Por Josefina Ríos Abril 14, 2011

En 1999 y tras 45 años de votos  sacerdotales, Renato Hevia decidió dejar la Compañía de Jesús. Se había enamorado de Clara Szczaranski, entonces presidenta del Consejo de Defensa del Estado, y querían casarse. La elección fue dura, la más complicada que ha tomado. Pero, finalmente, optó por armar una familia.

Renato Hevia no fue un cura común y corriente. Su vida religiosa dentro de la Compañía de Jesús estuvo plagada de éxitos y cargos relevantes que lo situaron, por ejemplo, 11 años a la cabeza de la revista Mensaje. También dirigió varios colegios de la orden, y entre 1979 y 1982 tuvo bajo su mando el Hogar de Cristo, institución fundada por el padre Alberto Hurtado y el emblema por excelencia de la obra benéfica que desarrollan los jesuitas en Chile. Por  eso su renuncia al sacerdocio causó revuelo nacional. Su caso llenó varias páginas de diarios y revistas, pero él nunca entregó su versión.

Ya casi se cumplen 12 años desde que abandonó el sacerdocio. Hoy, por primera vez desde entonces, acepta hablar de esa experiencia y entregar su visión de la Iglesia Católica actual. Su dolor ha menguado y cree que hacia el futuro se observan señales que abren la esperanza de una Iglesia más moderna y renovada.

-¿Conocía usted la experiencia de estos 150 sacerdotes católicos provenientes del anglicanismo que hoy, casados y con hijos,  ejercen el sacerdocio a plenitud en diversas parroquias del Reino Unido?

- Sí, desde hace varios años. Los anglicanos son sacerdotes en el pleno significado católico y la misa de ellos es válida y los sacramentos que imparten también lo son. Lo que los separaba de Roma era que ellos no reconocían al Papa como primado. Hace algunos años, y queriendo ir a la unión de las iglesias, el catolicismo ha aceptado que ellos puedan convertirse a la Iglesia Católica, manteniendo su situación, porque obviamente no podían despachar a sus señoras y familias.

- ¿Qué le parece la imposición del celibato como condición para todos los sacerdotes católicos?

- Desde hace mucho tiempo que pienso que es un error. Primero, porque históricamente no fue así en los comienzos de la Iglesia, y luego porque este tema ha traído muchas crisis a lo largo de 2.000 años. Al comienzo eran todos casados, partiendo por los apóstoles y siguiendo por todos los primeros papas. Pero después, se aplicó el celibato a todos los sacerdotes, casi asimilándolos a los monjes y a los ermitaños. El tema se distorsionó, en parte por una influencia negativa de San Agustín y otros más, que siguiendo a Platón, plantearon el sacerdocio como un alejamiento del mundo para vivir completamente para Dios. Pero ésa no es la idea de Jesucristo: él quería  sacerdotes metidos en el mundo, de hecho los primeros discípulos eran todos pescadores, talabarteros, curtidores.

"Muchos me dijeron que era el colmo, que mi decisión era casi una traición. Yo les dije que lo mío era simplemente optar por otro camino, pero no lo entendieron. Ahora, muchos lo han ido comprendiendo en la medida en que otros se han ido".

-¿Entonces, el tema del celibato no es un dogma?

- No. Jesucristo no lo estableció. Por el contrario, la mayoría de sus discípulos eran casados. No hay ningún fundamento teológico, que yo sepa, para el caso, sino que es un consenso administrativo de la Iglesia, que se fue elaborando durante muchos siglos. En el siglo XI hubo tal crisis, en el sentido que casi todos los papas y sacerdotes vivían con mujeres y concubinas, que en el Concilio de París se llegó a decir que era intolerable y contra la naturaleza humana el celibato. Pero finalmente primó la postura de decir que era conveniente para el ejercicio pleno del sacerdocio la condición de célibe.

-¿Existe, a su juicio, relación entre el celibato y la explosión de casos de pedofilia y abusos sexuales dentro de la Iglesia?

