Por María José López Octubre 8, 2010

© Nicolás Ábalo

-Estas semanas tuvo que enfrentarse nuevamente a Pilar Pérez y a José Ruz. ¿Cómo fue volver a verlos?

-Han sido dos semanas duras. Es acongojante, además, ver a Greta, mi mujer amada, llorar mientras declara en el tribunal. Sin embargo, nuestro duelo lo vivimos todos los días, desde ese terrible 4 de noviembre de 2008, cuando fue asesinado nuestro hijo. Todos los días lloramos a Diego. En ese sentido, no son tan distintos los días que hemos vivido estas semanas. La única diferencia es que pude encarar a Ruz y Pérez, recordándoles que ellos son los asesinos de mi hijo.

Las últimas dos semanas han sido muy demandantes para Klaus Schmidt-Hebbel. Física y emocionalmente: hace 15 días comenzó el juicio oral contra Pilar Pérez y José Ruz, la mujer y el sicario inculpados por el asesinato de su hijo Diego, el 4 de noviembre de 2008, día en que él pasó a buscar a su polola, Belén Molina. Corrían las 8:15 cuando el joven, de 25 años, en el interior de la casa de Belén, recibió dos balas y una cuchillada por parte de Ruz. Poco después murió en la Posta Central.

Éste y otros acontecimientos han sido relatados en detalle a los jueces desde el jueves 23 de septiembre. Una serie de testigos y peritos mostraron pruebas de aquel crimen -como la pistola Taurus calibre 6.35 que cargaba el sicario- y testificaron en contra de los dos homicidas.

Esta instancia hizo que por tercera vez el economista se enfrentara, cara a cara, con Pilar Pérez y José Ruz. Desde la sala de reuniones de su oficina, emplazada en el Instituto de Economía de la Universidad Católica, en San Joaquín, Schmidt-Hebbel relata cómo han sido estos días, cómo vive su duelo y qué se siente al estar a pocos metros de los supuestos homicidas de su hijo.

-En un momento de su declaración usted miró a Pilar Pérez, la apuntó con el dedo y le dijo: asesina.

-La energía para encarar a los asesinos está basada en la razón y en el corazón, porque soy un padre que busca justicia para su hijo. En eso no hay nada de especial: la gran mayoría de los chilenos reaccionaría igual si por desventura estuviesen en mi lugar: con serenidad y seriedad, enfrentando al asesino de su hijo y pidiendo justicia a la instancia que le corresponde darla.

-Al tenerlos al frente, ¿siente ganas de preguntarles por qué lo hicieron?

-Son seres terribles, que encarnan el mal. Pero no tengo nada que preguntarles. Como han declarado el propio Ruz y múltiples testigos y peritos, ellos asesinan  por tres motivos: la enemistad, la venganza y la codicia. En el caso de ella, los tres motivos están presentes. En el caso de él, el motivo confesado es la codicia económica, por hacerse de algunos millones de pesos. Es un sicario clásico, serial. Es un asesino serial, como también lo es ella, su patrona y socia. Y si nadie los para, su asociación homicida continuará en el futuro, comenzando por eliminar a las otras 7 personas que están en su lista (confesada por él).

La columna de Peña

Como de costumbre, el domingo 3 de octubre Klaus Schmidt-Hebbel se levantó muy temprano. A las 8:30 de la mañana comenzó a hojear los diarios, mientras tomaba desayuno junto a su mujer, Greta Niehaus.

Entonces leyó la columna de Carlos Peña.

Ahí, el abogado y rector de la Universidad Diego Portales planteó si es necesario exponer, tanto a jueces como a la opinión pública, a tan dramáticos testimonios, "inflamarlos emotivamente", y si esto efectivamente aporta a la resolución del juicio.

"Carlos Peña está profundamente equivocado. La razón de su apreciación errónea es que la ley otorga el derecho a las víctimas a declarar los daños sufridos y a los victimarios o imputados a declarar respecto de los móviles de sus actos".

"Cuán significativa era la víctima directa para sus padres, cuán desoladora fue la noticia de su muerte, cuán absurdo es que su vida se haya acabado, no es relevante a la hora de establecer quién mató a Diego Schmidt-Hebbel y qué pena merece", señaló Peña.

Schmidt-Hebbel no quedó indiferente frente a los dichos del abogado. Argumenta que la columna de Peña contiene errores jurídicos.

