si se trata de ciudades que nunca debieron haber estado ahí o es que hay otras ventajas en ese lugar que  equilibran el desastre natural ocasional.

-Planteas, entonces, que hay ciertas oportunidades económicas en las catástrofes.
-Creo que, algunas veces, cuando hay catástrofes, especialmente en áreas de alto crecimiento, pueden presentarse como una oportunidad para reorganizar la actividad económica, para partir desde cero. Pero no siempre vemos eso. Hay muchas catástrofes donde no hay un ímpetu rápido por reconstruir el lugar.

-¿Como en Nueva Orleans?
-Sí. Como en Nueva Orleans. En Nueva Orleans no hubo un crecimiento rápido. En contraste, en Boston, tras el incendio de 1872, cuando se quemó una sección importante de la ciudad, había tal demanda para estar en ahí, era una ciudad que crecía tan rápido, que el fuego se presentó como una oportunidad para reconstruir y tuvo grandes beneficios.

-¿La diferencia entre Nueva Orleans y Boston tiene que ver con el nivel de riqueza de la gente?
-No creo que tenga que ver con eso. Boston era una ciudad de crecimiento acelerado, había esta gran demanda para invertir ahí, en cambio, no pasaba lo mismo en Nueva Orleans. No había incentivos para desarrollar el lugar. Después de un desastre la gente dice: queremos irnos o queremos recomenzar mejor  que nunca. A veces eso pasa y otras no. No hay una lección general sobre las crisis.  Algunas pueden volverse oportunidades, otras son meramente desastres. Pero sí creo que observando estos desastres se aprende de la sociedad en sí misma. Tras las inundaciones del río Mississippi en 1927 hubo grandes abusos, hubo campamentos de afroamericanos que se convirtieron en campos de trabajo forzado. No los dejaban salir, los obligaban a trabajar reparando las represas y no les daban alimento suficiente.

-¿Cómo se aplican tus estudios al presente?
-A través de esas preguntas: ¿cómo la gente se adapta tras los desastres? ¿Cuándo fue que esa adaptación propició el desarrollo y cuando perjudicó el desarrollo? ¿Cómo se adapta la gente a los cambios en el medioambiente? Trato de entender cuáles son las condiciones que propician el crecimiento y cómo eso se ha dado en el tiempo.

-¿Buscas darle un contexto a la crisis?
-Claro. Tengo un paper que trató del “American Dustfall” en 1930. Una combinación de sequía extrema y erosión de la tierra que trajo enormes tormentas de polvo, parecidas a esas imágenes de colapso ambiental que ves en películas como Interestelar. En ese paper concluí que la gente no fue eficiente para adaptar los cultivos agrícolas, sino que el canal más importante de adaptación fue la emigración del área. Es muy difícil que la gente que ha dedicado su vida al cultivo de un producto empiece a cultivar algo completamente diferente. A veces toma un cambio generacional adaptarse. Creo que estas preguntas sobre qué tipos de adaptaciones suceden sobre qué horizonte de tiempo y hasta qué extremo, son las preguntas, en que la historia puede darnos información.

Para Hornbeck una de las tendencias, a ratos preocupante, que se dan en muchas partes del mundo, es la inversión en infraestructura vial hecha tras decisiones políticas que toman en cuenta el clima inmediato, pero no la historia.

Hay un interés en la integración de mercados distantes, en la conexión eficiente de distintos lugares. La pregunta inmediata es cómo esa infraestructura para transportes va a afectar el desarrollo de ese lugar. Si tienes dos pueblos en las afueras de la ciudad y construyes una gran carretera que sólo llega a uno de ellos, podría tener tremendos beneficios para ese pueblo, pero ese beneficio podría significar desplazar inversiones que de otra manera hubieran recaído en el otro pueblo.

-Pan para hoy, hambre para mañana.
-Sí, podría ser fantástico en el futuro o quedar obsoleto.

Preguntas para la historia.

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