Por Cony Stipicic H. Agosto 13, 2010

© Nicolás Ábalo

Fue presidente del Centro de Alumnos del Saint George's y compañero de Vicente Sabatini, Rafael Guilisasti y Máximo Pacheco. Podría haberse dedicado temprano a la política, pero más le atrajo el discurso del gremialismo. De la mano de Luis Cordero, ingresó al círculo de Jaime Guzmán y de ahí -hasta hoy- se dedica a promover lo que él llama su proyecto "tridimensional": comunicaciones, enseñanza y política.

Hincha fanático de la "U" (ve los partidos con camiseta, una cerveza y dos amigos, siempre en silencio), Gonzalo Rojas es un historiador con 35 años de jornada completa en la UC, casi 57 de edad y numerario del Opus Dei. Desde que ocupó el lugar de Hermógenes Pérez de Arce como columnista de los miércoles en El Mercurio, se transformó en un provocador que bordea la caricatura y defiende causas que para muchos son perdidas, pero que pocos dejan de leer. Lo hace convencido, por un sentido de misión por el cual se jugará mientras le dure la energía.

-¿Sintió presión al reemplazar a Hermógenes?

-Sí. Hubo gente que esperaba que fuera unilateralmente defensor del gobierno militar, sin ningún matiz respecto de como lo hacía Hermógenes. Pero me hizo mucha gracia cuando The Clinic dedicó un reportaje al nuevo columnista y puso abajo: "El tibio reemplazante de Hermógenes". Entonces dije "estoy bien". Pensé que me iban a considerar lo más siniestro...

-¿Qué le provocaba leer a Hermógenes?

-Mucha admiración por la capacidad de ironizar respecto de sí mismo y también un poquito de cansancio al ver el estrechamiento de sus temas. Era sutil, beligerante, pero un poquito monotemático. Creo que se divertía, hasta que comenzó a vivir desagrados y dejó de disfrutar lo que estaba haciendo y se mandó cambiar.

-¿A quién le escribe Gonzalo Rojas?

-Sobre todo a la gente joven, que tiene una sintonía con lo que a mí me gusta llamar "los grandes líderes del conservantismo". No me interesa escribirles a los viejitos que seguían a Hermógenes, aunque a veces hago sintonía con ellos. Escribo fundamentalmente a los menores de 40 que, con la  muerte de Jaime Guzmán -a quien ni entre siete podríamos reemplazar- se quedaron sin la persona que tenía la mirada puesta directamente en ellos. Todo  mi objetivo es decirles "miren, éstos son los bienes que están disponibles desde nuestra perspectiva".

"Oye, progresistas, ¿para qué es la libertad? Yo sé para qué es, pero te veo a ti, progresista, buscándola por sí sola, amándola sin referencia a sus resultados y no queriendo reconocer cuando la usaste mal y que el resultado fue malo. Eso me fastidia mucho de los progresistas".

-¿Cuáles son esos bienes?

-Primero, la vida, que está muy amagada; la libertad de enseñanza, en la que soy un conservador liberal; y, finalmente, la "matria", que es la recuperación del papel de la mujer en nuestra historia. Chile había sido una "matria" hasta los 60, cuando -con la píldora- a la mujer le cambiaron sus hábitos de vida sexual y matrimonial. Muchos hábitos han desvinculado a la mujer de lo más profundo de la vida, que es la dedicación a sus hijos. No es que la quiera lejos del trabajo o de la vida pública, pero quiero que, primero, conceptualmente, conserve y acreciente el patrimonio, que son los hijos.

-O sea, pudo gustarle que Chile tuviera una presidenta.

-Michelle Bachelet nunca me ha parecido una persona digna del cargo. Verdaderamente le quedó muy grande. La mejor columna que he escrito nunca, la que más gocé, es ésa que explica por qué alcanza la popularidad que tiene. Ella es un gran relato mediático: fue muy bien entrenada para ser la gran mamá de los chilenos infantilizados, que encontraron en ella un personaje cariñoso, lo cual refuerza mi tesis de que necesitamos una madre. Pero no una que te deje hacer lo que quieras, que es lo que la Concertación hizo. Eso pasa la cuenta.

