Por Ana María Sanhueza Junio 2, 2011

Sábado 28 de mayo. Son las 14:00  y el ecologista Luis Mariano Rendón (48) se pasea inquieto por  la FECh. Viste jeans y una chaqueta de mezclilla bien planchados. Allí afina los últimos preparativos antes de partir a la marcha contra HidroAysén, que convocó en la Alameda  junto a una decena de organizaciones . De un lado a otro van y vienen estudiantes voluntarios que, vestidos de blanco, vigilarán en los alrededores de La Moneda que no haya desmanes, como ocurrió en la anterior protesta, en la que un skater hirió gravemente a un carabinero.

De pronto, cuando restan apenas 15 minutos para que el camión con el lienzo que dice "Patagonia sin represas" salga rumbo a Plaza Italia, y como si fuera un mago, Rendón saca de los bolsillos de su chaqueta dos enormes banderas verdes. Una se la cuelga al cuello; la otra la amarra al camión.

A ratos se ve tenso. Lleva al menos una hora sin esbozar una sonrisa. Arriba del  camión, y ya instalado en Plaza Italia, mira constantemente la hora y se percata de que no hay más de 2 mil personas. Son pasadas las tres de la tarde, la hora en que convocó a la manifestación por la prensa y las redes sociales.

Pero de un minuto a otro su cara se ilumina: a lo lejos se escuchan miles de voces gritando consignas contra HidroAysén y una ola de manifestantes repleta el sector. Respira aliviado.

El camión avanza rumbo a La Moneda y el líder de Acción Ecológica baja a la calle y comienza a marchar detrás del lienzo como un manifestante más. En el trayecto, muchos lo paran para tomarse fotos con él. Poco rato después será uno de los tantos oradores que hablará  a las masas.Por el parlante sale una voz que denota experiencia: "Compañeros y compañeras. Un mensaje: el pueblo de Santiago y de Chile ha salido a rechazar HidroAysén en todas las ciudades del país. Piñera tiene que escuchar y si no escucha, tendremos que empezar a preparar un gran paro nacional", vocifera Rendón con potencia. Saca aplausos, vítores en la centena de personas que oyen su arenga.

"¡Bien dicho! ¡Muy bien dicho!", grita desde el público una mujer. Más de una hora después, y ahora en Plaza Italia, se le acercará para tomarse una foto con él.

Un Megáfono y Blackberry

Hace un mes, pocos días antes de que comenzaran las masivas protestas en contra de HidroAysén, Luis Mariano Rendón se vio obligado a desembolsar $ 40 mil  en un nuevo megáfono. El anterior, que lo acompañó durante años en decenas de batallas callejeras -la última fue por el rechazo a la construcción de la termoeléctrica Barrancones- era de apenas de 25 watts, 10 menos de los que tiene su reciente adquisición. En los últimos 30 días Rendón también cambió su viejo y sencillo celular por un BlackBerry, cuya conexión a internet ha sido clave en las multitudinarias protestas que ha liderado como uno de sus más importantes voceros.

El BlackBerry y su nuevo megáfono son excepciones en la vida de Rendón: no es un tipo que se meta la mano al bolsillo con facilidad.

Al contrario. Por ideología -un fundamentalista, un radical, un consecuente, un dogmático, según muchos que lo conocen desde la universidad- los verbos comprar y consumir le provocan a lo menos una profunda arruga en la frente, salvo que sea estrictamente necesario. Y, para un activista, estos nuevos elementos son artículos de primera necesidad. Tanto como su bicicleta y el par de banderas verdes que siempre guarda en los bolsillos de su chaqueta.

Fiel a su discurso anticonsumo, Rendón aún conserva unos bototos que tiene desde 1984. También, para las pocas veces que va como abogado a los tribunales -el pasado martes 31 representó a una víctima de violencia intrafamiliar en la Corte de Apelaciones-, usa la misma chaqueta marca Johnson's que compró en 1992. "El consumo esclaviza. No hay una escena más triste que un hombre que dedique su vida a lavar la camioneta 4 x 4 en vez de estar con sus hijos o leyendo un libro. Mi consigna es la sencillez porque libera", dice minutos antes de entrar al alegato. De pronto, un funcionario judicial que lo ve pasar, pregunta en voz alta: "¿Ése es el mismo señor de las manifestaciones?".

Cambio de bandera

Para quienes conocen a Rendón desde la universidad, verlo encabezar las marchas contra HidroAysén ha sido prácticamente un déjà vu de los 80. Sólo con una diferencia. "Es el mismo de siempre, pero cambió el color de la bandera: pasó de la roja a la verde, del marxismo leninismo al ecologismo", dice un ex comunista que militó con él.

