Por Sebastián Rivas Enero 10, 2013

“La representación política que tiene un alcalde permite evidenciar a la sociedad que los mapuche podemos conducir no sólo nuestros destinos, sino también los de aquellos que no son mapuches”, dice Juan Carlos Reinao, alcalde de Renaico.

“Estás loco”, fue la respuesta que escuchó NivaldoPiñaleo de su madre, en un perfecto mapudungun, cuando le contó la decisión que había tomado para su futuro. A sus ocho años, mientras iba al colegio de la comunidad de Pitril, en la zona de Alto Biobío, y aprendía sus primeras palabras de español, Piñaleo llegó una tarde a la ruca donde vivía diciendo que él iba a ser presidente de Chile.

Más de tres décadas después, en un lluvioso día de diciembre de 2012, Nivaldo Piñaleo recordó ese instante. Estaba en el gimnasio de Alto Ralco, en la ceremonia en que asumiría el cargo de nuevo alcalde de la comunidad. A sus 41 años, las 700 personas que asistieron a la cita en medio de relámpagos y truenos precordilleranos entendieron que estaban ante un momento especial. Rompiendo el protocolo, se acercó a su madre, que lo miraba en primera fila, la abrazó y le dijo algo al oído:

-Mamá, se ha cumplido un sueño.

El 28 de octubre pasado, el mismo día en que NivaldoPiñaleo (independiente apoyado por la Coalición) ganó su primera elección para ser alcalde, otros ocho candidatos de origen mapuche se impusieron en las elecciones comunales del país. El mayor salto se dio en La Araucanía, donde la cifra pasó de dos a cinco autoridades. Un hito celebrado en el mundo indígena como una muestra de que la vía política era un camino posible. Y todos iniciaron sus períodos en diciembre, en medio de altas expectativas.

Pocas semanas después, el conflicto en la zona rebrotó con una fuerza inusitada. Ataques a fundos, enfrentamientos, visitas del ministro del Interior a La Araucanía y, el pasado viernes, el asesinato del matrimonio de Werner Luchsinger y Vivianne MacKay en el incendio de su casa en la zona de Vilcún, el que fue calificado por el gobierno y diversos analistas como uno de los hechos de violencia política más graves de la historia reciente del país. De pronto, las posiciones se extremaron. Y la distancia para conseguir una solución definitiva en la región pareció más lejana que nunca.

En medio de la incertidumbre, sin embargo, para muchos la figura de los alcaldes mapuches cobró especial relevancia. Por ser las autoridades mapuches de mayor rango elegidas con el voto popular, con la legitimidad de haber triunfado en unos comicios, las miradas se dirigieron hacia ellos como posibles constructores de un puente que permita iniciar un diálogo de largo plazo para buscar soluciones.

A ello se suma que en el último mes, los propios alcaldes iniciaron contactos para formar una agrupación junto a los concejales de origen mapuche. Para Luis Huirilef, actual alcalde de Cholchol (independiente), organizarse es una forma de ganar reconocimiento, y aportar a la solución de los problemas de su pueblo. “Desde el punto de vista más institucional, yo creo que es el único ente que podría plantear los temas de la necesidad que tiene el pueblo mapuche. En la medida en que ganemos espacio político, vamos a tener más peso”, señala.

Pedro Cayuqueo, periodista e intelectual mapuche, afirma que ellos pueden ser una pieza vital. “Ellos podrían jugar un rol muy clave”, reflexiona. “El gobierno tiene la oportunidad con los alcaldes mapuches de tener un interlocutor que le dé gobernabilidad a este conflicto. Y ese interlocutor este gobierno no lo tiene”.

¿Pero cuál es la visión que tienen los alcaldes de los problemas en la zona? Y, sobre todo, ¿cuál es el camino que ven como una posible solución? Las respuestas son variadas, pero el mejor resumen es el que da NivaldoPiñaleo cuando dice que cualquier vía futura debe pasar por algo que hoy, para él, está perdido: la comprensión del mundo político de que la visión mapuche no se rige por los mismos códigos occidentales. “Mientras no tengamos la posibilidad de que entiendan nuestro sistema de vida, va a ser muy difícil poder competir en este país”, afirma.


UN CAMINO DISTINTO

La fina pero espesa lluvia que copa todos los espacios en Puerto Saavedra se ve desde el despacho de Juan Paillafil. Puerto Saavedra es, por muchos motivos, una comuna emblemática. Su nombre se lo debe al general Cornelio Saavedra, que en el siglo XIX comandó los ejércitos chilenos que se adentraron en territorio mapuche. Pero su población es mayoritariamente de ascendencia indígena, e incluso su escudo es un cultrún, que comparte espacio con un cisne de cuello negro y una ola que recuerda el brutal azote de un tsunami tras el terremoto de Valdivia de 1960, que rehízo por completo la geografía del lugar.

