Por Paulo Ramírez Marzo 31, 2011

Hay una idea que tarde o temprano se planta en la cabeza de todo corredor durante una carrera: para qué diablos estoy haciendo esto. A veces, esta convicción de sinsentido desaparece en unos segundos; otras, en minutos, pero en ocasiones dura horas. Para estos casos vale la pena leer Nacidos para correr, el libro del periodista Christopher McDougall que fue súperventas en el 2009 y que a partir de esta semana se encuentra disponible en español.

El libro es un compendio tan abigarrado como su subtítulo: "Superatletas, una tribu oculta y la carrera más grande que el mundo nunca ha visto" y ha sido apreciado por muchos como el mejor texto jamás escrito sobre la cada vez más popular afición de trotar. Un libro sobre trotadores pensado para trotadores y sedentarios, que McDougall decidió escribir tras oír hablar de los indios tarahumaras mexicanos, una tribu de corredores que parecen genéticamente condicionados para recorrer largas distancias subiendo y bajando cerros pedregosos, calzados apenas con unas miserables chalas de cuero, sin conocer de lesiones y sin que se les vaya la sonrisa de la cara. Fue el punto de partida para una investigación y un posterior relato que lo hizo pasar por Barrancas del Cobre en Chihuahua, las alturas de Leadville, Colorado; los archivos desconocidos del deporte mundial, los laboratorios de distintas universidades y la presión sobre sus propios límites buscando evidencia.

Todo eso para finalmente encontrarse con una simple respuesta: que los seres humanos nacimos para correr.

Así, tal cual. Y si nos duelen las rodillas o sufrimos por culpa del espolón calcáneo o de la fascitis plantar no es por culpa nuestra, sino de los fabricantes de zapatillas, que han intentado "corregir" lo que millones de años de evolución ya convirtieron en perfecto: nuestros maravillosos pies. "Confío mucho más en la selección natural que en Nike", dice el escritor. Su postura ha encontrado miles de seguidores y también un buen apoyo científico, por ejemplo en los trabajos publicados en la revista Nature del equipo del profesor de biología evolutiva de Harvard Daniel E. Lieberman.

McDougall tiene 49 años, está casado y tiene dos hijas. Dice que con el trote hace lo mismo que con el café: reservarlo para el momento en que sabe que realmente lo va a disfrutar. Sobre todo trota cuando anda de malas. Parte sin tiempo definido y sin distancia por recorrer. Si se cansa, para. Dice que su libro es una carta abierta para los que odian correr: "Trato de explicar por qué correr puede ser una aventura tan maravillosa y de derrumbar mitos. Recién en nuestro tiempo el trote se comenzó a asociar con el dolor y el miedo a las lesiones. Hasta hace poco se le asociaba con la libertad, el goce y la vitalidad".

"Nuestro cuerpo está equipado para correr: tenemos tendones elásticos, pies resistentes, tenemos el ligamento de la nuca, que sólo tienen los animales corredores, pero sobre todo somos excelentes transpiradores: nos enfriamos a través de la transpiración -los otros animales se enfrían a través de la respiración-, lo que nos da una tremenda ventaja"

Su narración se inicia en la Sierra Madre mexicana, preguntando por un tal "Caballo Blanco", un gringo loco que alguna vez lo dejó todo para vivir con los mitológicos tarahumara, que se llaman a sí mismos "raramuris" (rara=pie, muri=correr). "Caballo Blanco" es sólo uno de los múltiples personajes inauditos y exagerados que abundan en esta historia. Otro es Emil Zatopek, el inigualable fondista checoslovaco cuya historia recupera McDougall para mostrarnos que también en el mundo occidental pueden darse los corredores puros. Y otro más es Arnulfo Quimare, descrito como el mejor corredor de la tribu en su tiempo, capaz de ganarle la Ultramaratón de Barrancas del Cobre al multicampeón estadounidense Scott Jurek, dueño de un currículo repleto de triunfos en carreras de 50 y 100 millas.

En un momento de sedentarismo fugaz, McDougall se detiene a dialogar por teléfono y por mail (desde su hogar en el noreste de Pennsylvania, donde acaba de correr una ultramaratón de 50 kilómetros) para contestar algunas preguntas.

- ¿Qué tienen de especial los tarahumaras que corren felices por la vida cientos de kilómetros y ni siquiera se lesionan?

- No tienen nada de especial. Son iguales al resto, pero han aprendido a disfrutar de manera natural al correr, tal como lo hacen los niños. Somos los demás quienes nos hemos desconectado de nuestra naturaleza, que nos lleva a correr.

- ¿Correr está, entonces, en nuestra naturaleza? Yo pensé que eso estaba reservado a los chitas y antílopes.

