Por Daniel Matamala Mayo 20, 2014

En la ANFP confirman que ambos compartirán vuelo desde São Paulo, donde Bachelet está invitada por la presidenta Dilma Rousseff a la inauguración del Mundial, el 12 de junio, a Cuiabá. Allí, la presidenta será invitada de honor de Jadue al debut de Chile.

El recuerdo de la imagen aún causa escalofríos en el piñerismo. Investido con el aura de héroe nacional, el DT de la selección, Marcelo Bielsa, intentaba eludir la mano estirada que le presentaba el presidente en la recepción oficial al equipo que acababa de terminar entre los 16 mejores del Mundial de Sudáfrica.

Fue el momento culminante de una larga serie de conflictos que convirtieron a esa Copa en una pesadilla para el gobierno. Pese a su afición por el deporte y a sus intentos por conectar con la pasión futbolera que se tomaba el país, a Piñera todo le salió mal. Y no fue sólo un mal rato. Cuando, algunos meses después, Marcelo Bielsa dejó el mando de la selección nacional, el presidente pagó un alto costo político.

Aunque nunca hubo pruebas, los hinchas culparon a Piñera por la salida de Bielsa. “El papelito de los mineros y Bielsa, esos fueron los puntos de inflexión. Nunca más se recuperó”, recuerda un ex asesor de La Moneda. Tras ellos, Piñera se derrumbó en las mediciones de atributos de los sondeos internos de palacio, un daño que también midió la encuesta Adimark: Piñera perdió 13 puntos de aprobación, una caída especialmente fuerte entre los hombres y en el segmento socioeconómico bajo.

Un desastre que no tiene por qué repetirse. Porque, más allá de que compartan su afición por el fútbol, las historias de Piñera y Bachelet con la selección son opuestas, y los riesgos políticos que corre la presidenta al acercarse un nuevo Mundial, mínimos.

Por errores propios, Piñera llegó a la Copa de Sudáfrica en el peor pie posible, con una pésima relación con futbolistas, entrenador y dirigentes. Su decisión de nombrar a su mano derecha en Colo-Colo, Gabriel Ruiz-Tagle, como subsecretario de Deportes, se leyó en la ANFP como una declaración de guerra. Ruiz-Tagle había encabezado una dura oposición al mandamás del fútbol, Harold Mayne-Nicholls. El conflicto “varias veces fue bastante violento… con constantes humillaciones personales”, según admite Ruiz-Tagle en el libro La Caída de Francisco Sagredo.

No sólo nombró a Ruiz-Tagle. Además, Piñera se mantuvo, junto a su subsecretario, como uno de los principales dueños de Colo-Colo. El presidente cometió así un error gigantesco: ponerse oficialmente en el bando opositor al dueño de la fiesta de la selección.

Un error que Bachelet no repitió. La presidenta optó por la prudencia y no ofreció a Mayne-Nicholls (enfrentado con el actual presidente de la ANFP, Sergio Jadue) ningún puesto de gobierno. Así, mientras el ex timonel del fútbol tendrá que ir al Mundial como simple espectador, Bachelet y Jadue han construido una excelente relación. De hecho, en la ANFP confirman que ambos compartirán vuelo desde São Paulo, donde Bachelet está invitada por la presidenta Dilma Rousseff a la inauguración del Mundial, el 12 de junio, a Cuiabá. Allí, la presidenta será invitada de honor de Jadue al debut de Chile frente a Australia, aunque el periplo aún no se confirma oficialmente en La Moneda.

“El fútbol siempre va a ser oficialista”, explican desde el entorno de Jadue. “No es un tema de preferencias políticas. Es natural, porque el fútbol depende del Estado, y hay una historia de larga data de relación entre la ANFP y La Moneda”. Una cordialidad que conviene a ambas partes, considerando los nuevos planes de construcción de estadios y los dos eventos en que Jadue y Bachelet serán anfitriones el próximo año: la Copa América y el Mundial Sub 17.

El flanco del DT, que tanto daño hizo a Piñera con Bielsa, también está cubierto. Pocos días antes de las elecciones del año pasado, en entrevista para CNN Chile, le pregunté a Jorge Sampaoli por Bachelet. Su respuesta fue entusiasta: “Bachelet es muy mística, muy respetada. Lleva una ventaja enorme, el chileno adhiere mucho a su personalidad”, dijo el entrenador, quien no oculta sus ideas políticas de izquierda.

Para completar la tormenta perfecta, Piñera también se había ganado la antipatía de los seleccionados. Como dueño de Colo-Colo, sobrevoló una práctica del equipo en su helicóptero, obligando a interrumpir el entrenamiento, y luego bautizó como “los 4 fantasmas” a los refuerzos estelares del club. Ese estilo causó profunda irritación entre los futbolistas. Lo peor llegó en la tradicional despedida protocolar de los seleccionados, cuando intentó organizar una sesión de penales en Juan Pinto Durán y dio un discurso para las cámaras de TV con pretensiones humorísticas en que llamaba por sus apodos a cada jugador y al “Loco” Bielsa.

La rutina molestó a los seleccionados, y algunos, como Mauricio Isla, derechamente la calificaron como “una falta de respeto”. Desde ahí la relación quedó rota. Mientras Piñera debía permanecer en Chile para evitar otro bochorno, la entonces ex presidenta Bachelet era invitada por Mayne-Nicholls a Sudáfrica, y hacía gala de una relación cercana con los futbolistas.

Los frutos están a la vista. Cuando la operación de Arturo Vidal a la rodilla se convirtió en tema nacional, la presidenta hizo votos públicos por su recuperación. El futbolista no sólo lo agradeció. Lo hizo posteando una foto perfecta en su cuenta de Twitter: la presidenta sostiene la camiseta “8” de Vidal, mientras Jadue y tres ministros sonríen. Un juego de equipo que La Moneda y la ANFP confían en mantener, con mutuos beneficios, en Brasil.

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