Por Daniel Matamala Diciembre 17, 2010

© Juan González

Jorge Segovia no sale bien en las fotos. El rostro está tenso, la mirada dura, los ojos demasiado abiertos y los labios demasiado apretados. Pero no importa. Ésa es exactamente la toma que el público agradece. Porque ésa es una foto icónica. La de un antihéroe.

Su imagen ya es un avatar twittero. Y quién sabe. Tal vez, cuando la moda ochentera y noventera deje paso a la nostalgia bicentenaria, la foto de Segovia se convierta en objeto de estampado en camisetas onderas. Un objeto de culto vintage. Un Don Ramón de 2010.

¿Cuándo fue que un empresario exitoso se convirtió en objeto de desprecio masivo? ¿Cuándo un dirigente de bajo perfil trocó en caricatura? ¿Cuándo se desató la tragedia griega de Segovia? Pues, en el mismo instante en que él creía estar saboreando la gloria. El 26 de octubre, cuando presentó su candidatura con el apoyo de los clubes grandes y con los votos suficientes para ganar las elecciones de la ANFP.

Arropado por el respaldo explícito de los dirigentes, confortado por los sufragios que necesitaba, embriagado con la perspectiva del poder inminente, fue que cometió el error de su vida. Entonces fue cuando dijo que ya tenía "un plan B y un plan C" para reemplazar a Marcelo Bielsa.

Sí, a Marcelo Bielsa. Al entrenador más popular, admirado y venerado de la historia del fútbol chileno.

Entrevisté esa noche a Segovia. Le pregunté si estaba consciente que, de ganar, Bielsa anunciaría su retiro y él se convertiría en el enemigo público número 1 de 17 millones de chilenos. Desestimó la pregunta con un mohín de desagrado. Y luego espetó que "todos somos reemplazables" y que "ningún técnico puede condicionar a toda una Federación". Acababa de firmar su condena.

Le pregunté a Segovia si estaba consciente que, de ganar, Bielsa anunciaría su retiro y él se convertiría en enemigo público. Dijo que "todos somos reemplazables, ningún técnico puede condicionar a toda una Federación". Acababa de firmar su condena.

La cascada siguiente era del todo predecible: el adiós de Bielsa, la furia popular, el teléfono privado de Segovia publicado en internet, los gritos insultantes…

Enfrentado a la dura realidad, Segovia maniobró como creyó mejor. Con su aire impasible, alternó loas y frases lapidarias hacia Bielsa, deslizó acusaciones contra Mayne-Nicholls, actuó de ganador implacable y de víctima indefensa. Es imposible decir si lo hizo bien o mal. En verdad, ya no importaba qué dijera ni cómo, su sola aparición en pantalla, la sola mención de su nombre, eran recibidas con desprecio por millones. Odio visceral hacia un hombre del que conocen poco más que una cara poco fotogénica y un tono de voz cortante y directo.

Probablemente pocos de los hinchas que lo execran saben que este mismo tipo (sí, el mismo) salvó de una muerte segura al Estadio Santa Laura y lo convirtió en un recinto moderno. Que invirtió de su bolsillo para levantar a la Unión Española. Que es el único dirigente que ha tenido los cojones para enfrentar, en las palabras y en los hechos, a las intocables barras bravas. Una valentía que no han tenido ni los clubes que lo apoyan, ni tampoco la actual directiva de la ANFP.

Todos esos antecedentes importan poco o nada. Segovia es el antihéroe. Despreciado por el público, despojado de su triunfo electoral en la ANFP, inhabilitado incluso para volver a dirigir su club, Unión Española. Convertido en un póster ingrato. En una de las imágenes que dejó 2010.

El antihéroe

La tragedia griega del fútbol chileno

*** Prólogo ***

El Presidente Piñera visita Juan Pinto Durán para despedir a la Selección Chilena que viajará al Mundial de Sudáfrica. El acto está rodeado de una inédita tensión: meses antes, Marcelo Bielsa se ha prodigado en atenciones para la entonces Presidenta Michelle Bachelet. Pero con Piñera no se puede decir lo mismo. En campaña, el entonces candidato había planteado que, en su eventual gobierno, quería "trabajar como Bielsa", y la respuesta del DT había sido gélida: "Yo quiero ser para mis jugadores lo que Bachelet es para Chile".

Y claro, en la visita todo sale mal. Piñera se enreda en un discurso pretendidamente distendido en que nombra por su apodo a cada uno de los futbolistas. Cuando llega a Bielsa, habla de "el Loco" y, tras una interminable fracción de segundo, intenta rectificar mientras el DT se pierde en el fondo, tratando de mimetizarse con la reja.

Desde ese momento, para el mapa mental del público, Marcelo Bielsa y Sebastián Piñera quedan irremediablemente enfrentados.

