Por María José Picon y Francisco Aravena F. Mayo 4, 2011

© Nicolás Abalo

Aunque restringió el ejercicio de la medicina a un par de horas los martes por la tarde, Ignacio Sánchez, un pediatra broncopulmonar que no había cumplido los 50 años cuando el Vaticano lo designó rector de la Universidad Católica, recurre a menudo a analogías médicas para explicar los problemas. Habla de diagnósticos, de tratamientos y de la importancia de la prevención. Pero los últimos meses su oficina ha parecido más un box de urgencias: luego de que el fallo del Vaticano sancionara a Fernando Karadima por abusos sexuales en febrero pasado, un grupo de ex alumnos, secundados por estudiantes de la universidad, exigieron la salida del vice gran canciller de la UC, monseñor Andrés Arteaga, uno de los sacerdotes más cercanos al ex párroco de El Bosque. El año académico estaba por iniciarse y la UC se veía salpicada por el escándalo más emblemático de la Iglesia Católica en los últimos años. ¿Cómo se operó?

Al renunciar a su puesto, Arteaga salió con elogios por su gesto. Pero quedó la sensación de que los tiempos habían cambiado no sólo para los feligreses: en la UC, un movimiento de ex alumnos se había anotado un triunfo en una institución donde el sentido de las decisiones suele tomarse desde arriba. Sánchez, el doctor que en otros casos no ha tenido miedo de aplicar tratamientos agresivos (como la venta de dos tercios del Canal 13), relativiza sin embargo la influencia de los factores externos, aunque reconoce el impacto del caso en la universidad.

"Después del fallo del Vaticano, lo que reflota con mayor fuerza no es ninguna actitud o hecho que haya realizado monseñor Arteaga, sino más bien una declaración suya en la misa de la tarde en la parroquia de El Bosque, en un momento en que esta acusación contra el sacerdote pilló a la comunidad nacional muy de sorpresa", comenta. "Pero ese movimiento -que alcanzó cerca de mil firmas, alrededor de 80% de ex alumnos y una minoría de alumnos- no fue lo significativo. Lo importante fue que el propio monseñor Arteaga y el arzobispo Ricardo Ezzati pensaron que tanto para él como para la universidad era más prudente dar un paso al costado".

"Era más prudente que (Arteaga) mantuviera una relación con la universidad como la que tiene ahora, de profesor, sin estar dentro de la visibilidad más directiva. De este modo, tendría la tranquilidad de si en algún momento tiene que asumir otros temas en este caso, podría hacerlo con mayor libertad".

"En esa semana hubo conversaciones al interior de la universidad con los profesores y los alumnos, quienes manifestaron su preocupación de que esto estaba comprometiendo a la institución", reconoce. "Pero nunca hubo una agitación interna, porque acá se conoce a monseñor Arteaga y se le reconocía por los 12 años de su aporte a la universidad".

Su opinión en el proceso, asegura, coincidía con la del arzobispo Ricardo Ezzati y con la del mismo Arteaga. "Consideramos que su distanciamiento era lo mejor para la universidad y para él mismo", explica. "Era más prudente que mantuviera una relación con la universidad como la que tiene ahora, de profesor, sin estar dentro de la visibilidad más  directiva. De este modo, tendría la tranquilidad de si en algún momento tiene que asumir otros temas en este caso, podría hacerlo con mayor libertad".

- En el reportaje "Informe Especial" se hicieron otras acusaciones contra Arteaga, respecto a la manera en que trató a los denunciantes cuando éstos acudieron a él. Da la impresión que su papel en este caso va más allá de la frase de apoyo pronunciada en misa…

-Lo anterior tendría que ser motivo de las investigaciones que se están llevando a cabo. Efectivamente, eso es lo que se ha planteado, pero lo objetivo es que contra monseñor no hay ningún juicio ni por acción ni por omisión, ni en los tribunales ni tampoco a nivel eclesiástico. Ahora, yo no tengo por qué dudar que esas declaraciones hayan sido hechas puedan ser reales. Pero me parece que eso forma parte del proceso que se está realizando. 

- La imagen de la Iglesia ha sufrido con golpes como éstos, ¿cómo cree que repercute en la imagen de la UC?

-A nosotros nos afecta porque somos Iglesia, y en esta universidad tenemos como católicos el dolor de lo que ha ocurrido. ¿Cuál es nuestra respuesta? Queremos colaborar directamente a partir de la formación de una comisión que no se ha reunido pero ya está constituida. Esa comisión está compuesta por los ex rectores de esta universidad: Fernando Castillo Velasco, Juan de Dios Vial, Pedro Pablo Rosso y yo, quienes hemos invitado a los rectores de la Universidad Alberto Hurtado, de la Universidad Cardenal Silva Henríquez, de la Universidad de los Andes y de la Católica de Valparaíso. En total somos ocho rectores y ex rectores, en conjunto con la decana de Comunicaciones, Silvia Pellegrini, y el decano de Ciencias Sociales, Pedro Morandé. Nos vamos a reunir pronto en la casa del arzobispo para dar el inicio a este diálogo.

