Por Sebastián Rivas Mayo 29, 2014

“Que tú puedas decirle peñi al intendente es romper una barrera interétnica que con otros intendentes era imposible quebrar. Tienes la impresión de que estás hablando con un igual, y eso favorece el diálogo”, plantea Pedro Cayuqueo.

Se lo ha repetido a sus asesores, en los viajes de vuelta a Temuco tras visitar a las comunidades mapuches.

Francisco Huenchumilla, 70 años, ex diputado, ex alcalde, ex ministro y hoy intendente, dice que en los campos está pasando algo que no había visto antes: los dirigentes mapuches están empezando de nuevo a vestirse con sus trajes tradicionales. Los mismos que alcanzó a ver en su infancia, más de medio siglo atrás, en pleno proceso de asimilación con la cultura chilena, donde incluso hablar mapudungun era algo mal visto. De hecho, él mismo no aprendió la lengua, aunque hoy es capaz de entenderla.

“Ha habido un cambio notable. Desde la ‘asimilación’ que había antes, porque a los niños no les enseñaban mapudungún, hasta hoy día, en que hay un reforzamiento de la identidad total”, dice el intendente en su oficina de la Plaza de Armas de Temuco. “Pero esto es porque el mundo cambió, no solamente porque los mapuches cambiaron. La de hoy es una sociedad consciente de sus orígenes y de sus derechos, y por eso es que es tan demandante que incluso algunos grupos casi no le creen al Estado ni a los políticos”.

Huenchumilla tiene un diagnóstico duro. Ha recordado que de las tres incorporaciones que Chile realizó en la época de la Guerra del Pacífico, tanto Perú y Bolivia han ido a La Haya, y que el pueblo mapuche fue anexado en circunstancias mucho más desfavorables, sin respetar elementos como la propiedad privada. Hoy, su ascendencia es la carta de presentación, el signo de confianza para buscar una solución a un conflicto que lleva al menos dos décadas subiendo de temperatura.

“Lo más sorprendente ha sido llegar al convencimiento de que la situación era más grave de lo que yo al principio pensaba”, advierte Huenchumilla. “Estamos frente a una situación grave y de conflicto. Cuando digo eso, digo que es un tema nacional, no es Freirina o algo local: esto es un tema político, donde yo prendo las luces amarillas”.

INGRESO A TODA MÁQUINA
Sólo lleva 75 días, pero Huenchumilla ya es, por lejos, el intendente con mayor relevancia del gobierno de Michelle Bachelet. El primer día de su gestión partió pidiendo perdón como Estado al pueblo mapuche por los “despojos” de los que fueron víctimas desde el siglo XIX, un lenguaje que ninguna autoridad de gobierno había utilizado. Desde ahí, las señales se han ido sucediendo: visitas a Temucuicui y Temulemu -comunidades consideradas entre las más radicales-, cuestionamientos al rol de los fiscales, críticas al propio gobierno por su lentitud en resolver la huelga de hambre de un grupo de comuneros presos y, el pasado 21 de mayo, una reunión en la cárcel de Temuco con Celestino Córdova, el machi condenado por participar en el asesinato del matrimonio Luchsinger Mackay. Una agenda sin pausas que no ha dejado indiferente a nadie.

Su discurso es crítico con la forma en que el Estado ha enfrentado el conflicto. Un ejemplo: una de sus primeras peticiones a la Conadi fue conocer un catastro de las demandas de las comunidades, pero desde la organización le respondieron que no existía. Por eso, al terminar cada reunión Huenchumilla solicita a los dirigentes que pongan por escrito sus reivindicaciones, para irlas sistematizando. No sólo eso: cuando era diputado, en 1999, Huenchumilla presentó un proyecto de escaños reservados para los pueblos indígenas, muy similar al que trascendió que está evaluando Rodrigo Peñailillo. Porque para él, lo político es un área clave. “Hay que avanzar en lo que yo he señalado: tierras, reducción de la pobreza y participación política. Éste es un problema de largo aliento, pero hay que sentar las bases para una solución definitiva”, señala el intendente.

Pero el problema es que su red de apoyo política es escasa. Los senadores de la Concertación, Jaime Quintana y Eugenio Tuma -ambos PPD-, se han mostrado distantes y hasta críticos. “El intendente tiene un rol que cumplir, que es representar al Estado. Y en ese sentido, yo creo que Francisco Huenchumilla representa más las demandas indígenas que al Estado”, dice Tuma.

