Por Alejandro Barrera Septiembre 15, 2011

Opinantes y más participativos

•Sin duda, 2011 ha estado marcado por las movilizaciones y la utilización del espacio público por los jóvenes. La calle y, principalmente las redes sociales han sido los lugares centrales para sus manifestaciones. Aquellos entre 18 y 29 años se han tomado estas áreas, marcando un verdadero punto de inflexión respecto a lo que sucedía hasta hace sólo un año.

•Así lo reflejan los resultados de la Tercera Encuesta sobre Jóvenes y Participación Periodismo UDP-Feedback. La participación juvenil no sólo es superior cuando se compara con los grupos de treinta años o más, también es considerablemente mayor que los resultados obtenidos para ese mismo segmento en la versión 2010 de este estudio. En sólo 12 meses, la asistencia a marchas subió de 14% a 32%; el uso de redes sociales para opinar sobre temas de interés nacional de 36% a 44%; y la difusión de materias de interés público a través de correo electrónico de 22% a 27%.   

•Además, los niveles de expresión pública de los jóvenes son muy  superiores al resto de la población. Sólo dos datos: mientras la asistencia a manifestaciones en la vía pública llega a 32% en este grupo, en la población general la cifra cae hasta 10%. Asimismo, el 44% de los jóvenes ha opinado en redes sociales sobre temas de interés público, más del doble que en el resto de la población.

•Pero más allá de la coyuntura, esta mayor expresión en el espacio público parece tener explicaciones más profundas: estamos frente a una nueva generación, que tiene niveles de autocensura mucho menores que sus padres y abuelos. Los jóvenes que se criaron en democracia tienen menos problemas con el disenso y el debate. De hecho, mientras el 36% de los mayores de 30 años adhiere con que "cuando no estoy de acuerdo con los demás prefiero seguirles la corriente o no discutir", la cifra en aquellos entre 18 y 29 años cae al 22%. Lo mismo sucede respecto a los tipos de personas con que se conversa o discute: mientras el 44% de los adultos asegura que es mejor hacerlo sólo con los amigos, entre los jóvenes un  30% concuerda con esta afirmación.

•Estas diferencias tienen una fuerte relación con los procesos de socialización vividos por cada generación. Los jóvenes aseguran que en su infancia pudieron expresar desacuerdos con sus padres (53%) y profesores (51% ) de manera mucho más habitual de lo que reportan los adultos (34% y 37%, respectivamente). De esta manera, durante los últimos 20 años  hemos asistido al debilitamiento de un modelo de "comunicación autoritaria" entre los jóvenes y sus figuras de "respeto".

•Si bien la participación juvenil ha aumentado, esta conducta no se produce de forma homogénea en la población. Los sectores de clase alta y media se movilizan con más intensidad que los grupos más pobres. Por ejemplo, mientras el nivel de asistencia a marchas públicas de los grupos socioeconómicos ABC1 (clase alta) y C2 (clase media) se ubica en torno al 40%, en los segmentos C3 (clase media baja) y DE (clase baja) es inferior. Diferencias mayores se observan en el uso de tecnologías que permiten expresar opiniones, como Facebook, blogs o correos electrónicos, aunque esto último también está vinculado con las posibilidades de acceso a estas plataformas.

•Pero la mayor movilización que han mostrado los jóvenes durante 2011 no se traslada automáticamente a todos los frentes. Todavía existen varios ámbitos en que los adultos participan más. Es el caso de las actividades para mejorar la calidad de vida de los más pobres, defender a los consumidores o resolver problemas comunales. En cada una de estas instancias, el vínculo de los adultos supera por mucho al de los jóvenes, quienes muestran ser altamente selectivos en los temas que salen a defender o en que deciden involucrarse.

•Así, la preocupación del grupo entre 18 y 29 años por los temas de interés común no se traspasa directamente a la actividad política electoral: sólo el 48% de los jóvenes afirma estar dispuesto a votar en las próximas elecciones presidenciales, cifra muy inferior al 70% que se registra en el resto de los entrevistados.  Con todo, entre los jóvenes de altos ingresos la disposición a votar es marcadamente más alta, cuestión que se repite al analizar las características de los inscritos en los registros electorales que pertenecen a este rango de edad.  

Protesta digital

•Si bien Facebook es el medio social online más utilizado por los jóvenes en Chile (86% dice estar registrado), es interesante observar de qué manera este espacio se ha convertido en un centro de actividades de socialización, expresión y generación de contenidos. Tanto para contactar amigos (97%), chatear (92%), subir fotos (86%), videos (53%) y enlaces (72%), como para expresar opiniones sobre temas políticos (58%), los jóvenes chilenos -al igual que sus pares de otros países- utilizan Facebook para compartir con otros y complementar su vida social.

