Por Andrew Chernin y María José López Febrero 11, 2011

Santiago con cielos azules

La meta parece una utopía, pero dicen que es posible. En 2041, Santiago podría festejar 500 años como una ciudad con aire limpio. Dicho de otra manera, para escuchar la expresión "preemergencia ambiental" tendremos que recurrir a los libros de historia. Es la ambiciosa meta que propone Alejandro Gutiérrez, arquitecto y director asociado de Arup, consultora internacional de diseño y urbanismo. Lo básico, lo primero, plantea, es arborizar la periferia. Los siguientes pasos son un poco más complejos, pero reales: fomentar un parque vehicular que use energías no contaminantes, como los eléctricos. Se trata, claramente, de una aspiración que involucra un cambio radical: "Si generamos energía eólica, solar, geotérmica y nos convertimos en una ciudad low carbon, de inmediato pasaríamos a ser una ciudad atractiva para invertir y producir", indica.

En cuanto a obras concretas, Gutiérrez propone instalar paneles solares en un paño de 1.500 hectáreas, en los sitios deshabitados de la zona de Polpaico, en Tiltil. "Con ello se podría abastecer en un 40% de energía a Santiago", indica.

Marcial Echenique, urbanista y profesor de la Universidad de Cambridge, comparte la idea y propone que desde ahora 2041 las construcciones santiaguinas no sólo privilegien los materiales renovables -por sobre el uso del hormigón, el ladrillo y los productos plásticos- , sino que además sean productoras de la energía que consumen. "Las viviendas deben ser de madera, con paneles solares y fotovoltaicos para generar electricidad gratis, a partir de la radiación solar", explica. Para la climatización, propone el uso de bombas de calor para extraer energía del subsuelo, con lo que las casas podrían calentarse y enfriarse automáticamente sin costo.

En una era donde el uso del agua será también crucial, Echenique plantea reutilizarla al máximo posible. "Los jardines podrían ser regados con lo que en el mundo es conocido como grey water, es decir, el agua de los baños debidamente reciclada", asegura.

Un Puerto Madero santiaguino

¿Puerto Madero made in Chile? Puede ser. Porque en la versión moderna de Santiago debe haber espacio para nuevos polos de negocios, nuevos "Sanhattan". Para ello, dice Iván Poduje, es clave recuperar antiguas zonas y áreas pericentrales eriazas o subutilizadas con buen potencial para el desarrollo. Por ejemplo, Estación Central. "Ahí se podría hacer algo como lo que hizo Buenos Aires con Puerto Madero, o Nueva York con  Battery Park, o Londres con Canary Wharf, o París con La Défense. Estación Central está al lado del centro financiero de la capital, pero es un lugar subutilizado y con muchos atributos", indica.

Estar cerca del centro histórico y del sistema de conexión con el Metro, tranvías y trenes representa una ventaja determinante para que en un plazo de 30 años se pueda desarrollar un nuevo polo de oficinas y sector industrial.

Otras zonas donde Poduje observa potenciales polos de negocios son Franklin, Matadero, Independencia, Recoleta, Las Rejas, General Velásquez y Conchalí.

En el barrio del Persa Biobío, además, Sánchez propone desarrollar otro polo cultural, algo así como "un nuevo Bellavista", con teatros, museos, centros culturales, galerías,  lofts y oficinas de productoras.

Alejandro Gutiérrez, de Arup, es más radical. Dice que es necesario implementar el urban farming en la capital. Éste consiste en desarrollar producciones de comida en la ciudad, plantando en lugares deshabitados, lo que permitiría a los residentes incluso comercializar su cosecha, idealmente orgánica. "El campo y la ciudad en la era ecológica no se repelen, se vuelven a juntar. Zonas como San Joaquín, Recoleta y Conchalí se podrían revalorizar desarrollando producción agrícola tecnificada", explica. "Los barrios podrían tener una producción específica, un nicho, con lo que se genera empleo, inversión y ciclos virtuosos".

