Por Juan Pablo Sallaberry Noviembre 22, 2012

Arcángel, la lancha de alta velocidad recién adquirida por la Armada, rompe las olas y se interna en el mar de Arica a 60 kilómetros por hora -32 nudos-, el doble de lo que alcanza una embarcación tradicional. Hay que afirmarse. Es el mediodía del martes 20, el sol comienza a pegar, y frente a las costas de la ciudad se realiza el ejercicio Neptuno, un simulacro de derrame y contención de petróleo en el cual participan cuatro patrulleras de la zona y un buque recién llegado de Iquique. Pero los invitados estrella, los efectivos de la Marina de Guerra del Perú, no están en el lugar. Cancelaron a última hora su asistencia argumentando problemas “operacionales”. En Chile prefieren no dar una lectura política del tema, pero es evidente que la actividad conjunta hubiese dado una imagen de distensión a 10 días de que la Corte Internacional de La Haya inicie los alegatos por la demanda de límites que interpuso el país vecino. 

Desde la Arcángel se divisa a lo lejos el balneario Chinchorro, paraíso de surfistas, y más al norte la extensa playa de Las Machas, que por su corriente y oleaje no es recomendable para el baño y donde empieza el hito geográfico “el codo”, sitio en que dobla América del Sur. La playa termina en el mismo límite con Perú, hoy cerrado al acceso del público por labores de desminado que realiza una empresa noruega. Allí se inicia el trazado de las dos líneas imaginarias sobre el mar: el paralelo 18º21’03 -número que los marinos chilenos recitan de memoria y que es considerado en el país la frontera marítima según tratados suscritos en los años 50- y la bisectriz que reclama Perú, que se dibuja a la misma distancia de ambas costas.

Aunque el litigio abierto por Lima el 2008 se basa en que no habría un tratado oficial de límites marítimos, la frontera de Chile se respeta en los hechos. Cada año la Arcángel y las otras naves de la Gobernación Marítima de Arica detienen una veintena de barcos peruanos que cruzan el paralelo sin autorización. La mayoría transitan por la zona de exclusividad económica de Chile para ir a pescar tiburón azul a aguas internacionales, infracción que es sancionada con una multa de entre 2 y 3 millones de pesos. Pero a los que son sorprendidos pescando en la zona nacional se les abre un juicio civil con multas de más de $ 10 millones y se les requisan las embarcaciones hasta que paguen. Hoy en el puerto de Arica hay tres pesqueros peruanos con prohibición de zarpe, con dos tripulantes cada uno.

Y es que la riqueza de la zona en disputa está en las profundidades. Si La Haya le encuentra la razón a Perú y aprueba sus límites, Chile perdería un territorio marítimo de 38 mil kilómetros cuadrados, el equivalente a más de dos veces el tamaño de la Región Metropolitana. Un área con un hábitat marino enriquecido por la corriente de Humboldt y que, según explica el biólogo Raúl Soto del Departamento de Ciencias del Mar de la U. Arturo Prat, se ha establecido como el lugar de desove y crecimiento de la anchoveta y la vía de paso del jurel, los dos principales peces capturados en la zona, que se suman a otros de menor importancia industrial como el lenguado, la caballa y el pejerrey. En los últimos años, además, se ha detectado el masivo regreso de las tortugas marinas, que no habitaban esas aguas desde los años 60.

El grupo Angelini está preocupado. Roberto Angelini, presidente de Corpesca -la empresa pesquera extractiva más grande de Chile-, advirtió el pasado viernes que un fallo adverso significaría la pérdida de captura de entre el 70% y 80% de la que realiza su flota en Arica y que la industria pesquera ha hecho soberanía en la zona desde hace 55 años. Lo dijo al inaugurar la nueva planta Golden Omega, ubicada a los pies del Morro y que fabrica el más reciente tesoro de la zona: omega 3, producto extraído del aceite de pescado y requerido por la industria farmacéutica y alimenticia internacional por sus propiedades contra los triglicéridos y el colesterol. Hoy el ariqueño de a pie repite entusiasmado el dicho de que “una gota de omega 3 vale más que un gramo de oro”.

