Por María José López Abril 3, 2010

Un gran terremoto interior. Así definen los miembros y simpatizantes de los Legionarios de Cristo lo que han sentido desde febrero de 2009, cuando se reconoció la existencia de una hija de Marcial Maciel, sacerdote fundador del movimiento. Explican que la sensación primero fue de duelo -por la pérdida de admiración hacia el líder-, y luego de reflexión. La idea, como señala un miembro del Regnum Christi -agrupación que reúne a los laicos de la congregación-, es sacar fuerzas para "ser un mejor movimiento que antes".

El pasado jueves 25 sufrieron el último remezón. Ese día, a través de un comunicado firmado por el director general, el sacerdote mexicano Álvaro Corcuera, su consejo y todos los directores territoriales del movimiento, la congregación admitió que Maciel abusó sexualmente de seminaristas menores, que protagonizó "otros graves comportamientos", que tuvo una hija "de una relación estable y prolongada" con una mujer y dos descendientes con otra. Pidieron, además, perdón a las víctimas.

Esta carta se publicó diez días después de que culminara la inspección que Benedicto XVI ordenó a esta congregación. Desde julio de 2009 cinco visitadores apostólicos -entre ellos el arzobispo de Concepción, monseñor Ricardo Ezzati- revisaron in situ las 120 comunidades de los Legionarios. El 15 de marzo enviaron sus informes a la Santa Sede, que a fines de abril dará a conocer qué medidas se tomarán y si habrá cambios al interior de la congregación. Existe incluso la posibilidad de que se decrete su intervención, a través de un delegado personal y de confianza del Papa.

La comunidad de los Legionarios y el Regnum Christi están atentos a esa resolución. Mientras, se acostumbran a vivir sin la figura del fundador, omnipotente hasta hace algunos pocos años. ¿Cómo se hace eso? Qué Pasa habló con veinte miembros y cercanos al movimiento.

El remezón

El 19 de mayo de 2006, el Papa Benedicto le pidió a Maciel que renunciara a todo ministerio público y que llevara una vida de reflexión, lo cual hizo hasta su muerte en 2008. Tras el mensaje del Sumo Pontífice, lo primero que hicieron los colegios legionarios en Chile fue retirar sus imágenes de las salas de clase y de sus casas. Además, dejaron de celebrar sus aniversarios.

Macarena Bollmann, prefecta general de disciplina del Colegio Cumbres Femenino y miembro del Regnum Christi desde hace 20 años, explica que "el padre Maciel es el fundador y eso no se puede desconocer. Dios, en sus misteriosos designios, lo eligió para eso, pero la gravedad de sus faltas nos impide mirar su persona como modelo de vida cristiana. Ése es el gran cambio que hay en los Legionarios, y por eso desde el 2006 ya no celebramos las fiestas en su nombre. Pero nuestro foco, Cristo, sigue siendo el mismo".

Bollmann insiste en la idea del gran sismo. Dice que tal como ocurrió con el terremoto en Chile, hay dos opciones para vislumbrar el futuro del movimiento: quedarse con la imagen de los saqueos o con la de "Chile ayuda a Chile". "Éste es un terremoto a nivel espiritual y moral, y uno tiene la opción de quedarse con lo atroz o verlo como una oportunidad para renovar la fe".

Un apoderado del Colegio Cumbres señala: "Esto es como el marido engañado que se quiere deshacer de todo lo que le recuerde a su mujer. Pero no puede desconocer que es la madre de sus hijos. Con el padre Maciel pasa lo mismo. Se quiere borrar su imagen, pero su huella es imposible de olvidar".

Una profesora de uno de los establecimientos educacionales de la congregación cuenta que "ha sido muy doloroso lo que hemos vivido. Desde que se reconoció que efectivamente Maciel tenía una hija, me sentí algo huérfana. Luego, vino una etapa de analizar por qué había pasado y cómo enfrentarlo". Agrega que sus alumnos -de enseñanza media- le preguntan por qué sucedió. Su respuesta es que "es un gran misterio y se entiende sólo porque Dios lo permitió. No hay que ponerle razón, sino fe, pues mientras más uno le pone cabeza, menos se entiende esta doble vida y esta inconsecuencia de Maciel".

Una ex alumna del Cumbres, opina que "lamentablemente ahora se puede cuestionar a los Legionarios porque los fundamentos se construyeron en torno a una figura que hoy está en el suelo. Es como tener un padre drogadicto. Seguramente vas a tener problemas o miedo cuando la gente te quiera conocer más profundamente porque te pueden juzgar". Pero Ignacia Ureta, quien por cinco años fue consagrada, dice que este "terremoto" no los desmoronará: "Estoy segura que saldremos mucho más fortalecidos y aferrados a quien verdaderamente no caerá nunca y permanecerá siempre fiel: Jesucristo".