La refundación de Santiago

Cerro Renca: El nuevo San Cristóbal

Iván Poduje, socio de la oficina de urbanismo Atisba, tiene una idea justa, necesaria y factible en un plazo de 15 años: el cerro Renca, "un peladero, un cerro isla" donde sólo hay un cartel que dice "Renca la lleva", podría convertirse en un nuevo parque metropolitano, similar al San Cristóbal. "Se  podría explotar y hacer ahí un zoológico, un moderno sistema de ascensores, ciclovías, zona de trekking y restaurantes", dice. Esto beneficiaría además, las comunas de Conchalí, Quilicura y Cerro Navia, y por extensión al resto de la ciudad. Ahí sí que se podría asegurar que Renca "la lleva".

Las áreas verdes y de esparcimiento son fundamentales en las ciudades desarrolladas. Y si Santiago quiere serlo, necesita más parques. "La capital tiene del orden de 3 metros cuadrados de áreas verdes consolidadas de acceso público por habitante. Muy por debajo de lo que recomienda la Organización Mundial de la Salud, que son 8 metros cuadrados por habitante", explica Pablo Allard, actualmente coordinador de reconstrucción en el Minvu.

Poduje apunta a otra zona de Santiago que ofrece oportunidades en ese ámbito: el río Maipo, donde podría desarrollarse otro gran parque, que mejoraría la calidad de vida de los habitantes de San Bernardo, Puente Alto y La Pintana. "Es clave aprovechar la ribera. Se podrían habilitar áreas verdes y zonas de baño desarrolladas y de atracción turística", comenta. Concretar el proyecto "Renato Poblete" -ex "Mapocho navegable"- sería obviamente fundamental para lograrlo.

Camila Cociña, socia fundadora de la ONG Reconstruye y editora de la revista de arquitectura Eure, aplaude estas iniciativas y apunta a su potencial para superar el problema de Santiago: la desigualdad. Una buena manera de afrontar ese desafío, asegura, es optimizando las inversiones públicas. "Por ejemplo, hay comunas muy pobres que reciben capital del Estado en forma de carreteras urbanas o escuelas públicas. Esas inversiones podrían usarse de una manera más eficiente. Una autopista que pasa por una comuna pobre deja muchos espacios residuales que quedan ahí y no se utilizan. Ahí, en ese mismo lugar, se podrían hacer plazas o pequeñas áreas verdes. Reinventar ese espacio para que sea un aporte", ejemplifica. Y agrega una idea que considera prioritaria: optimizar la red de escuelas públicas. "Esos espacios públicos podrían permanecer abiertos después de clases y durante los fines de semana. Eso ayudaría a atacar la desigualdad: habría internet disponible para los vecinos, multicanchas para hacer deporte y áreas verdes cerca de la comunidad". Concretamente, estas medidas podrían llevarse a cabo en comunas de la zona sur y poniente, como La Granja, Pedro Aguirre Cerda, Cerro Navia y Pudahuel.

Para asegurarse de tener un Santiago literalmente más verde, el director de la Escuela de Diseño de la Universidad Diego Portales, Federico Sánchez, conductor del programa de televisión City Tour, propone utilizar  especies nativas del bosque esclerófilo como el boldo, quillay y peumo. "Necesitan poco riego, poca mantención, no botan las hojas y filtran aire 12 meses al año", explica Sánchez. Y justamente para el riego, plantea formular un sistema de filtrado y reutilización de agua. "Que se implementen pequeñas plantas de tratamiento de desecho domiciliario, que reúnen los desechos de alrededor de cien vecinos. Con esta agua ya tratada se pueden regar todas las zonas verdes de las comunas más pobres. De ahí, ese modelo se podría expandir al resto de la ciudad".

