Por Catalina Allendes Febrero 27, 2010

© Jaime Palma

Sergio Boetsch es ingeniero civil de la UC. También es teólogo -de la Universidad de Navarra- y desde el 2007 está a cargo del Opus Dei en Chile. De bajo perfil, aparece en contadas ocasiones en la prensa. Vive en la casa que el movimiento tiene en calle Presidente Errázuriz, en Las Condes, donde dice misa a diario. Un par de veces a la semana va a confesar al colegio Tabancura, instancia en la que se topa con empresarios y políticos miembros de la Obra. No hay otras ceremonias oficiales donde encontrarse. "Hay muchos a los que no veo nunca", dice.

Explica que cada iniciativa del movimiento -como los colegios o la universidad- consigue sus propios recursos y los administra. Y que cada miembro trabaja con un grupo de reflexión y un sacerdote que lo guía. Los religiosos son apenas 40, ya que el Opus Dei está formado mayoritariamente por laicos: un 70% son supernumerarios (sin compromiso de celibato); el resto, numerarios y agregados (ambos con celibato). Boetsch es quien se ocupa de entregarles apoyo espiritual -a través de los sacerdotes- y de guiar y visar los pasos que el grupo da en la sociedad chilena.

A pocos días de que el movimiento cumpla 60 años en Chile, Boetsch decide sentarse a conversar sin apuros. Aclara los principios que mueven al Opus Dei y responde a cada uno de los prejuicios y críticas que han acompañado a la Prelatura desde su creación en España, hace poco más de ocho décadas.

-¿Cómo califica los 60 años del Opus Dei en Chile?

-Me gusta una cosa que decía el fundador: que la Obra es una muestra de la bondad de Dios con los hombres. El Opus Dei enseña a santificar la vida ordinaria, a tratar bien a los demás, a servir con alegría. Una de las cosas que más me gustan del Opus Dei es que la gente es muy alegre…

-¿Y qué lo diferencia de otras formas de vivir el cristianismo?

-Más que diferencia, pues todos somos hermanos, lo propio del Opus Dei es buscar a Dios en el trabajo, en la calle. Todos los cristianos tenemos en común que queremos seguir a Jesucristo y vivir el Evangelio en este mundo.

-¿Ha costado que el Opus Dei se entienda en Chile?

-Hay de todo. Hay gente que lo conoce y lo quiere de inmediato… Los comienzos fueron más difíciles, pero ahora no. Ya hay bastantes personas que lo conocen y aprecian, aunque comprendo que a algunos les puede costar más entender algunas cosas.

-¿Por qué cree que ha sido mal entendido?

-Puede haber muchas razones. A algunos les cuesta entender la libertad personal que tenemos y vivimos. Por ejemplo, la libertad política. La doctrina que enseña la Obra es de la Iglesia y en política cada uno piensa lo que quiere. Hay gente de todos los lados y colores. Yo ni sé ni les pregunto de qué color son. La misión del Opus Dei es espiritual y religiosa. A mí lo que me interesa es que la gente se acerque a Dios…  no les pregunto ni qué piensan en política ni cuánto ganan…

-Sin embargo, al menos en una primera mirada al Opus Dei en Chile, claramente se ve que se ha asentado mejor en los sectores acomodados…

-Al comienzo se dio así, pero gracias a Dios se ha ido arraigando en todos los ambientes. A veces se tiende a confundir la parte con el todo. Si hay una persona del Opus Dei que es seria, entonces todos los del Opus Dei son serios. Pero resulta que cuando conocen la Obra se dan cuentan que no es así, que somos todos distintos. El Opus Dei es muy plural,  con gente muy variada. A veces cuesta entenderlo, porque rompe ciertos moldes. Por ejemplo, en el Opus Dei los laicos son mayoría y sacan adelante las grandes tareas que hay por delante. Al principio el Opus Dei pareció muy revolucionario.

-Desde su perspectiva entonces, ¿es sólo una cuestión de tiempo que el Opus Dei permee y rompa esa barrera?

-Sí. De hecho ya ha ido pasando, y hay personas que me dicen que pensaban que éramos otra cosa, y se alegra de conocer esta realidad.

