Por Joseba Elola Julio 16, 2010

La cita se produjo en el Century Club de Nueva York, un local chapado a la antigua, año 2005. Allí la llevó a comer el viejo Arthur M. Schlesinger, historiador, ex asesor de John Fitzgerald Kennedy, voz profunda de la Norteamérica liberal. Schlesinger quería que su amiga Arianna Huffington le explicara qué era aquello de lo que habían hablado por teléfono, qué era esa cosa llamada blog.

Arianna Huffington (59) andaba volcada en el lanzamiento de su nuevo proyecto. Una web que incorporara a cientos de blogueros interesantes. Si algo tenía La Huff era agenda de contactos. Su paso por el mundo de la política, la cultura y los medios, sus años en Washington, Nueva York y Los Ángeles, y su arte para cultivar las relaciones sociales habían hecho que tuviera amigos famosos, influyentes y mediáticos por doquier. Cualquier persona con la que se encontraba en una comida, en un cóctel o en un estreno y que le resultara interesante se convertía en uno de sus objetivos en aquellos días. "¿Quieres escribir un blog?", era la pregunta del millón.

La comida en el Century Club fue un éxito. Huffington estaba convencida de que la voz de Schlesinger se tenía que escuchar más a menudo, que no se podía esperar al momento en que editara un nuevo libro. "Él y yo éramos los más jóvenes de la sala; imagina lo viejos que debían de ser los demás", recuerda con una sonrisa Arianna en su luminoso despacho de la calle Broadway, en el corazón del SoHo neoyorquino. El historiador salió de la comida convencido. Poco ducho en el manejo de las herramientas tecnológicas, se le facilitó la tarea: podía enviar sus post por fax, ya se encargaría alguien de volcarlos a la red. "Cuando lanzamos la web se quedó estupefacto con la cantidad de gente que le leyó". Así arrancó la gran aventura de The Huffington Post.

Su fundadora tiró de agenda e incorporó a políticos y periodistas, actores, directores de cine, escritores: Norman Mailer, Nora Ephron, Alec Baldwin, John Cusack. Su web, una extensión de su vocación por las relaciones públicas, una prolongación de su frenética y selecta vida social, nació como espacio de encuentro de distintas voces con 500 blogueros: ahora tiene 6 mil. Recibió más de 2,8 millones de comentarios de sus lectores el mes pasado. Está pisando los talones al sitio web de información líder: el The New York Times. Cuenta con más de 12,3 millones de usuarios únicos al mes, según comScore; tenía dos millones hace tan sólo dos años. The Huffington Post, una espiral que no deja de incorporar visitantes, es el gran fenómeno, como sitio de noticias de nuevo cuño, de la era digital. Los expertos calculan que para finales de año ya habrá sobrepasado en función de tráfico al sanctasanctórum, The New York Times.

Se financia mediante publicidad. Llevaban cinco años en pos del santo grial: la rentabilidad. "Ya somos rentables", anuncia con orgullo Huffington. Según publicó Business Insider, los ingresos en 2009 fueron de 11,8 millones de euros.

The Huffington Post es un sitio web en el que la información política ocupa el 25% del espacio. Abre siempre con un gran tema sustentado en una gran imagen. Incorpora 22 secciones: desde política hasta comedia, pasando por tecnología y estilo. Está abriendo nuevas secciones locales (Chicago, Denver, Los Ángeles y Nueva York). El miércoles antepasado, sin ir más lejos, abría con una nueva imagen del vertido de crudo en el golfo de México, con videos y enlaces a nuevas informaciones sobre la catástrofe medioambiental. Contribuía como bloguero Dominique Strauss-Kahn (director gerente del FMI) con un post sobre crecimiento y empleo. Junto a otros sesudos post que analizan la actualidad nacional e internacional, se destacaba un mix de noticias, donde cabían las fotos de la nueva mansión de Lady Gaga en Beverly Hills, una historia sobre por qué los hombres engañan a las mujeres, o los reveladores secretos de la modelo Kendra Wilkinson, que acaba de relatar en un libro sus encuentros sexuales con Hugh Hefner, fundador de Playboy.