Al otro lado, para potenciar el "pulmón oriente", Enrique Browne - Premio Nacional de Arquitectura de 2010- propone acondicionar las 722 hectáreas del Parque Metropolitano San Cristóbal para usarlo  como una suerte de "Parque Central de Santiago". Esto incluye una reforestación total, especialmente en su costado norte, reparar los "tajos" producidos por la construcción de vías y túneles, instalar varios funiculares en todo el perímetro, aumentar las ciclovías, los paseos peatonales, las áreas de picnic, las piscinas, la iluminación, la seguridad, y cambiar el zoológico al costado norte. Según Browne, en el San Cristóbal se podría llevar a cabo el "zócalo urbano" siguiendo el canal que lo circunda. Se aumentaría sustancialmente el equipamiento metropolitano, que podría complementarse, por ejemplo, con un teatro para ópera, ballet y música sinfónica con una capacidad mayor a dos mil espectadores. "Podría convertirse en el principal hito de Santiago, en gran atracción turística", comenta.

También en ese sector, Iván Poduje plantea crear un gran "Central Park" uniendo el Parque Titanium Santa Rosa con el Parque Bicentenario de Vitacura: "La idea es hacerlo por debajo del puente Lo Saldes (y por detrás de la embajada estadounidense), a través de un proyecto que incluya un paseo peatonal iluminado, con restaurantes al lado del río".

Una ciudad de suburbios autosuficientes

"Si la gente quiere vivir en los suburbios, está bien que viva en los suburbios", plantea Federico Sánchez. "Pero que se queden allá. Porque si viven en Colina, o Chicureo, pero trabajan en Sanhattan o tienen a los hijos en un colegio de Las Condes, tienen que realizar muchos viajes, que son poco eficientes".

El camino, entonces, sería desarrollar las periferias para que sean autosustentables. Una idea que también comparte Camila Cociña, que dice que al igual que el rol que cumple el Paradero 14 en La Florida, que es un eje para la zona sur de Santiago, cada comuna periférica debería tener su propio "subcentro". Estos polos, además, representarían un gran atajo hacia la meta de la igualdad, como plantea Pablo Allard, quien propone desarrollar ahí mayores espacios de uso público. "Invertiría agresivamente en bajar las condiciones de hacinamiento de miles de bloques de viviendas construidos en las últimas décadas,en la periferia. Los dotaría de equipamiento social, deportivo y cultural de calidad, e incentivaría la instalación de subcentros comerciales y de servicios en estas periferias".  Allard pone el ejemplo del plan del Parque Sur desarrollado por la UC -en cuyo diseño él participó en 2005-, que propone un gran parque de servicios en los actuales terrenos de La Platina, entre Puente Alto y La Pintana.

"Ya se nos pasó el debate entre densidad y expansión -explica Sánchez-. Santiago ya sufrió un proceso de explosión expansiva durante los 80. Con esa base hay que generar estos subcentros o polos de desarrollo que eviten los desplazamientos continuos con la lógica del suburbio gringo. Porque el modelo de ciudad como de mancha de aceite ya está ahí", enfatiza. Lugares como Colina-Chicureo, que ya se ha convertido en un sector más poblado, deberían enriquecer su oferta de servicios como colegios, hospitales y oficinas, que eviten que sus vecinos deban trasladarse hacia comunas alejadas.

Marcial Echenique tiene una visión más mixta: "Ya no hay que hacer ciudades densas ni en altura, pues las ciudades de baja densidad pueden ser altamente sustentables y económicas". Según él, el Santiago que cumpla 500 años será una ciudad más plana. Esto lo explica porque los santiaguinos seremos más ricos, y a medida que aumenta el ingreso, aumenta la movilidad de las personas y el espacio utilizado. "Habrá 8 millones de habitantes, y asumiendo un crecimiento económico del 3% anual, el PIB  per cápita pasaría de US$ 10 mil a US$ 24 mil", comenta. De todas maneras, quienes quieran vivir en departamentos en altura, siempre tendrán el centro más congestionado: ése nunca dejará de existir.

