Por Nicolás Alonso Octubre 23, 2014

Sergio Rapu, Primer gobernador de origen Rapa Nui, entre 1984 y 1990. Doctor en Arqueología Oceánica de la Universidad de Hawái.

Chile es multicultural. Tenemos diversidad de Norte a Sur, histórica y geográfica. Pero desde ese facto hay que tomar medidas que la potencien, sin dominación cultural de unos sobre otros.

Lo primero es que haya participación efectiva en los espacios donde se toman las decisiones. Crear una región insular con derecho a un diputado y un senador: basta eso para sentir autonomía y representación en el corazón patrio. El día de mañana puede ser la elección de nuestros gobernadores e intendentes. Con estos símbolos, no se estaría hablando de armar un Parlamento propio.

El otro tema es la educación. Ser multicultural no es enseñar un poco de rapa nui como si fuera japonés, sino materias en nuestra lengua. Tenemos que integrar el conocimiento rapa nui a los programas: etnomatemáticas, etnociencia, arqueoastronomía. Por ejemplo, cómo navegaban los polinésicos siguiendo las estrellas. Cada etnia tiene su forma de construir, de plantar, y es un universo que eliminas cuando impones un sistema arriba. Hay que crear un plan de desarrollo de esta diversidad, gente adecuada, y un programa de estudio serio.

Maricel Gutiérrez, Aymara, Máster en Gestión Medio Ambiental en la U. Carlos III de Madrid. Ex directora de Conadi en Arica y Parinacota.

Un Chile multicultural sería uno que construya una relación de igualdad y respeto -no de tolerancia- entre las diferentes culturas que habitan su territorio. Esto no quita identidad, sino que la complementa y enriquece.

Implicaría mayores esfuerzos administrativos y económicos, pero también fortalecimiento de las lenguas originarias, en este caso, aymara. A través de nuestra lengua se transmite nuestra cultura y nuestra forma de vida. Actualmente hay una relación, pero es desigual en toda la enseñanza. Con esto Chile poseería mayor acervo en idiomas y se podría impulsar un modelo trilingüe: hablar un idioma materno, uno nacional y uno internacional, lo que permitiría a la sociedad chilena mayor comunicación y afectividad en el contexto global. Nuestra historia, conocimientos y tecnologías serían visibles en el contexto nacional, y los currículums se enriquecerían de contenidos que otorgan identidad a Chile. Creo que esto permitiría un diálogo más horizontal en el plano internacional, puesto que se deja de ser un desconocido entre las culturas del mundo. Esto conlleva al aprecio por las diferencias.

Rolando Humire, Presidente del Consejo de Pueblos Atacameños, representante de 4 mil indígenas. Bioquímico de la U. de Chile.

Chile debe dar un paso hacia una identidad multicultural e incluso multinacional, conforme a los tratados internacionales vigentes. Un reconocimiento de nuestros territorios no atentaría contra la unidad de Chile: es un proceso eminentemente civil, en que se nos respeta como dueños de nuestras tierras en conformidad con el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo. Ése sería el primer paso, y una oportunidad para que Chile ponga en valor su riqueza multicultural, que ha sido enmascarada.

La real implementación del convenio debe recoger la diversidad cultural, histórica y territorial de los pueblos originarios, y ser legitimada por todos sus miembros. Por otro lado, en un Chile multicultural nuestra opinión sobre el ritmo de extracción de recursos naturales de nuestros territorios  -que no es sustentable y nos afecta directamente-, debiera ser considerada en su real magnitud.

Un Chile orgulloso de su diversidad tendría mayor respeto por los territorios y su vocación productiva tradicional, de manera de contribuir a aumentar el bienestar general, y el buen vivir que practicamos en el mundo andino.

Venancio Coñuepan, Mapuche, Director Ejecutivo Fundación Chile Intercultural. Diplomado en Políticas Públicas Indígenas, U. Alberto Hurtado.

Es un hecho que Chile no es homogéneo culturalmente, y la respuesta a eso no puede ser otra que la apertura institucional a la interculturalidad, entendiéndola como la interacción entre culturas diferentes de forma respetuosa.

Pero un diálogo genuino implica primero el reconocimiento de la identidad, la cultura, la memoria y la organización de los pueblos indígenas como protagonistas de la sociedad, y no como meros objetos de políticas públicas.

Para esto, se necesitan cambios institucionales interculturales, como el reconocimiento constitucional, la creación de un Ministerio Indígena, revisar los mecanismos de restitución de tierras expropiadas, co-oficializar las lenguas indígenas, fortalecer la educación intercultural, y crear un Parlamento de Pueblos Indígenas, para tratar temas indígenas.

Un magallánico o un santiaguino no va a entender los problemas particulares mapuches. Somos un grupo distinto y necesitamos otras interacciones, pero eso no implica dos Estados, sino uno donde tengamos espacio para convivir con nuestras diferencias. Políticas que contribuyan a la interacción, no a la segregación.

Wilfredo Bacian, Presidente de la Comunidad Quechua de Quipisca. Diplomado en Desarrollo Territorial en la U. Católica del Perú.

Chile debe reconocerse en derecho como multicultural, o como Estado plurinacional, restituyendo los derechos que los pueblos indígenas gozaban antes de ser sometidos a la administración de un Estado. Y reconociendo el pleno goce de éstos sobre sus territorios y recursos naturales.

También implica asegurar la participación de los pueblos. El gran desafío de los gobiernos es desarrollar políticas públicas indígenas, en concordancia con los procesos de desarrollo que sostiene cada pueblo, y generando las condiciones para que sean éstos mismos quienes construyan y generen su propio desarrollo.

Y para eso, primero hay que incorporarlos en las instancias de representación política, dando garantías de su participación.

Pero la cuenta no sólo es del Estado, sino también de los propios pueblos indígenas, que deben fortalecer su identidad cultural y su unidad, tanto interna como en la relación entre los pueblos. A partir de allí, se podrán producir los cambios que debe contener este Chile multicultural, donde la libre determinación,  la autonomía y el autogobierno deben ser los elementos esenciales.

 

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