-El rector Peña plantea dos interrogantes con respecto a sus testimonios. Se pregunta si fue necesario exponer a la opinión pública y a jueces frente a sus testimonios de dolor, y si es que era justo. ¿Qué le pareció la columna?

-Es una columna que me causó mucha sorpresa. Como explicó muy certeramente mi abogado, Juan Domingo Acosta, en una carta publicada en El Mercurio el 4 de octubre, la columna omite al menos tres elementos centrales de nuestro ordenamiento jurídico sobre los derechos y deberes de testigos y de víctimas de crímenes en juicios penales con demandas civiles.

El primero: toda víctima tiene el derecho de declarar ante el tribunal la magnitud del daño que sufre a consecuencia del acto criminal. Más aún, la sanción o el castigo de quien se determine culpable también toma en consideración el daño que realiza el acto criminal en las víctimas.

En segundo lugar, nosotros fuimos llamados a declarar en calidad de testigos sobre la rutina diaria de Diego.

Y tercero, nosotros, al igual que las otras tres familias querellantes, también hemos entablado demandas civiles contra los asesinos, lo que nos obliga a testificar sobre el daño moral y económico que las pérdidas de nuestros seres queridos nos han causado.

-¿Qué motivaciones ve tras la columna de Peña?

-Las desconozco por no conocer a su autor.

-¿Y qué le parece que Peña señale que sus testimonios sí afectan la resolución de los jueces y que el "inflamar la emotividad de los jueces a favor o en contra de las víctimas" podría conducir a la conclusión de que hay vidas más valiosas que otras? Esto, según él, atentaría contra la igualdad ante la ley.

-Él está profundamente equivocado. La razón de su apreciación errónea es que la ley otorga el derecho a las víctimas a declarar los daños sufridos y a los victimarios o imputados a declarar respecto de los móviles de sus actos. Los imputados tienen que explicar la razón de sus actos o declararse públicamente inocentes y señalar por qué son inocentes. Y las víctimas tienen que declarar en cuanto a por qué son víctimas. La ley lo establece así, clara y nítidamente. En este caso, los victimarios han decidido no hacer uso de ese derecho, lo que es muy sospechoso desde mi punto de vista. Y las víctimas, todas ellas, vamos a declarar. Están los ascendientes directos de La Quintrala y los descendientes directos también. Y todas las demás víctimas de La Quintrala. Recordemos que este juicio es sobre un caso único en la historia criminal mundial: nunca un homicida ha sido acusado por asesinato por la totalidad de sus ascendientes vivos y por la totalidad de sus descendientes vivos. La Quintrala es un caso único en el mundo: es acusada de homicidio por su madre y por sus dos hijos.

"Peña está profundamente equivocado"

"Es una ametralladora viva"

<-¿Teme que Pilar Pérez tome represalias o que pueda seguir actuando desde la cárcel?

-No nos sentiremos seguros hasta que el tribunal la condene por todos sus crímenes y hasta que se entreguen las compensaciones civiles que les exigimos a ella y a Ruz. Esta mujer es una ametralladora viva. Algunas veces usa sus propias manos para asesinar, como lo hizo cuando intentó eliminar físicamente a su futura nuera. Otras, las más, usa su arma fundamental: el dinero. Ella es una mujer muy acaudalada, dueña de siete propiedades y de una camioneta. Pero también es una empresaria de la muerte, que usa sus caudales para asesinar a otras personas: familiares muy cercanos (como su nuera, su madre y sus dos maridos), familiares más lejanos (su hermana, su cuñado, su sobrina) y terceras personas que se le cruzan en su camino homicida. Lo puede hacer desde su detención, en este momento, o lo podría hacer desde la cárcel, en el futuro. Su comportamiento representa un patrón de conducta de una asesina serial, orientada a la eliminación repetida y sistemática de una decena de personas, desde el 2002.  Por eso, sólo si ella y Ruz están sin fondos para cometer futuros asesinatos, las cuatro familias querellantes vamos a tener alguna tranquilidad, dejando de temer por nuestra seguridad física.

-Son cuatro las familias que están detrás de la demanda. ¿Actúan en bloque?

-Cada familia actúa individualmente en lo penal y en lo civil, pero apoyando las querellas criminales levantadas por la Fiscalía contra ambos asesinos. Las demandas civiles exigen compensaciones por una suma total de alrededor de $1.000 millones. En esto están los Molina Pérez; la familia de Juan José Zamorano Pérez, hijo de Pilar Pérez; la familia de Rocío Zamorano Pérez, su hija; y nosotros. Hay antecedentes contumaces y contundentes de que es culpable. A la luz de estas pruebas su hija se querella contra La Quintrala, su hijo se querella contra La Quintrala, y su madre, quien la parió, también se querella contra La Quintrala.

