Por María José López Septiembre 6, 2012

 

“Necesito marihuana”, “mi novia ofrece servicios especiales”, “vendo bidones de ácido”, “zoofilia: para amantes de felinos grandes”, “semillas de cocaína a buen precio” y “manual para pedófilos”. Éstas son algunas de las “ofertas” que existen en un lugar de internet que muy pocos conocen. Su nombre es Deep Web: una red subterránea, poco accesible, en la que se puede navegar sin restricciones ni censuras y en completo anonimato: es casi imposible rastrear a los usuarios que bucean allí.

Por ello, la Deep Web, también conocida como web profunda, hoy es catalogada como una amenaza universal: la protección de identidad de sus consumidores ha convertido a este lugar en un hábitat ideal para criminales de todo el planeta. Este ciberespacio agrupa a pedófilos, asesinos en serie, narcotraficantes, sicarios, y ofrece foros donde, por ejemplo, se enseña a fabricar bombas caseras. Bajo reserva total.

El origen de esta red se remonta a 1997. Ese año un grupo de estadounidenses diseñó The Onion Router, más conocido como Tor, un proyecto creado para el Laboratorio de Investigación Naval de Estados Unidos, cuyo objetivo era el desarrollo de una red donde no se revelara la identidad (dirección IP) de los usuarios y que resguardara el secreto de la información que ahí se manejaba. El proyecto evolucionó: pasó a ser una herramienta de gran valor para empresas, periodistas y activistas políticos, que a través de esta red manejan su información confidencial. 

Paradójicamente, al poco tiempo, Tor Project se “deformó”, transformándose en un dolor de cabeza para el FBI, Interpol y para las policías de todo el mundo. Chile no es la excepción: desde hace dos años la PDI tiene este asunto en carpeta y, a través de la Brigada Investigadora del Cibercrimen indaga a chilenos que pueden estar delinquiendo por medio de este mecanismo. Ya hay dos casos identificados y varios que están siendo investigados.

Como la alarma se encendió a nivel global,  Cibercrimen discute este asunto con sus pares de todo el mundo a través del Grupo de Trabajo Latinoamericano de Delitos Tecnológicos de Interpol, el cual es integrado por varios países de Latinoamérica y España, además de Estados Unidos y Canadá. Se reúnen dos veces al año y, en mayo pasado, durante su último encuentro en Madrid, analizaron este tema en extenso.

La primera pista

El episodio sobre una estudiante grabada, en 2007, realizando sexo oral a un compañero en una plaza encendió la primera alarma. De inmediato, el video fue difundido por el sitio ElAntro. Los miembros de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad de la Fiscalía Centro Norte pusieron especial atención a ese caso: ese portal podría volver a difundir pornografía infantil.  No se equivocaron. En junio del año pasado Daniel Guerrero Castillo, conocido como “Glospy”, fue detenido por la PDI luego de publicar en ese sitio un manual para descargar pornografía infantil.

Durante el interrogatorio, Guerrero les señaló a los fiscales que el material que había publicado en ElAntro lo había obtenido en una red llamada Tor. Les dijo que dentro de internet había sitios por los que se podía navegar en completo anonimato utilizando un software especializado. Una vez dentro, les reveló, se podía acceder a videos y fotografías pornográficas que se exhiben a destajo. Los fiscales no esperaron más tiempo. Investigaron este asunto y accedieron a la Deep Web.

La Deep Web es un “tema nuevo y preocupante”, asegura  el fiscal Marco Mercado,  subjefe de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad de la Fiscalía Centro Norte. Y ejemplifica: “Es como el paraíso fiscal de la informática”.

Cibercrimen había tomado conocimiento de esto un poco antes. “Hace cerca de dos años que estamos al tanto de la red Tor o The Onion Router, básicamente porque sabemos que es una red de comunicaciones que se originó en un proyecto militar estadounidense para compartir información en forma segura, posteriormente fue evolucionando y masificando su uso, por lo que también se volvió un escenario propicio para delincuentes”, indica el subprefecto Jaime Jara, jefe de la Brigada del Cibercrimen.

Al igual que Jara, el fiscal y subjefe de la Unidad de Delitos de Alta Complejidad de la Fiscalía Centro Norte, Marco Mercado, reconoce que la Deep Web es un “tema nuevo y preocupante” pues crece con fuerza y desorienta las investigaciones. “No hay nada que limite su uso, pues corresponde a un vacío que es utilizado para delinquir. Es como el paraíso fiscal de la informática”, ejemplifica.

Varios expertos en este tipo de ilícitos reconocen que este tema es parte relevante de la agenda. El problema es que “se requiere de investigaciones muy largas, y las penas por este tipo de delitos son muy cortas”, asegura un experto.

 

Negocio sucio

Para acceder a la Deep Web -una plataforma que a simple vista parece un blog artesanal- primero hay que bajar de la web el software de Tor que, gracias a un mecanismo conocido como onion routers, permite a los usuarios convertirse en navegadores inidentificables. “Mientras viaja por la red, la información se va codificando para que nadie sepa cuál fue su punto inicial, ni cuál es su término. Se habla del “enrutamiento de cebolla”, pues la información se va encapsulando por muchas capas de protección para no dejar huella por los puntos que el usuario va pasando. Se puede tener acceso a qué se dice, pero no quién”, explica el fiscal Marco Mercado.

