Por Claudia Farfán M. Mayo 7, 2010

"Sí, seré candidato a decano", afirma Roberto Nahum al otro lado de la línea. Se escucha tranquilo y decidido, pese a que hace apenas un año debía permanecer refugiado en su departamento de Ñuñoa debido a la imposibilidad de ingresar a su oficina en la Facultad de Derecho de la Universidad de Chile. Por esos días, un grupo de 300 alumnos mantenía tomada la sede de Pío Nono con un solo propósito: removerlo a él como máxima autoridad de la escuela.

"Volveré para restablecer la amistad cívica y la convivencia universitaria", agrega Nahum, quien debió renunciar al sillón del decanato tras 42 días de movilización estudiantil y en medio de graves denuncias que lo acusaban de haber plagiado la tesis de uno de sus alumnos de Derecho Procesal.

Para muchos profesores y estudiantes de facultad, su regreso parece insólito, después del revuelo público en que debió poner fin a sus funciones. Pero Nahum parece no inmutarse con esos cuestionamientos. Este abogado de 61 años guarda como un as bajo la manga el  fallo de la justicia que -en noviembre- declaró ilegal el procedimiento que llevó en su contra el rector Víctor Pérez por una supuesta falta a la ética como docente. Además, según ha comentado a sus cercanos, él todavía cree que mantiene el control del claustro de profesores de la  facultad. Lo cual sería clave: en esa instancia -formada por académicos de planta y a contrata- se elegirá el próximo 10 de junio al nuevo decano.

La carrera por el decanato estará determinada por los dos grupos de poder que dividen a sus profesores hace años. A un lado están los incondicionales a Nahum. En el otro, los siete académicos que históricamente han cuestionado la pérdida de influencia que, según ellos, tuvo esta facultad durante los siete años que duró su mandato.

Para enfrentar el desafío, Nahum incluso está trabajando con un experto en comunicaciones, quien lo asesora en cómo pulir su imagen pública -golpeada después del conflicto estudiantil- y en manejar un discurso menos confrontacional.

Dos bandos

Todos los sectores involucrados en el conflicto que fracturó a la sede de Pío Nono coinciden en que la carrera por el decanato estará determinada por los dos grupos de poder que dividen a sus profesores hace años. A un lado están los incondicionales a Nahum, académicos que, en general, tienen menos distinciones que sus contrincantes, pero son reconocidos por una dedicada labor docente. En la otra vereda se ubican los siete académicos que históricamente han cuestionado la pérdida de influencia que, según ellos, tuvo esta facultad durante los siete años que duró el mandato del ex decano. A este grupo, que se conoció como los "iluminados" -por su abultado currículo y cierto aire de superioridad intelectual-, pertenece el presidente del Colegio de Abogados, Enrique Barros, Lucas Sierra, Julián López, Davor Harasic, María Inés Horvitz, Fernando Atria y Jaime Irarrázabal.

Estos últimos dicen que hoy están disueltos como grupo, sin embargo se les ha visto como los más entusiastas promotores de la candidatura al decanato que oficializará la directora del Centro de Derechos Humanos de esta carrera, Cecilia Medina. Esta abogada, que impartió clases en Harvard y fue la primera jueza mujer de la Corte Interamericana de DD.HH., parece generar menos anticuerpos en el voto más blando que hasta ahora apoya al renunciado decano. A diferencia de sus padrinos políticos, comentan en Pío Nono, ella nunca mostró tanta beligerancia con Roberto Nahum y no evidenció una abierta simpatía por la movilización estudiantil que comenzó el 29 de abril del año pasado.

Fuego cruzado

Luis Ortiz Quiroga

Luis Ortiz Quiroga, decano de la Facultad de Derecho.

En el hall de entrada de la Facultad de Derecho, los alumnos han desplegado carteles con distintos mensajes a la comunidad universitaria. Aparecieron tras la conmemoración del primer año del conflicto estudiantil que se celebró en el patio de la escuela. En una de estas cartas abiertas, los estudiantes dicen sentirse excluidos y critican el sesgo político que se ha generado tras el movimiento. En otra, los dirigentes que encabezaron la toma se muestran "orgullosos de haber repensado el sentido de universidad".

Entre las consignas se asoma la denuncia por agresión a una profesora. Allí cuenta que  mientras ella dictaba su cátedra se lanzó un perro al interior de la sala. Quienes exponen esta situación son un grupo de alumnos que han solidarizado con Roberto Nahum. Se han animado a hacerlo porque, al igual que los profesores que han respaldado al ex decano, estiman que el clima de confrontación que se vive en Pío Nono tras el fin de la toma es insostenible, pocas veces visto en la historia de la facultad. Ellos afirman que la guerra de camarillas entre docentes persiste hasta hoy.

Según el académico de esta facultad Alfredo Jocelyn-Holt, "el conflicto se ha expresado de manera muy dura en actos anónimos de parte de estudiantes que insultan a los profesores, por ejemplo, escribiendo mensajes en el pizarrón donde se les acusa de ser unos reaccionarios por no haber apoyado la toma". Pero, a su juicio, más grave es que las actuales autoridades de la escuela no les hayan dado a estas denuncias  la importancia que merecen. "Esta situación se les ha hecho saber en el momento oportuno, sin que hasta ahora haya habido una respuesta. Uno puede concluir que estamos en una situación ingobernable".

