Por Natalia Saavedra Agosto 9, 2012

En la tienda de la marca francesa Hermès en Alonso de Córdova sólo hay un cliente. Es una mujer asiática que mira varios de los bolsos de la marca -cuyos precios fluctúan entre los $ 7 millones y los $ 35 millones- y conversa en inglés con dos vendedoras que la atienden exclusivamente. Luego de un vitrineo rápido se decide por tres carteras del modelo Birkin, ícono de la marca: una de cuero clásico, otra de avestruz y una de cocodrilo. Luego se las envuelvan en las características cajas naranjas en las que se venden estos bolsos.

Lejos del glamour, al otro lado de Santiago, la misma cartera -aparentemente- está encima de un mostrador. Es una Birkin de cuero negro que se encuentra en un mesón de la oficina de la Dirección Regional de Aduana Metropolitana, en el Aeropuerto de Santiago. Tiene inscrito el número de serie indicando el artesano que la fabricó en París y el año en que la hizo. Adentro de la cartera, un pequeño sobre contiene una tarjeta de autenticidad que da fe del origen de esta Birkin y que indica un listado de teléfonos para exigir su garantía.

Pero la admiración por este objeto de culto para los entendidos en moda termina rápido. “Es falso”, advierte una persona que está en la sala y que parece un experto en moda. “Estos bolsos nunca tienen un certificado adentro, ¡mira las costuras, son imperfectas!”, dice Daniel Iriondo, que en verdad es un funcionario de la Aduana, el mismo que por los años de experiencia y por las capacitaciones que desde hace unos cinco años le hacen las propias empresas, sabe distinguir un reloj Cartier auténtico, de uno falso, las diferencias de los cosméticos de la línea MAC y sus imitaciones, así como la pureza de los diamantes de un par de aros Chanel que están sobre la misma mesa.

El funcionario es parte de un equipo de más de 100 personas que trabajan en la cadena primaria de control fronterizo con la tarea de ejecutar un exhaustivo control al ingreso de productos “pirata” al país. La meta no es nada de fácil: deben contribuir a que Chile salga de la lista negra en la que lo puso Estados Unidos por ingresar productos “sin tener los derechos para hacerlo”. La urgencia de disminuir la entrada de productos falsos se explica, en gran medida, por el Tratado de Libre Comercio que existe con EE.UU. desde 2004, como en el ingreso de Chile a la OCDE, lo que exige al país adecuarse a una serie de normas internacionales en materia de las leyes de Propiedad Intelectual (derechos de autor) y de Propiedad Industrial (productos).

La batalla debe darse sobre todo si se consideran las acusaciones contra el mercado negro. Según datos de la Comisión Nacional de Piratería, las copias que llegan al país han generado un comercio paralelo sobre los US$ 1.000 millones y evasiones tributarias que alcanzan los US$ 160 millones, por los productos falsos que se comercializan en Chile.

Los custodios

La pelea por erradicar la piratería en Chile los últimos años no ha sido sencilla. A medida que crece la economía lo hace la industria del lujo y, como consecuencia, también las copias. Así lo demuestran las cifras de Aduanas:  indican que en lo que va del año se han realizado 700 suspensiones de despachos -de personas o empresas- por claras sospechas de que su contenido es falso. Las cantidades son variadas: desde cinco carteras, hasta contenedores con más de 1.000 productos. “El comercio electrónico y la facilidad para adquirir las llamadas desde Asia facilitan internar estos productos”, explica Rodrigo Díaz, director regional de Aduana Metropolitana.

"Una North Face no lleva las letras del bordado pegadas, un iPhone no tiene batería y un set de brochas para maquillaje de MAC viene en envases de cuero", dice Daniel Iriondo, quien lleva años trabajando en la detección de fraudes.

Para evitar que el delito se profundice Aduanas trabaja full time con un equipo los siete días de la semana. El fin: evitar los fraudes. Ellos se han convertido en los verdaderos “custodios” de las marcas, encargados de distinguir cuándo un producto es verdadero o no.

Es una conducta aprendida. Lacoste -unas de las líneas de ropa más pirateadas en 2011 y 2012- capacita habitualmente a funcionarios públicos en sus políticas de autenticidad. Las empresas realizan las tutorías en las oficinas de sus abogados o arriendan salones en diversos hoteles del país para “dar lecciones”. “Detalles en los botones, de las cajas, el color de los hilos y hasta la orientación del cocodrilo es lo que aprenden a distinguir”, explica Rodrigo Velasco, abogado de Alessandri & Cía., representante de marcas como Lacoste, Tommy, Cartier y Dior.