Un apoderado del Cumbres señala que tampoco se trata de desconocer la obra de Maciel. "Esto es como el marido engañado que se quiere deshacer de todo lo que le recuerde a su mujer. Pero no puede desconocer que ella es la madre de sus hijos, a los que sigue queriendo como antes y más. Con el padre Maciel pasa lo mismo. Se quiere borrar su imagen, pero su huella es imposible de olvidar, pues él fundó el movimiento, que hoy es algo muy bueno, con sacerdotes ejemplares y gente del mejor nivel".

Frente a frente

Según una profesora miembro del Regnum Christi, uno de los grupos más golpeados y que les ha costado asumir lo de Maciel es a los jóvenes entre 18 y 25 años. Incluso, dice que lo más doloroso es que algunos no sólo se alejaron del movimiento, sino que también de la Iglesia. "Les cuesta entender por qué él predicaba a llevar una vida de una manera, pero su vida era otra cosa", indica.

Un apoderado del establecimiento está de acuerdo con esa visión: "Es lamentable cómo todo esto ha afectado a los niños que crecieron con la imagen del padre Maciel como si fuera un dios. Pero sinceramente yo pienso que va a pasar. Hay que dar tiempo. Es como lo que pasó con los sacerdotes del Saint George, donde fui alumno: su inclinación por los más pobres y su legítima tendencia política llevaron a muchos -donde me incluyo- a tildarlos de 'comunistas'. Hoy, eso es parte del pasado. Y aunque no hay proporción entre un hecho y otro, pienso que con los jóvenes que crecieron en colegios de los Legionarios pasará lo mismo. Perdonarán y volverán a la Iglesia".

Vivir sin Maciel

Según el Padre John O´Reilly, la comunidad de los Legionarios "está en proceso de purificación, porque el dolor purifica y eleva si es vivido junto a Cristo. Sin duda que el dolor que sentimos es profundo. Vivimos un proceso de duelo, del cual saldremos fortalecidos. La aparente derrota más grande de Jesús fue en la cruz,  pero justo ahí nace la victoria y la salvación". El sacerdote reconoce que hubo personas que se cuestionaron si seguir o no en el movimiento, pero que la mayoría mantuvo su cercanía a los Legionarios.

"Hay que separar las cosas. No es admisible involucrar a los sacerdotes y miembros del movimiento en hechos cuya responsabilidad es individual del fundador y de los posibles cómplices o encubridores que pudieron protegerlo. El movimiento lo componen sacerdotes, consagrados y simpatizantes, cuya labor y trabajo son dignos de destacar y que están plenamente en concordancia con lo que es la doctrina y enseñanza de la Iglesia", indica Sergio Vergara, apoderado del Cumbres y simpatizante del movimiento.

Vergara -muy cercano a sacerdotes de la congregación- conoció a Marcial Maciel en una de sus visitas a Chile. Fue en 1994, en el Colegio Cumbres. "Había una especie de procesión para verlo. Estaba con mi señora, esperando para saludarlo. Él venía caminando, acompañado por una gran cantidad de gente. Cuando pasó cerca de nosotros, el padre John O'Reilly me lo presentó. No deben haber sido más de 30 segundos, pero fue impactante. Fue estar frente a alguien de un carisma increíble, con una personalidad magnética. Tenía unos ojos muy azules y una mirada fría, pero expresiva. Cruzamos pocas palabras, pero quedé absorto. Tuve la sensación de que todo alrededor mío, mientras conversaba brevemente con él, estaba en mute".

En esa misma visita, Vergara recuerda un episodio donde el mismo Maciel le habló a un grupo de 20 empresarios sobre las persecuciones que estaba sufriendo, en EE.UU., él y la Iglesia. "Mencionó que miembros del Senado norteamericano tenían en la mira a varios sacerdotes, entre ellos a él. En lo personal, jamás pensé que esas acusaciones fuera ciertas. En ese minuto, todos los ahí presentes pensábamos que el padre Maciel era un hombre rectísimo y de moral intachable".