-¿Y hay alguna mujer que llene sus expectativas?

-Me gusta mucho la diferencia de carácter de Jacqueline van Rysselberghe. Es percibida como menos maternal o, más bien, masculina, pero es exactamente el tipo de mamá que Chile necesita: dispuesta a llamar la atención incluso a su propio presidente.

"¡Oye, progresistas…!"

-¿Para usted, la columna en El Mercurio es una misión?

-La palabra misión es muy grandota. Pero, claro, yo no escribo por el gusto de escribir; escribo por el sentido del deber. Y cuando no tengo tema, me pregunto qué hago para hacer el bien.

-Al final, se ha instalado como un provocador.

-Sí.

-¿Y le gusta?

-Me gusta provocar en clases. Tengo una actitud oral muy irónica, incluso insolente, que he ido corrigiendo con el paso de los años. Y trato de trasladar eso a la palabra escrita. Pero cometo el error, a veces, de ofender, y eso me duele. Cuando pasa en clases es más fácil porque uno ve la cara. Ahora, siempre doy la columna a leer a alguien. Cuando  la termino, a las 5 de la tarde del lunes, salgo a buscar a un profesor joven y le digo "préstame diez minutos, léeme la columna".

-¿A quién busca provocar?

"No me interesa escribirles a los viejitos que seguían a Hermógenes"

-No pienso en un nombre en concreto, pero sí en los que se llaman progresistas, por supuesto. O sea, que una persona que lea un planteamiento mío pueda meditar una idea de fondo, que es la que yo trato de transmitir en mis columnas: la libertad para quién. "Oye, progresistas, ¿para qué es la libertad? Yo sé para qué es, pero te veo a ti, progresista, buscándola por sí sola, amándola sin referencia a sus resultados y no queriendo reconocer cuando la usaste mal y que el resultado fue malo". Eso me fastidia mucho de los progresistas.

-¿No cree que está un poco "pegado"? Esos progresistas han dado muestras de que se compraron varias cosas del modelo...

-(Interrumpe) Pero es que el modelo mío no es el de la economía social de mercado. Cuando menciono los grandes bienes no incluyo aranceles bajos y parejos...

-¿Es más conservador en lo económico?

-Yo soy conservador con apertura... neoconservative si tú quieres, aunque pueda sonar un poco pedante.

-¿Y en lo económico?

-Subsidiario. Que donde no llegan los particulares entre el Estado. Yo no le hago ningún asco al Estado.

-¿Pero concede o no que esos progresistas que usted quiere provocar han cambiado?

-Económicamente, sí. Validaron el modelo porque sabían que funcionaba. Pero donde a mí realmente me interesa dar la pelea, transmitir un mensaje, cumplir un deber, es en el campo moral-cultural. Ahí sí que no tenemos nada en común. Ahora, si uno hace un método socrático puede encontrar puntos de acuerdo con Lucas Sierra, con el mismo Carlos Peña -no en las Cartas al director, porque en ellas Peña siempre se va a defender-, con Agustín Squella. Pero cuando llega el momento de las llamadas políticas públicas, ahí estamos casi siempre en contradicción. También con algunos progresistas del actual gobierno.

-Carlos Peña reconoció, aquí en Qué Pasa, sentir cierto placer al echarle a perder el desayuno el domingo a la elite conservadora.

-Me hizo gracia esa frase, pero no creo que sea cierto, porque él es un tipo bueno. A mí lo que realmente me gustaría es ver en el blog personas que digan "buen punto éste de Rojas". O sea, que haya provocación intelectual. Los dos somos profesores universitarios, a lo mejor yo soy mucho más de aula que él, que es más directivo. Yo gozo más cuando alguien me argumenta que cuando lo veo molesto. A lo mejor, Carlos goza más al ver que los demás se molestan.