•Estas actividades son parte de la vida cotidiana de los jóvenes:  7 de cada 10 dicen visitar el sitio diariamente por un promedio de 3 horas. Si bien son más mujeres (88%) que hombres (85%) las que están registradas en esta red social, estos últimos visitan el sitio con mayor frecuencia todos los días. Así, la vida social de los jóvenes chilenos no se concibe sin Facebook. Aunque cabe preguntarse qué entienden los jóvenes por "amigos" cuando en promedio dicen tener más de 300 en esta red social.

•Pero la vida social online de los jóvenes también incluye el uso de otros medios y plataformas. Ya sea para generar o compartir contenidos, Twitter y YouTube son dos ejemplos que complementan a Facebook. En el caso de Twitter, un 21% de los jóvenes encuestados ha creado una cuenta. De ellos, un 37% la visita todos los días por casi 5 horas para: leer (89%), escribir comentarios (80%), opinar sobre temas políticos (61%) y compartir links de artículos o noticias (58%). Es interesante observar que -en comparación con los adultos- son menos los jóvenes que poseen cuenta en Twitter, al igual que el tiempo que permanecen conectados.

•En el caso de YouTube, el 41% de los jóvenes está registrado, y un 59% dice visitar el sitio  diariamente por un promedio de 2,5 horas. Eso sí, es posible observar que tanto Twitter como YouTube son plataformas utilizadas con mayor frecuencia por hombres que por mujeres.

•¿De qué manera se complementa la expresión y participación política de los jóvenes con el uso de redes sociales y medios online?  Tomemos el ejemplo de HidroAysén. Es interesante ver cómo las redes sociales emergen como espacio y herramienta para la participación política y el ejercicio de la ciudadanía. El 70% de aquellos entre 18 y 29 años dice estar en desacuerdo con la construcción de la hidroeléctrica, y si bien la mayoría se informó del asunto principalmente por TV (96%), un 61% lo hizo a través de redes sociales, y 65% en sitios de noticias en internet.

•En términos de difusión, fueron más los jóvenes que intercambiaron información sobre HidroAysén en redes sociales (42%) y se unieron a un grupo en Facebook  (35%) que aquellos que declaran haber protestado en las calles (22%). Un dato relevante es que -tanto en las redes sociales como en las calles- fueron los jóvenes de sectores medios (principalmente C2) los que más participaron. Ya sea para socializar posiciones sobre el conflicto, como para estimular la salida a las calles. La protesta online complementa la conexión con los asuntos públicos y las prácticas de participación política de los jóvenes.

La ley de la calle

•El mayor grado de participación que han tenido los jóvenes durante este año queda de manifiesto en el nivel de compromiso con el movimiento estudiantil mostrado. Una de las claves de este fenómeno es, precisamente, el uso de las redes sociales para adherir, organizarse e informarse sobre éste.

•Así, vemos que a pesar de que la televisión sigue siendo el medio de comunicación más relevante para informarse sobre el conflicto (98%), internet y las redes sociales (68%) prácticamente alcanzan niveles similares a  la radio (72%) y los diarios (70%). Entre los jóvenes, el nivel socioeconómico C2 destaca por usar un abanico de medios mayor que el resto de los segmentos. La TV, por su parte, se vuelve más importante hacia los niveles socioeconómicos más bajos, teniendo un efecto inverso al de las redes sociales y medios online.

•Respecto a la participación efectiva en las movilizaciones, un tercio de los jóvenes declara haber participado en marchas o manifestaciones públicas, mientras que un 39% asegura haberse unido a un grupo en Facebook, y un 45% haber difundido información en redes sociales.

•Con todo, y más allá de la participación efectiva en el movimiento, las demandas estudiantiles son ampliamente apoyadas por todos los grupos etarios y socioeconómicos del país: entre los jóvenes el respaldo llega al 92%, y en los adultos alcanza el 84%. Ahora, existen diferencias en el grupo de entre 18 y 29 años: el apoyo al movimiento estudiantil tiende a ser creciente hacia los niveles más bajos, llegando a 97% en el segmento DE.

•En cuanto a las manifestaciones encabezadas por los estudiantes, éstas tienen un respaldo levemente menor que las demandas que las inspiran. Entre los jóvenes, las manifestaciones son apoyadas por un 84%, mientras que entre los adultos el porcentaje llega a 76. Coherente con los datos anteriores, entre los jóvenes vemos que el apoyo a las manifestaciones es creciente hacia los niveles socioeconómicos más bajos (88% en el DE) y también tiende a ser mayor entre los hombres (89%) que entre las mujeres (78%).

•La evaluación de los participantes involucrados en el conflicto favorece claramente a los estudiantes. Los actores mejor evaluados son los estudiantes universitarios (con una nota promedio de 5,5), los dirigentes universitarios (5,4) y los estudiantes secundarios (5,2). Entre los peor evaluados están el ex ministro de Educación Joaquín  Lavín (2,3), el presidente Sebastián Piñera (2,5) y el actual ministro del ramo, Felipe Bulnes (2,8).