*** Episodio 1 ***

En Sudáfrica, representando al Gobierno, está el subsecretario de Deportes y accionista de Colo-Colo, Gabriel Ruiz-Tagle. En su calidad de dueño de ese equipo, Ruiz-Tagle arrastraba una larga disputa con Mayne-NicholLs, gatillada por la repartición de las platas del Canal del Fútbol. A propósito de ello, y apenas asumido el nuevo gobierno, el presidente de la ANFP se había despachado una declaración feroz contra Piñera y el subsecretario, preguntándoles "si esto es lo que quieren como país, donde el más rico sigue siendo rico y el pobre es pobre de por vida".

A ojos de muchos dirigentes, esas palabras habían colmado el vaso de la utilización política del fútbol contra el gobierno. Mientras, en la ANFP están convencidos de que Ruiz-Tagle aprovecha su doble rol para hacer campaña en Sudáfrica, levantando una lista opositora. Él, por supuesto, lo niega.

*** Episodio 2 ***

La Selección vuelve a Chile entre las 16 mejores del mundo. Bielsa considera que no hay nada que celebrar. El Presidente invita al plantel a La Moneda para felicitarlo. Piñera y Ruiz-Tagle son los anfitriones. El desastre inminente se huele a kilómetros.

Marcelo Bielsa llega a La Moneda, evita saludar a Ruiz-Tagle e intenta repetir el gesto (la ausencia de éste, más bien) con el Presidente. Impasible, Piñera mantiene el brazo estirado y con un saludo en voz alta obliga al DT a extender su mano. De esta manera carambolesca, Bielsa se convierte en ícono de la oposición al gobierno.

*** Episodio 3 ***

Colo-Colo logra su objetivo. Junto a Universidad de Chile y Universidad Católica levantan una candidatura para enfrentar a Harold Mayne-Nicholls. Pero no se trata del postulante más obvio, Antonio Bloise de Everton, que ha echado pie atrás, sino que de un desconocido dirigente de la Unión Española: Jorge Segovia, que reúne los votos en una campaña flash. Mientras se prepara su caída, Mayne-Nicholls recorre el mundo en su rol de funcionario FIFA.

La noche previa a las elecciones, Marcelo Bielsa convoca a una conferencia de prensa. En rigor, es otra pieza dramática: un monólogo. En dos horas y media, el DT defiende al presidente de la ANFP, desgrana sus razones para no confiar en el candidato opositor y concluye con una frase terminante: "no puedo ni voy a trabajar con el señor Segovia, es imposible que lo haga".

A la mañana siguiente, Segovia gana las elecciones.

*** Episodio 4 ***

La oleada de indignación popular golpea a Jorge Segovia, a los dirigentes de los clubes y a los dueños de las sociedades anónimas. Piñera aún posee cerca del 11% de las acciones de Colo-Colo y Ruiz-Tagle se ha desprendido de las suyas, obligado por la Contraloría. Pero se las vende al consuegro del Presidente. El ambiente se enrarece, y pronto aparecen las primeras acusaciones, desde la oposición, de que La Moneda habría intervenido en la elección de Quilín.

La Concertación anuncia una comisión investigadora. Sólo que las pruebas no llegan y los diputados tampoco: diez congresistas que habían firmado la petición no aparecen en la sala y la comisión muere antes de nacer.

En una escalada dramática perfecta, la furia tiene su clímax marcado en el calendario: el amistoso entre Chile y Uruguay, que sería el último de Bielsa en el país. Esa noche la selección juega un partido perfecto. Bielsa y Mayne-Nicholls son ovacionados, y Segovia es insultado en ausencia.

*** Episodio 5 ***

Aleonados por el respaldo popular, los directivos salientes de la ANFP se erigen en jueces de su propia derrota. Apoyados en un olvidado artículo que afecta a la mayoría de los dirigentes del fútbol, piden a la Comisión Jurídica inhabilitar a Jorge Segovia. Ésta no les da en el gusto y, sin más ceremonia, desechan su dictamen y lo hacen ellos mismos. Segovia queda fuera y se fijan nuevas elecciones para el 7 de enero.

*** Éxodo ***

El catastro de daños es el que sigue.

Un público enrabiado y desencantado. Auspiciadores que acababan de firmar con la Selección y que ven al producto que pagaron a precio de oro súbitamente devaluado.

Harold Mayne-Nicholls, fuera del poder. Marcelo Bielsa, cesante a partir del 15 de enero. Jorge Segovia, despojado de su triunfo, inhabilitado en la ANFP, en su club y públicamente denigrado. Las sociedades anónimas deportivas, cuestionadas por primera vez. La mayoría de los dirigentes del fútbol, empujados fuera de la legalidad deportiva. El Presidente Piñera, 13 puntos menos popular tras sufrir su peor caída en las encuestas, y obligado a vender sus acciones de Colo-Colo.

Y así es como queda todo: la única certeza es que aquí no hay ganadores. Como en una tragedia griega.

Relacionados