En la Araucanía es un secreto a voces que detrás de los cuestionamientos hay un complejo ajedrez político. Una de las pugnas en el horizonte es la elección senatorial de 2017, donde -dependiendo de si se aprueba la reforma electoral- la región podría elegir cuatro o cinco senadores. Sin embargo, en el entorno de Huenchumilla afirman que ése sería un escenario improbable, al igual que postular a la intendencia en caso de que -como prometió Bachelet- se elijan por votación popular desde 2016.

Mucho más cercano aparece la posibilidad de ser el primer ministro de Asuntos Indígenas del gobierno. La presidenta podría dar una carta de navegación en el área para el 24 de junio, el We Tripantu -Año Nuevo mapuche-, y Huenchumilla está ubicado como uno de las escasas autoridades que tiene línea directa con los dirigentes mapuches. Pero también la advertencia es que la relación que ha construido con el gobierno podría jugarle en contra.

LA AUTONOMÍA DE LA MONEDA
La instrucción de Huenchumilla fue clara: las órdenes en la intendencia las daba él y nadie más. Era mediados de marzo, pocos días después de la llegada al cargo, y desde el Ministerio del Interior habían tratado de establecer una red de información con los colaboradores del intendente, para estar siempre al tanto de sus pasos. Algo que fue cortado de plano por la autoridad regional.

Como criterio, él ha definido un trato directo con Peñailillo y Mahmud Aleuy, pero que no implica advertir de cada uno de sus movimientos, incluso a sus cercanos. Cuando el 21 de mayo fue a visitar a Celestino Córdova, cerca de las 3 de la tarde empezaron los llamados desde Santiago a los asesores del intendente para saber los detalles. Varios respondieron sorprendidos: Huenchumilla no les había avisado nada.

La cita abrió un flanco en Santiago y fue criticada por la Alianza. “Huenchumilla ha focalizado demasiada energía en el diálogo y entrega de beneficios a grupos violentos. Eso es un riesgo, porque está muy presente la idea de tierras por paz, y puede servir como un incentivo a la violencia más que aplacarla”, plantea el diputado RN José Manuel Edwards.

En privado, el intendente defendió esa reunión explicando que su rol es evitar que los conflictos escalen. En el entorno de Huenchumilla destacan como uno de sus logros que ningún alto cargo de La Moneda haya tenido que desplazarse de forma extraordinaria a la zona, a diferencia de lo que ocurrió con el gobierno de Sebastián Piñera.

LA ESPERANZA MAPUCHE
A inicios de marzo, en la primera reunión de Huenchumilla con los alcaldes de La Araucanía, Juan Carlos Reinao (Renaico) tomó la palabra a nombre de los cinco ediles mapuches de la región. Junto con desearle suerte en la tarea que empezaba, Reinao advirtió a Huenchumilla de que se estaba incubando un conflicto en la cárcel de Angol: uno de los presos, José Llanca, tenía una enfermedad terminal y era posible que el escenario terminara en protestas si no se actuaba rápido. De inmediato, el intendente le pidió los antecedentes. Unas horas después, envió un reporte escrito a Santiago avisando del tema. Sin embargo, en la Intendencia señalan que La Moneda no ponderó la magnitud del problema. A comienzos de abril, se inició la huelga de hambre de varios presos pidiendo un indulto para Llanca, y que requirió que el intendente tomara un rol protagónico para su fin.

Más allá del resultado, el episodio y el rol de los alcaldes revelan uno de los puntos que comienza a destacar: el apoyo por parte de influyentes figuras mapuches a Huenchumilla. Aun con desconfianzas, los dirigentes históricos han valorado sus pasos. “Ha tenido una posición directa y valiente para tratar la situación mapuche. El intendente no ha sido suficientemente comprendido por las autoridades centrales”, dice Aucán Huilcamán, del Consejo de Todas las Tierras.

En la mirada del intendente, uno de los grandes problemas es que la clase política no se ha hecho cargo de las características especiales del pueblo mapuche, en que cada comunidad puede tener demandas diferentes y en que además se vive un recambio generacional.

Pedro Cayuqueo, una de las voces mapuches más reconocidas, dice que el intendente llegó en un momento crucial a una región que el año pasado vio agudizarse el conflicto. Para él, que Huenchumilla esté al mando es una luz de esperanza. “Que tú puedas decirle peñi al intendente es romper una barrera interétnica que con otros intendentes era imposible quebrar. Tienes la impresión de que estás hablando con un igual, y eso favorece el diálogo”, plantea.

En el ojo del huracán desde marzo, Huenchumilla espera convertirse en la pieza clave que ayude a destrabar el conflicto. No por nada, sus amigos bromean con él recordándole que Huenchumilla, en mapundungun, significa “hombre de oro”. Y le dicen que no hay mejor momento que éste para hacerle honor a su apellido.

 

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