Los tres frentes de Sánchez

Matrimonio de papel

El primer gran caso del que se tuvo que hacer cargo al asumir la rectoría era una pesadilla de paciente: su caso se venía prolongando y agravando por años, estaba desfinanciado y provocaba más dolores de cabeza que los que sufría. Canal 13, la extensión más vistosa de la UC, era fuente de críticas, deudas y controversias, y el doctor Sánchez (con el permiso del cardenal y de la mismísima Santa Sede, explica) decidió operar de una manera que hasta hace pocos años hubiera resultado impensada: buscó un socio -que resultó ser Andrónico Luksic- y le vendió el 67% del canal. Desde el 6 de agosto del año pasado, la UC es oficialmente el pez chico en una pecera donde solía ser el único. Y aunque las aguas se han agitado bastante con las críticas a la nueva línea editorial del canal, Sánchez se declara perfectamente satisfecho con el funcionamiento de este acuerdo de vida en común. "Vamos en un camino. Es un proyecto que se está trabajando día a día con un norte", dice.

- Parte del posicionamiento del nuevo Canal 13 ha pasado por sacudirse de la imagen de canal católico y demostrar independencia editorial. A su socio mayoritario parece molestarle la ligazón con la Iglesia…

-A mí eso no me consta. Nunca nadie me ha dicho que sea molesta o incómoda. Lo que está claro es que Canal 13 es un proyecto nuevo, en que sabemos que hoy tenemos un tercio y que a través de él queremos influir en un directorio que no toma decisiones por votación, sino que busca tener una discusión de ideas en beneficio de la sociedad anónima. Ahora, es importante que el canal tenga la libertad editorial para desarrollar su proyecto. Sin embargo, no estoy de acuerdo en que la universidad hubiese tenido un control editorial antes del 6 de agosto, día en que se realizó la primera firma del acuerdo. Al recibir esta institución, me di cuenta que lo que dijera esta universidad respecto al canal era bastante poco relevante. La verdad es que Canal 13 obedecía a sus propios ejecutivos. Lo digo honestamente. Nunca vi que la universidad ejerciera ni control ni veto en línea editorial, lo único que hacía era asumir las deudas y pagar la cuenta.

"Cuando asumí me di cuenta que lo que dijera esta universidad respecto al canal era bastante poco relevante. La verdad es que Canal 13 obedecía a sus propios ejecutivos. Lo digo honestamente. Nunca vi que la universidad ejerciera ni control ni veto en línea editorial, lo único que hacía era asumir las deudas y pagar la cuenta".

 - De todas maneras hubo quienes criticaron que la UC se deshiciera del control de su canal ¿Por qué no se vendió un porcentaje menor?

-Por una razón muy sencilla: no iba a haber ningún empresario o grupo interesado en poner un 20% cuando con ese porcentaje no se puede influir. Además, el monto total de la incorporación de estos recursos era para pagar deudas. El canal estaba endeudado en dos tercios de su valor. Acuérdese que hace varios años un grupo de empresarios fueron contactados para que entre 3 ó 4 conglomerados económicos aportaran cada uno un 10%, pero no hubo interés porque ese aporte de un 10% era sin ninguna posibilidad de injerencia. Creo que las críticas obedecieron a la falta de información y comprensión de la situación. Las personas que las lanzaron idealizaban el pasado. Entre el año 2000 y 2010, esas personas o no vieron televisión o quedaron con el recuerdo de la época anterior. Porque esos años nadie puede decir que el Canal 13 haya sido el ideal de canal que esta universidad quería.

 -¿Consideró la venta total?

-Todas las situaciones se analizan, pero se determinó que no. Por dos motivos: no queremos dejar de estar presentes en la influencia de comunicaciones en el país, y muy prontamente queremos que, cuando se despeje el tema de la televisión digital, tener una señal propiamente universitaria y no comercial. Una especie de Canal 13 cable pero en televisión abierta.

- ¿Le causa más o menos dolor de cabeza Canal 13 ahora?

-Me alcanzó a causar poco, porque llevo un año solamente, comparado con los dolores de cabeza de los rectores anteriores. Obviamente uno no va a estar siempre de acuerdo con lo que muestre Canal 13, pero en este momento tengo la tranquilidad de que hay un equipo muy profesional a cargo. Tengo plena confianza en dialogar tanto con el presidente del directorio, René Cortázar, como con el socio mayoritario, Andrónico Luksic. Tenemos cercanía y puedo manifestarles en privado mis opiniones sobre los distintos aspectos.

Los tres frentes de Sánchez

Quién quiere ser "millonario"

El problema de mediano y no tan largo plazo sobre la mesa de operaciones de Sánchez tiene que ver con otro paciente: su propia universidad, y en general el sistema de la educación superior en un país engolosinado con la promesa del desarrollo hasta que mira su capital humano. Y para Sánchez,  lograr el alta es impensable, a menos que el país se haga cargo de aspectos fundamentales.

- No hay ninguna universidad chilena entre las mejores en los rankings internacionales. ¿Qué nos impide estar entre las top 100?

