Por Sebastián Rivas Mayo 5, 2011

"Son las tres de la mañana. Tus hijos están durmiendo. ¿Quién quieres que conteste el teléfono en la Casa Blanca?". El aviso de la campaña electoral de Hillary Clinton en 2008 reflejaba a la perfección la inquietud principal que despertaba el entonces candidato Barack Obama: un joven senador inexperto aspirando a ser presidente de Estados Unidos, la mayor potencia mundial, en un mundo peligroso. Además, su carta de presentación era su oposición temprana a la guerra de Irak.

En medio de ese panorama, Obama se aferró a una tabla clave: Afganistán y Osama bin Laden. Dijo que ése debía ser el verdadero objetivo militar estadounidense. En octubre de ese año, lanzó su mayor promesa: "Vamos a matar a Bin Laden y hacer pedazos a Al Qaeda". El domingo pasado cumplió con su palabra, se anotó el mayor triunfo militar de su mandato, y apartó de un plumazo la idea de una conducción débil.

"Esto claramente va a ser bueno para la imagen del presidente Obama, porque una de las críticas que han sido hechas es que no había mostrado un real liderazgo, en particular en política exterior. Fue una jugada arriesgada, en que se debía mostrar liderazgo y que terminó con éxito. Fue muy bueno para él, sobre todo para mejorar la confianza en sus habilidades y su juicio como comandante en jefe", es la síntesis que hace desde Washington D.C. la analista Caroline Wadhams, directora de estudios para el Sudeste Asiático del Center for American Progress.

Wadhams es una de las principales expertas en estudios de seguridad nacional estadounidense. Encabezó el desarrollo de la encuesta Terrorism Index para la revista Foreign Policy y ha viajado varias veces a Afganistán, la última el año pasado, como observadora de las elecciones parlamentarias.

-¿Qué efecto va a tener la muerte de Bin Laden sobre la imagen de Obama?

-Es una victoria simbólica, porque es una especie de símbolo de justicia para los estadounidenses. Creo que refleja bien la posición de liderazgo de Estados Unidos, mostrando que puede lograr lo que se proponga. Bin Laden ha sido un trabajo pendiente desde el 11 de septiembre de 2001, y el mayor logro de Obama es haberlo concluido. Su muerte es importante porque parte del capital de Al Qaeda eran las ideas que él representaba como un líder.

Políticas del miedo

La analista destaca que la muerte de Osama puede ayudar a que la política de Estados Unidos hacia los movimientos democráticos en los países árabes sea aún más decidida. "Al Qaeda ha sido un jugador sumamente pequeño e irrelevante en lo que ha pasado en el mundo árabe. No son parte del levantamiento, y no creo que tengan arraigo en las personas de Egipto, Túnez o Libia. Pero pienso que la muerte de Osama puede cambiar el escenario político interno de EE.UU. sobre ese tema".

"Es una victoria simbólica porque es una especie de símbolo de justicia para los estadounidenses. Creo que refleja bien la posición de liderazgo de Estados Unidos, mostrando que puede lograr lo que se proponga. Bin Laden ha sido un trabajo pendiente desde el 11 de septiembre de 2001, y el mayor logro de Obama es haberlo concluido".

- ¿Por qué?

- Ha habido una fuerte política del miedo sobre Al Qaeda y Osama bin Laden, y ese temor ha sido especialmente tomado por los conservadores estadounidenses, los que han argumentado que tenemos que ser cuidadosos sobre a quiénes apoyamos en esos países, e incluso seguir apoyando a ciertos jefes de Estado. Pienso que ha habido cierto miedo de apoyar a los movimientos democráticos por los elementos extremistas que pudiera haber en su interior. Ahora, teniendo esta victoria contra Osama bin Laden y habiendo debilitado a su organización, debería haber potencialmente una mayor apertura y respaldo.

-¿Qué debe hacer Obama con relación al proceso que se está viviendo en los países árabes?

-Creo que Estados Unidos deberá reaccionar basado en un análisis caso a caso.  La administración Obama está intentando apoyar los movimientos democráticos, reconociendo que hay muchas diferencias entre Egipto y Túnez, o entre Siria y Libia. Pero el mensaje subyacente es que apoyar a estos movimientos puede estar incluso en un interés estratégico de nuestra seguridad nacional.

La importancia de una imagen

Dos escenas demuestran la preocupación de la administración Obama sobre el manejo comunicacional de la muerte de Bin Laden. La primera, la insistencia de la Casa Blanca en destacar que el cuerpo del líder terrorista, aunque fue lanzado al mar, fue tratado acorde a los ritos islámicos. La segunda, el fuerte debate al interior del mismo gobierno sobre la conveniencia de mostrar las imágenes del cadáver y el sepelio.

-¿Hubo un cuidado especial para no herir sensibilidades en el mundo islámico?

-Se sabe que hay una batalla ideológica en curso en el mundo árabe entre los grupos más extremistas y los más moderados. En el gobierno sabían cuán potencialmente controversial podía ser la muerte de Bin Laden, y no querían crear más problemas con algo que pudiera ser considerado como una falta de respeto adicional. Trataron de mostrar todo el respeto posible en relación a la cultura religiosa y sus valores.

-¿Y cuál es el próximo desafío para Estados Unidos?

-La relación con Pakistán, sobre todo considerando su cercanía con Afganistán y los grupos que circulan por su territorio. Es de lo que todo el mundo está hablando: la ubicación del complejo de Bin Laden, por ejemplo. Un complejo enorme, valorado en más de un millón de dólares, a menos de un kilómetro de una academia militar, ¿y los paquistaníes no sabían nada de él? Estados Unidos tendrá que pensar cómo tratar con ese país, al que además asiste con ayuda financiera. No debería haber tolerancia para situaciones así.

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