Por Francisca Jara y Ana María Sanhueza Julio 23, 2010

Desde que la llamada "comunidad de Pirque" se hizo conocida por la inhumación ilegal del cadáver de la profesora de danza Jocelyn Rivas (28) -quien murió en 2007, tres meses después de tener a su hija Purísima (3), en la parcela Las Palomas-, la argentina Paola Olcese (39) ha intentado llevar una vida lo más discreta posible: evita salir del bucólico lugar donde hoy vive en Lo Zárate -V Región- y pocas veces se le ve fuera de su casa blanca de adobe. Sin embargo, en abril pasado se vio obligada a romper con su rutina, cuando partió rumbo a la posta de San Antonio porque nacería la pequeña Iskael, la última de sus cuatro hijos (dos hombres y dos mujeres), y el segundo que tiene con su actual pareja, el ex estudiante de cine Matías Carrión (29).

"Ella vive una vida retirada y espiritual", comentan en su entorno. Y aseguran que, tanto su paso por la cárcel en 2007 como la sobreexposición que vivió por el caso de Rivas, influyeron en su proceso de recogimiento. "Después de lo que pasó, el pueblo le quiso regalar estar un poco aparte, porque ella ora mucho", explica Jacqueline Stack, integrante de la comunidad y su ex cuñada.

El parto en un hospital no ha sido el único contacto de Olcese con el "mundo exterior". Recientemente, el nombre de la reflexóloga, uno de los pilares espirituales de la comunidad, volvió a salir en la prensa, cuando la justicia falló un caso que hace tres años acaparó los noticiarios y que llevó al ex subsecretario de Interior y hoy diputado Felipe Harboe a compararlos, incluso, con Colonia Dignidad.  Por esos días de 2007, los titulares no le dieron tregua: "Argentina de la secta se creía Dios y hablaba como un hombre"; "Paola Olcese aseguró a médico haber visto a Jesús en el puerto de la III Región"; "Detienen a Paola Olcese, líder espiritual de la secta de Pirque", "Piba Paola Olcese está clarita: se cree el Pulento y parlotea como machote", "Informe califica a Paola Olcese como demente e inimputable". "¿Quién puede decir que Dios no me habló?", replicó ella en The Clinic apenas salió de la cárcel. Mientras, su abogado Roberto Celedón intentaba defenderla en público: "Muchos santos han sido declarados locos, pero no estoy alegando la santidad de Paola".

Pese al revuelo que provocó en su tiempo, un fallo de apenas unas pocas líneas acaba de dar punto final al caso: sobreseyó a la argentina del delito de homicidio por omisión de Rivas, luego de que un informe le diagnosticara una singular patología llamada "delirio místico mesiánico". Mientras, el cofundador de la comunidad -el pintor Roberto Stack (62)- y Nataniel Requena (27), ex pareja de Jocelyn Rivas, fueron condenados a 61 días de presidio remitido por el entierro ilegal del cuerpo en el predio donde vivían en Pirque. También, fueron sentenciados al pago de una multa de 4 UTM por denegación de auxilio, la que hoy cancelan en cuotas. La última la pagarán en agosto.

Doce niños

Tres años después de la tragedia, la comunidad vivió cambios importantes. Junto con mudarse, hace dos años y medio, desde Pirque a una parcela que compraron en Lo Zárate, a 8 kilómetros de San Antonio, casi duplicó el número de sus integrantes. En 2007, eran 40; hoy suman 70 personas. De ellas, 12 son niños que han nacido entre el 2003 y el 2010: Purísima, Emmanuelle (nieto de Stack y bisnieto del conocido arquitecto Fernando Castillo Velasco y la escritora Mónica Echeverría), Amador, Paloma, Esperanza, Júbilo, Yosé, Rosa, Violeta, Aurora, Salvador e Iskael. Los dos últimos, son los hijos que la argentina tuvo con Carrión a partir de 2007.

