Por Romina Cannoni Noviembre 20, 2014

Hasta el 50% del valor inicial puede costar escoger todos los detalles de un auto a medida: tapiz, llantas, manillas,  colores de techo y capó, entre otros.

Tal como la ropa es un elemento identificador, que entrega información acerca de la personalidad, estilo de vida e incluso posición social, el automóvil también es un indicador de cómo es la persona que lo conduce. De hecho, cada día lo es más, pues el fenómeno de la personalización no ha parado de crecer durante los últimos años.

Se trata de una tendencia mundial que en Chile poco a poco cobra más fuerza, gracias a la creciente oferta de los fabricantes para distintos segmentos. Y hoy va más allá del exclusivo mundo de los autos de lujo, en el que los clientes siempre han tenido la posibilidad de configurar sus vehículos de pies a cabeza. Así, ahora poder elegir la pintura de la carrocería, el diseño de las llantas, el sistema de audio y la tapicería, entre un largo etcétera de accesorios y acabados específicos, es una opción para autos más compactos.

“La personalización de los vehículos es cada día más necesaria porque las personas quieren sentir que su auto es único”, dice Alexander Köhler, gerente general de Kaufmann, representante de Mercedes- Benz en Chile. Köhler sabe de lo que habla, ya que hasta ahora sólo los modelos tope de marcas premium eran los que daban la posibilidad de elegir elementos como el color de la costura del tapiz o la madera usada en la construcción del tablero.

Y es precisamente ese nivel de personalización el que ha salido de las fronteras de los autos de ensueño. Claro que no se trata del conocido “enchulamiento”, en el que los propios dueños son los que se encargan de adornar sus vehículos, agregando elementos que no siempre le quedan bien al modelo en cuestión y que, por tanto, lo hacen lucir más bien pintoresco. 

Lo cierto es que son cada vez más los fabricantes que se hacen eco de este creciente interés de los consumidores por diferenciarse, ofreciéndoles la posibilidad de agregar accesorios a modelos específicos. Así, el cliente puede acceder a un auto único, a su gusto, pero bajo los estándares de diseño establecidos por los artistas de la marca.

Esta efectiva y estudiada respuesta de los fabricantes tiene que ver, desde luego, con la gran oportunidad de negocio que representa la personalización. Hacerlo implica que el precio base de un vehículo crezca de manera importante. Algunas marcas reconocen, incluso, que ese sobreprecio podría ser mayor al 50% del valor inicial.



EL PIONERO DE LOS PEQUEÑOS

Si hay algún fabricante que puede hablar con propiedad de personalización, ese es el constructor británico de los Mini, cuya actual lista de elementos estéticos, decorativos y de performance es casi infinita.

Todo comenzó con el New Mini lanzado en 2001, luego de que BMW adquiriera la marca, y que tuvo a Frank Stephenson a cargo de la reedición del mítico modelo. Por ese entonces, el diseñador explicaba que la única forma de alcanzar los volúmenes de ventas impuestos por el nuevo dueño era que la nueva versión llegara a la mayor cantidad de clientes posible.

Así nació la idea de hacer tres versiones: el One o básico, para quienes sólo querían un auto con estilo, el Cooper para los usuarios más deportivos, y el Cooper S para los que buscaban un bólido urbano, casi un auto de carreras. Este reparto de papeles fue el punto de partida de un alto nivel de personalización. El siguiente paso se dio solo, pues los clientes que adquirían un Mini empezaron a querer resaltar algunos aspectos y diferenciarse de otros. Así, la marca decidió crear listas de accesorios y detalles decorativos. Y el éxito fue inmediato.

Según un estudio de la marca británica, actualmente más del 80% de los Mini Cooper y Cooper S que se venden en Europa poseen algún nivel de personalización. Cifra que se replicaría en la mayoría de los mercados donde está presente.  Respecto del perfil del consumidor, el informe habla de un comprador que en su mayoría es un hombre joven, entre los 20 y 30 años, que aborrece  la monotonía. “Son personas a las que les encanta descubrir nuevos colores o dibujos, además de todo tipo de adornos. Así, el  automóvil les permite mostrar su pasión por determinadas señas de identidad, siendo una prolongación de su personalidad”, explicaba por entonces Stephenson.



LA APUESTA NACIONAL

En 2010, Citroën sorprendió con el lanzamiento del DS3, un modelo que pretendía darle un mayor estatus a la marca francesa y atraer a un nuevo tipo de público, buscando de paso ser el gran competidor de Mini. Una de las grandes novedades fue que ofrecía un gran abanico de posibilidades de personalización: los compradores podían elegir el color del techo y la carrocería, las carcasas de los retrovisores laterales y las llantas, entre muchas otras variables.

Actualmente, el DS3 en Chile ofrece la posibilidad de combinar el color de la carrocería con el color del techo, y son ocho las opciones disponibles. Además, se pueden escoger los adhesivos especiales decorativos para el techo, con motivos como lunares, tribales, cebra, ondas, entre otros. Las llantas son otra opción: existen las de 16 y 17 pulgadas. Pero la posibilidad de personalizar no termina ahí, hay alternativas para el color de la carcasa de los espejos o del tablero, se pueden elegir alfombrillas de piso a juego con los adhesivos del techo o escoger diferentes pomos para la palanca de cambios.

Otro francés que acaba de sumarse a esta tendencia en el mercado nacional es Renault, con el Captur, un crossover compacto de estilo juvenil y atractivo, que  se caracteriza principalmente por su carrocería bitono. Ofrece nueve opciones de color exterior, con hasta 20 combinaciones de color del techo. “Si bien en Europa la oferta de personalización del Captur es mucho mayor, la diferencia es que el cliente del Viejo Continente espera. Acá el público quiere su auto en el momento, por lo que ofrecemos lo que podemos entregar de inmediato. Ahora, si alguien quiere un elemento específico y no tiene problema con que el auto llegue dos a tres meses después, no hay problema y hacemos el pedido”, explica Rodrigo Palma, gerente general de Renault.

En el caso del Opel Adam, la personalización llega a lo más extremo. Hay múltiples opciones para elegir, que van desde el color exterior, pasando por la tapicería, el color del retrovisor, el diseño láser para las alfombrillas, la decoración interior del techo, que puede ser con luces o dibujos, los colores del tablero, los patrones, incorporar retroiluminación, jugar con la combinación de stickers en el techo, capó y laterales, hasta escoger el color de la moldura frontal, y sin olvidar los 31 tipos de llantas distintos. “La idea es no ver un Adam igual a otro”, afirman los ejecutivos de la marca alemana. Eso sí, la espera es entre tres y cuatro meses, tiempo que va desde que se hace el pedido a España, y el costo puede ascender hasta en un 50% más. En Chile, está lo básico para la entrega inmediata: disponibilidad de colores para el exterior e interior del auto. 

A esta tendencia pronto se subirá el Fiat con la segunda generación del  Uno. Además de un revisado diseño, de una notable mejora en la calidad de materiales y en la disposición de mayor tecnología a bordo, el Uno 2015 entrega dos kits de personalización: Black&White y Dark&Grey. El primero permite elegir elementos para el diseño interior como tapicería y manillas, mientras que el segundo dispone de adhesivos personalizados para el capó y tapa trasera, entre otros.

Si bien el valor del auto puede verse fuertemente incrementado, cada vez hay más consumidores dispuestos a pagar este sobreprecio con tal de que su vehículo no sea igual a otro.

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