Por Juan Pablo Garnham Noviembre 12, 2014

© Shlomi Amiga

La consultora IDC estima que este año los volúmenes y envíos de estos dispositivos superarán los 19
millones de unidades, triplicando las ventas de 2013.

Cada mañana, el canadiense Tom Emrich se pone sus pantalones, su camisa y su chaqueta, pero a esa rutina agrega otros pequeños detalles. Como el reloj inteligente Moto 360, el que coloca en su muñeca al despertar. “Siempre quise un smartwatch, desde Pebble. Ahora se ha transformado en algo que, si lo dejo en casa, lo echo muchísimo de menos”, dice Emrich. También se pone un pequeño prendedor cuadrado, de color naranja, que se llama Narrative Clip. “Es una pequeña cámara que se abrocha en tu ropa y toma una foto cada treinta segundos automáticamente”, explica el canadiense, “es una herramienta de life blogging, pero a mí me gusta usarla también como un fashion statement”.

Además de estos aparatos, Emrich, -consultor tecnológico especializado en tecnologías wearables (tecnologías de vestir o de poner)- suele usar sus Google Glass. Y, al menos una vez al día, usa Muse. “Es un cintillo neurosensorial, que me ayuda a desestresarme y mantenerme calmo”, explica Emrich. El aparato “permite ejercitar la mente y meditar, monitorea tus ondas cerebrales y ayuda mucho a terminar bien tu día, sobre todo si ha sido intenso”.

A Emerich estos pequeños detalles le han cambiado su día a día, pero la pregunta que hoy muchos se hacen es si cambiarán las vidas del promedio de las personas. Son varios los medios que han calificado a 2014 como el año de los wearables. Los avances en Google Glass (aunque sin fecha de salida masiva al mercado, la versión para desarrolladores ya se puede adquirir); el anuncio del Apple Watch; y el reciente aviso de que Microsoft lanzará la pulsera para ejercicios Microsoft Band, hacen parecer que ésta es la gran tendencia del momento.

Estimaciones de la consultora IDC dicen que a fines de este año los volúmenes y envíos de estos dispositivos superarán los 19 millones de unidades, triplicando las ventas de 2013. A partir de esto, la consultora  proyecta que el mercado mundial aumente a 111,9 millones de unidades en 2018.

“La tecnología wearable está todavía emergiendo, pero parece ser que 2015 será el primer año en el que veremos mayores envíos”, dice el analista basado en Silicon Valley, Daniel Matte. “Esto se verá impulsado especialmente por el Apple Watch, el que debería generar ventas saludables”.

De acuerdo a estimaciones de Katy Huberty, experta de Morgan Stanley, en el primer año Apple debería vender casi 60 millones de dispositivos “vestibles”. Pero otros analistas, como Chuck Jones, han tratado de moderar las expectativas. “Yo creo que 60 millones de unidades en el primer año es un número agresivo”, explicó a Forbes. “Estos dispositivos no son una extensión de las actuales plataformas, así como las tabletas lo fueron de los laptops o los smartphones que reemplazaron a los teléfonos convencionales”. Para él, la cifra más realista sería de entre 10 y 20 millones. “Ojalá su funcionalidad sea tan abrumadora que lo compren no sólo las personas que hacen fila para los eventos de Apple”, escribió Jones.

UN PARAGUAS AMPLIO
Para Tom Emrich, el canadiense que lleva con orgullo su reloj inteligente, sus Google Glass y su microcámara, está claro que este fue un gran año para los wearables. Pero no el gran año. A lo más fue un año de concientizar a la gente. “Ahora ya todos han escuchado el término y, si  no es así, al menos ya han escuchado hablar de aparatos como Nike Fuel Band o Google Glass”, explica Emrich. “Pero, en términos de adopción, todavía hay grandes diferencias dependiendo de las distintas categorías”.

Emrich es el creador de la comunidad We Are Wearables. Son unas 350 personas que se reúnen todos los meses para conversar, probar y conocer las posibilidades de estos dispositivos para la industria y los consumidores. Con esa experiencia, sabe que es complicado  hablar del futuro de los wearables. “Porque, a diferencia de los smartphones y tablets, la etiqueta de weareable es un paraguas muy amplio”, explica. “Tenemos todo lo que se refiere a fitness y salud, luego tenemos los lentes inteligentes, los relojes inteligentes y otros dispositivos que no caben en ninguna de esas categorías. Es muy difícil saber dónde está este tipo de tecnologías, porque hay muchos segmentos distintos”.

Algunos expertos hablan de tres categorías: los notificadores (los relojes inteligentes, por ejemplo), los trackers (dispositivos que monitorean movimiento y otros datos) y los anteojos. Pero aun así estas categorías se quedan cortas: ¿dónde quedaría Oculus Rift, un dispositivo de realidad virtual? ¿O las futuras prendas de vestir inteligentes que pronto harán su aparición? Más allá de la categorización, Emrich cree que los que ya tienen su éxito asegurado son los dispositivos usados para ejercicios y salud. “En este segmento está el mayor éxito. Este fue el año de los contadores de pasos y monitores de actividades. Misfit, Nike Fuel Band, Jawbone realmente brillaron y se llevaron el mayor porcentaje de los wearables”, dice Emrich. “Estas pulseras tienen un gran valor de mercado: la gente quiere ser saludable, bajar de peso, ser mejores deportistas. Tener un dispositivo que les promete una vida mejor tiene un valor muy claro para ellos”.

Daniel Matte es optimista y se basa en las proyecciones que maneja su empresa.  “Hemos dicho públicamente que los wearables serán la categoría más grande en electrónica desde las tablets”, comenta. Al igual que Emrich, considera que el área de fitness y salud entregará una funcionalidad que no existe en otros dispositivos. “Y creo que va a ser sorprendente cuánto de lo que hacemos hoy en computadores, lo haremos con relojes inteligentes. Ahora, al igual que en otros dispositivos, tener software poderoso y creativo, así como una comunidad de desarrolladores activa, serán claves para que estos productos pasen de ser meros deseos a convertirse en necesidades”.

Sin embargo, esta opinión contrasta con lo dicho recientemente por Jonathan Gaw, analista de International Data Corp. “Si lo único que vas a hacer es evitar que yo tenga que sacar el celular del bolsillo, eso no va a ser suficiente. Tienes que hacer algo más”. Emrich, en cambio, está optimista: “Si nos comparáramos con el mundo de los teléfonos celulares, aún estamos en una etapa pre-iPhone. No tenemos aún un dispositivo que haya cambiado a la categoría en su conjunto. Quizás esto no pase nunca, debido a lo vasta y diversa que es la categoría. Se está acercando el momento en que estos dispositivos serán parte de nuestra vida diaria”.

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