"Para qué decir lo que admiro a Cristián Warnken: un agnóstico con una doctrina de Dios frenética, a raíz de la muerte de su hijo. Es un gran hombre y necesita a Dios. Para mi gusto es el mejor columnista del país, es una personalidad que me inspira".

-¿Y a quién representa usted?

-Ni a la universidad ni al Opus Dei ni a Los de Abajo. A nadie más que a mí mismo. Y me encanta, me toca la vanidad en lo superficial, y el corazón, en lo profundo, cuando alguien me dice "qué bueno ver que hay gente que todavía defiende el proyecto de Jaime Guzmán".

-Es algo así como el guardián de su doctrina.

-Pablo Longueira dijo una vez que la UDI tiene guardianes de la doctrina, que son los hermanos Villarroel y Gonzalo Rojas.

-Eso debe haber sido un halago...

-Por supuesto, porque además vino de Pablo, a quien tengo en buena consideración. A mí me encantan los temas doctrinarios, soy hombre de terreno, viajo mucho a trabajar con las juventudes de la UDI. Entonces que alguien diga eso de mí, yo feliz.

-Usted se relaciona con mundos de la llamada "cota mil": juventudes UDI, alumnos de la PUC y de la Universidad de los Andes… ¿Qué pasa si lo paran al frente de alumnos de un liceo?

-Me tocó dirigirle, hace unos seis años, un debate a un grupo del Liceo de Aplicación. Yo estaba muy asustado. Tenía la convicción de no saber qué hacer con ellos. Y creo que no supe exactamente dirigirlos...

-Ese grupo que acostumbra dirigir tiene poco del Chile real…

-Son un núcleo duro; o sea, yo quiero que sea duro... Pero no son sólo de la Católica o de la U. de los Andes, porque en la juventud de la UDI hay gente muy distinta, chiquillos que pertenecen a un segmento medio-bajo. Yo escribo para ellos, pensando en lo que Jaime hizo con nosotros.

-¿Ése es un mandato que se autoimpuso?

-Sí, tenemos una deuda muy grande con Jaime Guzmán. Yo quiero pagarla mientras tenga fuerza.

"No me interesa escribirles a los viejitos que seguían a Hermógenes"

Las causas perdidas

-Usted aparece en sus columnas como el defensor de las causas perdidas: el gobierno militar, la moral conservadora, la Iglesia en crisis, la UDI fundacional...

-En eso sigo a un tipo notable que es Havel, que fue presidente de la República Checa. Tengo metida en la cabeza una frase de él, que era un gran dramaturgo: "La única causa perdida es aquella por la cual no se combate". Ésa es mi convicción en esta materia.

-¿No le importa terminar siendo una caricatura?

-¿Y por qué debería importarme? Ya tengo esa caricatura. Hay gente que me ha insultado por la calle. "Fascista", me han gritado varias veces. Incluso, más de algún amigo me ha advertido que no me extrañe si no me apoyan en algo, porque no les conviene... y son muy amigos míos.

-Bueno, de hecho hay quienes piensan que al extremar los argumentos, usted no aporta a la causa.

-¡Viva la libertad!

-¿Se lo han dicho abiertamente?

-Sí, claro. Es sabido que yo nunca he sido lavinista -en su primera etapa lo fui, pero en la segunda voté nulo-; nunca he tenido mayor comprensión de por qué Joaquín hace las cosas como las hace, siendo una muy buena persona. No me extraña que haya católicos de todos los tipos, incluidos del Opus Dei, que sean distantes de mis posturas. Yo me siento muy cercano a Patricio Zapata -abogado constitucionalista DC-, y para qué decir lo que admiro a Cristián Warnken: un agnóstico con una doctrina de Dios frenética, a raíz de la muerte de su hijo. Es un gran hombre y necesita a Dios. Para mi gusto es el mejor columnista del país, es una personalidad que me inspira.

-¿Le ha dicho alguna vez que lo admira tanto?

-No lo conozco. Pero si tuviera la oportunidad se lo diría.

-¿Le gusta Sebastián Piñera?

-No lo conozco, pero no voté por él.