La refundación de Santiago

¿Y qué hacemos con el centro?

La idea es vieja, pero el sueño no puede estar más vigente: el centro de Santiago debe ser principalmente peatonal. Primero, restringiendo absolutamente el ingreso de autos particulares, como propone Federico Sánchez. Luego, según Camila Cociña, fomentando el repoblamiento con viviendas "bien construidas": "Lo que sucede hoy es que cuando el ciudadano baja de su edificio, se encuentra con equipamientos de mala calidad. Eso es lo que hay que cambiar". Para ello, agrega, deben llevarse servicios de buen nivel, desde buenas plazas y otros espacios públicos a colegios, por ejemplo.

Y si vamos un poco más lejos, atención a lo que propone Enrique Browne: traer de vuelta el Congreso Nacional al centro de Santiago.  "Sacar el Parlamento de su bello, digno y tradicional edificio en la capital deterioró el atractivo y calidad del centro, con la consecuente emigración de actividades profesionales y financieras hacia el sector oriente", dice antes de criticar el actual edificio en Valparaíso. "Es feo, presuntuoso y representativo de los desvaríos estéticos que dejó el 'posmodernismo' arquitectónico en Chile".

En otras palabras: al centro lo que es del centro. Y a Santiago lo que es de Santiago.

La ciclovía por el Mapocho

El problema es ineludible, pero propuestas no faltan. Complementar un sistema de transporte público eficiente con ciclovías es una idea recurrente entre quienes sueñan y proponen una ciudad mejor. Federico Sánchez va un poco más lejos: "Antes que un Mapocho navegable, deberíamos hacer una gran ciclovía que recorra el cauce del río. Que cruce todo Santiago, y sea como una suerte de costanera norte para las bicicletas. Sería inundable, de uso estacional. Pero ojo, con lo poco que llueve en Santiago podría usarse 10 de los 12 meses del año".

Sobre el río, Sánchez propone un tren elevado, que actúe como troncal, y que se complemente con circuitos locales de tranvías.  "Partiría en barrios como Santa Rosa de Las Condes e Isidora Goyenechea, para descomprimir el tránsito vehicular".

Lo principal en esta área, añade Iván Poduje,  es aumentar la frecuencia y la cantidad de líneas que se construyen periódicamente. "La meta debiera ser construir 10 km de Metro cada cuatro años. Junto a esto, se debieran habilitar dos ferrocarriles suburbanos: Santiago -Maipú -Peñaflor; y Santiago-Renca-Quilicura-Lampa", explica. Los trenes livianos, dice, deberían reemplazar a los buses, sobre todo en comunas de más de 600 mil habitantes, que requieren de sistemas de transporte independientes y redes internas. Éstas son San Bernardo, Puente Alto, Quilicura y La Florida. Sánchez también propone un sistema de taxis híbridos que llevaran patentes comunales, para que sólo pudiesen moverse dentro de su comuna.

El tema que queda dando vueltas es el de los autos. Actualmente existen 200 por cada mil habitantes y, según Marcial Echenique, en 2041 el número de automóviles crecerá a 500. Una realidad que lleva a  Federico Sánchez a recurrir a una idea que alguna vez se implementó ineficazmente en Santiago: el carpooling, la exigencia de compartir el uso del auto entre dos o más personas para circular por determinadas vías, como las autopistas urbanas. Todas. "No podrías entrar sin que te pasaran una multa, a menos que vayas con alguien", apunta Sánchez.

Pablo Allard plantea una solución aun más agresiva para terminar con la congestión vehicular: la tarificación vial. "Tecnológicamente es absolutamente viable, dado que casi el 100% de los vehículos que circulan en la capital tiene TAG. Basta con definir la zona y los horarios, de manera que no afecte a la actividad económica y a los residentes de las zonas tarificadas". El punto de partida para esta medida parece claro: "El sector de Costanera-El Golf podría cumplir con estas características".

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