Por Ana María Sanhueza Julio 3, 2014

Según Claudio González, director del Instituto Tecnológico y Comercial de Recoleta, son los padres los que buscan en la educación técnico profesional “una manera en que sus hijos puedan ingresar prontamente a trabajar” .

“La educación técnico-profesional está en una crisis. Se está convirtiendo en un ghetto para formar mano de obra semi calificada en la población más pobre del país. De hecho, esa ha sido la misión más oscura de los TP, pese a los esfuerzos que pueden hacer los liceos” dice  Samuel Leiva.

1. ¿QUIÉNES SON?
En Chile, cerca de la mitad de los alumnos que cursan tercero y cuarto medio,  entre el 42% y el 45%, son parte de la Enseñanza Media Técnico-Profesional (EMTP). Pese a eso, durante años el debate educacional se ha centrado sólo en los alumnos del área científico-humanista y sus puntajes en la PSU.

Por ello, hay consenso entre los expertos que han investigado el tema, y en muchos de los  profesores de liceos de la educación de tipo vocacional, que históricamente “han sido los olvidados de los olvidados”, como dice Claudio González, director del Instituto Tecnológico y Comercial de Recoleta (Inteco).

Esa relativa ausencia en el debate  se debe, en parte, como explica el economista del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) Osvaldo Larrañaga, a que la composición socioeconómica de sus alumnos “los convierte en un grupo con baja visibilidad pública”.

De hecho, a diferencia de quienes cursan la educación científico-humanista (CH), donde hay mayor heterogeneidad social -los colegios pagados tienen los más altos ingresos, los particulares subvencionados a la clase media y los municipales a los más vulnerables-, el 67,7% de los escolares de los liceos TP son parte de los dos quintiles de menores ingresos.

 “A mí no me gusta la palabra vulnerable. Porque son los alumnos más pobres los que entran a este tipo de educación. Acá no son los estudiantes quienes eligen qué estudiar, sino que sus padres  buscan en la educación técnico-profesional una manera en que sus hijos puedan ingresar prontamente a trabajar”, dice González.

Un ejemplo de ello es el de Cristian Pizarro, ex dirigente estudiantil de los liceos TP y uno de los líderes de las movilizaciones de 2011: “La educación técnico-profesional es mediocre. A eso se suma que todos venimos de sectores muy vulnerables. Yo soy de La Granja, hijo de madre soltera, que es el caso de muchos de nosotros, por lo que es necesario entrar al mundo laboral lo más rápido posible. Pero después de egresar, la mayoría se va a trabajar a una tienda o a ser apoyo administrativo”.

De ahí que el diagnóstico que tiene Samuel Leiva, director de la Escuela Consolidada Dávila de Pedro Aguirre Cerda, la misma donde se grabó la serie El Reemplazante, sea tan duro: “La educación técnico-profesional está en una crisis. Se está convirtiendo en un ghetto para formar mano de obra semicalificada en la población más pobre del país. De hecho, ésa ha sido la misión más oscura de los TP, pese a los esfuerzos que pueden hacer los liceos”.

2. ¿CÓMO ES EL SISTEMA?
La EMTP comenzó tras una reforma educacional de Eduardo Frei Montalva, en 1965, en la que se fijó la enseñanza secundaria en cuatro años con un currículo de educación general y otro técnico-profesional. 

A fines de los años 90 hubo un gran cambio, buenas intenciones que no dieron los resultados esperados pues los liceos TP siguen con mayores falencias que los  científicos humanistas (CH). Aquella reforma se hizo, justamente, porque en ese tiempo (1998) ya se notaba la gran diferencia en contenidos que había entre los estudiantes TP -que antes tenían hasta quinto medio- y los del área CH, por lo que se creó un currículo común de educación general en primero y segundo medio, mientras que la TP se acotó a tercero y cuarto.

Sin embargo, pese a ese esfuerzo, un informe elaborado por la investigadora Paola Sevilla en 2010 para el Mineduc, titulado “Educación Técnica Profesional en Chile. Antecedentes y claves de diagnóstico”, reveló que los resultados no fueron -ni han sido- los esperados: “Quienes cursan la EMTP en relación a sus pares de la EMCH, aún están expuestos a un número menor de horas de formación general, lo que al término de la enseñanza media acentúa sus deficiencias académicas de entrada y va en desmedro de su proyecto de continuidad de estudios”.