-¿No se siente representado por él?

-O sea, es mi presidente... porque es el presidente de la Coalición.

-¿Por qué votó nulo?

-Por dos razones: por el proyecto de uniones de hecho, que fue respaldado por el presidente Piñera, y por su afán de distribuir la píldora del día después. Hay otras personas que, estando en contra de esas dos políticas, llegaron legítimamente a la decisión de votar por él. Hace unos tres meses le pregunté a una persona, que lo conoce mucho, cómo se explicaba la lentitud del gobierno, y dijo: "Porque él lo quiere hacer todo siempre". Es mi presidente, es el presidente de la Coalición. Seré todo lo leal para decir "por aquí, por acá", para apoyar y para criticar.

"Me gusta la UDI de la declaración de principios. Yo tengo que pelear por esa UDI. Es lo mismo que las causas perdidas. Conozco muy poco el partido a nivel de adultos, pero creo ser de los buenos conocedores de los jóvenes. Y ahí el desencanto con el estado de la UDI es muy profundo, pero, al mismo tiempo, están disponibles".

-¿Y qué opina de la UDI actual?

-Yo debo ser de los militantes no miembros de la directiva que le dedican más tiempo a la UDI. Fui solamente miembro de la comisión política con Jaime vivo, y nunca he sido miembro de la directiva ni de la comisión política. Soy consejero histórico. Me toca votar...

-¿Y le gusta la UDI hoy ?

-Me gusta la UDI de la declaración de principios. Yo tengo que pelear por esa UDI. Es lo mismo que las causas perdidas. Ahí están la inspiración cristiana, el sentido popular y la defensa de la economía social de mercado. Son tres valores distintos, o con niveles de densidad distintos, pero por los tres estoy dispuesto a jugarme. Conozco muy poco el partido a nivel de adultos, pero creo ser de los buenos conocedores de los jóvenes. Y ahí el desencanto con el estado de la UDI es muy profundo, pero, al mismo tiempo, están disponibles.

-¿Y para qué están ahí?

-Porque ven a José Antonio Kast.

-¿Él los inspira?

-Absolutamente. El contacto humano de José Antonio con la gente joven conmueve. Yo tengo un carácter muy triste, pero cuando uno ve la manera en que José Antonio se muestra completo ante la gente joven y la manera en que ellos reaccionan ante él, uno dice "aquí hay un fenómeno". Le tengo cariño porque fue mi alumno, y en alguna medida he ayudado a su formación...

-¿Le tiene fe en la próxima interna de la UDI? Hay quienes creen que sacará menos del 38% por ciento que obtuvo en la elección pasada?

-Sacará más del 40%. Llevamos mucho tiempo con una conducción que de muy buena o excelente, se hizo sólo buena o regular.

-¿Cómo debiera leer la directiva actual ese 40% de Kast, si es que lo consigue?

-Lo debiera leer como 70%, por una razón muy sencilla: ellos saben cómo han controlado las estructuras del partido y que esas estructuras no corresponden al partido real.

-¿Kast es su referente hoy?

-Yo soy kastista.

-¿Y él debería ser candidato presidencial?

-No, no.

-¿No?

-Me encantaría que en esta elección pudiera sacar un porcentaje ganador, es mi deseo máximo. Segundo, que ojalá pudiera, si no gana la elección, integrarse como vicepresidente. Después, lo que merece es reemplazar a Jovino Novoa en Santiago Poniente. Pero ahí hay cuatro cuerdas para ese trompo: Melero, Uriarte, Zalaquett y él. Pero no tengo un diseño. Jaime, teniendo el diseño que tenía, era, al mismo tiempo, muy cortoplacista. O sea, era un hombre que iba revaluando y revaluando. Entonces, diseñarle a José Antonio una campaña no va con el talante de un conservador. A lo mejor es un déficit.

"No me interesa escribirles a los viejitos que seguían a Hermógenes"

Iglesia en reverso

-¿Qué le pareció la venta de parte de Canal 13?