A foja cero

Sentado en la oficina que ocupa desde que asumió su cargo como decano interino, en junio del año pasado,  Luis Ortiz Quiroga dice tener una visión distinta. "Efectivamente, el clima post toma fue muy tenso; sin embargo, creo que ahora lo que prevalece es la visión de un grupo reducido que no ha superado esta situación y es incapaz de visualizar las necesidades que tiene la facultad para su futuro". Prefiere no dar nombres. Pero Jaime Irarrázabal, quien es el vicedecano, cree probable que sean los partidarios de Roberto Nahum quienes estén alentando la prolongación del conflicto. "Mi opinión es que se trata de casos bastante personales que han podido generar ruido porque dentro de la Facultad se da un espacio abierto de discusión".

Irarrázabal insiste en que las críticas deben hacerse al interior de la Escuela de Derecho  y no a través de la prensa. Por eso, reconoce que le pidió a Jocelyn-Holt que no emitiera más sus cuestionamientos en público. Todavía desconcertado por esta solicitud, el autor de "El Chile Perplejo" asegura que es una situación inaceptable. "Nunca  había sido objeto de este tipo de recomendaciones".

Uno de los profesores que se opusieron a Nahum expresa un diagnóstico similar al que hacen las autoridades de sede de Pío Nono. Más que un clima de agresividad, lo que él advierte es desconfianza y hastío en los pasillos de Pío Nono. Como ejemplo, cuenta que el libro de clases donde los profesores firman su asistencia debió ser trasladado desde el segundo al primer piso, porque a varios les daba lo mismo cumplir con el trámite. Otro abogado detractor del ex decano va más lejos: asegura que entre los adherentes a Nahum hay un intento por victimizarse, para así generar simpatía entre los académicos que se han sentido desplazados por la administración de Ortiz Quiroga. Estos últimos reconocen que han resentido la predilección que el penalista habría tenido con el entorno más cercano a los "iluminados". De acuerdo a esta versión, uno de los hechos que más molestia  causaron fue la decisión de ceder parte de las salas de clases del cuarto piso del edificio al Centro de Derechos Humanos que encabeza Cecilia Medina.

El regreso

Desde su renuncia, Roberto Nahum se mantuvo alejado de la facultad. Retomó sus clases de Derecho Procesal el 22 de marzo pasado, día en que se dio inicio al año académico. Lo hizo cultivando un bajo perfil, sin saber bien cómo sería recibido. Tenía a su favor, eso sí, el fallo judicial que había declarado improcedente la investigación en su contra -el cual, en todo caso, no se pronunció sobre los asuntos de fondo de la acusación-. Pero ésa no sería la única consideración que tendría en cuenta antes de volver a Derecho y a una discreta carrera por el sillón de decano.

"A Roberto le tengo gran respeto como persona. Sin embargo, si miro los intereses de la facultad, creo que sería un grave error que se presentase como candidato, porque lo más probable es que los problemas de relación con los alumnos volverían a producirse. Eso implicaría un retroceso en el progreso que ha tenido la facultad".

En las sucesivas elecciones internas que este último año se produjeron en distintas instancias académicas de la facultad, los profesores que siempre adscribieron a él obtuvieron las primeras mayorías en votación. Nahum lo leyó como una señal, aunque no lo sorprendió. Sabía, dicen sus cercanos, que a pesar de la fuerza que logró el movimiento estudiantil en su contra, éste no concitó el respaldo de demasiados profesores. Al contrario, generó molestia  y sólo reforzó el lazo de incondicionalidad que muchos tenían con él. A varios los había contratado como docentes. Y aunque algunos se quejaban del autoritario estilo que a veces ejerce, finalmente habían optado por respaldarlo como agradecimiento a la deferencia que había mostrado con ellos.

Además, hubo otro hecho que lo favorecía. En noviembre, la comisión de profesores y alumnos a cargo de hacer un diagnóstico del claustro académico en la Facultad concluyó el informe que había trabajado durante semanas. Integrada por algunos de los docentes más destacados de los dos grupos en pugna, la comisión estableció que existe una grave distorsión en la composición de la entidad que elije al decano: buena parte de los profesores con derecho a voto presentaban muy poca o ninguna actividad académica hacía muchos años, mientras que varios de los maestros que participaban sólo como invitados dictaban cátedras obligatorias.

Dirigentes Derecho U de Chile

De izquierda a derecha, los ex dirigentes de la toma estudiantil Branislav Marelic y Gabriel Boric, quienes egresaron de la facultad y preparan su examen de grado. A su lado, Sebastián Aylwin, quien hoy cursa cuarto año y es ayudante en varias cátedras.

Se propusieron, entonces, modificaciones sustantivas. Sin embargo, Luis Ortiz Quiroga optó por un camino más mesurado y resolvió sólo llamar a concurso público para mejorar la calidad de los docentes contratados. Así, pensaba él, cumpliría satisfactoriamente con las etapas de normalización que le encargó el rector Víctor Pérez para el año que ocuparía provisoriamente el decanato de la escuela. Esa decisión, sin embargo, tuvo un efecto poco previsto. Al mantener casi intacta la composición de esta instancia académica, pavimentó la posibilidad de retorno de Roberto Nahum al cargo que interrumpió bruscamente hace un año. Porque a pesar de todo lo sucedido, él sigue contando ahí con una importante adhesión de los profesores. Incluso, coinciden muchos, con la mayoría de los votos que requiere para ganar.

Aún frente a su escritorio en la oficina del decanato, Ortiz Quiroga se muestra sorprendido ante el anuncio de Nahum sobre su regreso. No le gusta la idea: "A Roberto le tengo gran respeto como persona. Sin embargo, si miro los intereses de la facultad, creo que sería un grave error que se presentase a candidato, porque lo más probable es que los problemas de relación con los alumnos volverían a producirse. Eso implicaría un retroceso en el progreso que ha tenido la escuela".

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