En Chile existen 946 establecimientos técnico-profesional. De ellos 430 son municipales (45%), 445 particulares subvencionados (47%), 69 de régimen de administración delegada a corporaciones y gremios (7,3%) y apenas dos particulares pagados (0,2%). Del total, 331 son polivalentes, es decir, ofrecen educación TP y CH.

Muchos de los liceos con administración delegada tienen relación directa  con las empresas, como el que dirige Claudio González en Recoleta, vinculado a la Cámara Chilena de Comercio, lo que en ocasiones les da mayor posibilidad de prácticas.

El sistema de administración delegada partió en los años 80, a través del Decreto Ley 3166 e incluye sólo a 69 de los 946 liceos TP. Sumó a gremios como la Sofofa, la SNA y Asimet.

El Liceo Chileno Alemán de Ñuñoa (Lichan), que depende de Asimet, aunque tiene una alta tasa de titulación y mejor infraestructura que otros, para su director, Héctor Carrillo, “en el país de los ciegos, el tuerto es rey. Estamos muy lejos de cómo debería funcionar el sistema, como ocurre en Alemania y Brasil, donde la educación TP está muy bien implementada y tiene proyección”.

El Lichan es uno de los de mayor prestigio. Aún así, tiene maquinarias de 1993 y pocos recursos para mantenerse actualizado en tecnología, algo clave en la educación TP.  Pero más complicada es la situación de los  municipales: “Falta infraestructura, equipamiento e insumos, porque no hay recursos sistemáticos. La maquinaria va quedando obsoleta y se deben hacer muchas gestiones para conseguir los recursos. Las familias tampoco están en condiciones de aportar más allá”, dice Leiva.

La oferta curricular de la EMTP está articulada en 14 sectores económicos y 46 vías de especialización. Hace un año, la ex ministra de Educación Carolina Schmidt bajó las especialidades a 34, al anunciar la eliminación de Secretariado, Ventas, Mecánica de Aeronaves, Atención Social y Recreativa, Procesamiento de Maderas, Celulosa y Papel, Textil, Tejido y Productos de Cuero, las que estuvieron más de 15 años en los programas.

Schimdt también anunció la creación de dos nuevas especialidades: Conectividad y Redes y Programación.

El gobierno actual, aunque tiene como meta implementar estas medidas en 2015, sometió a revisión los planes.

3. ¿SIGUEN EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR?
Aunque por su naturaleza la TP entrega formación técnica para el mundo laboral, cada vez más sus estudiantes continúan en la educación superior (41%), lo que muestra que ya no la consideran como una fase final. La mayoría va a centros de formación técnica (CFT) e institutos profesionales (IP).  Pero se topan con un problema:  como su currículo de educación general en tercero y cuarto medio es menor que quienes están en liceos CH, sus resultados en la PSU reflejan esa carencia. Por ejemplo, el promedio de los  alumnos TP que en 2013 dieron la PSU, fue de 409 puntos en contraste con los 492 puntos que obtuvieron los  egresados de la educación científico-humanista.

Un dato importante es que  la tasa de deserción de los alumnos de la enseñanza media TP es tres veces más baja que la de los estudiantes de educación CH del mismo estrato social. Una de las razones podría ser su urgencia por trabajar y ayudar a sus familias.

Otro problema es la falta de articulación que hay entre sus especialidades y las que imparten los CFT. No sólo en la mayoría no les reconocen los ramos. Tampoco pueden darle continuidad a sus estudios porque no hay una comunión entre la educación media técnica y la técnica superior . Por ejemplo, Cristián Pizarro, quien egresó en 2012 de Ventas y Marketing, hoy cursa Publicidad en el Duoc: “Hay materias que aprendí durante dos años”.

Hoy, el marco curricular implica que 26 de las 42 horas semanales de clases se dedican  a los estudios TP en tercero y cuarto medio. Eso ha significado, según Sevilla, que los estudiantes TP “están expuestos a un 60% menos de contenidos de formación general en relación a sus pares de Enseñanza Media Científico-Humanista”.

4. ¿CUÁNTO GANAN?
Osvaldo Larrañaga del PNUD, junto a Gustavo Cabezas y Francisca Dussaillant, realizaron un estudio -“Trayectorias educacionales e inserción laboral en la enseñanza media técnico-profesional”- a pedido del ex ministro Harald Beyer. En éste se hizo un seguimiento de datos a los alumnos TP que cursaron segundo medio en 2003 y que abarcó hasta 2012. Las conclusiones son de distinto tipo. Por ejemplo, si bien el 40% accede a la educación superior, mayoritariamente a CFT y a IP, tienden a tener deserciones más altas que los científico-humanistas. “No está claro por qué ocurre, pero en parte se debe a que están estudiando en instituciones de más mala calidad. En general con poca o sin acreditación”, explica Larrañaga.