Desde la misma vereda, los abogados del estudio Becker y McKenzie , Rafael Pastor y Sebastián Doren, representantes de HP, Sony, Wilson y cosméticos MAC, explican que hoy se falsifican productos tan diversos que deben hacerse tutoriales muy específicos. “Hay incluso copias de tarjetas de memoria donde las diferencias son mínimas hasta para el fabricante”, añade Pastor. Pero es tan amplia la gama que hoy se piratea, que en ocasiones ni los funcionarios notan las diferencias. Por ello hace dos meses Chile se adscribió a un sistema que provee la Organización Mundial de Aduanas, bautizado como Interface Public Members. “Es un software que contiene una base mundial de marcas que permite revisar en línea un producto original, ver su foto para así evitar la falsificación”, detalla Rodrigo Díaz, de Aduanas.

Igualmente es una tarea en la que la experiencia cuenta. “Una North Face nunca lleva las letras del bordado pegadas, un iPhone no tiene batería y un set de brochas para maquillaje de MAC siempre viene en envase de cuero”, recita de memoria Daniel Iriondo, quien lleva años trabajando en la detección de estos fraudes.

Chile pirata

El modus operandi

Para las marcas se ha vuelto un dolor de cabeza luchar contra sus copias. La moda y el perfil aspiracional de ciertos grupos socioeconómicos disparan los plagios. Aduanas ya sabe cómo operar: elabora los perfiles de riesgo para evitar que estos productos ingresen masivamente a Chile. “Si son bultos grandes y vienen de Asia con precios muy bajos sospechamos”, detalla Díaz. Una vez que constatan la copia, realizan la suspensión del envío por cinco días, período en que dan aviso a los representantes legales de la marca en Chile, para que decidan si denunciarán a quien compró la mercancía ante la fiscalía.

Si la marca no tiene presencia en el país, Aduanas tiene facultad para presentar una denuncia de oficio cuando detecta que puede existir el delito de contrabando aduanero. “Eso sucede cuando se declara un producto y lo que viene en el envío es otra cosa”, explica Díaz.

Las compañías afectadas están actuando. El fiscal de Pudahuel, Eduardo Baeza -especializado en estas materias- indica que en casi todos los casos -independiente de la cantidad-, se están presentando denuncias, amparadas en infracciones a la Ley 19.039 de Propiedad Industrial. “En 2011 se realizaron 430 procesos y en lo que va del año ya se han ingresado 283 causas, por lo que al terminar 2012 la cifra debería ser superior a la del año pasado”, detalla el fiscal. A tanto ha escalado la preocupación que a nivel mundial marcas como Louis Vuitton presentan cerca de 30 demandas al día por falsificación. Las diferentes compañías además refuerzan estas medidas con estrategias para disuadir el contrabando.

Por ejemplo, a mediados del año pasado se realizó en Iquique la destrucción de 3.000 pares de zapatillas Lacoste. Los productos se cortaron con una sierra y se citó a los medios y a las autoridades para que la acción tuviera impacto.

Según Aduanas en lo que va del año se han realizado 700 suspensiones de despachos por sospechar que su contenido es falso. Las cantidades son variadas: desde cinco carteras, hasta contenedores con más de 1.000 productos.

El perfil de quienes cometen estos delitos es variado: lo hacen desde personas que importan un paquete para consumo personal, hasta redes de crimen organizado. El fiscal Baeza, sin embargo, explica que son ilícitos con poca reincidencia y que en la mayor parte de los casos se llega a acuerdos reparatorios, como pagar por la destrucción de los productos. Más allá de las diferencias de quien comete el delito, se han generado algunos problemas a la hora de procesar a los acusados, pues es complejo probar que quien compró los productos falsos sabía que eso era ilegal. “Es difícil acreditar la intencionalidad”, precisa Baeza.

La agenda pendiente

A juicio de los abogados la ley actual de Propiedad Industrial contiene algunos vacíos. Entre ellos que la carga sospechosa puede estar en custodia sólo cinco días antes de presentarse una denuncia. “Hay que avisarles a las casas matrices y siempre estamos corriendo para que no se venza el plazo para demandar”, detalla Velasco, quien espera que haya modificaciones a la ley que amplíen este plazo. Asimismo, los juristas apuestan a que sea más fácil probar el delito, y que se despejen dudas como cuándo corresponde requisar mercaderías a viajeros en su equipaje personal.

Hay otros temas que preocupan: la Cámara de la Industria Cosmética, por ejemplo, estima que el contrabando de sus productos supera los US$ 350 millones. “Se copian sin registro sanitario, sin autorización de ningún tipo. ¿Después quién responde en el caso de algún daño?”, sostiene el presidente del gremio, Álvaro Márquez.

La tecnología es otro campo que genera incertidumbre. De acuerdo con una estimación del International Data Corporation, Chile alcanza tasas ilegales de uso de software de 61%, generando una merma para la economía de US$ 382 millones, encabezando la lista de países de la OCDE en este nefasto índice.

Los distintos protagonistas que de alguna manera están vinculados a este ilícito esperan que todas estas falencias sean sorteadas por la reforma que el Instituto Nacional de Propiedad Industrial promueve desde mediados de 2011 y de la cual hasta ahora no se conocen mayores detalles.

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