Llegó el dinero

Nada como darse un paseo por la redacción de The Huffington Post en el SoHo neoyorquino para certificar que se trata de una empresa de la nueva era: un ejército de veinteañeros y treintañeros domina la redacción. Con 127 empleados, 55 de ellos periodistas (frente a los 1.000 de The New York Times), produce algunas noticias propias, pero, sobre todo, selecciona noticias de otros medios y las presenta del modo más elegante posible (generando tráfico hacia esos medios mediante links). A la pregunta de cuál era la proporción de contenido propio frente a contenido enlazado se obtuvo la respuesta: "Te buscaré las cifras". Éstas no llegaron.

Se financia mediante publicidad. Llevaban cinco años en pos del santo grial: la rentabilidad. "Ya somos rentables", anuncia con orgullo Huffington con su pelo impecable de laca y su elegante chaqueta rosa larga. Eso sí, no facilita cifras. Según publicó Business Insider, los ingresos en 2009 fueron de 11,8 millones de euros.

-Cuando puso en marcha este proyecto, en mayo de 2005, ¿imaginó que podía llegar a convertirse en semejante fenómeno?

-Nunca sabes del todo cómo va a ir un proyecto. Fuimos afortunados en el momento del lanzamiento, fuimos el primer sitio que combinó el estar 24 horas, siete días a la semana, a base de noticias seleccionadas con nuestra particular visión, con una gran colección de voces en nuestro blog: empezamos con 500 blogueros y ahora tenemos 6.000. Desde el principio nos dimos cuenta de que la conversación, política y cultural, se movía al entorno online, pero muchas voces importantes no estaban allí.

Huffington power

-La tendencia en el tráfico apunta a que antes de fin de año su web podría sobrepasar a la de The New York Times.

-Prefiero fijarme en dónde estamos ahora: por delante de The Washington Post, de The Wall Street Journal y del USA Today. Prefiero cuidar nuestra visión de The Huffington Post. El tráfico es muy importante, afecta a los anunciantes, al alcance que tienes, pero no es el único criterio. Si así fuera, perderíamos el toque, la visión de The Huffington Post, que es combinar lo mejor de lo viejo con lo mejor de lo nuevo, los valores del periodismo tradicional (contrastar, ser justo, ser riguroso) y unirlo a todo lo bueno que tiene ser un periódico online. Tenemos una audiencia muy comprometida -el mes pasado recibimos casi tres millones de comentarios-, estamos involucrados en todas las redes sociales (Facebook, Twitter)... Nuestros lectores leen, pero también comparten, y a veces contribuyen con sus aportes a las historias.

-Han apostado claramente por el periodismo ciudadano, pero, ¿en qué medida puede éste alcanzar los estándares de calidad profesional, en términos de rigor, de no estar guiado por la opinión?

-Creo en una fórmula híbrida de periodismo: necesitamos editores profesionales, periodistas profesionales y cientos de ciudadanos periodistas que lo harán, como lo hicieron en el último levantamiento que se produjo en Irán, desde sus comunidades.

Arianna Huffington se levanta del sofá. Antes de que se le olvide, dice, quiere ir por un ejemplar de su nuevo libro, el decimotercero, que se publicará en septiembre de 2010: América Tercer Mundo: cómo nuestros políticos están abandonando a la clase media y traicionando el sueño americano.

-¿Cuáles considera que fueron las mejores decisiones que tomó para conducir al éxito a su web?

-Desde el principio quisimos que hubiera un ambiente civilizado: no permitimos ataques personales. Tenemos comentarios moderados por la tecnología y por moderadores, y eso crea un ambiente civilizado en el que se puede producir un auténtico debate, en el que puede haber disensiones, pero no una atmósfera tóxica. Una de las cosas que podemos hacer online, que es parte de su ADN, es seguir las historias: das una noticia y cada día añades algo. Nosotros contamos historias. Creemos que una de las cosas más importantes en periodismo es contar historias. No sólo dar estadísticas, números, hechos.

Su amigo, el editor Lord Weidenfeld, fue quien le dio el consejo clave: que se hiciese amiga, no de los hombres poderosos del Upper East Side -el barrio rico de NY-, sino de sus mujeres.

