Por quepasa_admin Marzo 12, 2010

"¿Qué me dice del terremoto en Concepción? Qué tragedia, ¿no le parece?". La pregunta la formula Sergio Ramos, un taxista de Iquique, a una de sus pasajeras. Sentada en el asiento de atrás, Vilma Farfán -profesora de un colegio municipal de la ciudad- no tarda en responderle: "¡Qué vergüenza la desorganización de las autoridades!". Ramos se da media vuelta, la mira fijo y contraataca: "¿Y usted cree que aquí estamos mejor? ¡Que Dios nos pille confesados si algo así ocurre aquí! La gente no sabrá qué hacer. Será un caos total". Ofuscado, acelera el auto.

El temor de Ramos no es un detalle menor. Cuando se cumplen dos semanas del terremoto y tsunami que pegaron con fuerza en las regiones del centro sur del país, los habitantes de Arica e Iquique no pueden dejar de mirar el tema con preocupación. Pese a la distancia, pueden sentir el miedo. Saben, porque así se lo han dicho las autoridades y los expertos, que ellos podrían ser los próximos.

"Nos impacta lo que pasó en el sur, porque supuestamente íbamos a ser nosotros los que deberíamos enfrentar un tsunami. No ellos. Las estadísticas y los expertos vienen diciendo hace más de 20 años que va a venir un maremoto en el Norte Grande", señala Gonzalo Olivo, un farmacéutico que vive en la zona costera de Arica. Arrienda un departamento en los edificios Puerta Norte, frente a la playa Las Machas. Es un tipo alto y deportista, que asegura que corre rápido. Lo cual tampoco es un detalle menor cuando la orden en esta ciudad, en caso de una emergencia generada por el mar, es estar en apenas 15 minutos arriba de un cerro.

 

Olivo tiene razón en sus aprensiones. Hace dos décadas que la comunidad científica anuncia un terremoto con tsunami en el norte, donde la mayoría de la población creció y se educó pensando en un maremoto. Lo explica Alfonso Campusano, director de Centro de Estudios Oceánicos, Insulares y Antárticos de la Universidad Andrés Bello: en esa zona hay un GAP o deuda sísmica, ya que hace más de 130 años que no ocurre un terremoto con epicentro en la costa del Norte Grande lo suficientemente fuerte para provocar la salida violenta del mar. "Cada 128 años, en promedio, se produce un terremoto de grandes dimensiones acompañado de un tsunami en la zona entre Arica y Antofagasta. Hubo en 1604, en 1868 y el último ocurrió el 9 de agosto de 1877. Éste alcanzó los 8,8 grados en la Escala Richter y las olas promediaron 10 metros".

Frente a ese escenario, Jorge Ramírez -director del Centro de Ingeniería y Mitigación de Catástrofes Naturales de la Universidad de Antofagasta- dice que la única forma de estar a salvo es mantener bien informados a quienes viven en la costa de esa zona. "Deben tener claro que durante un tsunami el mar provoca entre 7 y 8 inundaciones, con un lapso de 25 minutos entre cada una. Por eso deben existir áreas de seguridad a 25 metros de altura", advierte.

>En 20 m2

Ramos, el chofer del taxi iquiqueño, se detiene en un semáforo que hay cerca de Arturo Prat Chacón 1099. Allí está la Intendencia de la ciudad, un edificio amarillo pálido de 4 pisos que fue construido ahí, frente al mar, hace aproximadamente 30 años. En el tercer piso, apretada en no más de 20 m2, está la oficina regional de la Onemi.

El espacio es tan reducido, que el director de la entidad, el ingeniero comercial Luigi Ciocca, debe compartir su escritorio con la joven geógrafa de la organización. A dos metros de distancia está el escritorio de la encargada de protección civil. Sólo falta el cuarto y último miembro del equipo: el ingeniero en prevención de riesgos.

Ciocca habla por teléfono con un periodista de La Estrella de Iquique, quien lo entrevista por el tema que aquí está en boca de todos: si en Iquique, que tiene 15 kilómetros de borde costero, están o no preparados para un tsunami. Explica que tienen 4 aparatos de radio que emiten señal VHF -comunicación radial dentro de la misma localidad- y 3 equipos HF -comunicación radial de alta frecuencia-. Sin embargo, en su oficina no se ven radios ni walkie talkies. Sólo tres computadores y un televisor sintonizado en un matinal.

Lo que sí tiene un lugar destacado es un enorme plano de Iquique, pegado en la pared, detrás del escritorio de Ciocca. Ahí se especifica cuál es la zona de inundación de Iquique en caso de tsunami. Dice que el área equivale al 40% de la ciudad construida. Desde allí debieran evacuar a unas 70 mil personas (un poco menos de la mitad del total de los habitantes) que circulan por ese sitio en horario hábil. La zona involucra 17 mil viviendas, 50 familias y 156 instalaciones, como la Gobernación Marítima, el puerto, la Zofri, hospitales, hoteles y la propia Onemi.