- Es cierto que hay animales que caminan y otros que corren. Pero nosotros somos animales corredores. Nuestro cuerpo está equipado para correr: tenemos tendones elásticos, pies resistentes, tenemos el ligamento de la nuca, que sólo tienen los animales corredores, pero sobre todo somos excelentes transpiradores: nos enfriamos a través de la transpiración -los otros animales se enfrían a través de la respiración-, lo que nos da una tremenda ventaja.

Corre, hombre, corre

- Pero somos bastante más lentos que muchos otros animales...

- Lo que pasa es que cuando hablamos de correr tendemos a relacionarlo con la velocidad. Y, claro, no somos muy rápidos, pero tenemos muchísima resistencia. Y eso lo desarrollamos durante millones de años de evolución, persiguiendo animales hasta matarlos de cansancio. Los corredores suelen caer en la glorificación de la velocidad, y eso está muy empujado por el propio negocio del trote, con sus relojes, zapatillas, medidores, vestimentas, siempre enfocados en la velocidad. Para el trote de resistencia prácticamente no necesitas equipo, así que no hay nada que vender.

- ¿Cuál sería el acercamiento correcto para alguien que tiene la expectativa de correr una maratón?

- Primero, olvidarse de correr una maratón, sacarlo de la mente. La maratón se ha convertido en un producto y apenas alguien ve a otra persona corriendo le pregunta "¿vas a correr la maratón?". Olvídate de eso. Sácate las zapatillas y anda a un parque a correr, pensando en pasarlo bien, en jugar: concéntrate en el juego primero. Mientras mejor te sientas, más vas a querer jugar, y con eso desarrollarás buenos hábitos para correr, lo disfrutarás y nunca se convertirá en una obligación o en una carga.

- ¿Sacarse las zapatillas y correr descalzo? Da miedo... ¿No me va a pasar nada?

- El propio pie te cuida... Te obliga a tratar con suavidad a tu cuerpo. Si ahora saltas del escritorio descalzo, lo harás con mucho cuidado: pisarás con la parte delantera del pie, doblarás las piernas, cuidarás el equilibro... estarás concentrado en cuidar tus pies. Pero déjate los zapatos puestos y prueba: te dará lo mismo cómo pisas, te dará lo mismo el equilibrio, porque el zapato está haciendo ese trabajo por ti... ahí está el problema. Cuando corres descalzo, el pie te obliga a ser suave, a moverte liviano y con cuidado.

- Mucha gente ha seguido tu consejo y se ha sacado las zapatillas. Correr descalzo es la nueva tendencia  ¿Cómo han reaccionado las marcas?

- Bueno, han creado "modelos mínimos", casi sin amortiguación. Todos: Nike sacó una línea "minimal", New Balance presentó los "Minimus", Merrell tiene la línea "Glove", Saucony tiene los "Kinvara"…

"Recién en nuestro tiempo el trote se comenzó a asociar con el dolor y el miedo a las lesiones", dice McDougal, un eximio corredor.

- Te mereces una parte de las ganancias, entonces.

- Mi preocupación es que de nuevo el foco está en el calzado y no en la forma de correr. El problema es que a partir de los 70 se trató de sustituir la técnica con la tecnología y todos buscan la mejor tecnología en lugar de la mejor técnica.

- ¿Y cuál es la técnica adecuada?

- Básicamente correr de la misma manera como corre cualquier niño, como cualquier joven africano, como cualquier persona que corre descalza. Eso corrige tu postura, te hace pisar con la planta del pie y no con el talón y avanzar con pasos muy livianos y rápidos.

- ¿Cómo se debiera enfrentar una maratón si se quiere hacer un buen tiempo y no pasarlo mal?

- Es que tienes dos objetivos opuestos: disfrutar y correr rápido. Tu problema es que te enfocas en el tiempo. "Caballo Blanco" me dio un gran consejo: me dijo que muchos corredores se enfocan en correr rápido y piensan que con el tiempo se les hará fácil; tienes que hacer lo contrario: enfocarte en que te sea fácil y con el tiempo lo harás más rápido. Concéntrate en que sea fácil, en disfrutarlo, y así tendrás energía para correr más rápido. Tienes que ir relajado, contento, buscar con quién conversar, detectar a una chica linda y quedarte a su lado un rato, parar a tomar agua y disfrutarla... Piensa que vas a estar mucho rato corriendo  ¿en cuánto lo harás?

- La primera vez fue en 3:53 horas...

- Ah, exactamente lo mismo que en mi primera maratón...

- ¡No!

- Así es. Por lo mismo, te viene bien el consejo que me dieron a mí cuando corrí en la Ultramaratón de Barrancas del Cobre: mi entrenador me dijo: "Malas noticias, Chris... no vas a ganar... así que por lo menos trata de pasarlo bien".

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