Por Gonzalo Maier Marzo 13, 2010

Sí, puede sonar tragicómico. Pero no por eso la pregunta deja de ser necesaria, incluso útil: ¿Qué lugar del planeta elegiría para esperar una catástrofe? O mejor: si tuviera que escoger un país que fuera a su rescate, ¿cuál sería? En un 2010 marcado por los terremotos, el equipo de la revista londinense Monocle se hizo estas preguntas, consultó con especialistas y creyó dar con la respuesta. Claro que el resultado no sólo arrojó a un puñado de equipos de rescate muy bien calificados, sino que también sacó a la luz una decena de adelantos tecnológicos que tras un primer vistazo podrían parecer gadgets simpáticos, pero que en realidad marcan el límite entre un rescate rápido y exitoso y un despiadado conteo de muertos.

Israel en el top

Para saber cuál era el equipo mejor preparado del mundo para enfrentarse a un desastre, el secreto de Monocle fue juntar a varios escuadrones de rescate y contrastar sus experiencias tanto en escenarios bélicos como frente a desastres naturales. Incluso en actos terroristas. El resultado dejó a cuatro países en la delantera: Israel, Japón, Suiza y Estados Unidos, que se destacaron por la rapidez de sus respuestas y la complejidad de las operaciones, sobre todo en lugares urbanos y altamente poblados.

Israel, en el primer lugar de la tabla de posiciones, está muy por sobre el resto cuando se trata de reaccionar en escenarios urbanos. Las calles de Tel Aviv o Haifa saben de atentados, pero para Monocle los rescatistas israelitas son los mejores porque también preparan al mundo para enfrentar catástrofes. En otras palabras, ellos piensan en catástrofes porque, lamentablemente, están listos para recibirlas.

Por ejemplo, cuentan con un avión -las 24 horas del día, todo el año- en la losa del Aeropuerto Internacional Ben Gurion, a 15 kilómetros de Tel Aviv, equipado con taladros de alta potencia, equipos diseñados para cortar concreto, sierras hidráulicas y casi cualquier instrumento necesario para salvar vidas. Basta apretar un botón y el avión estará listo para despegar. Israel, además, cuenta con un numeroso equipo de voluntarios que se entrenan durante un año y que frente a cualquier necesidad dejan sus trabajos y parten a ayudar. En compensación, el Estado les paga los días no trabajados con el mismo sueldo que ganan en sus empleos. No por nada Israel fue uno de los primeros países en llegar a Haití y en montar un hospital capaz de recibir a 500 pacientes simultáneamente. Allí no sólo se atendía a enfermos sino que incluía una guardería infantil, una farmacia, una maternidad y un departamento dedicado únicamente a tomar radiografías.

Pero el secreto, viendo de cerca la experiencia israelí, no parece ser la capacidad de reacción, sino lo que sucede, precisamente, cuando no hay ninguna emergencia a la que asistir. En el Centro Médico de Rambam, según la revista inglesa, se entrena constantemente a equipos de la OTAN durante tres días para aprender a responder rápidamente a emergencias. Los cursos cuestan 35.000 euros para grupos de hasta 30 personas y en ellos se encuentran diariamente estadounidenses, finlandeses o croatas. Lo mismo sucede prácticamente en todos los grandes hospitales israelitas. El Centro Médico Sheba, por ejemplo, cuenta con un Departamento de Simulación Médica en donde es común encontrarse con actores fingiendo un ataque con armas químicas y con médicos enseñando qué hacer. Los visitantes, incluso, pueden practicar con robots que simulan estar heridos y toda la operación queda grabada en un video para después estudiarla y sacar conclusiones.

Eric Frykberg, jefe de cirugía de la Universidad de Florida, en Estados Unidos, que ha viajado para entrenarse en Rambam, resume a Monocle esa experiencia: "Yo veo a 450 pacientes al mes y puedo hacer un buen trabajo. Puedo atender 3 ó 4 durante una agitada noche de sábado, pero imagine qué pasa cuando 450 tocan tu puerta al mismo tiempo". Y esa respuesta, por cierto, es la que transforma a Israel en el país mejor preparado para responder a prácticamente cualquier ataque.

