Por Marcela Miranda Marzo 26, 2015

© Frannerd

Aunque el primer y gran paso para que un alumno ingrese a la universidad es la PSU, lo cierto es que obtener un buen resultado no basta para permanecer en ella. Cada año las autoridades universitarias se enfrentan a una dura realidad: cerca de un 30% de los nuevos alumnos desertan el primer año. Según un estudio del Mineduc, las principales razones son vocacionales y académicas. ¿Cómo enfrentarlas? Poniendo atención a un conjunto de habilidades que los estudiantes deberían incorporar en los 12 años de vida escolar. “Un proyecto educativo que aspira a la excelencia y a la integralidad es lo que debieran buscar los padres en un colegio. No bastan los indicadores en pruebas estandarizadas para garantizar una buena formación académica y personal”, afirma el vicerrector académico de la Universidad Católica, Roberto González.

MADUREZ Y AUTONOMÍA

La mitad de los alumnos que desertan de una universidad lo hacen por razones vocacionales. Son jóvenes con escasa madurez y poca claridad sobre qué es lo que quieren hacer con sus  vidas. Sin embargo, la mitad vuelve al sistema pasados tres años, o sea, cuando ya están un poco más maduros.

Los especialistas coinciden. Tomar de forma exitosa una decisión tan determinante para el futuro personal, como es elegir una carrera, implica aprender tempranamente a asumir responsabilidades no menores. Así, para la directora de Estudios de la Universidad de los Andes, Ana Isabel Larraín, la autonomía para asumir la vida universitaria de modo responsable e independiente implica saber organizar y gestionar el propio aprendizaje y pedir apoyo en forma oportuna.

Para Gonzalo Celis, director del Colegio Cordillera, primero en el ranking, el colegio tiene que entregar las competencias académicas y formativas que le den al alumno la madurez necesaria. “Nuestro colegio los prepara durante 12 años sobre la base de un trabajo bien hecho y la transmisión de convicciones que -ojalá- toda la comunidad educativa se empeñe en vivir”, afirma.

Andrés Benítez, rector de la Universidad Adolfo Ibáñez, agrega un aspecto clave: saber vivir la libertad. “La poca preparación de los alumnos para enfrentarse a un sistema donde impera la libertad; en la universidad no hay asistencia obligatoria en muchos cursos, los alumnos pueden entrar y salir de los establecimientos cuando quieren, y los padres no juegan rol alguno. Muchos estudiantes se pierden en este ambiente de libertad, no saben actuar sin los controles típicos y terminan fracasando”.

Benítez sugiere una solución: “Los colegios deben prepararlos para entrar a la universidad,  pero también para permanecer en ella. Por ejemplo, el cuarto medio podría ser de asistencia voluntaria”.

Ligado a la madurez está el hecho de que él o ella tengan conciencia de su propio proceso de aprendizaje. Para el experto en educación y académico de la Universidad Diego Portales, José Joaquín Brunner, es fundamental que los alumnos tengan la capacidad de estudiar autónomamente.  “Esto significa tener motivación para el estudio, conocer las propias habilidades de aprendizaje, tener la capacidad de planificar y la disciplina cotidiana para asistir a clases y mantenerse al día en las lecturas y en las materias”.

Benítez agrega: “Más que llegar del colegio siendo unos expertos en una u otra materia, lo que se necesita es que los alumnos tengan las habilidades para aprender en forma autónoma”.


UNA ADECUADA FORMACIÓN ACADÉMICA

Según estudios del Mineduc y del Servicio de Información de Educación Superior (SIES), el segundo motivo de deserción universitaria es por rendimiento académico. Muchas veces, la brecha entre la formación recibida en el colegio y la que exige la universidad es grande, y es por ello que algunas casas de estudios han debido incluir en sus mallas cursos de nivelación o propedéuticos.

El vicerrector académico de la UC explica que por este motivo muchos alumnos permanecen más tiempo en la carrera. “Hay que realizar test de diagnóstico para detectar esta brechas, tener programas adecuados de nivelación académica y de acompañamiento, y realizar talleres de hábitos y estrategias de estudio, entre otros”.

Según el rector de la UAI, la responsabilidad de los colegios es clara. “Muchas veces, éstos se equivocan en enseñar materias que son propias de la universidad y dejan de lado cosas fundamentales, como la comprensión de lectura, la capacidad de expresarse y el pensamiento crítico. Es en esas competencias donde la mayor parte de los alumnos presentan problemas y éstas son fundamentales para el desempeño universitario”.

Con este diagnóstico coincide Fernando Soto, rector del Instituto Nacional, primer colegio municipal en el ranking. Por esta razón, afirma, su institución focaliza su quehacer educativo, curricular y pedagógico  en “torno al racionalismo académico”. “Esto les permite a los estudiantes adquirir herramientas para acceder analíticamente y participar del acervo de la cultura occidental, así como de las concepciones filosóficas y antropológicas que de ella han surgido”.

HABILIDADES BLANDAS

Fernando Soto agrega que en el Instituto Nacional, “los saberes se organizan en distintos niveles de desarrollo cognitivo, desde el punto de vista del conocimiento y de otros niveles de aprendizajes de orden superior, como son el saber, resolver, aplicar y comprender; así como de aquellos niveles actitudinales que les permitirán sobreponerse al fracaso, autodominio, autoaprendizaje, búsqueda de información y trabajo en equipo”. 

Según José Joaquín Brunner, estas competencias son más que relevantes. El experto destaca sobre todo la comprensión lectora, el manejo numérico, el razonamiento científico, el trabajo con evidencia, y las capacidades de análisis y síntesis. “Es crucial desarrollar las habilidades de lectura de textos en idioma inglés y el manejo de internet como fuente de información que es preciso aprender a clasificar, entender y evaluar”.

Para Roberto González, cada vez se valoran más en un estudiante sus habilidades blandas, como la capacidad de trabajo en equipo, compromiso social, empatía y liderazgo.  “La formación personal y profesional se concreta en relación con otros y con el compromiso por el bien común y el desarrollo de la sociedad como un todo”, afirma.

Para Brunner los colegios deben desarrollar instancias para que sus estudiantes aprendan a trabajar en equipo.  “Se requiere, para poder integrarse socialmente a un mundo nuevo, tener una disposición abierta hacia los otros, establecer comunicación, confiar e integrarse en equipos de trabajo. Desarrollar amistades y saber resolver los conflictos que se presentan en el curso de la convivencia”, agrega.

Alejandra Retamales, directora del Colegio Josefino Santísima Trinidad, primer establecimiento particular subvencionado en el ranking, afirma que por esa razón la preparación a sus alumnos va más allá de lo académico. “Los preparamos para que le den un sentido a su vida, que les permita salir de sí mismos, que  se reconozcan con  los otros, que estén abiertos a la trascendencia, que se inserten en la vida universitaria promoviendo los valores, acogida y trabajo responsable”.

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