- No hay una conexión directa, pero sin duda que existe cierta relación entre el celibato y esos terribles casos. Me es difícil establecer una correlación concreta, porque no he estudiado el tema, pero es evidente la relación. No es posible explicar de otra manera que en el mundo entero hayan estallado estos temas. Esto no es una golondrina que no hace verano. Éste y otros temas, como aceptar seminaristas homosexuales, son cosas graves que la Iglesia no ha meditado sobre las repercusiones enormes que pueden tener para ella. Estos asuntos, que se han escondido y silenciado durante años son graves. El Vaticano a lo largo de décadas hizo oídos sordos a  este problema y ahora explota como una "púrula".

-¿Es un problema que acepten a homosexuales en los seminarios?

- Los homosexuales tienen todo el derecho a vivir su sexualidad como lo deseen, pero no es lo mismo confiarles la dirección y la guía de los espíritus de los demás como sacerdotes. Creo que un sacerdote debe ser una persona más equilibrada emocionalmente.

El punto de inflexión

Renato Hevia asegura que desde que dejó el sacerdocio ha vivido plenamente. En poco más de una década, ha logrado construir una "linda familia" y desarrollarse en el ámbito profesional como profesor universitario en el campo del periodismo y la educación. En ese mundo, sus temas predilectos son los relacionados con la ética. Su nueva vida, agrega, no le ha impedido ejercer un "sacerdocio real cristiano, en el sentido de hacer un bien a las demás personas y dejar el mundo un poco mejor de como lo encontré".

-¿Fue muy difícil tomar la decisión de dejar el sacerdocio?

- La decisión más difícil de mi vida. Porque vi que mis compañeros de la Iglesia no me entendían, fue muy complicado. Hoy me dicen que fueron duros porque no querían perderme, pero en ese momento no lo sentí así.

"Fue la decisión más difícil de mi vida"

- Si a usted le hubiesen dado la posibilidad hace 11 años de casarse y continuar con su magisterio sacerdotal ¿lo habría hecho?

- Probablemente, entonces sí. Ahora tendría que pensarlo más, pues he tenido una vida muy plena.

-¿Sintió que en ese momento le truncaban su vocación pastoral?

- Sí. Me prohibieron ejercerla. Me amenazaron que iba a perder a todos mis amigos, que no iba a encontrar trabajo, etc. Pero, a pesar de que lo sentí mucho, decidí retirarme.

-¿Quién lo amenazó?

-Algunos dentro de la Compañía de Jesús. Sin embargo, mi matrimonio no ha sido un fracaso, he tenido todos los trabajos que he querido y mantengo a muchos amigos. En ese momento frustraron mi vocación formalmente, pero mi vocación profunda cristiana la sigo ejerciendo día a día.

- ¿Si hoy le abrieran la puerta para volver a ser sacerdote, casado, aceptaría?

- Ya no. Estoy ejerciendo muy bien mi profesión como profesor laico, y como cristiano que soy no me gustó como la Iglesia jerárquica me despidió.

- ¿En qué sentido?

- Muchos me dijeron que era el colmo, que mi decisión era casi una traición. Yo les dije que lo mío simplemente era optar por otro camino, pero no lo entendieron. Ahora, muchos lo han ido entendiendo en la medida que otros se han ido. Los religiosos que han dejado el sacerdocio en los últimos años son decenas de miles. Sólo la Compañía de Jesús, en las últimas tres décadas, ha perdido 18 mil sacerdotes. Conventos enteros de monjas han desaparecido en el mundo. Eso pasa porque la Iglesia no cambia y sigue con rigideces que son errores históricos. Algún día van a caer en la cuenta, pero va a ser muy doloroso porque en el transcurso la Iglesia va ir perdiendo mucho terreno.

"No podía esperar tanto"

Renato Hevia no muestra ningún síntoma de arrepentimiento por la decisión tomada. Con todo, y pese a lo ingrato que fue su proceso de salida, hoy recuerda con cariño sus años de sacerdocio. Han pasado los años, y desde el mundo laico señala cuáles son, a su juicio, los beneficios de abrir el  sacerdocio a hombres casados.

- ¿Mientras usted fue sacerdote se conversaba sobre el tema del celibato obligatorio?