En la prehistoria del líder de Acción Ecológica, un movimiento creado por él hace una década, está el relato de un estudiante comunista que vivía con su abuela y que, en el living de la casa, ella tenía colgada una foto de la junta militar que presidía Augusto Pinochet. Rendón, que estudió en el Instituto Nacional, es el mayor de cuatro hermanos. Su padre es contador y su madre -que murió cuando él entró a la universidad- era inspectora del Liceo Carmela Carvajal. Era una familia de derecha.

 

El agitador

Entró a Derecho en 1983, el año que empezaron las protestas contra Pinochet. Locuaz y filoso, aprovechó el examen oral de admisión para "evangelizar"  a la comisión de profesores, todos partidarios del régimen militar, contra el capitalismo. Es lo mismo que hace hoy desde la ecología cuando ve a alguien usando una bolsa de plástico que no se biodegradará en décadas.

Mientras cursaba segundo año entró a las JJ.CC. Por su personalidad -era incontinente verbal y algo díscolo, exactamente como no tenía que ser un comunista en esa época- al comienzo desconfiaron de él. Sólo dos meses después le entregaron su carné de militante y su chapa política: Ariel. Rápidamente se convirtió en un importante dirigente universitario. Le encargaron un rol que se parece mucho a lo que hace hoy: agitador de masas.

"Rendón era de posiciones dogmáticas, bien cuadrado y muy inteligente. Era capaz de poner la revolución por sobre pasarlo bien", recuerda un ex compañero de Derecho.

En 1987, jugó un importante rol en la oposición al ex rector designado por Pinochet, José Luis Federici. Dos años más tarde fue secretario general de la FECh -el presidente era el hoy diputado PPD Marco Núñez-, convirtiéndose en el primer comunista después de muchos años en llegar a esa federación.

"Era un excelente dirigente y siempre tuvo la particularidad de decir de frente las cosas", dice Gonzalo Rovira, ex presidente de la FECh en 1986, y añade: "No transaba en nada. Estoy seguro que 20 años después es el mismo y que en su casa no debe haber ni un  vaso desechable".

Su mundo privado

A comienzos de los 90, cuando empezaba la transición a la democracia, Rendón fue uno de los primeros en abrazar el ecologismo, justo en momentos en que los ex líderes de los  80 ocupaban cargos políticos y sus compañeros de curso entraban a las mejores oficinas de abogados.

Él, en cambio, desde distintos movimientos ha intentado poner sus temas en la agenda. En los 90 solía enviar faxes a la prensa casi todas las semanas; también llamaba a conferencias de prensa de escasa convocatoria. Y ha cometido temerarios actos contra autoridades, con los que sí ganó titulares: dos veces interrumpió al ex presidente Lagos y, en  2003, el entonces ministro de Vivienda, Jaime Ravinet, lo agarró del cuello y lo empujó para evitar que  tomara el micrófono con el que hablaba durante la entrega del Premio Nacional de Urbanismo.

Rendón dejó el PC poco después de la caída del muro de Berlín, en medio de la crisis que hubo en las JJ.CC. por la postura crítica que tomó el partido frente al gobierno de Aylwin.

Pronto se unió al Partido Democrático de Izquierda (PDI), que formaron ex PC como Fanny Pollarolo, Luis Guastavino y Antonio Leal. Era el más joven de la directiva. Cuando se disolvió y sus militantes se fueron al PS y al PPD, Rendón optó por no entrar a ningún otro partido. Prefirió emigrar al ecologismo.Hoy, sin embargo, tiene distancia con varios miembros de ese mundo, como Manuel Baquedano y Sara Larraín. "La diferencia entre Rendón y los demás es que él es un activista de calle y el resto de escritorio", cuenta un ecologista local.

Desde Acción Ecológica -un movimiento ciudadano y sin sede que en su mejor momento ha tenido unos 50 integrantes-, ha encabezado decenas de batallas: Ralco, la industria salmonera y hasta la realización de la Fidae y el Rally Dakar.

Hoy Rendón vive de las clases que hace en la Universidad de Chile, la Andrés Bello y en la UTEM. Habita una sencilla casa en Ñuñoa. De sus paredes sobresalen dos libreros. En el más grande  se leen los títulos Historia de la ecología; Ecodefense, Reconciliación con la tierra y varios tomos de La situación del mundo, un anuario que, según él, es lectura obligatoria de un ecologista.

Allí fue donde Rendón leyó el  artículo "¿Cuánto es suficiente?", que marcó su estilo de vida. "Es una  buena síntesis de la pregunta que se tiene que hacer Chile  ¿Cuánto es suficiente de la acumulación de riqueza?", dice mientras se prepara para salir rumbo a la marcha que el pasado miércoles 1 organizó la Confech

Era su cuarta marcha en dos semanas.

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