Por Juan Pablo Sallaberry Octubre 23, 2014

El ex senador Carlos Ominami, ex alumno del Instituto Nacional, tiene una visión pesimista: “Destruyen el único lugar que a través de la meritocracia generaba una elite republicana. Del Instituto han salido 18 ex presidentes, temo que no tengamos otro en 50 años”.

Se prohíben las pruebas.  La reforma educacional del gobierno, que el martes pasado fue aprobada en primer trámite en la Cámara Baja y que define el fin al lucro, al copago y a la selección, prohibirá tomar exámenes de ingreso a los alumnos que postulan a los establecimientos con financiamiento estatal.

La medida podría ser un golpe mortal para los denominados liceos de excelencia como el Instituto Nacional, que cada año realiza un riguroso proceso de admisión para los cientos de alumnos que en sexto básico postulan desde todas las comunas de Santiago y cuyas familias ven allí una oportunidad real para que sus hijos puedan llegar a la universidad. 

Conscientes de la situación, en el Ejecutivo decidieron lanzarle un salvavidas al emblemático liceo. En el articulado del proyecto se estableció que se determinará mediante un reglamento los nombres de los 50 mejores colegios públicos a lo largo del país que tendrán un trato especial. Al igual que los otros, deberán llenar sus cupos a través de un sorteo o tómbola, pero podrán postular sólo los alumnos que se encuentren entre el 20% de mayores calificaciones de sus cursos. Una fórmula intermedia, pero que de todas formas abre interrogantes sobre el futuro de los tradicionales liceos de excelencia.

El Instituto Nacional, que acaba de cumplir 201 años de historia, pasa por momentos difíciles. Atrás quedaron los años de gloria en que postulaban tres mil o más alumnos para las 600 vacantes disponibles en séptimo básico. En el proceso de este año sólo se presentaron 1.380 postulantes. Dos por cada cupo. Además, ha debido enfrentar a mitad de año, fugas masivas de alumnos de cuarto medio que se cambian a colegios menos exigentes para sortear el nuevo sistema de ranking de notas para entrar a la universidad (al menos 75 se salieron este año). Y también registran inéditas renuncias en octavo básico debido a la molestia de los apoderados por las sucesivas tomas en el lugar. Lo peor: con sus numerosos alumnos por curso y varios cursos por generación -algunas generaciones llegan hasta la letra “U”- luchan año a año para estar entre los 10 mejores colegios de Chile según el ranking PSU. Pero si el 2012 estaban en el puesto número 12, el 2013 cayeron al 20.

¿Qué falló? El Instituto Nacional ha sido el principal damnificado por el debate que cruza la sociedad desde hace pocos años, la pregunta sobre qué es más importante, la meritocracia o la inclusión.

Hace menos de una década el esfuerzo personal y el mérito era un valor transversal destacado en la derecha pero también en amplios sectores de la izquierda. El ex presidente Ricardo Lagos -ex alumno del Instituto Nacional- cultivaba la meritocracia como parte de su relato e inspiraba en eso el diseño de sus políticas, como la Alta Dirección Pública. Era también el discurso político de toda la Tercera Vía y el laborismo de Tony Blair. La idea de garantizar que cualquier persona, independiente de su origen, pueda surgir gracias a sus talentos. Y el Estado era el encargado de garantizar las oportunidades para ello.

Pero el concepto comenzó a caer en desgracia. Analistas vieron que los casos de mérito eran excepcionales y que el mecanismo no permitía  realmente romper con las desigualdades sociales. El 2012 en Estados Unidos -país símbolo de la meritocracia y donde según el sueño americano un lustrabotas puede ser millonario- se publicó el libro Twilight of the elites: America after meritocracy (El crepúsculo de las elites: América después de la meritocracia), del periodista Christopher Hayes, donde sostiene la tesis que las elites son cerradas, buscan reproducirse a sí mismas y la meritocracia no es más que una pirámide que refleja la desigualdad.

El texto lanza otro cuestionamiento clave al concepto: sostiene que las pruebas de acceso a las escuelas, que supuestamente miden el mérito, son herramientas imprecisas. Que un examen no debería decidir el futuro de niños de 11 años.

Como contraparte, el concepto de inclusión se vuelve de moda entre los intelectuales de izquierda. La idea de que el bienestar social y el apoyo del Estado debe llegar a todos los rincones y no sólo a unos pocos favorecidos. Más importante que el mejor alumno de la clase, son los diez alumnos que se sientan al fondo y que están rezagados.

Por primera vez el Instituto Nacional comenzó a ser mirado con sospecha: expertos en educación como la ONG Educación 2020 se preguntaban si el liceo entregaba un real aporte educativo a los alumnos o su fórmula de éxito sólo radicaba en levantar a los buenos estudiantes de los demás colegios, lo que finalmente terminaba por “descremar” a la educación pública. Para los expertos se volvía necesario y más inclusivo que buenos y malos alumnos convivieran en la misma sala para que los primeros potenciaran a los segundos. También argumentaban que un niño a los 12 años no tiene mérito real, sino sólo la educación y recursos que le brindaron en su hogar, por lo que toda selección era injusta.

Para el vicerrector del IN, Mario Vega, la fórmula pasa por los buenos alumnos, pero también por profesores de calidad, mallas a la altura de alumnos aventajados y clases que sepan aprovechar esas potencialidades. Dice que entienden el nuevo valor de la inclusión y han incluido cuotas y bonificaciones en las pruebas de ingresos de los estudiantes más vulnerables. 

El ex senador Carlos Ominami -ex institutano- tiene una visión pesimista. Sin éxito trató de coordinar a ex alumnos para que crearan un frente en defensa del liceo (incluso habló con Lagos y Patricio Aylwin que fue profesor ), pero ya da la batalla por perdida: “Los de la inclusión ganaron de la peor manera. Destruyen el único lugar que a través de la meritocracia generaba una elite republicana. Del Instituto han salido 18 ex presidentes de la República, temo que no tengamos otro en 50 años”.

Relacionados