- Poco. En general, había acuerdo de que el celibato era un tema que se debía revisar. Ahora, prácticamente todos estábamos en la parada de que el celibato no debía suprimirse por completo, porque tiene sus cosas buenas, sobre todo para los religiosos que viven en comunidad. Lo que se debiera examinar son los casos de los sacerdotes seculares que viven por su cuenta y que dependen de cada obispo, ellos viven muy solos y eso es muy difícil. Bueno, de hecho hay muchos que no viven solos. Eso en la Iglesia se sabe y ahí está la incoherencia.

"Lo que se debiera examinar son los casos de los sacerdotes seculares que viven por su cuenta y que dependen de cada obispo, ellos viven muy solos y eso es muy difícil. Bueno, de hecho hay muchos que no viven solos. Eso en la Iglesia se sabe y ahí está la incoherencia".

-¿Por qué entonces no toman cartas en el asunto? ¿Cree que de alguna manera temen quedarse sin sacerdotes?

- Depende de qué tipo de cartas son las que tomen. Si cortan cabezas, claro que se van a quedar sin sacerdotes, pero pueden adoptar otras medidas. Pero la Iglesia no ha querido ver este problema. Y el Vaticano, particularmente bajo el papado de Juan Pablo II, fue muy cómplice de estas situaciones. Hace más de 20 años que yo venía escuchando las denuncias en contra de Marcial Maciel y el Papa lo seguía poniendo como un ejemplo para la juventud. Cuando un obispo católico chileno le llevó a Juan Pablo II el dossier completo en contra de otro obispo católico chileno por pedofilia, ese documento no fue recibido por la Santa Sede. Eso es complicidad. Menos mal, tiempo después por denuncias públicas ese mismo obispo fue sacado del país y hoy vive en Alemania.

-¿Cree que un sacerdote que vive en carne propia toda la problemática y plenitud de la vida conyugal puede ejercer mejor el ministerio sacerdotal?

- No me cabe la menor duda. Un sacerdote al separarse de la vida normal de la gente, se aleja también de la vida diaria de esas personas. Muchas veces los sacerdotes no saben lo que son las cuitas del trabajo, del dinero, de los problemas conyugales o de los hijos y de la familia. Es muy importante que el sacerdote sea un hombre entre hombres, como eran los apóstoles. Pienso que la visión de la vida real para un cura es infinitamente mejor para poder predicar un mensaje adecuado de plenitud cristiana y no sólo instruir una ideología que es ajena a él.

- ¿No cree que un sacerdote puede perder libertad para ejercer su ministerio si está tan atado al mundo?

- De cierta manera pierde grados de libertad, pero gana una mucho más grande, que es la libertad del compromiso real. El sacerdote que se casa con una mujer se ha comprometido con ella y con su familia. Ese compromiso no le quita libertad para ejercer, como tampoco el hecho de ser casado le quita libertad al presidente de Estados Unidos para dirigir a la nación más poderosa del mundo. El mandatario norteamericano tiene bastante más actividad y responsabilidad que un cura de pueblo y, sin embargo, no tiene limitaciones para casarse.

-¿Se está farreando la Iglesia a buenos pastores con esta decisión?

- Sin duda. No voy a decir que se está farreando a los mejores, pero sí a gente real que tiene los pies en la tierra y que mira el horizonte con una visión cristiana. Se está farreando a personas que son verdaderos líderes en sus respectivas comunidades y que podrían, y muchos querrían,  también ser líderes en la comunidad cristiana.

- El papa Benedicto XVI  a lo largo de su historia como sacerdote ha expuesto visiones más abiertas en torno al celibato, así lo hizo, por ejemplo, en el Concilio Vaticano II, ¿Cree que existe cierta luz de esperanza para que se abra la discusión en torno a estos temas en la curia romana?

- Sí. Este Papa ha sido notablemente abierto, mucho más de lo que esperaba, y ha sido notable también en todas sus posiciones. Ahora,  yo entiendo que para él mismo no debe ser fácil esto, porque es  cambiar una tradición de muchos siglos. Se requiere que haya una opinión más pública en la Iglesia sobre el tema, que las conferencias episcopales lo abran. El Papa no puede por decreto cambiar las cosas, pero sí permitir la discusión. Yo no sólo veo una luz de esperanza, sino que no tengo la menor duda que la Iglesia finalmente va a cambiar el tema del celibato obligatorio, pero puede ser en 10 ó 20 años más. Yo no podía esperar tanto.

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