Ciocca reconoce que el que su oficina esté ubicada en esa zona de emergencia no es lo ideal: "Por  eso, parte importante de nuestra red de operaciones no está aquí sino que en la PDI, seis cuadras más arriba. Ahí tenemos otros tres equipos radiales, ya que Investigaciones está frente al Estadio Tierra de Campeones, dentro de lo que llamamos la Zona de Seguridad en caso de tsunami. La idea es correr para allá apenas termine el terremoto. Sabemos que es una de nuestras debilidades, pero a fines de marzo nos cambiaremos a una oficina nueva, más segura, más amplia. Por ahora no podemos comprar más equipos, pues todo aquí muere en caso de maremoto".

-¿Piensa que Iquique está preparada para un tsunami?

-No, preparados no estamos. Diría que estamos en proceso de preparación. De a poco lo vamos logrando, pero falta mucho. Pero hemos informado a la sociedad con folletos y todo tipo de datos.

La próxima prueba

Las órdenes

Al menos una vez al año, en Iquique se realiza una operación Deyse. Sin embargo, el director de la Onemi en Iquique tiene claro que para una emergencia real "la histeria pondrá una cuota importante de descontrol en la ciudad". De todos modos, se toman en serio los simulacros anuales, que incluyen también la puesta en marcha del Sistema Local de Alarma de Tsunami (SLAT), un plan de coordinación entre las autoridades -representantes de la Onemi, el alcalde, el intendente, el gobernador marítimo y autoridades del SAMU, Bomberos, Carabineros y el Ejército- que se reúnen en la PDI. Ahí se toman las decisiones, bajo la coordinación de Onemi.

En esas emergencias, los vehículos de estas autoridades son los únicos autorizados para andar en las calles. Los iquiqueños deben arrancar a pie por las vías de evacuación y dirigirse a los sectores más altos de la ciudad. Ciocca es enfático: "Si alguien llega a tomar su auto, los disparos no están descartados. Pincharemos sus ruedas con tal de que no usen sus vehículos".

En la ciudad hay señalética que indica por dónde arrancar, aunque no es demasiado abundante. A los que estén en edificios muy altos y cerca de la playa, se les recomienda la evacuación vertical; es decir, subir a un piso superior al sexto y esperar ahí el tsunami. Ciocca dice que si intentan evacuar, puede que los pille la ola. Marianela Ulloa, gerenta comercial del Hotel Gavina, tiene clara esa indicación. Vive en el piso 15 del edificio Travesía, en plena avenida Arturo Prat. "En bajar me demoro demasiado, pues tendría que hacerlo por la escala de emergencia. Por eso, para mí el lugar más seguro es mi propia casa, aunque esté en primera línea frente al mar".

El rol del gobernador marítimo es clave. Aunque también está en zona de inundación, la Armada cuenta con dos teléfonos satelitales que les permiten mantenerse siempre comunicados con las autoridades del país. Aunque, como insiste el gobernador marítimo, Álvaro Vicencio, nada es 100% seguro: "En estos actos de Dios, todo sistema puede fallar, menos la alarma natural que es el terremoto. Apenas uno lo siente, hay que dirigirse a zonas de altura". Por el contrario, para todos los barcos, buques y botes pesqueros la orden es dirigirse mar adentro. "Deben irse a alta mar y estar a unas 10 millas de la costa. Ellos no alcanzan a salir del mar en 15 minutos. Los pillaría la ola y no queremos que los barcos lleguen a la plaza como en Talcahuano", dice Vicencio.

Temores

Claudio Prado es surfista. Dice que adora la playa, que por eso vive frente a la costa en Iquique y que jamás suelta su tabla. "Para el tsunami tendré que correr con ella", comenta. No les cree a las autoridades. Asegura que no saben nada de las olas, que hay poca información y que lo mejor es actuar por instinto. "En la Onemi ni siquiera hay expertos", reclama.

Luigi Ciocca lo tiene claro. Por eso, además de una oficina nueva, una de las peticiones que le hizo a Carmen Fernández -renunciada esta semana- cuando asumió el 2006 en la Onemi iquiqueña fue contar con más expertos. En su equipo no hay sismólogos. Los más cercanos están en la Universidad de Tarapacá. "Sería idóneo tener al menos un experto en sismología y otro en oceanografía", indica. Y agrega que también necesitan teléfonos satelitales, pues si se caen las antenas, las radios HF y VHF dejan de funcionar y quedan totalmente desconectados.

Además, Ciocca lamenta que no existan sirenas en Iquique. Reconoce que la única alarma que la población sentirá para ponerse a correr será sólo la natural: el propio terremoto. "Apenas lo sientan, la gente debe estar a 30 metros del mar en 15 minutos".

Y es precisamente ese punto lo que atemoriza a gran parte de la comunidad. Muchos han hecho el ejercicio y se han demorado más de veinte minutos en llegar a las zonas seguras. El mar los atraparía. "Apenas pasó lo de Concepción, le dije a mi marido que hiciéramos una operación Deyse familiar. El sábado pasado ensayamos. Me demoré 21 minutos, porque tuve que cargar la guagua y tomar de la mano a mi otro hijo de cinco años", señala Lorena Lillo. Ella vive en una casa de la Villa de la Fuerza Aérea, en la calle Tadeo Haenke, una de las avenidas por las que hay que evacuar. "Supuestamente yo estoy cerca de la zona de seguridad. Pero son diez cuadras las que tengo que caminar para llegar al Estadio Tierra de Campeones. Mi esposo viaja mucho por pega, entonces yo paso sola en la casa. La verdad es que tengo miedo".