"La idea es servir haciendo las cosas bien, pero hay que tener cuidado porque se puede confundir excelencia con orgullo. En la Universidad de los Andes me contaron que un profesor dijo: 'Si hasta el pasto les sale más verde', pero eso no es así ya que muchas veces salen cosas mal o no a la primera. Los miembros del Opus Dei estamos llenos de defectos, pero tratamos de hacer las cosas por amor".

-¿En qué etapa está hoy el Opus Dei en Chile?

-La Obra siempre se está haciendo… hay que llegar a nueva gente, a nuevos ambientes, y cada uno siempre tiene que estar mejorando. En Chile la Obra ya es conocida, los obispos aprecian lo que hacemos. En ese sentido, tenemos mucha paz, mucha tranquilidad. Hay respeto y cariño por la Obra en los distintos ambientes de la sociedad.

-Con esa etapa zanjada, ¿qué se puede esperar del Opus Dei de aquí en adelante?

-Que siga ayudando a que la gente se acerque cada día más a Dios. Éste es el desafío. También colaborar en la educación, para que la gente se desarrolle y tenga más oportunidades, como pide el Papa Benedicto XVI en su última encíclica; ayudar a que las personas vivan las virtudes cristianas, la solidaridad, la amabilidad, la unidad familiar, el respeto por todos. Esto es como una siembra… y hay mucho por hacer.

-Respecto a las iniciativas apostólicas ligadas al Opus Dei, ¿qué desean para los próximos años?

-Que den mucho fruto, que sirvan a la gente y a Chile. Cada una de las obras sale adelante por la iniciativa personal de los responsables de sacarlas adelante y son ellos lo que fijan sus metas. Lógicamente rezo mucho para que crezcan y lleguen a servir a más gente.

-¿Más allá del sector oriente de la capital?

-Sí, hay muchas iniciativas en otros sectores. Por ejemplo los colegios Nocedal y Almendral en La Pintana, que comenzaron gracias a mucha gente que ha tenido la formación de la Obra y llevaron la semilla por allá. Ahora en la Fundación Nocedal están pensando poner un colegio fuera de Santiago. Los de Seduc (organismo que agrupa los cinco colegios que, por ahora, el Opus Dei tiene en el sector oriente de Santiago) me han dicho que quieren abrir pronto dos colegios en La Florida, para llegar a toda esa gran comuna de Santiago.

Sergio Boetsch,vicario regional: "No pregunto qué piensan en política ni cuánto ganan"

"Aquí hay de todo"

-Las obras del Opus Dei -los colegios y la universidad, por nombrar las iniciativas más conocidas- han tenido éxito. ¿Cuál es la clave?

-El carisma del Opus Dei es enseñar a trabajar bien por amor a Dios y a los demás. Si sólo lo haces bien y lo haces por orgullo o no eres solidario, no sirve. La idea fundamental es servir haciendo las cosas bien, pero hay que tener cuidado porque se puede confundir la excelencia con el orgullo… En la Universidad de los Andes me contaron que un día un profesor dijo: "Si hasta el pasto les sale más verde", pero eso no es así ya que muchas veces salen cosas mal o no salen a la primera. Los miembros del Opus Dei estamos llenos de  defectos, pero tratamos de hacer las cosas por amor. No hay una búsqueda de la perfección por la perfección, eso sería un defecto. Buscamos el trabajo bien hecho para ofrecerlo a Dios y servir a los demás.

-¿Qué tan importante es para el Opus Dei que haya políticos, empresarios, gente tan influyente adscrita a la Prelatura?

-Son muy pocos. Hay muchos más que se dice que son de la Obra y en la realidad no lo son. Hace años se decía que eran miembros don Julio Philippi o Jaime Guzmán, y muchas otras personas. Es cierto que hay gente que influye, pero la mayor parte de las personas de la Obra son gente corriente que luchan para llegar con su sueldo hasta fin de mes.

