Por Juan Pablo Sallaberry Agosto 15, 2013

Según economistas, 2014 será la prueba de fuego. Sin la reforma tributaria en marcha, Bachelet deberá tomar una decisión crucial: posponer las demandas ciudadanas o buscar vías alternativas de financiamiento.


A diferencia de la campaña de Piñera en 2009, que se centró en retomar las altas tasas de crecimiento que Chile exhibió durante  los noventa, el mensaje de la candidatura de Bachelet no ha planteado tal relato. 


No era el invitado principal, pero el ex presidente del Banco Central, José de Gregorio, se robó la atención el martes de la semana pasada en el Centro de Estudios Públicos (CEP). Los asistentes a la reunión, convocados para escuchar al economista en jefe del banco Itaú Ilan Goldfajn y sus proyecciones monetarias para Brasil, centraron sus miradas en De Gregorio. Esa misma tarde él había sido nombrado por Michelle Bachelet como parte de su equipo económico, quienes junto a Alberto Arenas delinearán el programa de la candidata. De Gregorio, sentado en primera fila, al término del encuentro fue rodeado por economistas -entre ellos Vittorio Corbo, Manuel Agosín y Andrés Bianchi- quienes lo felicitaron, con palmotazos en la espalda, por su nominación.

Fue en el marco de esas conversaciones informales que el nuevo integrante confidenció algo que sólo los expertos, hasta la semana pasada, dimensionaban a cabalidad: durante los siguientes cuatro años, y particularmente el próximo, Chile vivirá una marcada desaceleración de la economía debido al contexto internacional y al término del súper ciclo del cobre. Ello, como han señalado diversos expertos, pondrá en entredicho las metas de recaudación que el comando de Bachelet se propuso hace unos meses atrás para financiar las demandas ciudadanas: US$ 8.200 millones adicionales por año.

En una conversación con otro de los economistas presentes en el seminario del CEP, De Gregorio comentó que Bachelet estaba al tanto de que su gobierno crecería menos durante los próximos años. Incluso, como le aseveró, logrando tasas por debajo del 4%. Esto, como prosiguió el relato entre los expertos, ya estaría siendo monitoreado por el comando, ya que pondría en jaque las altas expectativas que la gente tiene puestas en la carrera presidencial de Bachelet.

Efectivamente, tal como expresó el ex titular del Banco Central, al interior del comando reconocen que el principal tema que se discute en los pasillos de la ex Sombrería Girardi, donde se aloja el equipo, es el choque entre las expectativas de la gente y los recursos que estarán disponibles para cumplirlas. De hecho, cercanos al equipo que lidera Arenas  ya están conscientes de que el próximo ciclo económico no los acompañará como sí lo hizo con Sebastián Piñera, quien cerrará su mandato con un crecimiento promedio de 5,5% en los cuatro años. Bachelet, en cambio, debutará con un incremento del PIB no mayor al 4% en su primer año. Algunos dentro del equipo incluso han comentado que hay opciones de que la cifra caiga hasta rondar el 3,5% al cierre de 2014.

Aunque estos números aún no son plasmados en el documento que la comisión económica, integrada por José de Gregorio, Andrea Repetto, Eduardo Bitrán, Eduardo Engel, Andrea Bentancor, René Cortázar, Ricardo Ffrech-Davis, Óscar Landerretche, Alberto Arenas y Guillermo Larraín, está elaborando y que entregará a Bachelet a fines de agosto, el entorno político de la ex mandataria comenzó una estrategia para “aterrizar” las metas programáticas de la candidata. De ahí se entienden los últimos ataques que tanto Bachelet como Arenas han hecho al manejo económico del actual gobierno, acusándolos de despilfarrar los recursos en tiempos de “vacas gordas”. Para algunos economistas de diversos bancos de inversión, es un parche antes de la herida, al constatar que la recaudación, especialmente durante 2014, estará más apretada de lo proyectado.

 

SIN COLCHÓN

A diferencia del eje central de la campaña de Sebastián Piñera en 2009, que se centró en retomar las altas tasas de crecimiento que Chile exhibió durante la década de los noventa, el mensaje de la candidatura de Bachelet no ha planteado tal relato. Al contrario, hoy al interior del comando están delineando cuánto costará todo su programa social, para luego cotejarlo con el crecimiento esperado para Chile.  Según economistas, entre 2014 y 2017 el país debería registrar una expansión estimada entre 4% y 4,5%, aunque la mayoría de los consultados se inclina por una cifra más cercana al 4%. De todas formas, el margen más optimista (4,5%) sigue estando un punto por debajo que el ostentado por la administración Piñera.

Pero es el primer año de gobierno el que mantiene inquieto al equipo que comanda Arenas. El presupuesto que heredarán de la actual administración, más el déficit estructural del 1% del PIB que dejaría la cartera de Hacienda, vaticinan que Bachelet tendrá que armar su programa social con US$ 550 millones menos que los que incluyó el presupuesto en ejecución. Arenas, el martes pasado en una conferencia de prensa, apuntó sus dardos hacia el actual timonel de Hacienda, Felipe Larraín, acusándolo de un precario manejo de las finanzas públicas. “Mientras la presidenta Bachelet ahorró un 16% del PIB, ellos nos entregarán el gobierno con un ahorro equivalente al 0,3%”, enfatizó.