Algunos cambios

La gran mayoría de los apoderados de los colegios legionarios en Chile descarta retirar a sus hijos de ahí. El padre de una de las nueve niñas del Colegio Cumbres que murieron en 2008 durante su viaje de estudios asegura que, a pesar de que no es del movimiento, siente un profundo cariño por los Legionarios: "En los momentos de dolor uno más conoce a la gente. Y su ayuda palió en parte importante el dolor que estábamos sintiendo y la pena que siempre vamos a tener". Y agrega: "No conozco a nadie que haya sacado a sus hijos del colegio. Pero la gente que no es cercana a los Legionarios y no conoce a sus sacerdotes tiene razón de apanicarse. No es para menos con todo lo que pasó. Pero en general, el énfasis de la comunidad legionaria está en quedarse en el colegio. ¿Cómo nos vamos a ir ahora, cuando los sacerdotes más nos necesitan?".

En todo caso, y si bien es el Papa quien definirá si habrá cambios o no en los Legionarios, dentro del movimiento hay algunos que se atreven a proponer pequeñas reformas. "Como movimiento, sigue siendo el mismo. Eso sí, ahora seremos más humildes. Antes nos iba bien en todo, teníamos muchas vocaciones, éramos casi un movimiento perfecto. O por lo menos así nos veíamos. Ahora nos dimos cuenta de que no somos perfectos, que la Obra no es perfecta y que aquí hay un pecado grave", dice una ex alumna.

Una docente y ex consagrada opina que "cuando uno está en camino a consagrarse, no debiera vivir tan alejado de la gente que uno quiere, ni estar tan absorta. En el noviciado sí, pues es importante para probar la vocación". Sobre el tema, otra ex alumna piensa que no es "lo ideal" que los guías espirituales revisen todas las cartas de los seminaristas y futuras consagradas: "Uno confía en que si dicen que es para mejor, así es. Pero ahora, después de lo que ha pasado, creo que esas prácticas se debieran suavizar. Cuando yo le mandaba una carta a una amiga que vivía con consagradas, primero la leían sus superiores y luego, si ellos decidían que era conveniente, se la daban".

Una profesora de uno de los colegios de la congregación cuenta que "ha sido muy doloroso lo que hemos vivido. Desde que se reconoció que efectivamente Maciel tenía una hija, me sentí algo huérfana. Luego, vino una etapa de analizar por qué había pasado y cómo enfrentarlo".

En lo que la gran mayoría de los entrevistados coincide es que el cambio principal es el desligamiento de la figura de Maciel. Guillermo Correa, miembro del Regnum Christi, dice que "ya no se leen sus escrituras ni se tienen imágenes de él. Así como en el Opus Dei se lee a San Josemaría Escrivá de Balaguer, aquí ya no se podrá leer a Maciel. No tiene sentido". El fundador de los Legionarios, además de escribir libros, respondía cartas que sus seguidores le enviaban. Ello, según una ex consagrada, "ayudaba más al espíritu" que los encuentros en persona, pues según dice, Maciel no era demasiado carismático. "Prefería sus cartas. Eran verdaderas reflexiones de cuaresma, Semana Santa, de Cristo, temas así. A veces mandaba cartas iguales para todos; y otras eran personales. Escribía mucho y respondía bastante", asegura.

En todo caso, las 4 ó 5 veces que vino a Chile generó conmoción. Una ex alumna del Cumbres lo recuerda: "Mientras yo estuve en el colegio, vino dos veces. Su llegada provocaba expectación. Hacíamos misa y charlas donde hablaba de cómo debíamos defender a la Iglesia. No era alguien cercano, uno lo veía muy de lejos. No se paseaba en los recreos conversando. Pero esos días eran motivo de fiesta y celebración. Incluso nos daban colación especial. Lo considerábamos un santo. Muy por encima de todo y de todos". Otra egresada del colegio coincide: "Fui especialmente a ver al padre Maciel a México. La gente se abalanzaba como si fuera un rockstar".

Los rumores de la doble vida que llevaba Maciel comenzaron por los años los 50. Para la comunidad legionaria era una situación impensable: "No los creía. Me tranquilizaba cuando me decían que todo era mentira, que había gente que quería destruirnos, y que así como al Opus Dei lo ofendían con películas, a nosotros nos querían pisotear con estas mentiras", señala una ex alumna y ex miembro del movimiento.

Sobre las acusaciones que apuntan a la demora que tuvieron las autoridades de los Legionarios en reconocer la doble vida de Maciel, el padre John O´Reilly es claro: "Optamos por ser cuidadosos. El tema era profundamente delicado. Había que investigar, y una vez que eso ocurrió pudimos enviar el comunicado y reconocer lo que el padre Maciel hizo. Había que ir paso a paso. En ese momento pedimos perdón, y nuestro próximo paso lo daremos cuando el Vaticano resuelva el resultado de la visita apostólica".

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