Por Andrew Chernin, Josefina Ríos y Ana María Sanhueza Diciembre 24, 2010

© José Miguel Méndez y Orlando Pallero

Joaquín tiene ocho años y desde que nació ha vivido en la calle. De lunes a viernes va a un colegio municipal en Recoleta, donde su madre, Patricia Catrileo, lo recoge puntualmente a las 3.30 de la tarde. Después de eso, ambos deambulan por Santiago hasta las 19:30. A esa hora regresan a la casa de acogida Santa Francisca Romana, también en Recoleta, donde duermen hace un año y que -como es un lugar transitorio- deberán abandonar muy pronto. Mientras, Joaquín hace sus tareas sentado en alguna vereda o en la banca de una plaza.

Esa imagen de Patricia y Joaquín dando vueltas por la ciudad se repite los fines de semana y durante las vacaciones del colegio. Joaquín nunca ha dormido hasta tarde. Siempre ha tenido que madrugar y salir a caminar. Su madre tiene 37 años y lleva 20 viviendo intermitentemente entre la calle, albergues, hospedajes y, a veces, en pequeñas piezas que ha logrado arrendar. A los 17 dejó su casa en Villarrica, huyendo de la violencia y de una familia ahogada en el alcohol. De sus 8 hermanos, ella es la única que sabe leer y escribir. Llegó hasta octavo y su sueño era estudiar Hotelería y Turismo. Hoy vende cachureos en La Vega.

Patricia siempre ha vivido al límite: la violencia siempre la ha seguido persiguiendo. Eso, hasta que nació Joaquín. "Ahí me cambió la vida", dice.

Como Patricia y Joaquín, en Chile hay actualmente más de siete mil personas que no tienen dónde vivir. Así lo dejó claro el primer Catastro Nacional de Personas en Situación de Calle del 2005 y que el Ministerio de Planificación (Mideplan) acaba de reeditar en su segunda versión. Partieron la primera fase del estudio el pasado 25 de noviembre. Con 11 comunas  que concentran  a 3.002 de los chilenos en esta situación. Es decir, casi el 50% del total nacional.

"Me preocupa que un alcalde (Manuel José Ossandón) tenga una visión tan simplista y distorsionada en esta materia. A diferencia de lo que él cree, sólo un tercio de quienes viven en la calle prefieren seguir ahí, y menos de la mitad tiene adicción asociada al alcohol", dice Felipe Kast, ministro de Mideplan.

Los resultados dicen que el 61,4% de estos chilenos en la calle tiene entre 30 y 59 años. Y que un 85% son hombres. No es todo. En conjunto, las comunas catastradas -Iquique, Antofagasta, Valparaíso, Viña del Mar, Concepción, Talcahuano, Santiago, Estación Central, Independencia, Puente Alto y Recoleta- disminuyeron el número de personas que viven en la calle en un 7%, respecto al 2005. Pero hubo municipios que presentaron aumentos significativos. Es el caso de Puente Alto (82%) y Recoleta (115%). "Nos preocupa mucho el aumento exponencial en estas comunas. Las causas las estamos recién analizando, pero obviamente vamos a tener que redirigir nuestros esfuerzos para subsanar la situación en esos municipios", explica el ministro de Mideplan, Felipe Kast.

El objetivo es que, a marzo, este estudio incluya 120 comunas de todo el país, 40 más que la muestra del 2005 que lideró el ex ministro Andrés Palma. Con los datos en la mano, Mideplan comenzará a perfeccionar los programas e intervenciones que se hacen en torno al problema. Por mientras, Kast tiene sus ojos puestos en las cifras que arrojó la primera fase del estudio. Según él, quienes viven en la calle representan la faceta más cruda de la pobreza, sobre todo cuando son niños. Como Joaquín. "Ellos son nuestra principal preocupación, porque es una edad donde podemos tener más impacto en las medidas que tomemos para paliar su situación", señala. De esta primera muestra preliminar, un 4,4% son menores de 18 años. La meta es que, durante 2011, todos los niños en esta situación reciban asistencia del Estado.

