Por María José López Noviembre 24, 2011

A las 8:00 de la tarde del miércoles pasado, un grupo de empresarios y rectores universitarios llegaron hasta la casa de monseñor Ricardo Ezzati, en Simón Bolívar. El arzobispo de Santiago había organizado una reunión que tuvo como invitado principal al profesor italiano Stefano Zamagni, asesor económico del Papa Benedicto XVI y uno de los expositores de Enade. Durante la comida -a cargo del chef del restaurante Bel Paese- conversaron de diversas materias: educación, lucro, economía, desarrollo y codicia.

El tema interesa a Ezzati. De hecho, en reiteradas oportunidades se ha reunido con distintas personas para debatir en torno a estos asuntos. Lo considera parte esencial de su agenda pastoral y le da el carácter de tema valórico clave. "La empresa es un bien, si no existieran no habría trabajo, progreso ni desarrollo. Pero la empresa no puede ser usurera. La usura es un pecado. Un lucro que esté dentro de las normas morales, es algo lícito, de alguien que invierte, que arriesga, que pone su capital al servicio del desarrollo del país, y es legítimo que tenga una recompensa por eso. Pero esa recompensa puede llegar a ser inmoral", explica.

Pero Ezzati va más allá y  reflexiona sobre el caso La Polar. Lo define como "un escándalo y un pecado social muy grave".  "No puede ser que haya personas humildes que han confiado en una institución, y que esa institución los haya engañado. Eso es un tema valórico", dispara.

A casi dos meses de cumplir un año a la cabeza de la Iglesia en Chile, monseñor Ezzati dice que está feliz. Que ha sido un buen período. Pero asegura que también ha vivido momentos tristes y dolorosos, como el caso Karadima.

- La semana pasada se dio a conocer el fallo sobre el ex párroco de El Bosque. ¿Cómo asume el cierre de esta etapa?

- Aunque la Iglesia en diciembre pasado, antes que yo llegara, ya había determinado cuál era la verdad del padre Fernando, con este fallo se pone fin a una etapa. Lo que ha declarado la ministra en visita no es indiferente, pues señala lo mismo que la Iglesia había ya declarado y sancionado.

- ¿Qué pasará con la Unión Sacerdotal?

- El próximo 4 de diciembre se iniciará la visita canónica a la Pía Unión Sacerdotal de la parroquia de El Bosque. La visita será realizada por el presidente de la Conferencia Episcopal de Uruguay, Carlos María Collazzi. Viene para ayudarme a discernir dos aspectos que son de total importancia en la Unión Sacerdotal: la formación eclesial de los candidatos y, segundo, mirar con profundidad el desarrollo de los aspectos económicos de la orden. Pero que quede claro que esto es una visita. No es una investigación ni una intervención.

"Si un sacerdote llega a concebir un hijo, su responsabilidad primera es la de atenderlo. Y, por ende, dejar su ministerio.(...) Puede ser que haya casos antiguos que no se regían por esta luz que nos ha dado el Papa Benedicto, y bueno, habrá que tener paciencia con eso"

- ¿Esta visita puede poner fin a la Unión Sacerdotal?

- Él no tiene esa autoridad. Tiene la autoridad de aconsejarme para que yo después tome una decisión. Hay cosas que dependerán de mí y otras no. En esta primera instancia viene a Chile por unos cuatro días. Después vuelve para dialogar con cada uno de los sacerdotes de la Unión Sacerdotal. Luego me debe dar un informe para que lo pueda dialogar con la Santa Sede. El proceso completo puede durar poco más de un mes.

- Se habla que en la Iglesia chilena hay un antes y un después del caso Karadima.

- No hay un antes y después del padre Karadima. No es un hecho determinante de la Iglesia. Es un hecho que ha marcado la experiencia de muchas personas, que ha provocado desengaño, desesperanza y que también ha provocado el deseo de una renovación muy grande al interior de la Iglesia, no solamente de los pastores, sino también de muchísimos laicos. Pero sería demasiado decir que hay un antes y después de Karadima, así como hay un antes y después de Cristo. El título de la última declaración de la Conferencia Episcopal dice que somos una Iglesia y un país que vamos aprendiendo mientras caminamos. Y desde los hechos negativos hay muchas lecciones que debemos aprender.

- ¿Qué aprendieron y qué cambios hubo tras este caso?