"Es frío decirlo, pero si estás en un curso, siempre hay una que es la más capa", dice Jacqueline Stack, miembro de la comunidad, refiriéndose a Paola Olcese. Y añade: "Ella se dedica a vivir un misticismo y hace algo que nosotros no podemos hacer: abre caminos".

"Muchos creyeron que nos íbamos a diluir, pero no fue así. Sin querer esto fue una prueba de fuego. Y no ha cambiado en nada nuestra fe", dice Roberto Stack (62), considerado el guía espiritual de la comunidad. Y añade:  "Nuestra experiencia no es una cosa hippie ni menos una colonia de jovencitos vacíos. Esto es algo serio. Porque si hubiese sido una volada, la comunidad ya habría terminado".

El crecimiento del grupo no es el único cambio que han experimentado. Bautista -nieta de Stack- y Purísima -hija de Jocelyn Rivas y el ex estudiante de Arte de la Universidad Finis Terrae Nataniel Requena- fueron las últimas niñas que Olcese ayudó a nacer, sin ayuda de especialistas. Tras la muerte de la profesora de danza -quien según el grupo sufría hacía años de una anemia aguda y rechazó ir al doctor cuando se lo sugirieron-, la justicia determinó que los nacimientos debían ser en una clínica u hospital, lo que obligó a la argentina a ir a la posta de San Antonio.

La justicia también los instó a inscribir a los niños en el Registro Civil -en 2007 se detectó que en varios casos había demora en realizar el trámite- y a que asistieran a colegios "tradicionales": estudiaban dentro de la comunidad en una escuela que dirigía la ex suegra de Stack -madre de su segunda esposa-, la profesora jubilada Sonia Opazo. Fue un plan que estaba en proceso de validación y que no alcanzaron a culminar tras la desgracia. Pero que les encantaría retomar, dice Enrique Carrión -abuelo de los últimos hijos de Olcese- y quien trabajó codo a codo con Opazo para sacar adelante el proyecto. Hoy, los niños se reparten entre la Escuela de Lo Zárate y el colegio Helen Lee Lassen del balneario de Santo Domingo.

Otro hecho que cambió tras el proceso judicial: en la comunidad no han vuelto a velar ni a enterrar un cadáver en su predio, pues reconocen que hacerlo con Jocelyn Rivas fue "un error". Hace un año murió de cáncer la madre de dos integrantes de la comunidad. Luego de orar por ella, sus restos fueron sepultados en el cementerio de Lo Abarca.

En tanto, Jocelyn fue enterrada finalmente el 3 de mayo de 2007 en el Parque del Recuerdo de Copiapó, donde vive Larry Rivas, su padre. La última vez que éste vio a Purísima, su nieta, fue hace seis meses. "Perdimos la tutoría, pero pienso recuperarla. Creo que ella no está en el lugar debido y no quiero que le pase lo mismo que a mi hija", dice.

La comunidad de Pirque sigue viva

Los clanes de Lo Zárate

Desde que se instalaron en Lo Zárate, la comunidad ha llamado la atención de los curiosos y es usual que lleguen jóvenes mochileros pidiendo ser parte del grupo. "Hace poco vino una madre y una hija que querían vivir aquí, pero les tuvimos que decir que no", cuentan. De inmediato aclaran que no es que sean cerrados, sino que sus miembros han llegado de a poco y que, tal como ocurre en cualquier familia, "hay que cuidar la casa".

Hoy, la mayoría de los 70 integrantes de la comunidad tienen lazos sanguíneos. En rigor, se trata de cuatro familias -los Stack, los Gálvez, los Castillo y los Carrión-, a las que se han sumado jóvenes solteros que encontraron pareja en la parcela. Por eso, varios se han emparentado entre sí. La última llegada masiva a Lo Zárate fue hace pocos meses, cuando arribaron las cuatro hermanas de Stack y sus respectivas parejas e hijos, provenientes de Huasco.

En el caso de Roberto Stack, en la parcela viven sus nietos (tiene uno en común con los Castillo) y tres de sus siete hijos: Sarai (madre de Bautista), Mariela (hoy pareja de Requena y madre de Aurora) y Nazareth. Su hijo Roberto Simón -tiene otros tres de un primer matrimonio - se fue del lugar hace tres años y se convirtió en un fuerte detractor de Paola Olcese.