•Un dato interesante es la evaluación de los medios de comunicación: reciben mejor calificación que las autoridades (promedio 4,7). Esto puede asociarse a una percepción mayoritaria de que no han favorecido ni al gobierno ni a los estudiantes en la cobertura del conflicto, si bien existe una sensación de imparcialidad, es menor entre los jóvenes (44%) que entre los adultos (50%).

Los resultados de la encuesta en gráficos (1), aquí

Los resultados de la encuesta en gráficos (2), aquí

Los resultados de la encuesta en gráficos (3), aquí

La generación movilizada

Liberales a medio camino

•¿Son los jóvenes más liberales que sus padres? Aunque tras una lectura inicial los primeros parecen más progresistas al opinar sobre los principales debates valóricos, como matrimonio homosexual, legalización de la marihuana o religión, lo cierto es que en otras materias complejas -aborto o la posibilidad de que parejas del mismo sexo puedan adoptar- tienen un discurso similar al de los adultos. En todas las temáticas, son los jóvenes de  clase media -C2- quienes tienen un perfil marcadamente liberal.

•Donde existe mayor contraste generacional es en el tema de la marihuana. Un 56% de los jóvenes apoya la legalización de esta droga para consumo personal, en contraste con el 27% de los adultos. Quienes son más abiertos en este tema son los hombres (64,3% de respaldo), mientras que en las mujeres el apoyo alcanza un 47,3%. Los polos socioeconómicos son los menos liberales frente a la droga: el ABC1 y  DE se dividen en partes iguales entre quienes apoyan o rechazan la legalización, mientras que en el C2 se registra un 61% de respaldo.

•Considerando la alta convocatoria de las marchas a favor de los derechos homosexuales y la visibilidad que el tema ha adquirido en la prensa en los últimos años, no es sorprendente que los estratos jóvenes respalden mayoritariamente una ley que permita el matrimonio entre personas del mismo sexo (54%). La cifra supera ampliamente el 31% de respaldo a la idea entre los mayores de 30 años. Aquí son las mujeres (58,3%)  quienes aprueban con mayor fuerza que los hombres (49%) las demandas de la comunidad gay. El C2 nuevamente es el estrato más liberal (61%), mientras que el DE (48%) es el único que no da un respaldo mayoritario al matrimonio homosexual.

•Pero al avanzar un paso más y preguntar sobre la adopción de hijos por parte de parejas del mismo sexo, el respaldo de los jóvenes baja drásticamente. Sólo un  36% lo apoya, mientras que el rechazo llega al 60%. En cualquier caso, el índice es más alto que entre los adultos, donde un 19% respalda esta opción.

•Un tema  en donde jóvenes y adultos coinciden es en el debate sobre la legalización del aborto terapéutico. Allí un 76% de los consultados menores de 29 años está de acuerdo en que se permita la interrupción del embarazo cuando corre peligro la vida de la madre o cuando el feto no tiene posibilidades de sobrevivir. En los adultos, el respaldo alcanza un 77% y un 79% para cada caso. Quienes más apoyan esta medida son el estrato C3 y las mujeres jóvenes (84% a favor).  Sin embargo, permitir el aborto sólo por decisión de la madre sigue siendo una idea rechazada por la mayoría. Un 20% de los jóvenes estaría de acuerdo en autorizarlo cuando se trate de un embarazo adolescente no deseado, contra un 23% en los adultos. Dónde sí se registran diferencias generacionales es en la posibilidad de permitir el aborto cuando se detectan malformaciones congénitas: un 55% de los jóvenes aprueba esta idea (el mayor rechazo se registra en los sectores DE con un 50%). Entre los adultos un 68% está a favor de legislar sobre el tema.

•Las nuevas generaciones son también menos religiosas que sus padres.  Un 49% se declara cercano a la religión católica, aunque la cifra sube en el estrato de jóvenes ABC1 (59,8%).  En contraste, un 60% de los  adultos se identifica con el catolicismo. Los índices se alejan de los registrados en el último censo del 2002, donde se contabilizó un 69,9% de católicos. Entre los jóvenes, un 26% dice no sentirse identificado por ninguna religión y un 4% afirma ser agnóstico o ateo. Esto principalmente en el sector ABC1, donde un 32% pertenece a alguna de esas categorías.  Entre los adultos, en cambio, sólo un 14% dice no tener religión y un 2% se considera ateo o agnóstico. Al contrario de los católicos, en donde se marcan las diferencias entre jóvenes y  adultos, los evangélicos y protestantes parecen seguir mayoritariamente la religión de los padres: un 19% de los adultos y un 16% de los jóvenes se identifican con estas creencias. Principalmente las mujeres menores de 29 años (18%) y los grupos socioeconómicos DE (28%).