- El mal existe siempre. El cambio es que ahora la Iglesia enfrenta de otra manera este mal, lo hace más público, lo trata con mayor agilidad, porque una de las críticas que hubo tras el caso Karadima fue su lentitud y que las víctimas sufrieron mucho tiempo. Eso no puede volver a pasar. Estamos aprendiendo y creo que no sólo es un aprendizaje de la Iglesia, sino que de la sociedad entera: estos casos tienen que estremecernos y ponernos en una actitud de vigilancia, de prevención y también de corrección de las conductas que son desviadas. Las cometa un clérigo u otra persona.

- Otros episodios que han marcado su gestión son el intento de suicidio del sacerdote Luis Eugenio Silva y las acusaciones en contra de la madre Paula de las Ursulinas y del padre Cristián Precht.

- Lo de la hermana Paula me preocupa, pero no es un caso que me toca directamente. No tiene que ver con la jurisdicción que me compete. Diferente es el caso de los sacerdotes. Ahí yo tengo responsabilidad directa. Desde que se ordenan tengo una relación con ellos de paternidad, de pastor, de padre y de amigo. Entonces, cuando episodios como esos salen a la luz son muy duros: queda implicada la paternidad del obispo y su responsabilidad canónica.

- ¿Hay sanciones para los sacerdotes que intentan quitarse la vida?

- Sí. Son de carácter disciplinar y pastoral. Él no tiene ninguna responsabilidad en ninguna comunidad parroquial, cosa que antes sí tenía.

- Por los casos de abusos la Iglesia ha perdido apoyo y credibilidad. Lo dicen las encuestas. ¿Cómo enfrentan eso?

- Dentro de la Iglesia también está el pecado. Es una realidad y escandaliza. Es cierto que el pecado más fuerte es el que no se ve, pero hay pecados que se ven y que producen escándalo, decepción y que provocan que algunas personas digan: "Yo no quiero estar en esa realidad". Hay que ser muy honesto: si bien la Iglesia no se mide por las estadísticas, las estadísticas nos muestran que la aceptación y la confianza depositada en la Iglesia han tenido una crisis significativa.

Las misiones de Ezzati

-¿Han aumentado las exigencias para ser sacerdote?

- He trabajado en la Congregación para la Vida Consagrada, especialmente dedicado al tema de la formación de los jóvenes. Y una de las preocupaciones fundamentales de la Iglesia es la formación del clero. Hoy el ambiente y la cultura en los cuales crecen nuestros jóvenes son totalmente diversos a cuando yo me ordené. No puedo pensar en formar un sacerdote con los mismos criterios con los cuales me formaron a mí.

- En ese sentido, ¿hoy es compatible la homosexualidad y sacerdocio?

- Mientras trabajaba en la Congregación para la Vida Consagrada, entre 1991 y 1996, había toda una corriente, sobre todo de Estados Unidos, que decía que la condición de homo o heterosexual frente a la vocación era indiferente, porque todos tienen que hacer un voto de castidad y todos tienen que vivir en el celibato. Sin embargo, estudios psicológicos realizados por las mejores universidades de Europa de la época nos han dicho que la condición no es idéntica y por consiguiente no es lo mismo que alguien que tiene tendencias homosexuales aspire a vivir el ministerio de alguien que tiene una tendencia heterosexual.

- ¿Entonces usted considera que no puede haber sacerdotes homosexuales?

- La conclusión fue concreta: no había que favorecer en las personas que manifestaban inclinación homosexual el camino de un celibato consagrado. Yo comparto eso.

- ¿Hay sacerdotes homosexuales hoy en Chile?

- Puede ser que existan. De todas formas, no es la condición ideal ni lo que la Iglesia pretende que sea un sacerdote.

- Volviendo a la formación en tiempos modernos, ¿cree que se debiera discutir el tema del celibato como condición del sacerdocio?

- Siempre se ha discutido el celibato, pero se ha establecido no porque sea una obligación para aquellos que quieren ser sacerdotes, sino porque la Iglesia Latina ha optado por admitir en el ministerio sacerdotal a personas que llevan también dentro de su corazón el don de María, es decir, la entrega total a Dios. Eso exige justamente la donación total en la vía del celibato. Sacerdocio es celibato sí o sí.

