Por Nicolás Alonso Enero 30, 2014

"Yo creo que han encontrado una forma muy inteligente para no ser injustos con Chile. Ahora, que hay un margen de arbitrariedad, cómo no lo voy a decir. Es imposible negar eso. ¿Por qué 80 millas? ¿Por qué no 120? ¿Por qué no 50?"

No fue una espera cómoda. Álvaro Vargas Llosa vivió los días previos al fallo de La Haya con impaciencia, con cierta tensión. En parte, dice, porque mientras más se dilataba el fallo, más observaba crecer la animosidad entre Perú y Chile, pero también por motivos más personales: sabía que había quedado muy mal parado en su país con sus predicciones de un casi seguro triunfo chileno en su columna “Carta abierta a Torre Tagle”, publicada en diciembre de 2012 en La Tercera, y lo acechaba la incertidumbre de si iba a poder sostener sus dichos.

Después de publicar la polémica carta, en donde entregó 19 argumentos en defensa de la postura chilena -entre ellos las diversas veces que Perú había reconocido el límite en su historia, y la inspiración en él de otros países de la región para definir los suyos-, y llamó a Perú a dar un “salto mental”, la reacción le explotó en la cara. Los agentes peruanos en La Haya lo acusaron de parecer “agente chileno”, desde diversos sectores lo acusaron de “antipatriota” y “traidor”, y hasta le interpusieron una querella. Hizo un viaje relámpago a Perú para intentar aclarar la situación. Su mujer lo convenció de llevar dos guardaespaldas por miedo a que le pegaran un balazo. En el aeropuerto lo recibieron con insultos, lo que se repitió durante toda su estadía.

Sorprendido por el nivel de odio, que califica como un “linchamiento nacional”, prometió en una entrevista en el diario La República que si se equivocaba, si Perú ganaba el fallo y lograba establecer una línea equidistante desde ambas fronteras, haría una “despiadada autocrítica”. Este lunes, la Corte Internacional de Justicia de La Haya dictaminó una solución intermedia, trazando una línea equidistante a partir de las 80 millas marinas desde el Hito 1, otorgándole 22 mil Km2 de mar a Perú que eran hasta ese día zona económica exclusiva de Chile.

Un triunfo, pese a no ser completo, para Perú.

-¿Cuál es hoy tu autocrítica frente a este fallo?

-Creo que hubo errores importantes en mi percepción. Uno es el no entender que la Corte de La Haya tiene una manera de abordar el derecho y el aspecto jurídico que no es incompatible con una sensibilidad política e histórica, en el mejor sentido de la palabra. Yo hice una lectura demasiado estrecha, demasiado cicatera de la juridicidad de este asunto.

-¿No imaginabas una decisión política?

-Yo no diría que han tomado una decisión política. Diría que han tomado una decisión jurídica que tiene una decisión política de altísimo nivel. Otra cosa importante es que le di mayor importancia a la conexión entre los tres textos fundamentales, los del 54, 52 y 47. Les di una vinculación mayor que La Haya, y ahí cometí un error importante, quizás precisamente porque ahí hubo esa dimensión histórica y jurídica, y llevó al tribunal a ver un margen de maniobra que le permitía hacer una interpretación sobre la extensión del paralelo. Y luego el otro error importante es que yo dije: los documentos están escritos de una manera un poco vaga, precaria, pero a mi modo de ver era inequívoco que esos documentos indicaban que había una aceptación de frontera. Desde luego, La Haya aceptó eso, pero yo no entendí que la vaguedad ofrecía a La Haya un margen para la interpretación creativa. Yo fui poco creativo, fui más bien mediocre en mi interpretación.

-¿Una decisión “creativa” no es también arbitraria?

-Por supuesto que es arbitraria. Pero en sentido positivo: han encontrado una fórmula para darle una victoria parcial a Perú sin perjudicar de verdad en los hechos a Chile. El perjuicio para Chile realmente es mínimo. No supe ver que había un margen para interpretar que la extensión de la frontera no era de 200 millas. Creo que es un error que en Chile lo perciban de una manera negativa. Chile no ha salido afectado y al mismo tiempo ha ganado a un vecino contento y satisfecho. A la larga esto para Chile va a ser una gran cosa.

-En tu carta diste razones de por qué la posición chilena debía ganar. Entre ellas, las numerosas veces que Perú reconoció el límite. ¿Piensas  entonces que el fallo fue injusto con Chile?

-El problema es que si dijera eso estaría continuando con mi lectura estrecha del litigio. Yo creo que han encontrado una forma muy inteligente para no ser injustos con Chile. Ahora, que hay un margen de arbitrariedad, cómo no lo voy a decir. Es imposible negar eso. ¿Por qué 80 millas? ¿Por qué no 120? ¿Por qué no 50? Hay incidentes que han ocurrido más allá de las 80, hubieran podido utilizar eso para justificar una extensión de por lo menos 120. Hay un margen de arbitrariedad que puede haber perjudicado, si quieres, a Chile. Pero en última instancia el resultado final no representa un perjuicio significativo. Yo no llegaría más lejos de eso.