La comunidad ha construido 13 casas. Tienen una oveja, un caballo, perros, gatos y planean comprarse una vaca para sacar la leche para los niños. En el predio, todas las construcciones son de adobe mezclado con material de demolición, del que sacan las puertas, pisos y ventanas. Son de una original arquitectura y de diseño propio. Y suelen tener buen gusto en su sencilla decoración.

La casa más cara, calculan en Lo Zárate, costó $ 500 mil y la más económica, $ 200 mil. La primera que construyeron es también la más grande y está en el patio principal. Allí vive recluida Olcese con Carrión y los cuatro hijos de la argentina. El mayor de ellos es Sebastián (16). "Tengo suerte de vivir acá, porque hay muchos niños que están solos porque los papás trabajan todo el día", dice.

La cabaña de Stack, en cambio, se emplaza alejada de las demás: es de color verde musgo, con chimenea y está dividida en dos acogedores ambientes: uno es el dormitorio y el otro un escritorio, donde tiene una Biblia y una máquina de escribir frente a un ventanal, además de un sofá y una pequeña biblioteca. Vive junto a dos gatos.

Enrique Carrión vive en Lo Zárate con su esposa, tres hijos y dos nietos. Cerró sus tarjetas de crédito y su cuenta de ahorro, y el sueldo que gana en su empresa de importaciones lo entrega a la comunidad. "Tal vez sea difícil de entender, pero acá experimentamos una paz y un amor que no conocíamos. Hay dos posibilidades: o uno se volvió loco o acá encontró algo muy grande", dice.

El lugar de reunión es un gran galpón, donde hay un living y un comedor cuyas sillas tapizó Olcese. Las paredes están decoradas con cuadros de Jesucristo -o "el Señor", como lo llaman- que pintó Stack. Uno de ellos es un curioso retrato en el que Jesús, lejos de la imagen tradicional que se exhibe en el mundo católico, parece nervioso, perturbado y hasta molesto. Se le nota en su mirada. El cuadro lo pintó hace 30 años, cuando inició su vida en comunidades, tal como vivieron los primeros cristianos. "Quería mostrar su carácter. Que fuera firme y fuerte", dice Stack sobre la imagen.

En un rincón hay un televisor en el que ven películas, pero nunca televisión. La última que vio Stack fue "Ágora", de Alejandro Amenábar. Los viernes por la noche, los adultos se reúnen en lo que llaman "café literario", y que consiste en que uno elige un libro y comparte en voz alta algunas de sus páginas con el grupo. Uno de los textos que los hizo reír a carcajadas fue "Siútico", del periodista Óscar Contardo.

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Los jóvenes de la comunidad han construido las casas de adobe. La más cara costó $ 500 mil, la más económica $ 200 mil.

Los hombres jóvenes se dedican a la construcción de casas y a las tareas domésticas, como calentar el agua para la ducha: hace dos años eliminaron el uso de calefón  y, a cambio, inventaron un sistema. "Cada uno tiene distintos talentos: algunos estudiaron Arquitectura, otros saben de gasfitería", dice Enrique Carrión (54), mientras camina relajadamente por la parcela.

Además de construir casas para ellos mismos, para financiarse trabajan vendiendo miel, aceite de oliva y quesos. También preparan queques, alfajores y el conocido pan integral, que ofrecen en distintos puntos de Santiago, como en la puerta del Colegio Saint George, donde estudiaron varios miembros de la comunidad.

Paola Olcese, sin embargo, por ahora está eximida de cumplir con las obligaciones de los demás. Lleva un buen tiempo recluida en su casa, donde medita y vive momentos de silencio.  A ello se suma el cuidado de sus niños, por lo que atrás quedaron los días en que organizaba el trabajo de los miembros del grupo.