- Pero se comenta que hay sacerdotes que mantienen hijos y familia. ¿Usted ha escuchado esos rumores?

- Por supuesto y puede ser que sean ciertos, no sabría decirle. Iniciando mi ministerio como arzobispo de Santiago, un sacerdote joven vino a decirme: estoy en una situación complicada en el ámbito de mi afectividad. Yo le dije: "Mira, la cosa más fundamental y más bella que puedes hacer es dejar tu ministerio y asumir tu responsabilidad". Si un sacerdote llega a concebir un hijo, su responsabilidad primera es la de atender a su hijo. Y, por ende, dejar su ministerio.

- Y si existen sacerdotes con hijos actualmente, ¿por qué no se denuncian?

- Puede ser que existan. Yo he tenido un solo caso concreto y lo he resuelto claramente diciendo cuál es la responsabilidad. Puede ser que haya casos antiguos que no se regían por esta luz que nos ha dado el Papa Benedicto, y bueno, habrá que tener paciencia con eso.

- Hace dos años el Papa lo nombró visitador de los Legionarios de Cristo, un caso que se vinculaba con muchos de estos temas. ¿Qué lecciones saca de esa experiencia y cómo las aplica hoy?

- Lo dijo el Papa Benedicto XVI: el padre Maciel fue un falso profeta. Sus palabras son muy duras, pero reflejan una realidad que no se puede repetir. La otra lección: nunca el mal es absoluto, pero tampoco se puede decir que el bien no tiene ningún defecto. Mientras estemos en la Tierra el bien también tiene defectos. Y sobre eso hay que tener atención.

"El nombre de Dios ha vuelto a La Moneda de una manera muy significativa y explícita (...) lo que hemos percibido a lo largo de estos meses es una cercanía de diálogo. A pesar de ello, no siempre hemos sido escuchados"

Un presidente católico

- Hace 10 años que no había un presidente católico en Chile. ¿Se ha notado algún cambio?

- Hay signos que revelan que es un hombre de fe. El nombre de Dios ha vuelto a La Moneda de una manera muy significativa y explícita.

- ¿Se nota el catolicismo del presidente en su programa de gobierno y en la forma en que él ejerce su cargo?

- Si yo pudiera responderle esta pregunta debería definirme como Dios, porque un juicio sobre las acciones e intenciones de los demás es solamente propio de Dios. Lo que uno puede percibir, y lo hemos percibido a lo largo de estos meses, es que hemos tenido una cercanía de diálogo. A pesar de ello, no siempre hemos sido escuchados.

- Por ejemplo, con el Acuerdo de Vida en Pareja.

- Por supuesto. En ese sentido hemos hecho presente con toda claridad cuál es la visión cristiana del hombre y de la sociedad. Nuestra tarea es proponer valores y defenderlos porque aportan al crecimiento de la sociedad. Pero al mismo tiempo somos muy respetuosos de las autoridades.

- ¿Cómo evalúa al gobierno del presidente Piñera en cuanto a temas valóricos?

- Primero que nada, para nosotros los temas valóricos no son sólo aquellos que tienen que ver con sexualidad. Mandamos a hacer un estudio y dice que más del 80% de nuestras reclamaciones no se refieren a ese tema. Se refieren a la justicia, a la educación, a la pobreza, a la salud, a la situación de los pensionados. Para nosotros es fundamental, por ejemplo, el tema de la justicia social. Para nosotros es indispensable que se reflexione sobre las graves injusticias que existen en el ámbito de las diferencias tan enormes, tan escandalosas que se dan en el país. Esos son temas valóricos. Nos preocupa el tema de los niños abandonados en la calle. Nos interesa la familia. Nos interesa que la vivienda sea un espacio donde se pueda crecer en el amor y donde los hijos puedan encontrar el espacio para crecer como personas.

-¿Cuál es su evaluación del gobierno en estos temas?

- Creo que hay una intención óptima. Pero tanto en este tema como en otros hemos hecho algunas sugerencias. En educación, por ejemplo, a nosotros nos interesa fundamentalmente qué significa educar: educar para que la persona se desarrolle plenamente, para que la persona se desarrolle en comunión y solidaridad con los demás, para que todos tengan acceso a una educación de calidad. Yo he dicho que lastimosamente pareciera que el tema de educación se está resolviendo, o entre comillas resolviendo, simplemente como un tema de presupuesto.

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