La decisión de partir

Aunque los motivos para vivir en la calle son variados, el catastro de noviembre pasado reveló que la razón que predomina es un quiebre familiar, como le ocurrió a Patricia Catrileo. Las cifras dicen que un 26% de los encuestados dejó su vivienda por decisión propia, mientras que al 17% lo expulsaron. En tanto, el 10% de los encuestados explica que abandonó el hogar por problemas con su pareja y el 7% por abusos o maltrato.

"Las razones son muchas. Hay personas que vienen saliendo de la cárcel y no tienen vínculos; gente que viene del sur y no tiene dónde quedarse; otros pelearon con sus familias; algunos tienen problemas mentales, de droga o de alcohol. También hay mujeres que escaparon por temor a sus maridos", señala Luis Ossa, director del Área Calle del Hogar de Cristo.

En la calle

Existe la idea generalizada de que la gente que vive en la calle lo hace por opción personal. El propio alcalde de Puente Alto, Manuel José Ossandón, dijo en una entrevista la semana pasada que el "99% de los huevones que están en la calle tiene daño cerebral porque son alcohólicos o quieren estar ahí". Consultado Kast por esas declaraciones, no puede evitar su molestia: "Existe una estigmatización en la sociedad frente a las personas que viven en la calle, que hace muy cómodo para todos los actores ignorar el problema. Este catastro ayuda a derribar los mitos que hasta ahora han simplificado el problema". Y agrega: "Me preocupa que un alcalde de la Coalición por el Cambio tenga una visión tan simplista y distorsionada en esta materia. A diferencia de lo que él cree, sólo un tercio de quienes están en esa situación prefiere vivir en la calle, y menos de la mitad tiene adicción asociada al alcohol. Para construir una sociedad inclusiva, debemos cuidar el lenguaje que usamos para referirnos a todas las personas, independiente de su apariencia".

Las cifras de la encuesta muestran que un 19% declara estar en la calle debido a consumo de alcohol y/o drogas. En ese porcentaje cae Juan Francisco Olave (48). A los 8 años tomó la decisión de alejarse de su familia, pese a que ni su padre -minero de El Teniente- ni su madre dueña de casa, eran violentos con él. Comenzó a juntarse con gente mayor de su barrio y la curiosidad lo llevó a beber alcohol. Nunca más dejó de hacerlo.

El mozo Eduardo Retamal (45) perdió su trabajo y su familia por consumir cocaína: se gastaba prácticamente los $ 170 mil mensuales de su sueldo en droga. Hace tres meses, durmió por primera vez en la calle. "Sentí pena y rabia conmigo mismo", confiesa. Hoy duerme en el hospedaje del Hogar de Cristo y está decidido a recuperar la vida que llevaba con su esposa y sus tres hijos. Busca trabajo de mozo.

Realidad invisible

Cuando en marzo se conozcan los resultados finales del catastro, Mideplan junto a un grupo de ONG harán un seguimiento a los encuestados. Un paso clave para formular políticas públicas para quienes viven en la calle. La idea es que las organizaciones que los reciben durante las noches mantengan un registro diario de quién llega y quien sale. Ignacio Eissmann, coordinador de Red Calle, apoya esta iniciativa: "Necesitamos información más completa, una base de datos que identifique cuáles servicios están utilizando las personas en situación de calle, dónde se albergan, cómo se mueven. Es la única manera que dejen de ser una realidad invisible".

Patricia y su hijo estarán entre los casos incluidos en el seguimiento. Sobre todo porque en febrero deben abandonar el hospedaje donde duermen, ya que el lugar es temporal y sólo para mujeres. Hoy ambos viven de los $ 65 mil que ella recibe por una pensión por incapacidad. El dinero le alcanza sólo para cubrir los gastos de Joaquín. Por eso, espera que el Fonadis le apruebe un proyecto para tener un pequeño bazar y que le entreguen la casa que le prometieron cuando, hace cuatro años, ganó un subsidio habitacional en San Bernardo. "Yo quiero tener mi propia pieza y una tele", dice Joaquín.

Si hace realidad su sueño, quizás para el próximo catastro de chilenos de la calle, Patricia y Joaquín ya no figuren en la lista.

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