"Es frío decirlo, pero si estás en un curso, siempre hay una que es la más capa", dice Jacqueline Stack, refiriéndose a Olcese. Y añade: "Ella se dedica a vivir un misticismo y hace algo que nosotros no podemos hacer: abre caminos".

 

La comunidad de Pirque sigue viva

"El Señor" y la comunidad

Cuando en Lo Zárate suena la campana, sólo los miembros de la comunidad saben distinguir si es para comer o para orar. Ambas actividades tienen horarios definidos y las realizan en conjunto.

La más íntima y especial es la oración. Le rezan a San Francisco de Asís y entonan cantos y alabanzas a "el Señor". Suelen recurrir a distintos salmos, uno de ellos el del Buen Pastor. Y es usual que musicalicen los textos religiosos. "Cantaré eternamente las misericordias del Señor, y anunciaré tu fidelidad por todas las edades", dice uno de ellos.

Para los momentos de recogimiento y también de celebración, la comunidad creó sus propias melodías. Los jóvenes tocan violín y guitarra. En ocasiones, todo el grupo danza al ritmo de la percusión. Suelen tener momentos de meditación y vida muy espiritual. El sábado es el día de recogimiento. "Creemos que no hay otra voluntad que no sea el volver a amar", dice Stack.

Aunque los domingos son libres para salir y recibir visitas, muchos prefieren quedarse en Lo Zárate. En la semana, además del grupo que vende el pan, sólo dos de los 70 miembros salen a Santiago a trabajar: sus sueldos los entregan íntegros a la comunidad. El historiador Fernando José Castillo es uno de ellos: se dedica un día al corretaje de propiedades. También, arrienda lofts en Valparaíso. Los otros recursos los aportan la profesora Sonia Opazo con su jubilación, Enrique Carrión y el cuñado de Stack, el escultor Miguel Ángel Gálvez, cuando vende sus obras a pedido, entre ellas estatuas religiosas para iglesias, como el Padre Hurtado a escala humana.

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La comunidad almorzando el menú del viernes: charquicán. El comedor está decorado con cuadros religiosos pintados por Stack.

Del grupo de Lo Zárate, Castillo y su mujer Marcela Yentzen, además de Carrión, son quienes dieron un vuelco total en sus vidas al entrar a la comunidad. Castillo dejó su trabajo como asesor de la ex primera dama Luisa Durán en el programa "Sonrisa Mujer" y Yentzen -ex militante del MAPU- un alto cargo académico en la Universidad Arcis. Sus hijos -Elisa e Ismael- abandonaron sus estudios: ella está en proceso de terminar el colegio  mientras cuida a su hijo Emmanuel y él renunció a Filosofía en la Universidad de Chile y tiene dos niñas.

El matrimonio dice que sus valoraciones cambiaron, y que en Las Condes vivían estresados y ya no eran felices. "Pero hoy encontramos algo más profundo, más rico y más sabio que te da alegría. Ésta es una experiencia personal: hemos tenido un encuentro con la persona de Jesús y una profundidad de la vida que no conocíamos", dice Marcela, quien ahora está a cargo del jardín infantil.

Enrique Carrión llegó a la comunidad siguiendo a su hijo Matías, hoy pareja de Olcese, quien dejó sus estudios de cine. Al poco tiempo, él y su esposa Carmen Gloria cambiaron su acomodada vida en su parcela en Colina, para vivir en una cabaña de adobe. "No es que estemos contra el sistema, sino que se trata de abrirnos un espacio de silencio para encontrarse con lo que uno quiere", dice.

Carrión cerró sus tarjetas de crédito y su cuenta de ahorro y el sueldo que gana en su empresa de importaciones lo entrega a la comunidad.  "A mí ya no me mueve que mis hijos vayan a la universidad. Hoy prefiero esta vida, porque estoy junto a mis tres hijos y veo todos los días a mis nietos. Pocos tienen esta posibilidad", dice. Y agrega: "Tal vez sea difícil de entender, pero acá experimentamos una paz y un amor que no conocíamos. Hay dos posibilidades: o uno se volvió loco o acá encontró algo muy grande".

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