Por Abril 20, 2011

Ya sé que la eternidad carece de fin, y hasta de comienzo, pero seamos dialécticos y relativicemos el concepto. Si desde que uno empieza a tener una noción del país donde nació tiene un gobernante que se mantiene en el poder hasta que llega la jubilación y se nos acaban los proyectos, eso, en términos de la finitud de la vida humana, vale como una eternidad.

Por eso me dio una crisis pasajera de optimismo escuchar a Raúl Castro anunciar que a partir de ahora los altos cargos gubernamentales y partidistas sólo podrán durar como máximo diez años, o lo que es igual dos periodos de cinco con una sola reelección permitida.

El sexto congreso del Partido Comunista de Cuba concluyó en La Habana dejando más sinsabores que alegrías. Aunque el evento había sido convocado para tratar exclusivamente temas de carácter económico, dio un fruto eminentemente político, al aprobarse la mencionada propuesta de limitar el tiempo de estadía en los altos cargos. Eso, y la salida de Fidel Castro del Comité Central del partido para su jubilación definitiva, quizás hayan sido los aspectos más comentados.

La aparición del otrora máximo líder en el Palacio de Convenciones fue aclamada por los mil delegados presentes. En lo que parecía un panegírico fúnebre con la presencia del insepulto, Raúl Castro advirtió: "Fidel es Fidel y no precisa de cargo alguno para ocupar siempre un lugar cimero en la historia, en el presente y en el futuro de la nación cubana".

Como era de suponer, Raúl Castro fue elegido como primer secretario del PCC, con lo que se completan todas las formalidades que lo colocan al mando de una nave en permanente riesgo de zozobrar. Al puesto de segundo secretario ascendió el señor José Ramón Machado Ventura, considerado poco amigo de las reformas, pero fiel, disciplinado y hasta eficiente.

Por mi parte, lejos de aquel salón, no gané más que miradas de lástima o indignación de parte de todos a quienes intenté contagiar mi entusiasmo inicial. Yo mismo me molesté conmigo cuando recordé aquella asamblea previa al cuarto congreso del partido en el año 1991, en que nos dieron permiso para opinar lo que quisiéramos y se me ocurrió proponer esto mismo que ahora se aprueba. ¿Me habré adelantado a mi tiempo, como le corresponde a un buen visionario? ¿O acaso se trata de una medida tardía que debió aplicarse hace 20 años?

De haber ocurrido así, el entonces Primer Secretario hubiera empezado a contar su plazo a partir de aquel momento y en el 2001 el segundo hubiera pasado a ser el primero, de manera que - suponiendo su segura reelección en el 2006-  Raúl Castro hubiera concluido su segundo mandato ¡justamente este año!

¿Habrá que esperar al 2021 para conocer el nombre que será coreado y aclamado por los delegados al octavo congreso del PCC? ¿O se abrirá un agujero en el tiempo y saltaremos, sin previo aviso, a otra dimensión?

La guayabera de Deng XiaoPing

Para la gente común lo más significativo quizás haya sido que se aprobó la compra venta de casas y automóviles, algo totalmente prohibido durante décadas y la declaración de que los cuadros del partido deberán dejar atrás prejuicios hacia "el sector no estatal de la economía", eufemismo con el que se denomina en  la isla al trabajo por iniciativa privada, al mercado y a todo embrión del satanizado capitalismo.

Sería como una versión tropical y castrista de la bienvenida que dio Deng Xiaoping a los millonarios en el contexto de las renovaciones del socialismo en China.

Raúl Castro aseguró que "el principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos serán nuestras propias deficiencias". Interesante: con eso, el imperialismo baja un escalón en la lista de los culpables de eventuales fracasos.

Tanto en el informe central, como en el discurso de clausura, el general presidente Raúl Castro aludió a la crítica situación creada al no poder contar hoy con "la reservas de sustitutos maduros y con experiencia suficiente para asumir el relevo", situación que se torna muy dramática cuando se comprueba que en la cúpula del Buró Político las tres primeras personas en el orden jerárquico sobrepasan un promedio de 80 años.

El buró recibió solamente tres nuevas figuras y tiene ahora 15 miembros en lugar de los 24 de antes. Más de la mitad de sus integrantes son o han sido importantes jefes militares. La presencia castrense en este núcleo de poder fue justificada por Raúl Castro con una frase pronunciada por su hermano hace ya más de 35 años, en la que se argumentaba que el Ejército Rebelde había sido el alma del proceso, el que con sus armas había obtenido la victoria y el que, cuando se fundó el partido, depositó en sus manos las banderas de la revolución. Finalizó la explicación con un argumento que más parecía una amenaza:  "Tengo sobradas razones para proclamar que las Fuerzas Armadas Revolucionarias  (…) nunca renunciarán a cumplir ese papel al servicio de la defensa del pueblo, el partido, la revolución y el socialismo".

Dejando a un lado el tono triunfalista que caracterizó el discurso de Fidel, Raúl Castro insistió que había que tener los pies y los oídos pegados a la tierra (incómoda posición). Aseguró que el despliegue  total de las medidas aprobadas en el Congreso se logrará totalmente en el transcurso del quinquenio y que "el principal enemigo que enfrentamos y enfrentaremos serán nuestras propias deficiencias". Interesante: con eso, el imperialismo baja un escalón en la lista de los culpables de eventuales fracasos.

Uno de los más importantes acuerdos tomados en el sexto congreso fue convocar la Primera Conferencia Nacional del partido para el 28 de enero del 2012.  El evento llevará por lema: "Cambiar todo lo que deba ser cambiado", lo que implica modificar la mentalidad de los cuadros dirigentes, atada a dogmas y criterios obsoletos que, como barrera sicológica, será lo que más trabajo llevará superar.

No se ha ofrecido un argumento convincente para explicar por qué este congreso demoró 13 años en realizarse. Se especula que la demora fue una de las consecuencias de la enfermedad de Fidel Castro y de las indefiniciones sobre el futuro del país. Si habrá un antes y después solo se sabrá con el tiempo.

Lo que queda por dirimir es si la inviabilidad es o no un elemento a estas alturas regular de un sistema que ha fracasado en todos los experimentos realizados hasta ahora. Raúl Castro responde que sí se puede, paso a paso, pero sin pausa, con orden, disciplina y exigencia, que serán las claves de su mandato.

En lo que podría definirse como una declaración de principios, en la sesión de clausura, Raúl dijo: "Asumo mi última tarea con la firme convicción y compromiso de honor de que el primer secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba tiene como misión principal y sentido de su vida defender, preservar y proseguir perfeccionando el socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista".

Técnicamente le quedan diez años para cumplir su promesa. Una eternidad.

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