-¿Qué buscan ustedes con las demandas civiles?

-Nosotros tenemos dos motivos. Primero, que ambos homicidas no tengan a su disposición activos ni riqueza para mandar a matar a otras personas.

"Ella es una empresaria de la muerte, que usa sus caudales para asesinar a otras personas: familiares muy cercanos (como su nuera, su madre y sus dos maridos), familiares más lejanos (su hermana, su cuñado, su sobrina) y terceras personas que se le cruzan en su camino homicida. Lo puede hacer desde su detención, en este momento, o lo podría hacer desde la cárcel, en el futuro".

Segundo, hacer el bien con este dinero sucio, que es la forma de limpiarlo. Por eso, luego de cubrir nuestros costos judiciales, donaremos la eventual compensación económica a fundaciones o corporaciones que hacen el bien en Chile. Para nosotros, la pérdida de nuestro hijo es irreparable. No queremos ningún peso de ese dinero.

-¿Cuándo podría pasar eso y qué es lo que viene ahora en este proceso judicial?

-Probablemente el juicio durará, por lo menos, dos meses más. Culminará con la lectura del veredicto por el tribunal, seguida por la dictación de sentencia. Finalmente, podrían decidirse las eventuales compensaciones civiles y los montos correspondientes.

-Durante el juicio oral usted contó del impacto económico que tuvo en su carrera el homicidio de su hijo. A los pocos meses tuvo que dejar su cargo en la OCDE para volver al país y estar con su familia.

-Desde septiembre de 2008 y hasta el momento de la muerte de Diego ejercí el cargo de economista jefe y de director del Departamento Económico de la OCDE, una de las organizaciones internacionales más importantes del mundo. Ningún otro chileno en la historia ha ejercido un cargo técnico -no político- tan alto en un organismo internacional. Por supuesto que hay un sueldo asociado a ese cargo,  que es bastante más alto que el de un profesor universitario en Chile. De ahí se deduce un daño económico directo.

-¿Piensa retomar su carrera internacional algún día?

-En la OCDE me han indicado algunas veces que si yo considerase volver, las puertas estarían abiertas. Pero tengo un compromiso familiar muy fuerte de estar aquí, con los míos.

"Peña está profundamente equivocado"

La familia de Belén

-¿Cómo enfrentó los primeros días de la muerte de Diego lejos de su familia, en París?

-Después de la muerte de Diego, pasé diez días en Chile para arreglar el funeral y estar con mi familia. Pero luego volví a la OCDE por otros cinco meses más, para terminar proyectos y compromisos contraídos antes de la muerte de Diego. Simplemente no podía renunciar de un día para otro. Tuve la suerte de que mi mujer y mis hijos me acompañaran en París. Entregué mi renuncia en febrero de 2009 y la hice efectiva a comienzos de abril, volviendo a Chile.

-¿Qué fue lo más duro de ese tiempo?

-Hubo una etapa inicial de permanente shock, en que no creía, no había internalizado lo que nos había pasado. En mi rutina en París, de repente me olvidaba que mi hijo había muerto. Pero al rato me "caía la chaucha". Es como que se te quiebra el corazón, cada vez de nuevo. Vuelves a sentir el teléfono, el llamado que te da la peor noticia de tu vida, ese llamado de mi mujer que me avisa que mi hijo ha fallecido. Lloré a Diego recién a partir del tercer o cuarto mes, al final de mi estadía en París, y quizás mi verdadero duelo lo empecé recién cuando me reuní de nuevo con mi mujer y mis hijos. Y en esa fase estoy desde entonces.

-¿Alguna vez pensó que su hijo llegó a la familia equivocada? -Alguna vez nos hicimos esta pregunta. Pero la descartamos pronto, porque no tiene sentido. La respuesta correcta a nuestras interrogantes iniciales es que Diego conoció a la mujer que iba a ser la mujer de su vida, y una tercera persona truncó ese plan, matando a Diego.

-¿Ahora qué es lo más difícil de la rutina?

