Por Juan Pablo Sallaberry Marzo 26, 2015

-¿Le impactó ver el sábado las escenas en la catedral de Osorno de la comunidad católica dividida y enfrentada al nuevo obispo?
-Todo acto de violencia es repudiable, siempre y en todo lugar. En una sociedad civilizada las diferencias se pueden y deben resolver a través del imperio de la razón y del diálogo. En esta circunstancia, en cambio, hubo gente que prefirió actuar con violencia, sin respeto siquiera a la celebración eucarística ni a la fe de quienes querían expresarla. Lo sucedido es un escándalo. Lo siento de veras. A esa misma hora en la ciudad de Nápoles, el Papa Francisco afirmaba que quienes usan el método de la “maledicencia” son “terroristas”. Es un concepto sobre el cual él ha vuelto nuevamente. Lo había afirmado cuando, celebrando el aniversario del Cuerpo de Gendarmería Vaticana, pidió a los gendarmes que lo defendieran no tanto de posibles ataques externos sino de las “bombas de la maledicencia”.

-¿A quién atribuye la responsabilidad de lo sucedido? ¿A la comunidad? ¿Al nuevo obispo que no supo contener ni hacerse cargo de las críticas, o a las autoridades de la Iglesia que lo nombran pese a la fuerte molestia de los laicos?

-No soy juez de nadie. Cada cual, en conciencia, debe medir la propia responsabilidad y reflexionar si acaso, de esa manera, cree contribuir a la unidad del Cuerpo de Cristo.

-Más allá de las formas de manifestarse, ¿comprende y empatiza con los reparos de los laicos de Osorno?

-La declaración del Comité Permanente de la Conferencia Episcopal, de la que soy presidente, ha expresado “su cercanía a los presbíteros, diáconos permanentes, consagrados y consagradas, laicos y laicas de la iglesia hermana de Osorno”. Personalmente he contestado los mails que me han llegado, ya que el dolor y las quejas de hermanos y hermanas, especialmente de quienes con los cuales comparto la fe en Jesucristo, han de ser escuchados. Hemos escuchado con gozo a quienes han manifestado su fidelidad al Santo Padre y la Iglesia. Hemos manifestado también el compromiso de oración para que fieles y pastores caminen en unidad.

-Por primera vez se han visto a congregaciones y sacerdotes criticando abiertamente a un obispo y la decisión del Vaticano. ¿Hay un quiebre en la Iglesia chilena?

-No, no hay un quiebre en la Iglesia chilena. La Iglesia está formada por personas libres que se han encontrado con Jesucristo. Su consistencia es el Resucitado y alrededor de Él se configura como una comunidad de discípulos-misioneros animados por el Espíritu de Jesús, cuya misión es el Reinado de Jesús y la tarea de servir a los hombres y mujeres de todos los tiempos y naciones, especialmente a los más pobres y marginados de la sociedad.

-Qué gestiones hizo usted para enfrentar este tema. ¿Es efectivo que se contactó con el Vaticano para desactivar el nombramiento?

-Un obispo es elegido y ordenado para servir a la diócesis que el Papa le asigna. Sin embargo, por la ordenación episcopal, el obispo “con y bajo Pedro” es también partícipe de la solicitud de todas las iglesias. Por eso, como expresión de esa solicitud de comunión y responsabilidad con el Santo Padre, usted o cualquiera puede concluir que no ha faltado mi honesta y debida aportación al discernimiento de la suprema autoridad de la Iglesia.

-¿Cómo se entiende que, pese a que monseñor Fernando Chomalí hizo llegar al Papa los antecedentes de Barros, igualmente lo nombra obispo de Osorno?

-Monseñor Chomalí como administrador apostólico de Osorno en ese momento, cumplió con su deber de encontrarse con el Papa, así como lo habían hecho otros con anterioridad. El Santo Padre había tomado una decisión informada y discernida. Nosotros estamos en comunión con el Santo Padre y, por tanto, con fe y obediencia adherimos a sus orientaciones y decisiones.

-Se supo que el obispo Barros se reunió personalmente con el Papa antes de su nominación. ¿Cree que fue este un factor decisivo en la resolución del Pontífice?

-Supe que monseñor Barros se encontró personalmente con el Papa Francisco. Sabía también que el Santo Padre deseaba este encuentro. El día en que volvía a Chile, una vez terminado el Consistorio en febrero, me encontré con monseñor Barros en una calle cercana al Vaticano y me compartió su experiencia con el Papa. En relación a su pregunta, sólo puedo decir que sería una presunción soberbia e indebida de mi parte pretender dar una respuesta a algo que sólo el Santo Padre podría responder.

-¿Informó oficialmente la Iglesia chilena al Papa lo sucedido el sábado? ¿Recibieron consultas?

-Hay conceptos que normalmente se utilizan, pero que llevan a confusión. Existe la “Iglesia en Chile”, a través de cada una de las diócesis, mas no la “Iglesia chilena”. Tampoco existe un “jefe de la Iglesia chilena”. Cada diócesis es una porción del Pueblo de Dios que se le confía al obispo. Por eso, respondiendo a su pregunta, le puedo informar que ni el Comité Permanente ni otra instancia de la Conferencia Episcopal ha comunicado a la Sede Apostólica lo sucedido el sábado pasado. Esa es una tarea que le compete a la Nunciatura Apostólica y creo que sería normal que se haya o se esté informando de algo tan triste.

-En el último tiempo, la Iglesia ha enfrentado y condenado los casos de abusos. ¿Puede este episodio significar un retroceso en lo avanzado?

-Como usted bien dice, la Iglesia ha enfrentado y condenado los casos de abusos. En ese sentido, este episodio en nada puede hacer retroceder a la Iglesia en su compromiso por una verdadera cultura de condena de los delitos cometidos y de compromiso con la prevención.

-Algunos han planteado que la salida a este conflicto pasa necesariamente por la renuncia de Barros. ¿Cuál cree usted que es la vía de escape al problema?

-Los planteamientos son posibles y respetables. Dentro del respeto a las personas y las instituciones, se puede opinar libremente. Un obispo, eventualmente, puede renunciar a la encomienda recibida. El Código de Derecho Canónico lo contempla. De todas formas, quien acepta una renuncia es el Santo Padre.

-La comunidad anuncia nuevas manifestaciones, ¿cómo pretende la Iglesia enfrentarlas?

-Espero que si se dan nuevas manifestaciones, tengan que ver con la comunión, el diálogo, el respeto mutuo y la colaboración en la desafiante y hermosa misión que Cristo confió a su Iglesia.

Cardenal Ricardo Ezzati: "Un obispo, eventualmente, puede renunciar"

“Dentro del respeto a las personas y las instituciones, se puede opinar libremente. Un obispo, eventualmente, puede renunciar a la encomienda recibida. El Código de Derecho Canónico lo contempla. De todas formas, quien acepta una renuncia es el Santo Padre”.

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