Los mejores rescatistas del mundo

Cuadro de honor

Japón, un país tan telúrico como Chile, ocupa el segundo lugar gracias a la suma de experiencia en escenarios catastróficos -además de los usuales terremotos, hay que incluir dos apocalípticas bombas nucleares que arrasaron con ciudades completas- y a la tecnología de punta para responder rápida y certeramente. Además, no hay que ser muy imaginativo para adivinar que los japoneses, fascinados por los robots, ya cuentan con varias máquinas diseñadas para introducirse, casi al modo de una serpiente, entre los escombros, encontrar gente, llevarles agua e incluso hacer las veces de camilla. Una prueba más de que hoy la tecnología es la gran vedette a la hora de sacar a la gente de los escombros y ayudar en emergencias.

El tercer puesto de Suiza se distingue fácilmente del resto porque no conoce en carne propia las grandes tragedias. Pero no están ajenos a ellas. Desde 1988, y tras un gran terremoto en Armenia, la nación helvética alberga al Grupo Asesor Internacional en Búsqueda y Rescate de la ONU, que dicta las pautas -y certifica a los equipos- para asistir a rescates masivos. Así, Suiza ha aprendido viendo de cerca cómo se entrena a los rescatistas. Eso sin contar que los suizos tienen un presupuesto de 211 millones de euros anuales y cuentan con 700 efectivos altamente entrenados para llegar, desde los fríos Alpes, a cualquier parte del mundo.

Pero, como ya vimos, no todos los equipos se parecen. En el cuarto lugar están los escuadrones de rescate de Estados Unidos que, a diferencia de los otros tres, utilizan buena parte de la estructura militar de su país para realizar salvatajes. Destacan sobre todo por su rapidez -en Monocle aseguran que generalmente son los primeros en llegar casi a cualquier parte del planeta- y porque su nivel de autosustentabilidad es alto. Muy alto. De hecho, gracias a eso pueden operar sin ayuda de alguna ONG o de algún otro equipo de apoyo.

La urgencia de la información

Más allá de la experiencia de los grupos de rescate, Monocle pone foco también en el manejo de la información en las horas inmediatamente posteriores a la tragedia. Un factor clave en las labores de rescate. Así, la revista destaca tres maneras distintas de administrar este tema.

En Kenia, durante 2007 y 2008, conocieron la violencia de cerca. A causa de los desórdenes generados por la elección -y el posterior desconocimiento- de Mwai Kibaki como ganador de las presidenciales, un grupo de desarrolladores de software inventó Ushahidi, que en idioma suajili significa "testigo" o "testimonio". El programa es tan sencillo como útil. La gente envía mensajes de texto a un número predeterminado, apuntando si en el lugar en donde están hay una emergencia o un acto de violencia. Inmediatamente, en un mapa virtual, aparecen los puntos álgidos de un conflicto. La página es fácil de navegar y permite ver, por ejemplo, si en una esquina determinada hay saqueos, episodios de violencia o muertes. La central de Ushahidi activó un mapa a las pocas horas de ocurrido el terremoto en Chile, pero al menos en nuestro país -a diferencia de lo sucedido en Haití- el software no ganó popularidad. Más en www.ushahidi.com y chile.ushahidi.com.

Otro caso. Cuando en los desastres ya no queda un solo poste en pie, el satélite móvil de la firma irlandesa Altobridge (www.altobridge.com) suena prometedor para poder comunicarse. Su apuesta es dejar de lado los teléfonos satelitales -que son caros y ocupan demasiado ancho de banda- para utilizar plataformas satelitales móviles. Son pequeñas máquinas que, desde el mismo lugar de la catástrofe, liberan a los celulares comunes y corrientes para ser utilizados aunque no haya infraestructura local para realizar las llamadas. Se arman en 15 minutos y pueden transferir desde siete llamadas simultáneas, a diferencia de los teléfonos satelitales que sólo permiten una a la vez.