Pero no sólo los peces grandes están inquietos por lo que se resuelva en Holanda: también los chicos. En el puerto de Arica un grupo de mariscadores y pescadores artesanales discuten acalorados la posibilidad de perder la mitad de su mar: “Vi en las noticias lo de Colombia y Nicaragua -el fallo de La Haya del pasado lunes que declaró nicaragüense el mar en torno al archipiélago colombiano de San Andrés- y no sé lo que va a pasar acá. Si no se cumplen los tratados es una falta de respeto muy grande. Tendríamos que salir a buscar peces al lado de Iquique, no estaría de acuerdo por nada del mundo”, dice Cristián Arancibia. Es interrumpido por Luis González, que levanta la voz: “¡Guerra no más, para eso tenemos armamento, Pinochet no le haría caso a La Haya!”, dice entre tibios aplausos, pero Arancibia retoma la palabra: “Eso es una mentalidad medio ignorante, para eso está la plática”. Otro pescador resuelve: “Si gana Perú pongo bandera peruana y listo. Hay que tirar pa’ las monedas”. Todos ríen.

 

Los tiempos de Arica

Algo importante ha pasado en Arica en los últimos dos años. La ciudad, que suele izar banderas negras en protesta por sentirse marginados del desarrollo económico y que observaba con envidia el crecimiento de Antofagasta, de Iquique y de Tacna, pero que a ellos les pasaba por encima, comenzó a contagiarse del éxito de los vecinos. Finalmente, llegó la anhelada inversión minera a la región, y al proyecto Pampa Camarones se agregan otros siete que están en carpeta y que han reactivado sorprendentemente el sector. En las calles comentan animados la primera tronadura de la mina Salamanqueja que se realizó en septiembre y cómo los aviones sobrevuelan la zona buscando cobre con las últimas tecnologías.

Las cifras de la Intendencia son azules: el Indicador de Actividad Económica Regional, Inacer, lleva una tendencia al alza, hay pleno empleo (4,4% de cesantía) y las expectativas de inversión privada, que en julio de 2012 proyectaban US$ 202 millones hasta 2016, hoy se estiman en US$ 449 millones. Los ariqueños muestran con orgullo el edificio de Paris, la primera gran tienda comercial que se inauguró hace sólo dos años, y especulan sobre la pronta llegada de Falabella.

Por eso, aunque los pesqueros están alertas a que el litigio con Perú afecte su trabajo, lo cierto es que la pesca  hoy representa menos del 5% de la actividad económica de la región. La mayoría de los ariqueños esperan que el tema se resuelva rápido, que afecte lo menos posible las relaciones con Perú y que no se vaya a estropear la buena racha que atraviesa la ciudad. “Existe una preocupación de tener problemas con Perú, porque los ariqueños sentimos que estamos un poco aislados de lo que es Santiago. Con Tacna tenemos una excelente relación. La gente está tranquila, estamos inmunes a lo que pueda suceder”, comenta la vendedora Marcela García (40). No obstante, agrega que ha conversado con su familia la posibilidad de irse al sur un tiempo si las relaciones entre ambos países se tensan después del fallo, cosa que no cree que ocurra.

Salvador Urrutia, antiguo médico de la zona que acaba de ganar la alcaldía de Arica postulando por el partido de Marco Enríquez, el PRO, señala que durante la campaña nadie, ni una persona, le preguntó por el tema de La Haya. Con la misión de sanear la municipalidad luego que el anterior alcalde Waldo Sankán fuera detenido junto a cinco concejales por una presunta red de corrupción, Urrutia afirma que “la gente está interesada en Arica, en tener un alcalde honrado y que se avance en la integración con Perú. Ésta es una pelea entre países hermanos que optaron por arreglar sus diferencias en la justicia internacional, de manera que mi deseo es que el fallo se acate lo antes posible por ambas partes y luego empezar a trabajar en mayor integración. Éste es un tema del pasado que prefiero que se arregle ahora”.

El alcalde electo indica que en las esferas políticas el único foco de preocupación es que puedan surgir grupos ultranacionalistas en Chile o en Perú y que generen incidentes una vez que se conozca el resultado del juicio. Un escenario advertido por fuentes diplomáticas de ambos países, los que sostienen que lo importante será dar señales de normalidad y que la relación bilateral debe seguir avanzando sea cual sea el resultado. Ya hay algunos gestos: la semana pasada se reunió el Comité Fronteras binacional, al cual en señal de amistad se le cambió el nombre a Comité de Integración y Desarrollo Fronterizo Chile-Perú. La idea era no enfatizar en las medidas de control y límites, sino en las de cooperación. Entre los proyectos en carpeta se encuentra unir los dos controles fronterizos para agilizar los trámites y construir la doble vía entre el paso de Chacalluta y Tacna para beneficio de los miles de chilenos que viajan todas las semanas a esa ciudad. Paralelamente, grupos ciudadanos se encuentran preparando señales de unidad entre los dos países vecinos, entre ellos los masones, los rotarios y los clubes de leones -que organizaron un acto en el Cristo de Chacalluta, junto al límite-. Y los obispos de Arica, Héctor Vargas, y de Tacna, Marco Cortez, están en conversaciones para dar un mensaje de paz en conjunto. 