Al abrir el software se accede a Hidden Wiki, un símil del Explorer, que es un espacio oculto por el cual se puede navegar. Si no se conoce la dirección a la cual se quiere entrar, hay dos sitios que operan como buscadores tipo Google: Abism y Torch. El fondo de este último sitio es blanco y sus letras son azules. En su costado izquierdo está el buscador (search), y bajo él, un listado con innumerables links. Una de las grandes diferencias con la web tradicional es que aquí no existen las puntocom. En su lugar están las punto onion: las direcciones se componen de 16 caracteres combinados con letras en minúsculas y números. Un ejemplo: 7acrebr2spa4es8a.onion.

Cuando se navega por esta web saltan a la vista cientos de foros que en cualquier otro sitio de internet estarían censurados. ¿Qué contiene Deep Web que no se encuentra en la web? Principalmente pedofilia, manuales de guerrilla, procedimientos para envenenar, asesinar, hackear; narcotráfico, sicarios, nazismo, venta de órganos, lavado de dinero y compra de artículos robados, entre otros.

La turbia profundidad de la red

 

Según los expertos, el tamaño de la Deep Web es 500 veces superior a la red tradicional. Los peritos las comparan con un iceberg. “En la punta está Google y en las aguas subterráneas está la red profunda”, explica el fiscal Marco Mercado. Por eso la oferta es tan amplia.

Para entrar a los links hay que cumplir exigencias: algunos foros piden que el usuario pague. Por ejemplo, explica el subcomisario Cristián González de Cibercrimen, hay administradores de foros de pedofilia que piden dinero o “que el nuevo usuario comparta pornografía infantil: producciones nuevas; esto lleva a que las personas que comparten esta parafilia produzcan material pornográfico infantil”.

Cuando hay que pagar, hay que hacerlo con bitcoins, una moneda virtual cuya unidad equivale a unos US$ 14, y que se adquiere a través de la Deep Web, también de forma anónima. Esto permite hacer transacciones bancarias resguardando la identidad.

Algunos foros exhiben fotografías, videos, experiencias o mecanismos para delinquir. Y el usuario tiene así una experiencia voyerista. Otros toman imágenes de “esta turbia red” y las difunden en la web tradicional. Ejemplo de este tipo de material es un “manual para pedófilos”, que detalla técnicas para seducir a menores: relata cómo obtener su confianza y despistar a los padres del niño.

Hay otros sitios que traspasan el ciberespacio: sus usuarios logran establecer algún tipo de comunicación física. Es  el caso de los dealers de droga, sicarios, ladrones, entre otros, que deben dar su correo electrónico o alguna dirección de contacto para concretar su “negocio”. Es en estos lugares donde los delincuentes muchas veces dejan pistas.

Cuando se navega por esta web saltan a la vista cientos de foros que en cualquier otro sitio de internet estarían censurados. Aquí hay pedofilia, manuales de guerrilla, procedimientos para envenenar, asesinar, hackear; narcotráfico, nazismo, venta de órganos, entre otros.

Con todo, desde la fiscalía reconocen que los delincuentes que ahí operan son expertos y que pocas veces dejan rastro. “Los que acceden a esta web están ahí porque quieren ocultar su identidad, y no entregan información fácilmente. Uno puede tardar meses en obtener confianza, pues se protegen y pocas veces revelan datos sobre su paradero. Nuestra misión es encontrar vulnerabilidades para desenmascararlos”, indica el fiscal Marco Mercado. El subcomisario Mauricio Araya, de Cibercrimen, agrega: “Hemos logrado técnicas de investigación que utilizamos para la identificación de los usuarios”.

La defensa de los acusados

También hay opiniones a favor de la Deep Web. Francisco Vera, abogado y miembro de la ONG Derechos Digitales asegura que la existencia de esta red es positiva, y que “es un mecanismo que garantiza la libertad de expresión, que permite que países con persecución política, como China, puedan sacar la voz”.

Una opinión similar tiene el ruso Dmitry Bestuzhev, director del Equipo de Investigación y Análisis para América Latina de Kaspersky Lab, multinacional de seguridad computacional. Dice que hay varios temas entre estados que necesitan confidencialidad. Aunque matiza: dice que en esta red se pueden cometer graves abusos.  Tanto, agrega, que Yahoo! y Google han trabajado en proyectos que buscan terminar con la protección de identidad de la Deep Web. “Al explorar el contenido encontré muchas ofertas de venta de armamento o droga en idiomas  tan específicos como el finlandés. Incluso hay información en español y portugués”, indica.

Pero los dueños de la fundación Tor Project se defienden. Andrew Lewman, director ejecutivo de la entidad, asegura que este software fue creado con un fin noble, para abolir la censura. Agrega que hay criminales que, con o sin Tor, pueden cometer delitos.

De todas formas, indica que están dispuestos a crear mecanismos para que los delincuentes no sean quienes se beneficien con esta herramienta y dice que la policía debiera aprender más sobre Tor, porque, insiste, es un mecanismo de gran utilidad.

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