“AHORA ES MÁS FÁCIL CONSTRUIR”

-Los agentes peruanos dijeron que parecías agente chileno, Humala dijo que a Perú había que defenderlo en todos lados, muchos cuestionaron tu patriotismo. ¿No era posible en Perú divergir de la postura oficial?

-Creo que no, esa es la lección dura: no estaba permitido tener una visión disidente en este asunto. Y que era un tema tabú. Yo dije en Lima, y repito, no debemos aceptar nunca temas tabú, mucho menos en un tema público de esta importancia. Si algo tiene que hacer una sociedad libre y democrática es discutir los grandes asuntos de Estado. Y no era posible discutir eso. Esa fue para mí una decepción. No diré que enteramente sorpresiva.

-¿Puede este fallo exitoso para Perú perpetuar esa postura oficial?

-Tengo la intuición de que este fallo puede ayudar a cambiar eso. He leído a gente que habla de llevar la relación a un siguiente nivel. A lo mejor eso el día de mañana sea posible, y discutamos  una integración energética, cosa que también es tabú en Perú. La idea solamente de venderle electricidad o gas a Chile es una cosa innombrable. Tal vez el fallo modifique esa censura. El país está emocionalmente muy unido, y esto puede crear un tema psicológico muy interesante.

-¿Tan importante era ganar esta disputa para Perú?

-Perú tenía instalado en el imaginario la palabra derrota frente a Chile. Y ayer la sustituyó por la palabra triunfo. Aun si es un triunfo parcial y no tan grande como parece. Pero eso no importa, son sutilezas. El tema emocional y psicológico es el que importa. La palabra derrota fue sustituida por triunfo, y eso es muy importante, es una gran novedad para mi generación. Evidentemente tiene que generar un vuelco. Dependerá mucho de si es inteligentemente utilizado por nuestros líderes. Construir sobre esto es mucho más fácil que lo que era antes del fallo.

-La inmediata disputa por la costa seca parece apuntar al sentido contrario. ¿Quedaron flancos abiertos en el juicio que van a seguir haciendo ruido?

-Quiero creer que no. La posición de Perú es que el tema está zanjado. Por eso es tan importante que la implementación se maneje con cuidado. Si empiezan a surgir roces continuos y termina en los periódicos, evidentemente va a surgir el tema de la costa seca. Chile debe tratar de hacerlo lo más rápido y discretamente posible para no dar pretextos, un proceso técnico fuera de los reflectores. Tengo mucho temor a que se meta la política entremedio.

-Alan García se le adelantó a Humala para atribuirse el punto. ¿Se va a transformar el triunfo en un botín político en Perú?

-En las últimas semanas ha habido algo de eso, y ha sido un espectáculo deprimente.

-Humala dijo que Perú ganó el 70% del fallo. ¿Exagera?

-Es bueno que lo diga, va a ayudar al país a tener esa sensación de triunfo. Tú puedes leer esto de muchas formas. Una es sumando kilómetros cuadrados. Otra es la pesca, y en ese sentido lo que ganó Perú es muy insignificante. ¿Cuánto se ganó en términos morales? La corte dijo que había una frontera, y se ha amparado en eso para preservar en Chile toda la riqueza pesquera. Humala tiene que decir lo que tiene que decir ante su país como líder político. Si los propios peruanos nos ponemos a mezquinar el triunfo, todo lo que se gana en términos de la relación bilateral se va a perder. Si se extiende la idea de que perdimos, sería muy complicado.

-¿Qué más debe hacer el gobierno peruano para concretar un salto en la relación bilateral?

-En primer lugar, hacer un mejor uso de las servidumbres peruanas en Arica. El muelle de Arica, el terreno del Chinchorro, el ferrocarril paralizado. Todo eso tendría que estar siendo ya concesionado y dinamizado. Eso ayudaría muchísimo a levantar la autoestima peruana, y especialmente de Tacna. También reuniones de gabinetes integrados, como ocurre con Ecuador. El tema del armamento llegará algún día, y probablemente será un espacio multilateral, pero creo que con la Alianza del Pacífico estamos a las puertas de tener un área de libre comercio. Hay que terminar de dar ese paso, y el eje Chile-Perú es fundamental.

-¿Ves esto como un nuevo punto de partida para la relación Chile-Perú?

-Renueva el impulso que ya existía, porque en los últimos tiempos la relación ha tomado una dimensión muy distinta. Esto es un viento huracanado para esa relación. Hay que aprovecharlo.

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