Paillafil (independiente) nació en una comunidad de la zona, El Alma, donde sufría para aprender el castellano en el pequeño colegio del pueblo. “Mucha gente se reía. Incluso, no nos trataban de mapuches: nos trataban de indios”, comenta mientras revisa algunos de los papeles que tiene por firmar en su despacho, pese a ser domingo. Dice que se convenció de competir tras trabajar por varios años en la zona del lago Budi con las comunidades mapuches. Y que piensa que la opción política es un camino más útil para lograr un cambio. “Al final nosotros coincidimos con los más radicalizados: lo que pasa es que ellos quieren el cambio rápido y un poco tirado a la violencia. Nosotros creemos que tenemos que ir concientizando a la gente, avanzando progresivamente, y a lo mejor vamos a llegar un poco después, pero la idea es ir formando caminos de diálogo, de paz y de unidad. Y tratar de competir dentro del Estado, pero con buenas herramientas”, asegura.

La mirada es compartida por Luis Huirilef, quien en 2012 volvió a la alcaldía de Cholchol luego de ser derrotado en 2008, tras su primer período. “Yo siempre he sido partidario de que nosotros deberíamos buscar la solución a los problemas por la vía institucional. Y una de las vías institucionales es ganando espacio político e ir construyendo una plataforma, desde ese punto de vista, para plantear la solución de los problemas que se arrastran por años”.

Para Abel Painefilo, alcalde de Curarrehue (PPD), el puesto también representa una oportunidad para comprender a sus interlocutores. “Creo que mientras más entendamos del mundo occidental vamos a poder relacionarnos de mejor manera, mientras más nos conozcamos será todo más fácil ”, dice. Aunque también, en su mirada, hay un punto que es intransable: “Antes de ser alcalde, uno es mapuche”.

Sin embargo, todos coinciden en una crítica común: el escaso espacio que hay para que los mapuches puedan competir en elecciones. El mejor ejemplo es el de Fernando Huaiquil, quien pudo ser el primer alcalde electo que oficialmente militara en el Partido Mapuche, o Wallmapuwen. Pero la agrupación no logró reunir los requisitos para inscribirse como colectividad. Por ello, Huaiquil fue en la lista del PRO y triunfó en los comicios de Galvarino, donde asumió con una rogativa mapuche. “El hecho de que uno hable el mapudungun y poder conversarle a la gente ya es algo diferente de inmediato”, cuenta. “Dicen que nunca habrían creído que el alcalde esté hablando en su lengua”.


A LA BÚSQUEDA DE UNA OPORTUNIDAD

Muchas cosas pasaron antes que Juan Carlos Reinao (independiente) pudiera celebrar la noche del 28 de octubre su triunfo para llegar a ser alcalde de Renaico. Como él mismo relató en un blog, desde pequeño estuvo ligado al mundo mapuche, por ser nieto y primo de machis. Su participación activa en los movimientos mapuches partió desde el colegio. En 1997 fue acusado de participar en ataques a camiones. Pero luego partió a Cuba a estudiar Medicina, donde conoció al mismo Fidel Castro, quien incluso le dio algunos consejos sobre cómo estudiar química. Ya titulado, volvió a la zona de Angol y Renaico; en 2011 fue el médico que revisó la salud de los presos de la CAM, y en febrero del año pasado se decidió a competir por un puesto que parecía complejo. Más porque Renaico no es una comuna con mayoría mapuche.

Reinao explica que lo vio como una oportunidad para demostrar la capacidad que tiene su pueblo. “La representación política que tiene un alcalde es una circunstancia que permite evidenciar a la sociedad que los mapuches podemos conducir no sólo nuestros destinos, sino también los de aquellos que no son mapuches. Hay que demostrarles al Estado chileno y a quienes son racistas que somos capaces de dirigir, ordenar y administrar una comuna como cualquier otro ciudadano del país”, comenta.

Su visión de cómo se ha administrado el conflicto es crítica. “El gobierno dice algo y aplica ciertas sanciones, pero hoy día no se ha sentado a escuchar lo que la gente le está diciendo. No son problemas de ahora”, plantea. Aunque con matices, la mirada es compartida por sus colegas. Más aún en aspectos como el anuncio de aplicación de la Ley Antiterrorista tras el asesinato de los Luchsinger. “Casi siempre somos los malos de la película, y somos víctimas de una historia que ha atentado contra nuestros derechos. Yo no comparto que enseguida se amenace con la Ley Antiterrorista, en vez de buscar a los culpables de estos hechos. Nadie los justifica, pero no se puede culpar a priori”, dice Abel Painefilo.