El estudio también reveló que el grupo no sólo tuvo bajos resultados en la PSU, sino también en el Simce de segundo medio.

En el mercado laboral, a los alumnos hombres que estudiaron especialidades relacionadas con oficios industriales les va mucho mejor que a las mujeres que siguieron oficios de servicios sociales.

Al 2012, aproximadamente a los siete años de trabajo, quienes mejor ganan son los titulados de las especialidades Minera ($531.000), Mecánica Industrial ($433 mil); Electricidad ($ 395.000); Química ($383.000) y Construcciones Metálicas ($314.000). Mientras que las cinco con más bajos sueldos son Administración ($300.000); Hotelería y Turismo ($283 mil); Secretariado ($276.000); Alimentación ($271.000), Programas y Proyectos Sociales ($251.000) y Confección ($236.000).

A su favor, sin embargo, a los estudiantes hombres egresados de cuarto medio de TP les va mejor en el campo laboral que a los que egresan de científico-humanista que no siguen en la educación superior.

5.¿TIENEN EVALUACIONES?
Otro punto al debe de la educación TP es su falta de evaluaciones. Hasta ahora, se mide a través del SIMCE y la PSU, cuando su formación es técnica.  “No hay ningún instrumento que mida la calidad.  Hoy el criterio es el prestigio”, explica el investigador de la Universidad Alberto Hurtado Leandro Sepúlveda.

Héctor Carrillo, director del Liceo Chileno Alemán, dice con ironía que su calidad la mide con las felicitaciones de los empresarios sobre el desempeño de sus alumnos o a través de un galvano que le otorgó un diario.

Paola Sevilla explica que muchos sistemas, entre ellos el chileno, han optado por considerar  la experiencia práctica como prueba de la adquisición de los aprendizajes. “Sin una evaluación externa que actúe como mecanismo de control, los actores locales pueden enfocarse a sus propios intereses, en vez de dirigir sus esfuerzos a los objetivos de aprendizaje que deban alcanzar los estudiantes”, dice.

En Alemania, por ejemplo, existen evaluaciones nacionales estandarizadas para asegurar la calidad. Allá se utiliza el sistema dual, donde los estudiantes combinan sus estudios en el liceo con el trabajo en la empresa. Pero en Chile “sólo un 15% de liceos TP tienen el modelo dual” , dice Alejandro Carrasco, investigador de Educación 2020.

En países desarrollados, la educación vocacional tiene un alto nivel y cobertura: en Europa Central es entre el 65% y el 80%; en países escandinavos el 50% y en Europa Mediterránea, Japón y Corea es entre el 30% y el 40%.


6. ¿ESTÁN DENTRO DE LA REFORMA?

El 4 de junio, la presidenta Michelle Bachelet anunció la creación de los primeros cinco Centros de Formación Técnica (CFT) estatales como parte de la reforma educacional, los que serán administrados por las universidades de Antofagasta, Talca, La Serena, Magallanes y Playa Ancha.  Fue la primera mención a la educación técnica, pero superior.

Según Marcela Arellano, secretaria ejecutiva de Formación Técnico-Profesional del Mineduc, la reforma sí tomará en cuenta a la educación media TP a través de la creación de un sistema de formación articulado “que permita a los estudiantes una trayectoria laboral formativa y atractiva”.

Será, explica, a través de una Política Nacional de Formación Técnico Profesional, donde se llamará “a los actores involucrados a dialogar”. Así como habrá medidas en infraestructura, equipamiento y fortalecimiento de competencias.

Hoy, los directores de los liceos están atentos a lo que viene, luego que durante años sólo han visto muchos diagnósticos y sólo “maquillaje” para la educación TP.

Esa sensación se ve refrendada por las conclusiones a las que llegó el chileno Abraham Magendzo en un estudio realizado en la Universidad de California y que fue premonitorio. “A través de la historia de Chile, la educación técnica ha sufrido frecuentes cambios en sus autoridades, en las políticas y en el currículo y una severa falta de financiamiento y apoyo humano”, concluyó.

El problema es que Magendzo lo dijo en 1969.

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