 

En los ojos de Perú

Al otro lado de la frontera, los titulares de algunos medios sensacionalistas de Perú no suenan muy amistosos: “Chile prepara guerra contra Perú” titulaba el domingo El Diario. “Chilenos practican inminente desembarco”, publicaba en portada el semanario Cambio. “Invasores del Perú”, titula otro medio, con una foto del presidente Sebastián Piñera. Fuentes diplomáticas del país vecino dicen que les inquieta los efectos de la desinformación de la prensa, y ya han monitoreado programas radiales que promueven el antichilenismo y la idea de que La Moneda va a desconocer el fallo. La estrategia de la Cancillería peruana es dar señales de normalidad, que serán coronadas con la visita del presidente Ollanta Humala a Santiago a fines de enero. En la diplomacia limeña creen que el fallo de La Haya será “salomónico”, concediendo sólo una parte de lo requerido por Perú, por lo que no se enturbiarán las relaciones bilaterales que están cruzadas por intercambios comerciales entre ambos países.

Los Palos es una pequeña localidad costera al sur del Perú a escasos kilómetros de la frontera con Chile. Una zona árida que se dedica al cultivo de aceitunas y a la pesca artesanal con red y que serán los primeros beneficiados si cambia el límite marítimo. Así lo ve J.R., la dueña del camping a orillas de la playa, que prefiere no dar su nombre ni ser fotografiada. “No queremos conflicto. Quiero paz. Pero que no haya usurpación. Tengo 69 años y cuando nací tenía 200 millas de mar y ahora los niños que nacen tienen 5 millas. Que se respete la raya donde era y que no haya conflicto, a nadie le conviene”. José Velásquez (33) es pescador, y pese a aclarar que tiene sólo estudios de primaria, se muestra informado sobre el tema y traza con un palo en la arena el mapa con los limites solicitados por Perú. “Mejor que se resuelva, si no toda la vida va a estar un trozo de mar en conflicto. Sea para quien sea, que no haya nada después de eso, que ahí se acabe todo y que se respete la decisión. Desde que yo era chiquito siempre mis padres decían que no había un respeto de parte de Chile”. Cuenta que ve pasar las “bolicheras” -naves pesqueras- de Chile por todo el horizonte de Los Palos; en cambio, si él se acerca con su bote a la frontera, donde la pesca es más abundante, siempre lo vigilan los guardiamarinas chilenos.

A Perú tampoco le conviene que se compliquen las relaciones con Chile. Más aún cuando Tacna vive prácticamente de los ariqueños. El paso de Chacalluta registra 5.300.000 cruces al año, porque la gente del norte de Chile viaja casi todos los fines de semana para aprovechar los convenientes precios del comercio y los servicios tacneños. Si en Arica existen cuatro ópticas, en Tacna 84, y los precios son de $3.000 o $ 4.000 la consulta. Lo mismo pasa con los dentistas que abundan en esa ciudad, las intervenciones médicas en el Hospital de la Solidaridad, o rubros tan variados como las imprentas o el vestuario: todos los uniformes de los colegios de Arica son confeccionados en la ciudad peruana.  Sólo en un fin de semana largo, los chilenos dejan en Tacna cerca de $3 mil millones. El empresario peruano José Luis Fernández (35) lo sabe bien: es dueño del restaurante Mochica en el centro,y el 80% de sus clientes son chilenos. “Toda persona que se jacte de ser un tacneño tiene un pariente ariqueño. Hay 400 matrimonios entre ambas ciudades. Arica es la ciudad más cercana a Tacna, nos necesitamos mutuamente”, dice. “Este tema de La Haya es un asunto de Lima y Santiago, de las cancillerías. No de nosotros”.

Vidas al límite

                                                                                                                                         Capitán de Navío Juan Carlos Pons, gobernador marítimo: “Nuestra relación con la Marina de Perú es muy fluida”.

 

 

 

 

 

 

 

 

                                                 Luis, vendedor de pescados: “A ellos desde chicos les enseñan que Chile es malo y que les quitamos el Morro”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Salvador Urrutia, alcalde electo de Arica: “Mi deseo es que el fallo se acate lo antes posible por ambas partes y luego empezar a trabajar en mayor integración. Éste es un tema del pasado que prefiero que se arregle ahora”.

 

 

 

 

 

 

 

Marcela García, jefa de marcas Almacenes París, Arica: “existe una preocupación de tener problemas con Perú”.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Alfonso, vendedor peruano: “Todas las tardes escuchamos noticias de Chile. ¿Ustedes dejarían que les quiten un pedazo?”.

 

 

 

 

 

 

 

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