Más resultados, aquí

La generación movilizada

Confiados en sí mismos, pero no en el resto

•Al igual que la medición del año pasado, lo que más sorprende en los datos arrojados por la encuesta es el optimismo que muestran los jóvenes a la hora de evaluar sus posibilidades de progreso social. El 79% de ellos cree que tendrá una mejor situación económica que sus padres y, al mismo tiempo, el 87% piensa que sus hijos llegarán a tener una mejor situación que ellos mismos. Los datos de la encuesta muestran que el optimismo es mayor en los sectores más altos: mientras un 66,2% del estrato ABC1 opina de esta manera, en el DE este porcentaje alcanza 54,9.

•En esta misma línea, un 67% de los jóvenes consultados concluye que los pobres podrían salir de su condición de pobreza si se lo propusieran. Lo sorprendente aquí es que el GSE DE es el sector que está más de acuerdo con esto (54,6%), mientras que en el ACB1 esta cifra alcanza un 32,4%.

•Las cifras son concluyentes: no hay confianza ni en las personas ni  en las  instituciones. Menos de la mitad de los jóvenes (38%) cree que se puede confiar en los otros, mientras que un 59% afirma lo contrario.  Al desglosar esta pregunta por grupos socioeconómicos, las diferencias saltan a la vista: mientras un 68,8% del GSE ABC1 dice que sí se puede confiar; en el C3 esta cifra sólo alcanza un 33,2%, y en el DE un 38,1%. Por sexo, aunque también hay diferencias, son menos pronunciadas: el 55,1% de los hombres dice que no se puede confiar, mientras que en las mujeres la cifra alcanza el 62,9%.

•En cuanto a las instituciones más creíbles, para los jóvenes los más destacados son los medios de comunicación (41%). Les sigue Carabineros, con un 39%, siendo ésta la institución más valorada por los adultos (55%). En tanto, que los partidos políticos y parlamentarios son quienes reciben la peor evaluación: su porcentaje de confianza no supera el 6 entre aquellos menores de 29 años.

•Esto se deja entrever en la mala calificación que dan al gobierno de Sebastián Piñera. Al preguntarles cómo se sienten respecto a esta administración, el 50% de los jóvenes encuestados dice estar preocupado; el 43% enojado; el 46% indignado; y sólo un 10% asegura sentirse orgulloso. En los adultos, los porcentajes son similares.

•Aunque no existe una percepción negativa hacia los extranjeros, al igual que el año pasado, la situación cambia a la hora de hablar de trabajo. En 2010, la mayoría de los encuestados entre 18 y 29 años (83%) sostuvo que en tiempos de alto desempleo debiera dárseles prioridad de contratación a los chilenos en vez de a los foráneos. Este año, aunque esa opción sigue siendo mayoritaria, baja ostensiblemente al 68%. La idea en todo caso cobra mayor fuerza en los grupos socioeconómicos más bajos: mientras en el ABC1 el 56,4% de los jóvenes está de acuerdo con esta aseveración, en el DE recibe un 72,2% de respaldo. Estos datos reflejan que en una coyuntura económica compleja y con altos niveles de cesantían se podría acentuar la xenofobia.

•El sostenido desarrollo económico que Chile ha tenido en los últimos 25 años ha provocado un cambio en las prioridades de sus  habitantes, especialmente entre los más jóvenes. Puesto a elegir, este grupo prefiere mayoritariamente privilegiar un incremento en la participación (52%) en vez de mantener una tasa alta de crecimiento económico (38%). En los adultos la tendencia es a la inversa.

Más resultados (1), aquí

Técnica: Encuesta cara a cara. // Tamaño de la muestra: 1.737 casos (1.014 de población entre 18 y 29 años, y 723 de personas de 30 años o más). Margen de error de +-2,4% para las estimaciones sobre el total de la muestra, considerando un nivel de confianza de 95% y varianza máxima (bajo supuesto de muestreo aleatorio simple). // distribución de la muestra: 631 casos en la Región Metropolitana, 545 casos en la Región de Valparaíso y 561 casos en la Región del BíoBío. // Diseño de la muestra: probabilístico, estratificado con fijación aproporcional a nivel de región. //Universo representado: habitantes de los principales centros urbanos de las regiones de Valparaíso (Valparaíso y Viña del Mar), BíoBío (Concepción y Talcahuano) y Metropolitana (Gran Santiago).// Unidad de muestreo: hombres y mujeres mayores de 18 años, residentes permanentes en el hogar. // Trabajo de campo: entre el 19 de agosto y el 6 de septiembre de 2011.// Ajuste de diseño: resultados ponderados por sexo, edad y región, según proyecciones poblacionales del INE para 2011.

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