Así fue el comienzo

Arianna Huffington vive entre Nueva York y Los Ángeles. Pero cada vez pasa más tiempo en la base neoyorquina para estar cerca de sus dos hijas: Isabella, de 19 años, y Christina, de 21. Ambas estudian en la Universidad de Yale. Su despacho está decorado con fotos de sus dos chicas, e incluso cuadros realizados por ellas. Desde que se separó de su marido, Michael Huffington, magnate del petróleo que desarrolló una carrera política en las filas republicanas, ha vivido rodeada de sus dos hijas y de su hermana, Agapi.

Nació Arianna Stassinopoulos un 15 de julio de 1950, en Atenas. Su padre, Constantine, fue periodista y cayó prisionero en campos de concentración durante la ocupación nazi. Cuando la pequeña Arianna tenía 11 años, sus padres se separaron. A los 16 años ya viajó a Inglaterra, donde realizó sus estudios universitarios en Cambridge. A los 23 años escribió su primer libro, The female woman, y desembarcó por primera vez en Nueva York para promocionarlo; un libro que si por algo no destacó, fue por su talante feminista.

En 1980 aterrizaba, ya para instalarse en Nueva York, con su madre y su hermana. Tenía muy claro en qué país quería desarrollar su carrera. Su amigo el editor Lord Weidenfeld, según relató en 2008 The Times, el hombre que la animó a que escribiera una biografía sobre María Callas (lo hizo), fue quien le dio el consejo clave: que se hiciese amiga, no de los hombres poderosos del Upper East Side -el barrio rico-, sino de sus mujeres. Su ambición, su facilidad para hacer amigos y su talento para las relaciones sociales hicieron el resto.

Fue en 1985 cuando, invitada a la mansión de Ann Getty (sí, de los Getty de toda la vida) en San Francisco, conoció a Michael Huffington. Se casaron en 1986; vivieron en Washington y en Los Ángeles. Arianna se implicó de lleno en la carrera política de su marido, republicano, que llegó a altas esferas del Departamento de Defensa bajo la administración de Reagan. Lo apoyó incluso en los momentos más duros, cuando, en plena campaña, el flamante candidato que luchaba por conseguir un asiento en el Senado fue acusado de tener contratada a una inmigrante sin papeles en casa. Arianna asumió públicamente toda la culpa.

Huffington power

La pareja se separó en 1998, y pocos meses después, en una entrevista con la revista Esquire, Michael Huffington declaraba su condición de bisexual. Cinco años más tarde, en 2003, Arianna Huffington daba un nuevo giro a su vida y lanzaba su carrera política presentándose como independiente al puesto de gobernadora de California. Su rival: Arnold Schwarzenegger. Pero un nuevo escándalo la expulsó de la carrera política.

-Ha vivido tantas vidas distintas. ¿Fue el momento en que se tuvo que retirar de la carrera electoral, cuando se descubrió que sólo había pagado 771 dólares de impuestos durante dos años, el más duro profesionalmente en su carrera?

-Fue una experiencia de la que aprendí mucho, y he escrito mucho del fracaso en mis libros; eso, obviamente, fue un fracaso, pero el fracaso no es lo contrario del éxito: muchas veces es la piedra con la que te tropiezas en el camino al éxito. Aprendí tanto de esa experiencia, de internet y de lo importante que podía llegar a ser en nuestras vidas... las semillas de lo que luego ha sido The Huffington Post fueron creadas en esa campaña.

-Para mucha gente se ha producido una sorprendente evolución de sus ideas políticas, desde su apoyo a conservadores republicanos como Newt Gingrich hasta su conversión en adalid de la izquierda liberal.

-Siempre he sido progresista en los temas sociales: estoy a favor del aborto, por el control de las armas, por los derechos de los gays, incluso cuando era republicana. La gran diferencia es que hubo un tiempo en que creí que el sector privado resolvería los problemas sociales de América. Luego vi en primera línea que eso no iba a producirse.