Y su preocupación por la cantidad de recursos disponibles tiene asidero. Economistas de dentro y fuera del comando, sostienen que 2014 será la prueba de fuego. Sin la reforma tributaria en marcha (la cual podría recién comenzar a regir en 2015 y que eleva los tributos de las empresas de 20% a 25%), Bachelet deberá tomar una decisión crucial: posponer las demandas ciudadanas -como las mejoras al sistema educacional- o buscar vías alternativas de financiamiento. Entre estas últimas aparecen dos opciones: endeudarse o repatriar parte de los fondos que el país maneja en el exterior.

“Si la economía crece menos será difícil hacer todo este programa. Hay que ver, hay que estudiar cómo se saca adelante”, confiesa uno de los diez asesores de Bachelet en esta materia.

Es precisamente esa observación  la que terminará por aterrizar los números. Para muchos analistas, con un crecimiento estimado del 4%, la recaudación de US$8.200 millones adicionales, de los cuales US$ 5.000 millones irán a educación, no cuadra. “El equipo debe estar sacando mejor sus cuentas, porque considerando lo que crecerá Chile y los montos que ella ha dicho, de recaudar US$ 8.200 millones adicionales por año, las cifras aparentemente no dan”, afirma el jefe del departamento de economía de una corredora.

“El gobierno que venga se va a enfrentar con ingresos moderados, y es probable que vea un choque de expectativas. La reforma tributaria tomará un tiempo y tendrán que decidir cómo financian, antes de esa reforma, las demandas ciudadanas”, agrega el economista Patricio Rojas.

Desde la propia Bachelet hasta los voceros del comando han permeado el discurso con la moderación de las esperanzas. Incluso el mensaje ha llegado a líderes de la oposición como Soledad Alvear, quien esta semana señaló que “nadie puede pensar que se solucionarán todos los problemas en un solo gobierno”. La estrategia apunta a centrar los compromisos de la candidata en sólo tres ejes: gratuidad en educación, reforma tributaria y nueva constitución. Es tal el apego a este libreto que en el comando han frenado cualquier intento de salirse de este esquema y han mirado con inquietud las actuaciones de personeros como, por ejemplo, del encargado laboral Juan Somavía quien ha difundido con los partidos de la  Nueva Mayoría sus proyectos en materia de trabajo, pero sin consensuarlos con el equipo programático de la candidata. 

 

LAS DOS ALMAS DEL COMANDO

Pese a las inquietudes relacionadas a cómo se financiará el programa social, en el comando de Bachelet se respira tranquilidad. Miembros del equipo coinciden en que hay sensación de triunfo y la incógnita se centra en si la victoria será en primera o en segunda vuelta. Por eso, al contrario de lo ocurrido en elecciones anteriores, afirman que no se han generado grandes confrontaciones internas salvo la tensión que se registra en materia económica. 

Al nombrar a la comisión de 10 expertos, la candidata quería dar una señal clara: la mayoría son liberales, militantes DC, con estudios en el MIT y moderados en materia de políticas públicas. La fotografía, según sus asesores, permitía tranquilizar a los mercados y dar un mensaje de ponderación con miras a los últimos meses de campaña.  Un estratega y colaborador de la ex mandataria, explica que los líderes deben mostrar equipos cuando hay incertidumbre en la elite. Así lo hizo, por ejemplo, Patricio Aylwin una vez electo, al nombrar un gabinete fuerte para integrar La Moneda. En el comando de Bachelet habían tomado nota de las voces críticas que han surgido desde el empresariado por el rol de Arenas como jefe económico y programático, sobre todo por algunas medidas anunciadas por el economista PS como la eliminación del Fondo de Utilidades Tributarias (FUT).              

Pero si Bachelet dio una muestra de moderación al nominar su equipo económico, cinco días después Arenas se encargó de remarcar su poder en el comando al dar una entrevista a La Tercera señalando que él era el coordinador, que las reformas tributaria y educacional anunciadas antes de las primarias no sufrirán modificaciones y que la labor de la nueva comisión se acotaba a hacer el diagnóstico y las proyecciones económicas, junto con temas puntuales como energía y competitividad.  “La presidenta ha tomado un compromiso, lo anunció al país y es lo que va a cumplir íntegramente”, indicó.  

Las declaraciones generaron inmediata molestia entre algunos miembros del equipo de economistas. Uno de ellos señala que “nadie está ahí porque sí, ni para poner su nombre. Todos estamos trabajando en todo, incluyendo el tema tributario”. Otro integrante agrega que “más allá de lo que diga Arenas por los diarios, nuestras reuniones son con la candidata y no estamos para la foto”, asegurando que ellos intervendrán tanto en materia tributaria como educacional, y eso fue parte de las condiciones que pusieron para sumarse al grupo.

Otro miembro del equipo afirma que Arenas hizo una jugada estratégica al cerrar las propuestas clave de Bachelet antes de la incorporación de la DC y los liberales al comando y que cuenta con el pleno respaldo de la ex mandataria y que, al contrario de los otros economistas, integra el selecto círculo de confianza de la candidata. 

Hasta el momento las dos almas del comando no han mostrado sus divergencias en público. En privado, un dirigente PC vinculado al equipo de Bachelet señala que en el partido han observado con atención la incorporación de los sectores liberales, pero que decidieron no enfrentarlos abiertamente para no generar ruido en la candidatura, del mismo modo que no salieron a replicar las declaraciones de De Gregorio cuando puso en cuestión la fórmula de gratuidad universal para los estudiantes. En el PC explican que los miembros del comando recién se están instalando y midiendo fuerzas y que saben que la palabra final la tendrá Bachelet. 

Relacionados