Por eso, y para que el tsunami no pille a su familia desprevenida, Lorena se aprendió de memoria el camino. Además, en la entrada de su casa hay un bolso con comida no perecible, una frazada y ropa para sus hijos. Al igual que ella, Andrés Aguilar también tiene una maleta preparada. Llegó a Iquique con su mujer hace ocho años, y desde entonces viven en una casa arrendada en Tomás Bonilla con Arturo Fernández, a dos cuadras de la playa de Cavancha. Es decir, en plena zona de inundación.

A Aguilar no le preocupa perderlo todo. Pero reconoce que vive consternado. Es mozo del restaurante El Sombrero, del Hotel Terrado, y dice que probablemente esté ahí en caso de emergencia. "Mi mujer estará sola con mis hijos", señala. Por ello, diseñó un plan familiar de escape: independiente de dónde estén, deben encontrarse en el Terminal Agropecuario, en los cerros. Además, se ha organizado con sus vecinos en la distribución de tareas: "Un vecino da la alarma, otro que es soltero ayuda a cargar a los hijos, y así… Esto lo ideamos porque a pesar de que la Onemi hace operaciones Deyse, eso se practica más que nada en colegios. Uno tiene que batírselas por sí solo. Pero sé que nada malo nos sucederá. Tengo fe".

 

La próxima prueba

Con respecto a los turistas, los centros de atracción han pensado en cómo mantener la calma y explicarles que deben caminar a los cerros. Así, los hoteles crearon planes de emergencia para evacuar a huéspedes, y en las recepciones está el mapa de la zona de inundación y señalética de evacuación. Lo mismo hizo la Zofri con sus compradores y locatarios, y el casino con sus apostadores, que no paran las 24 horas.

Eugenio Cortés, gerente general de la Zofri, sabe que en tsunami el mar inundaría inevitablemente la Zona Franca que está a muy baja altura. Por eso, y previendo la enorme pérdida de material, tienen seguros especiales. En todo caso, según dice Cortés, lo que más les preocupa es cómo evacuar a los miles de visitantes que tienen al día.

Y en Arica?

La situación en Arica es similar. Aunque tienen puntos a favor: a pesar de que hay más habitantes -cerca de 190 mil-, según el mapa de inundación elaborado por el SHOA los que estarían en zona de riesgo en un tsunami son sólo 25 mil y la emergencia se viviría en un 25% de la ciudad construida. Además,  la oficina de Onemi está lejos de la playa y tiene más espacio.

Según explica Vivianne Pampaloni, directora comunal de Protección Civil de la Municipalidad de Arica, y quien es conocida como "señora tsunami", la zona norte de la ciudad sería la más afectada en caso de maremoto. Ahí hay 15 colegios, 110 edificios de cuatro o menos pisos y sólo 10 construcciones que superan los seis pisos, entre ellas dos hoteles: el Hotel de Arica -frente a la playa La Lisera- y el Diego de Almagro, frente a Chinchorro.

El norte es la zona que concentra la mayor cantidad de señalética de Arica, pero aunque las autoridades consideran que "hay bastantes letreros", muchos ariqueños coinciden en que no son suficientes. "Lo que pasa es que aquí se roban el metal, entonces cada vez que se instala una señalética de evacuación, se la roban. Por eso hemos optado por pintar la frase 'vía de escape' de color amarillo en las calles principales", dice Pampaloni.Lamentablemente, debido al tránsito y al desgaste natural, hay muchas partes donde casi ya ni se lee esa frase.

Angélica Zamudio vive en ese sector. Es secretaria de la junta de vecinos de Pocon Chile, es vendedora de productos Avon, y a pesar de que su casa está en plena zona de inundación -y dice que se demora 22 minutos en llegar a la zona segura-, asegura que no tiene miedo. "Estoy confiada en que lo que hemos ensayado con los vecinos y lo que nos ha enseñado Vivianne Pampaloni nos salvará del tsunami".

Las casas de la mayoría de la población de escasos recursos de la zona norte son construcciones muy básicas. Generalmente han sido ampliadas en forma precaria por sus propios dueños a base de cholguán y materiales poco resistentes. En lugar de toldos, algunos utilizan pareos. Son viviendas frágiles que, al menor movimiento, se vendrían abajo.

En el caso del aeropuerto, también se maneja un plan de contingencia. Situado cerca del mar, allí dicen que un estudio realizado por geólogos les aseguró que un tsunami no los afectaría. De todas formas, en esa eventualidad, igual tienen planeado evacuar a la gente hacia los estacionamientos, que están a mayor altura que el resto de las instalaciones. Los bomberos de la ciudad tienen otra versión: aseguran que, en un maremoto, el aeropuerto quedaría inundado.

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