La compañía italiana Ithaca (Information Technology for Humanitarian Assistance, Cooperation and Action) entrega a grupos rescatistas imágenes diarias tomadas por satélites para que evalúen, incluso antes de llegar al sitio del desastre, cuál es el estado del lugar. Así, por mail, pueden enviar mapas de éxodos masivos, estimar los edificios dañados y los caminos en buen estado. Ahora preparan un pequeño vehículo con cámara de alta definición y GPS para entregar imágenes tomadas al nivel del piso. No está de más echar un vistazo: www.ithaca.polito.it

Tecnología salvavidas

En un mundo hipertecnologizado, ya hay un sinnúmero de ingenieros pensando cómo actuar frente a las catástrofes del futuro. Muchas veces trabajando al alero de los ejércitos; otras, desde la empresa privada. Los gadgets favoritos de los rescatistas de a poco empiezan a parecer comunes. Éstos son, según Monocle, los 10 imprescindibles:

1. Carpas de cemento

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Concrete Canvas, una pequeña empresa galesa, no sólo está desarrollando ropa impregnada de cemento. También creó una carpa hecha con la misma mezcla, que puede ser armada con sólo dos personas y que es capaz de resistir a casi cualquier inclemencia climática. Por fuera parece un búnker; por dentro, un escenario de 2001: Odisea en el espacio.

2. Purificadores de agua

La empresa alemana Kärcher Futuretech entendió que el agua es un elemento indispensable en cualquier emergencia y desarrolló una suerte de container con un megapurificador que, en un solo día, puede convertir 240.000 litros de agua contaminada en agua potable y libre de bacterias.

3. El Globemaster III

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Creado por boeing, el Globemaster III es capaz de transportar 72 toneladas, recorrer más de 4.600 kilómetros y volar a un tercio de la velocidad del sonido. puede aterrizar en aeropuertos pequeños, en descampados, y lanzar su carga en paracaídas. Hoy está en EE.UU., Australia y Gran Bretaña.

4. Luces químicas

¿No hay iluminación? Las luces químicas de la empresa Cyalume pueden cambiar radicalmente los escenarios. Usualmente de color verde, son pequeños tubos que pueden proporcionar hasta 12 horas continuas de luz artificial. Resistentes al agua.

5. Cargadores solares

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Desarrollados por el ejército estadounidense, estos cargadores fotovoltaicos suelen tener la forma de una alfombra plegable y permiten conectar radios, teléfonos y casi cualquier aparato a batería para recargarlos con luz solar.

6. La superlinterna

Aunque es bastante pesada, la Megaray MR175 es la linterna más poderosa del mercado. Con 7.4 kilos y alimentada con baterías, puede alumbrar hasta 3 km en línea recta y funcionar durante 100 minutos seguidos.

7. Buques anfibios

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diseñados para guerras, los buques anfibios permiten acarrear gran cantidad de carga y tropas en condiciones difíciles. Un ejemplo es la nave danesa Absalon: puede mover 900 metros cúbicos de carga y servir de hospital flotante.

8. Vehículos realmente todoterreno

Si la misión es llegar a cualquier parte, el Challenger -del ejército inglés- es la opción perfecta. Pesa 64,5 toneladas, tiene el chasis de un tanque, una retroexcavadora y en el techo un puente plegable de 26 metros.

9. Internet para todos

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Inventada por la estadounidense GATR Technologies, esta antena inflable es capaz de entregar conexión a internet con banda ancha en cualquier lugar. Se conecta a un satélite y en un par de horas está funcionando al 100%. Cuesta, eso sí, US $ 100.000.

10. Hospitales móviles

El Transhospital es la estrella en esta categoría. Hecho a base de containers y carpas inflables, es un hospital móvil y autosuficiente con luz eléctrica, controladores de temperatura y equipado para realizar operaciones altamente complejas sin importar si afuera hay un diluvio o tormenta de nieve.

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