-No me llama la atención que no estemos ahí. Cuando uno ve las instituciones que están dentro de los top 100, se da cuenta que son de dos tipos: universidades que son apoyadas fuertemente por sus países o estados, o que tienen un capital producto de sus donaciones. Ambas pueden tener un producto para la contratación de los mejores profesores y para la generación de desarrollo de investigación. En nuestra universidad, donde el 70% de nuestro presupuesto viene de la matrícula de los alumnos, ¿cómo podemos hacerlo mejor? Tenemos que focalizar nuestros recursos en las necesidades de nuestros alumnos, pero no podemos destinar esos recursos a hacer grandes proyectos de investigación que traigan grandes capitales humanos. Las universidades del mundo se han desarrollado con una gran inversión en ciencia y tecnología. Ayer leía la realidad de Finlandia en los años 80, cuando pasaron por una situación económica difícil, y le preguntan al primer ministro finlandés sobre qué cosas priorizaron. Y él responde: "Nosotros sabíamos que teníamos que ahorrar en todo, salvo en educación y en ciencia". Treinta años después, parece que tuvieron razón: miren dónde están.

- ¿Significa que mientras se mantenga este modelo de financiamiento no vamos a poder dar el gran salto?

-Eso es lo que estoy apostando. Lo he conversado personalmente con el rector Víctor Pérez (de la Universidad de Chile) y el Presidente de la República: tenemos que entrar en otra etapa de proyectos de investigación. Eso es lo que nos va a permitir colaborar con el desarrollo. Gran parte de estos rankings están basados en la investigación; no hay ningún ranking del mundo en el cual esta universidad vaya a mejorar porque nos preocupemos del plan de formación general de nuestros alumnos, ya que eso no se mide. Y sin duda que el plan de formación es importante. Lo segundo es que tenemos que formar nuestros propios capitales, con donaciones de privados y no privados. He escrito sobre el tema de la filantropía en varias columnas, apelando a  que la gente que tiene recursos se comprometa a apostar por las universidades y así estos recursos puedan cambiar el mundo. Si estos donantes confían en las universidades, nosotros vamos a poder desarrollar proyectos de bien público a través de ese apoyo. Mientras estas dos cosas no se den en paralelo, va a ser muy difícil, porque todo queda en las espaldas de las universidades.

"Tenemos que encontrar fórmulas donde las tasas de intereses sean menores y donde haya una relación entre lo que estudias, tus expectativas de sueldo y en cuántos años lo vas a pagar. Por ejemplo, una profesora parvularia debería tener una forma de pago distinta a la de un ingeniero en minas".

- ¿Cree que esto pasa por un cambio cultural en la elite económica?

-En Estados Unidos, hoy día, la persona que sale de la universidad empieza a donar cerca de US$15 mensuales, sin tener ningún recurso. Él siente que está devolviendo un recurso que fue importante en su vida. Existe una sensación de gratitud, de pertenencia a una alma máter. De hecho, hay un sentido de retribución de gratuidad. Eso se da en las personas que tienen mucho y que tienen poco. Es un círculo virtuoso.

- Hace poco, en "The Economist" se planteaba que la próxima gran burbuja es la educación superior: mucha gente que paga mucha plata por servicios de mala calidad, accediendo a créditos que en la práctica les resultan impagables. ¿Comparte esa lectura?

-Por supuesto. Creo que es algo en lo que le corresponde al Estado y también a nosotros precaver. Nosotros tenemos aproximadamente un 70% de alumnos que no tienen acceso a becas, muchos de ellos tienen problemas socioeconómicos y estamos tratando, a través de la banca privada, de ver qué créditos son convenientes para esos alumnos. Tenemos que encontrar fórmulas donde las tasas de intereses sean menores y donde haya una relación entre lo que estudias, tus expectativas de sueldo y en cuántos años lo vas a pagar. Por ejemplo, una profesora parvularia debería tener una forma de pago distinta a la de un ingeniero en minas.

- Usted mencionaba el caso de Finlandia. Ahí las tres universidades más importantes se unieron para hacer investigación. ¿Tienen planes más ambiciosos en esa línea?

-Claro, esos planes están en la voluntad de los investigadores y en la voluntad de los rectores, pero faltan los fondos para postular a eso. Esta universidad no puede comprarse un microscopio de 30 millones de dólares,  ni tampoco la Universidad de Chile. Y aunque lo compráramos, no tendríamos el número de investigadores suficientes que le dieran uso. Se han botado muchas barreras de desconfianza entre las universidades, creo que hay un respeto por la calidad académica de profesores de distintas universidades. Lo que falta ahora es encender la mecha.

- Se critica a la UC que es una universidad de feudos. ¿Cree que dentro de sus propias facultades exista una actitud colaborativa?

-Eso no es "privilegio" de esta universidad. Se necesita un cambio cultural, por supuesto. El académico ha trabajado muy independiente y no tiene la formación de trabajar interdisciplinariamente, pero nosotros lo estamos cambiando. Mientras no se dé esa relación entre expertos de distintas disciplinas nos vamos a quedar en lo micro y los problemas de la sociedad son macro.

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