-Cuesta concentrarse, uno se desfocaliza frecuentemente. Mi mujer duerme pésimo, y se quiebra muchas veces cada día y cada noche. Yo duermo mejor, pero el despertar es siempre doloroso, porque es volver a la realidad de la ausencia del hijo. Y cada noche me duermo deseando e imaginándome estar en el lugar de Diego, recibiendo yo la bala asesina, yo la puñalada asesina, y con eso salvar la vida a mi hijo. Hubiese sido un hombre profundamente feliz si le hubiese podido salvar la vida a mi amado hijo.

-En una entrevista con TVN, su mujer, Greta, señaló que no hay resentimientos con la familia de Belén. Sin embargo, habló del destino y de que aún no entiende cómo puso a Pilar Pérez en sus vidas.

-No tenemos ningún reproche con la familia de Belén. De verdad, no la conocemos mucho. Pero conocemos muy bien a Belén, a quien queremos muchísimo. Sabíamos de los planes muy serios de matrimonio de Diego y Belén, y felices hubiésemos tenido nietos de ellos dos.

-¿Alguna vez pensó que su hijo llegó a la familia equivocada?

-Alguna vez nos hicimos esta pregunta. Pero la descartamos pronto, porque no tiene sentido. La respuesta correcta a nuestras interrogantes iniciales es que Diego conoció a la mujer que iba a ser la mujer de su vida, y una tercera persona truncó ese plan, matando a Diego.

"Peña está profundamente equivocado"

El abrazo en la calle

-Como economista, usted acostumbra a llenar las páginas económicas de los medios. Sin embargo, hoy su nombre aparece todos los días dentro de las noticias policiales.

-Es algo que ciertamente no me tiene contento. Confío en que esto es un período transitorio.

-¿Cómo procesan el dolor? ¿En quiénes buscaron apoyo?

-Esta bomba nuclear que explotó en nuestra familia y en nuestros corazones nos ha permitido recibir el apoyo espiritual de personas de las más variadas creencias y convicciones. Por ejemplo, la misa del funeral de Diego fue cocelebrada por 4 sacerdotes católicos, por un pastor luterano y por un lama budista tibetano, muy cercano a Greta. Recibimos el apoyo solidario, el afecto y el cariño de miles de chilenos, cercanos y lejanos, conocidos y desconocidos, que nos regalan una sonrisa, un testimonio, una conversación, una oración o una meditación. También somos beneficiados por el apoyo de muchos chilenos que se nos acercan en la calle y eso nos da fuerza para seguir adelante. Todo ello nos ayuda mucho, y se lo agradecemos infinitamente. El dolor por la pérdida de nuestro hijo es inconmensurable, pero estas expresiones de amor ayudan harto. Son éstas las cosas que hacen un poco más llevadera la pena. Me quedo con eso y no con las críticas absurdas.

-¿Piensa en algún proyecto en homenaje a su hijo?

-Estamos iniciando la preparación de un libro en recuerdo de y en homenaje a Diego, y se lo hemos encargado a una editora. Sabíamos que Diego fue una persona notable, pero la extensión de su bondad la conocimos recién después de su muerte, cuando nos llegaron centenares de cartas, testimonios, mails y llamados, de cercanos y de desconocidos. Con todos los testimonios que recibimos estamos motivados a hacer este libro.

Llegué a un servicentro para cargar bencina. En eso, se me acerca un hombre muy pobre y muy sencillo. Y me dice: "Don Klaus Schmidt, quiero expresarle mi cariño y mi solidaridad por la muerte de Diego"... Este hombre anónimo y sencillo borró de un plumazo la molestia que me había producido leer alguna columna irrelevante.

-¿Qué cosas hacen llevadera la pena?

-Recuerdo el día domingo pasado. El día en que recién había leído la columna del señor Peña. Tras leer el diario en mi casa, tuve que salir a hacer una compra. Llegué a un servicentro para cargar bencina. En eso, se me acerca un hombre muy pobre y muy sencillo. Claramente un hombre que había pasado la noche en la calle. Cargaba con un pequeño saco con pocas pertenencias. Y cuando yo me bajo del auto se me acerca. Y me dice: "Don Klaus Schmidt, quiero expresarle mi cariño y mi solidaridad por la muerte de Diego". Y me da un abrazo. Nos abrazamos con una emoción grandísima, un abrazo de una ternura insólita entre dos hombres maduros, de historias tan distintas. Pues bien: este hombre anónimo y sencillo, con el bien que me hizo en esos treinta segundos, borró de un plumazo la molestia que me había producido leer alguna columna irrelevante.

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