Pese a ello, la reflexión sobre los últimos acontecimientos ha generado inquietud. Algunos alcaldes son rotundos en condenar hechos como el del viernes pasado.  Juan Paillafil dice que “es condenable en todo sentido. Nadie puede estar de acuerdo con lo que ocurre ahí donde fallecen personas. Pero aquí la policía y la justicia no han  hecho la pega. Nosotros estamos esperando que se identifique a los responsables, aunque sea gente nuestra. Pero es gente exaltada, que no tiene nada que ver con la cosmovisión mapuche y la opinión de la mayoría”.

En el caso de Luis Huirilef, la reflexión es tajante: “La violencia hay que rechazarla venga de donde venga. Y nosotros siempre tenemos que estar dispuestos al diálogo. No es ése el camino, no vamos a solucionar nada por esa vía. Al contrario”.

MIRANDO AL FUTURO

El pasado miércoles 9, Paillafil, Reinao, Huirilef y Huaiquil se encontraron en Viña del Mar en los pasillos de la convención nacional de la Asociación Chilena de Municipalidades. La improvisada cita dio nuevas fuerzas a la idea de crear un bloque que pueda servir como referente mapuche, e incluso como un posible interlocutor frente al mundo político.

Pedro Cayuqueo tiene esperanzas de que el bloque pueda convertirse en un actor relevante a nivel institucional:“Si algo ha caracterizado la relación conflictiva entre actores externos y los mapuches, sean los españoles o sea el Estado, ha sido a ratos la ausencia de interlocutores. Aquí hay una posibilidad concreta de convertir a los alcaldes en tu interlocutor. Ellos más otra gente, por supuesto. Los que estén disponibles para el diálogo”.

Los alcaldes coinciden en varios puntos sobre la mesa que defender. Por ejemplo, plantear que el problema mapuche va mucho más allá de la entrega de tierras. Que involucra propiedad de recursos, agua, educación, capacitación y respeto de sus tradiciones ancestrales. Y, además, demandar una mayor participación política en el sistema, con fórmulas similares a las de Nueva Zelandia o Canadá. “Debería haber una fórmula de cupos especiales para que compitamos entre los mapuches para ver quién es el que llega al Parlamento. Si no, imposible. Una carrera a diputado debe costar más de 100 millones de pesos”, dice Paillafil.

Hay quienes son más escépticos del éxito de un posible bloque. Primero, porque al interior de los propios mapuches hay grupos que tienen recelo de los alcaldes, por ser una autoridad del Estado. Y, segundo, porque la estructura tradicional de dicho pueblo contempla múltiples liderazgos, agrupados en familias, en que la fórmula es dialogar con todos. “Nosotros no somos los líderes del pueblo mapuche. Los líderes están en sus propias organizaciones. Yo no me puedo arrogar la representación. Pero podemos interpretar y levantar la demanda de todos nuestros habitantes. Los pueblos mapuches deben tener su propia representación. Y lo ideal para nosotros, como alcaldes es apoyar esos procesos y fortalecerlos”, dice Huaiquil.

Sin embargo, Cayuqueo afirma que la oportunidad que se abre hoy tiene alcances insospechados. Mientras conversa en la calurosa tarde de Temuco, habla de una historia política casi olvidada: entre 1925 y 1973, hubo numerosos alcaldes y ocho diputados de origen mapuche. El más renombrado fue Venancio Coñuepán, que incluso llegó a ser ministro de Tierras y Colonización de Carlos Ibáñez del Campo. Eso, cuenta, refleja que al pueblo mapuche le interesa la política, y dice que desde 1992 a la fecha, en cada elección municipal han aumentado los candidatos de ese pueblo. Para él, la participación política es una vía de solución al conflicto.

“Un alcalde no pesa tanto como todos juntos. Ellos se pueden transformar en un grupo de poder que puede cristalizar en un movimiento político, que, por ejemplo, para la próxima elección tire un candidato al Parlamento”, dice Cayuqueo, mientras asegura que el paso que tiene que dar el pueblo mapuche es recuperar el territorio político. “Nuestros abuelos fueron muy inteligentes para participar en política, muy exitosos a la hora del quehacer político, porque llegaron al Parlamento”, señala. “No estamos inventando la pólvora: es un camino que ya hemos recorrido antes. En el fondo, es seguir la huella de los abuelos”.

La voz de los elegidos

“Nosotros no somos los líderes del pueblo mapuche. Los líderes están en sus propias organizaciones”, dice Fernando Haiquil, de Galvarino. “Pero podemos interpretar y levantar la demanda de todos nuestros habitantes”.

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