Por Francisco Sagredo Octubre 22, 2014

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En el frente de las divisiones menores, ambos clubes privilegian la formación de jugadores que se puedan sumar lo antes posible al primer equipo, antes que la obtención de títulos en las competencias juveniles. Y en eso, Colo Colo le saca amplia ventaja a la U.

Desde 2006 que Colo-Colo y Universidad de Chile no luchaban por el título golpe a golpe, con una mira puesta en la punta del torneo y la otra en el rendimiento de su tradicional oponente. En el Apertura de ese año,  los dirigidos de Claudio Borghi derrotaron por penales en la final al cuadro capitaneado por Marcelo Salas.

Ocho años después, el clásico jugado el fin de semana pasado en el Estadio Monumental volvió a escenificar la eterna rivalidad de los dos clubes que concentran el 60% de las preferencias entre los hinchas, según el último estudio de Adimark.

El Cacique y la U -los dos equipos de mejor rendimiento en este torneo- vuelven a situarse como los dos referentes competitivos de nuestro fútbol. Ambos pasan por un gran momento deportivo. Ambos concentran los planteles más millonarios. Y ambos encabezan la tabla de posiciones.

Hoy, nuevamente, el compás del fútbol nacional lo llevan Colo-Colo versus Universidad de Chile, y no sólo en la cancha.

Partamos por arriba, en la administración. Albos y azules, principales estandartes de las sociedades anónimas deportivas, tienen un directorio en la cima de sus estructuras de poder. La mesa azul la componen once directores. La del Cacique sólo nueve.

Ambas concesionarias deben lidiar con los socios a través de la Corporación de Fútbol de la Universidad de Chile, en el caso de los universitarios, y la Corporación de Colo-Colo en el club de Macul.

En esa relación con las bases, ambos rivales presentan realidades sustancialmente distintas. Mientras la Corfuch está virtualmente desaparecida y no posee ninguna representación en el directorio de Azul Azul, la corporación colocolina tiene dos sillas de director y ha sido un constante foco de conflicto para la mesa controlada por Leonidas Vial. En la U, el contrapeso a los accionistas mayoritarios recae en los dos representantes de la universidad en el directorio.

Otro ítem que diferencia los respectivos organigramas se presenta en sus presidentes. Colo-Colo ha optado por Arturo Salah, un timonel sin peso en la propiedad accionaria pero con destacada experiencia en el medio futbolístico. Salah le responde al directorio desde el rol de alto ejecutivo, coordinando la relación entre los principales accionistas y el desarrollo futbolístico del club.

En Universidad de Chile, en cambio, la cabeza tiene relación directa con la propiedad: el actual presidente, Carlos Heller, es también el accionista mayoritario.

En lo que sí se parecen es en los conflictos internos en sus directorios. En ambos casos la mayoría de las disputas surgen por la actitud de directores “díscolos”: Aníbal Mossa en los albos y José Yuraszeck en la U se han transformado en la piedra en los zapatos de Vial y Heller.

ALINEACIÓN DE LOS EQUIPOS
Vamos a la cancha. Universidad de Chile y Colo-Colo disfrutan de un presente futbolístico positivo.

Los azules encontraron en el experimentado uruguayo Martín Lasarte la competitividad extraviada en los últimos torneos. Los albos, en tanto, conquistaron su trigésima estrella de la mano de Héctor Tapia, un técnico joven que se ha ido consolidando y que hoy tiene al equipo peleando el bicampeonato.

Cada cual con su fórmula, en la conformación de los planteles profesionales los rivales también muestran diferencias.

Durante los doce meses que lleva en la banca, Tapia ha optado por una política de contrataciones acotada, apuntando a la calidad por sobre la cantidad. La opción técnica es clara: conformar un plantel corto en número pero de probada jerarquía.

En la U, en cambio, las mediocres campañas a cargo de Marco Antonio Figueroa, primero, y del interino Cristián Romero después, fueron mermando la competitividad del plantel. La situación se corrigió con una agresiva política de contrataciones tras la llegada de Lasarte, quien conformó un plantel con dos jugadores por puesto gracias a la decena de fichajes que llegaron al club a mitad de año.

Con diversos estilos, en lo que sí coinciden los cuerpos técnicos es en sus remuneraciones: ambos reciben cerca de 800 mil dólares al año. Donde hay diferencias es en el costo de ambos planteles. En la U se pagan $230 millones en sueldos. En el Cacique la cifra bordea los $200 millones.

 

LOS PRÓXIMOS DEBUTANTES
En lo inmediato, las dos instituciones luchan por quedarse con el título del Torneo de Apertura. Pero más allá de esa meta, los objetivos a mediano y largo plazo pasan por la capacidad para mantener la competitividad en el primer equipo y por la consolidación de sus divisiones menores, principal vertiente de talentos.

Tanto en los albos como en los azules, la cantera cuenta con un presupuesto de dos millones de dólares anuales y poseen una estructura encabezada por un gerente y un jefe técnico.

En ese frente, ambos clubes privilegian la formación de jugadores que se puedan sumar al primer equipo, antes que la obtención de títulos en las competencias juveniles. Ahí el Cacique le saca una clara ventaja a su rival, ya que Tapia cuenta en su plantel con mayoría de futbolistas jóvenes formados en casa. En la U, en cambio, la masiva contratación de refuerzos ha mermado las opciones de los canteranos a la hora de pelear una camiseta de titular.

Así, mientras en la cancha no se dan tregua, en las oficinas de Azul Azul y Blanco y Negro el clásico se juega en todas las áreas.

Con estructuras similares pero con matices, Colo-Colo y Universidad de Chile han vuelto a competir en lo más alto, imponiendo sus términos e instalándose como los modelos a seguir en la era de las sociedades anónimas del fútbol chileno.

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