Por Ana María Sanhueza Junio 30, 2011

© José Miguel Méndez

Desde que dejó de ser el fiscal jefe de la zona Oriente, el pasado 22 de mayo, Xavier Armendáriz (49) literalmente se acuarteló en el tercer piso de la 14ª Compañía de Bomberos de Santiago, ubicada en Tobalaba, a pasos de Providencia y conocida como The British and Commonwealth Fire and Rescue Company. En ese lugar, el serio Armendáriz, miembro del comité de disciplina del cuartel, claramente se siente como en su casa: en sus tres décadas como bombero -ingresó en 1982- vivió allí durante cinco años mientras integró la guardia nocturna.  De hecho, hace apenas una semana que se sacó la corbata y partió raudo a apagar un incendio a Hernando de Magallanes con Martín Alonso Pinzón. Fue su última salida a terreno como rescatista.

En esa compañía, rodeado de imágenes de carros bomba y saltón ante el sonido de la radio que lo pueda alertar de  una emergencia, por estos días prepara el relanzamiento de su carrera en el mundo privado, tras 20 años repartidos entre el Poder Judicial y el Ministerio Público. Porque Xavier Armendáriz empezará su nueva vida como decano de la Facultad de Derecho de la Universidad San Sebastián (USS), cuyo moderno edificio se ubica en diagonal a la Escuela de Derecho de la Universidad de Chile, donde él se formó. "Fue una oferta que no esperaba, que apareció días después de que me fui de la fiscalía. Acepté porque me pareció un proyecto potente, claro, definido en términos educacionales y valóricos".

En rigor, Armendáriz pudo ser fiscal  de la zona Oriente hasta septiembre de este año. Pero tal como su amigo, el ex fiscal regional de Santiago Sur Alejandro Peña, renunció con antelación. A diferencia de Peña, que dimitió en medio de una polémica tras aceptar una oferta del Ministerio del Interior, Armendáriz dejó su cargo sin tener claro lo que venía: "No quise mezclar mi salida con algún otro tema". Su primera opción fue volver al Poder Judicial -en sus comienzos fue secretario de un tribunal en Río Negro y juez del crimen en Santiago- y evaluó postular al mismo trabajo que tenía antes de ser fiscal:  relator en la Corte Suprema. En eso estaba cuando lo llamaron de la universidad.

Las clases no son su único proyecto. En los próximos meses Armendáriz volverá a tramitar en los tribunales: montará un estudio jurídico junto a un grupo de abogados amigos. "Es gente con mucha experiencia en la reforma", dice muy serio y con el tono parco que lo caracteriza, el mismo con el que hace siete años se le vio en vivo por televisión mientras litigaba en Temuco para lograr la  condena por abuso sexual de menores del ex senador Jorge Lavandero. La causa lo catapultó como una figura clave de la Reforma Procesal Penal. Al punto de que en 2007 su nombre sonó como el sucesor natural de Guillermo Piedrabuena para dirigir la Fiscalía Nacional. Pero el cupo lo ganó Sabas Chahuán.

-¿Fue muy desmoralizante que no lo eligieran?

-Si hay algo que los fiscales desarrollamos en los tribunales y en la vida diaria, es una buena capacidad de frustración. Obviamente que me hubiese gustado ser fiscal nacional. No lo logré, pero seguí haciendo mi trabajo. Ser fiscal fue una maravillosa oportunidad profesional de la que estoy  muy agradecido. Además, tuve la suerte de tener un gran equipo humano y profesional.

Armendáriz aplaude la reforma que le tocó liderar. Pero tiene una crítica. "Aún hay bolsones de impunidad para ciertos delitos, en especial los de la familia de los robos. Eso se mejora  logrando mayores tasas de esclarecimiento. Tan simple como eso".

"Si hay algo que los fiscales desarrollamos en los trib unales y en la vida diaria, es una buena capacidad de frustración. Obviamente que me hubiese gustado ser fiscal nacional. No lo logré, pero seguí haciendo mi trabajo".

-¿Y qué opina de que en 10 años  los presos en Chile se duplicaran?

-Este sistema penal está produciendo más condenas que las  que deben ser cumplidas sin cárcel. Hoy  (después de la reforma) no sólo tenemos más personas presas en términos brutos,  sino que, además, más de ellas están cumpliendo condenas y no esperando en prisión preventiva su sentencia.

-¿Es partidario de medidas aternativas a la cárcel?

-Un sistema que basa su respuesta penal en que cada infractor de ley sea encarcelado, es desquiciante y caótico. La cárcel  hay que dejarla para los delitos más graves o  para los reincidentes. Además,  hay otro punto muy importante: la realidad carcelaria chilena no es capaz de garantizar una vida digna a la persona que es privada de libertad. Y uno tiene una suerte de herida en el alma de no poder garantizarle un trato digno. Es por eso que miro con simpatía iniciativas como el indulto, pero siempre que sea bien estudiado.