-Estoy totalmente de acuerdo, porque hace 20 años que el canal dejó de ser de la universidad y de la Iglesia. Hace 20 años, el canal perdió el rumbo de lo que es la persona humana. ¿Qué hizo hoy el rector Sánchez? Lo que debió haber hecho Rosso, lo que pudo haber hecho en la etapa final el rector Vial Correa.

-¿No le preocupa que implique una pérdida de influencia para la Iglesia?

-Si la Iglesia Católica basara su influencia en una canal, tendría que ser uno tipo Madre Angélica. Porque ése sí que es un canal estrictamente evangelizador. Cuando la Iglesia tiene instrumentos como una universidad, tiene que hacer ciencia dura para evangelizar, tiene que hacer humanidades de altísimo nivel.

-No necesita un canal...

-Si lo tiene, bien; pero no para lanzar agua bendita a través de los comentaristas religiosos. Mira la contradicción: había unos curas que hacían que saliera agua bendita por la pantalla, y al poco rato salía "cacuca".

-¿Cuánto dañan a la Iglesia las acusaciones de abusos?

-Es un daño y costará mucho, porque tiene que ver con la relación netamente pastoral. Pero es uno de esos daños que son el reverso de lo que viene: de aquí a cinco años habrá un florecimiento espectacular de vocaciones al seminario, de cabros jóvenes que recibirán el toque de Dios para que sean curas santos. Estoy convencido de eso.

-¿Por qué?

-Porque así es la historia de la Iglesia. Yo tengo la idea de que aquí habrá una línea oblicua, no recta, porque las cosas en la fe son bastante oblicuas, y Dios sabe sacar de los grandes males, enormes bienes.

-¿Qué conclusiones debería sacar la Iglesia de todo lo que le ha sucedido en el último tiempo, incluyendo que el gobierno le dijera que no a la propuesta de indulto?

-Yo sacaría una conclusión: reforzar la estructura parroquial, lo que significa: uno, seleccionar mucho mejor el ingreso a los seminarios, para que llegue más y mejor gente; y dos, una dedicación mayor de los obispos.

-¿Cuánto cree que pesa su visión del mundo en la sociedad chilena? -Cada vez menos. Es mucho más fácil decirle a la gente "haga lo que quiera" en vez de "haga lo que deba". Los que insistimos somos unos pesados... -O retrógrados... -Talibanes, cartuchos, retrógrados, fundamentalistas, integristas... uno carga con todo eso, pero hay que seguir adelante.

-¿No ha habido una pérdida del sentido de realidad?

-No, porque la realidad para un católico no es la que muestran las encuestas. Ésa es la expresión visible de las tendencias de las personas. Pero la realidad sigue siendo la persona humana. ¿Por qué se aparta la gente de la Iglesia? ¿Porque la Iglesia dice que es malo el divorcio? No, ésa es la lectura superficial. Se aparta porque una vez fue a misa y les hablaron de algo que no era lo que esperaban.

-Roberto Méndez, a propósito del indulto, le reclamaba a la Iglesia que la mesa grande que planteaba no acoge, por ejemplo, a católicos separados.

-No estoy de acuerdo, porque en la mesa hay unos alimentos que uno decide o no comer.

-Pero primero te tienen que invitar...

-Estás invitado siempre que te presentes con el traje adecuado.

-¿Qué le parece a usted lo que viven esas personas?

-Es durísimo.

-Algunas contraponen la actitud de la Iglesia en esto con la que ha tenido respecto de los abusos…

-Es que las dos están mal y tú no puedes convalidar una por otra. Cuatro curas abusaron, entonces te perdono los tres matrimonios. No pues...

-¿Cuánto cree que pesa su visión del mundo en la sociedad chilena?

-Cada vez menos. Es mucho más fácil decirle a la gente "haga lo que quiera" en vez de "haga lo que deba". Los que insistimos en esto somos unos pesados, cargantes.

-O retrógrados...

-Talibanes, cartuchos, retrógrados, fundamentalistas, integristas... uno carga con todo eso, pero hay que seguir adelante.

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