Dos años tardó en remontar el vuelo. Vio que la red era el futuro. A Arianna Huffington, más que gurú de internet, se la considera crack del marketing viral, de las técnicas de mercadotecnia que apuran las posibilidades de las redes sociales para multiplicar el número de personas que acceden a una marca o a un sitio web. El 9 de mayo de 2005 ya estaba en marcha su nuevo proyecto, The Huffington Post. Arianna es una luchadora. Nunca se rinde. En 2009, la revista Forbes le otorgaba el puesto número 12 en la lista de mujeres más influyentes en los medios.

Suena el teléfono. Arianna se ríe. "Dime, rápido, que estoy en medio de una entrevista. Dime, ¿qué vamos a hacer?". Huffington sorbe pacientemente su café con leche helado en un gran vaso de plástico. Silencio. El interlocutor habla. "Como vamos tan mal de tiempo, por qué no sigues adelante, cueste lo que cueste, y nos movemos al plan B, ése es el único día en que podemos hacerlo... No, porque entonces ya me habré ido a Aspen, y luego a Nueva York... Vale, entonces, nos quedamos con el plan A".

-Ustedes han puesto en marcha una iniciativa de periodismo de investigación sin ánimo de lucro, con 1,38 millones de dólares y 10 periodistas contratados. ¿Conseguirán este tipo de iniciativas preservar el periodismo de investigación, que algunos consideran en peligro de extinción?

En 1985, conoció a Michael Huffington, magnate del petróleo. Arianna se implicó de lleno en la carrera política de su marido. La pareja se separó en 1998, y meses después, en una entrevista con Esquire, Michael Huffington declaraba su condición de bisexual.

-Ahí está ProPública (web norteamericana sin ánimo de lucro), que ganó el Premio Pulitzer. Hay un montón de webs locales que están investigando, financiadas por fundaciones, particulares, o sea que ésta es una vía no sólo de preservar el periodismo de investigación, sino de hacerlo mejor. A los medios tradicionales se les escaparon dos de las grandes historias de nuestro tiempo: la inexistencia de armas de destrucción masiva en Irak y lo que nos llevó a la crisis financiera.

-Algunos de los medios de Rupert Murdoch -The Wall Street Journal y The Times- ya están cobrando por los contenidos, ¿ustedes lo harán o lo harían?

-Como dice Jeff Jarvis, vivimos en la economía del link (enlace). En la economía del link, los links son la manera de monetizar contenido.

-¿Y qué opina del hecho de que Rupert Murdoch diga que los sitios agregadores de noticias son piratas y plagiadores?

-Si miras los hechos, lo que hacemos es el uso justo en virtud de las actuales leyes de copyright. Sólo se toma un párrafo, o así, y se pone un link a la historia original. De ese modo generamos mucho tráfico hacia esa historia. Por ese motivo tenemos constantes peticiones de reporteros de otros medios para que enlacemos a sus historias. Hay mucha gente, en muchas industrias, que lo pasa mal en el proceso de ajuste a la nueva realidad. Ésta es una tecnología disruptiva que ha sacudido a los editores, mucha gente está pasando por tiempos duros, tiempos de tomar conciencia y reconocer las nuevas realidades.

-¿Cómo ve el panorama mediático dentro de cinco años, cuál es el futuro del periodismo?

-Yo veo una convergencia. Los medios tradicionales harán cada vez más cosas online, involucrarán a sus lectores cada vez más, y los medios online, como The Huffington Post, harán cada vez más periodismo tradicional.

-¿Desaparecerán los periódicos?

-No. Adoramos los periódicos, hay algo en nuestro ADN que nos hace amar los periódicos. Yo estoy suscrita a siete periódicos. No creo que desaparezcan, pero sí tendrán que ajustarse: algunos desaparecerán, pero los mejores se ajustarán y sobrevivirán. Nosotros queremos revitalizar el periodismo ciudadano, con más historias, más transparencia... Es fundamental no vender la integridad periodística a cambio de acceso, que es uno de los peligros: muchas veces, para conseguir la gran entrevista, ves a los periodistas entregar su independencia.

La esperan desde hace 10 minutos para una reunión. Arianna sale de la oficina dejando la estela de su perfume. Está en racha. Se siente partícipe de una revolución. Y ella encabeza la marcha.

*Periodista del diario El País de España.

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