De Lavandero a la Quintrala

Poco amigo de la exposición pública, mientras  Xavier Armendáriz fue fiscal jefe de la zona Oriente fueron escasas las veces que enfrentó voluntariamente las cámaras y las grabadoras -su modelo de fiscalía siempre tuvo de protagonista al vocero Mario Schilling-, pese a que en sus ocho años en el cargo dirigió varios de los casos de mayor connotación pública de la nueva justicia.

Además de las pesquisas contra Lavandero en 2005,  Armendáriz también lideró la investigación en contra del ex ejecutivo Jorge Tocornal, condenado por abuso de sus dos hijos; las denuncias de irregularidades en Chiledeportes; el proceso contra María del Pilar Pérez ( la Quintrala); las denuncias contra el sacerdote Fernando Karadima (antes de que pasaran a la antigua justicia) y las indagaciones por el caso bombas. Por su rol en esta última  causa fue duramente cuestionado al no formular cargos en contra de los llamados anarquistas, como sí lo hizo  Peña al poco tiempo y con los mismos antecedentes.

-¿Cómo sintió las críticas por el caso Bombas?

-A mí me parece bien que se critique el trabajo de la fiscalía, que exista debate. Las críticas hay que analizarlas para hacer un trabajo mejor. Pero lo que no se puede hacer es reaccionar en base a ellas. El caso bombas aun está abierto. Por ello, el momento para analizarlo es al final. Pero debe dejar lecciones al Ministerio Público.

-Partió con el caso Lavandero ¿de qué manera lo marcó ese proceso? ¿fue su caso más importante?

-Primero, no hay ningún caso que sea más importante que otro. Distinto es si hablamos de los más mediáticos. El caso Metrenco, porque así lo llamamos nosotros, no fue difícil. La dificultad estuvo en que la investigación la hicimos solo los fiscales, salvo algo que realizó la Policía de Investigaciones, que ubicó a algunas personas, y otras pericias del OS 9 de Carabineros, que hizo un muy buen trabajo. Pero fue fácil en el sentido de que gracias al fiscal Rodrigo de la Barra, que fue muy perspicaz, ubicamos a los niños (víctimas de abuso), el mismo día que llegamos a la zona. Lo complicado fue la posición social, política y económica del imputado.

"Para mí, el caso Lavandero fue asimétrico en términos del poder y fuerza del imputado versus el poder y la fuerza de las víctimas. Pero finalmente, como dijo el abogado querellante Julián López, creo que fue el triunfo de la verdad frente al poder".

-¿Qué recuerdos tiene de ese proceso?

-Este era un caso en que se había investigado sin que se llegara a ningún antecedente. En ese sentido, fue una investigación que tuvimos que armar nosotros allá, porque no sabíamos qué terreno pisábamos en Temuco ni a qué atenernos ni en quién confiar.  Con los fiscales íbamos de un lugar a otro, de casa en casa, persona por persona.

-¿Cómo fue el acercamiento a los niños?

-Lo complicado fue interrogarlos. Cuando llegamos a su casa, nos abrió la puerta uno de ellos. Eso nos tomó por sorpresa. Fue muy difícil, porque hay que ponerse en la situación. Afortunadamente estaba la madre de los niños (eran tres hermanos). Recuerdo que apenas salimos de la casa, sabíamos que ahí había un caso para investigar. Lo mismo nos dijo el fiscal Rodrigo Mena respecto de una niña que ubicó allá.

Para mí, el caso Lavandero fue asimétrico en términos del poder y fuerza del imputado versus el poder y la fuerza de las víctimas. Pero finalmente, como dijo el abogado querellante Julián López, creo que fue el triunfo de la verdad frente al poder.

Pese a que ha tenido que investigar decenas de causas diferentes, las denuncias por abusos sexuales han marcado parte importante de la carrera de Armendáriz. Al caso Lavandero, posteriormente se añadieron los procesos Tocornal y Karadima. "Desgraciadamente, los abusos sexuales no tienen lugar ni clase social. Cuando fui secretario del Juzgado de Río Negro me tocaron casos de abusos de menores y también de mayores. Luego en Valdivia, y también como juez en Santiago", cuenta Armendáriz. Y añade: "Es muy difícil la situación de llegar donde un niño que fue abusado. Porque desgraciadamente el sistema hace que se tenga que volver a escarbar en la herida. No todas las personas son iguales. Para algunas, ése es un proceso de sanación, para otras, una doble victimización evidente".

-¿Y cuál es su conclusión?

-Desgraciadamente, en la mayoría de los casos que me ha tocado ver, es casi inevitable que  haya  una doble victimización. Vuelves a causar daño  y dolor a la víctima, porque por más que te rodees de especialistas , por más que sigas los dictados de la gente que sabe de sicología, de tratar con víctimas y de la experiencia que uno pueda tener,  siempre vuelves a escarbar en la herida.

Relacionados