-De los 3 mil miembros en Chile, ¿cuántos pertenecen a los segmentos socioeconómicos más pudientes? Lo digo para ver si con datos se rompe el mito…

-Hay de todo. No tengo estadísticas. Y a medida que avanza el tiempo, va llegando más gente y de lo más variada.

-¿Cuántos cooperadores tiene el Opus Dei (personas no incorporadas a la Prelatura, pero que lo ayudan)?

-No tengo un registro. En esto no interesan los números. Lo que buscamos es lo que hace Dios en cada persona y eso no se puede medir. Cuando Jesús se fue al cielo había 11 apóstoles, 72 discípulos y poco más… y mire la que armó. Así es el Reino de Dios, es espiritual y nace como una pequeña semilla. Cuando uno trata de medirlo o de meterlo en cifras, no calza.

Lo valórico

-¿Cuál es la posición del Opus Dei en los temas valóricos que han estado enfrentando a la sociedad chilena, como la píldora del día después, la unión de homosexuales, el aborto terapéutico?

-Lo que enseña la Iglesia. El Opus Dei no tiene otra doctrina que la que predica la Iglesia.

-Pero se les ve aún más conservadores.

-Eso es un estereotipo. Yo me he formado con muchos libros de diversos autores. Por ejemplo, lo que enseña el libro del Padre Hurtado sobre la castidad es exactamente lo mismo que enseñamos los sacerdotes ahora. La gente puede pensar a veces que es muy estricto, pero el Evangelio es exigente. Hay una sola moral que nos enseña Jesucristo que tiene una dimensión social y de respeto de la vida.

-En todo caso, la sociedad tiene que hacerse cargo de realidades como la existencia de los homosexuales, por ejemplo. 

-Por supuesto. Y tenemos que ayudarlos como seres humanos. Se les puede decir que serán felices en la medida que sigan lo que Dios les pide. Eso en algún momento puede significar sacrificio. Para esto uno debe estar convencido, si no la moral aparece como algo externo o impuesto desde fuera, y eso es fatal. Cada persona vale toda la sangre de Cristo y hay que valorar mucho su dignidad humana.

"Hay muchos más que se dice que son de la Obra y en la realidad no lo son. Hace años se decía que eran miembros don Julio Philippi o Jaime Guzmán, y muchas otras personas. Es cierto que hay gente que influye, pero la mayor parte de las personas de la Obra son gente corriente que está luchando para llegar con su sueldo hasta fin de mes".

-¿Cómo califica en lo moral y valórico a la sociedad chilena?

-Veo en Chile cosas muy positivas de la gente. Por ejemplo, la gran cantidad de jóvenes en misiones, trabajos de verano, miles de jóvenes que están dedicando sus vacaciones a ayudar a otras personas. Me impresiona también el amor a la Virgen, lo que uno ve en Lo Vásquez, en el Santuario de Lourdes, La Tirana en el Norte Grande… Hay raíces cristianas muy profundas en Chile y me lo ha comentado mucha gente que viene del extranjero. Ahora hay que trabajar mucho el tema de fortalecer la familia, que es clave. Pienso también que hay mucha comprensión y conciencia de ayudar al prójimo, y de avanzar en la erradicación de la pobreza.

-¿Y el secularismo del que tanto habla la Iglesia Católica?

-También avanza. Como decía Juan Pablo II, hay mucha gente que vive en la práctica como si Dios no existiera, y eso es duro. Pero más que estar discutiendo estos problemas morales en los que la gente se complica, creo que hay que trabajar por mostrar a Jesucristo y su Evangelio, y la vida de la Virgen y de los santos que son tan luminosas. Y que nos acerquemos más a los sacramentos, especialmente a la eucaristía y a la penitencia.

-¿Teme que, a la larga, se termine por legislar sobre el aborto y la unión de homosexuales?

-Son temas en los que hay que estar y mostrar la belleza de la enseñanza de la Iglesia. Pero son reflejo de lo que pasa en los corazones. Por eso, lo que el Señor nos pide es que vayamos a los corazones de las personas, a las familias. Esas semillas se esparcen. Obviamente el mundo es plural y avanza rápido, pero a mí no me parece que vaya a venir una hecatombe, ni me convencen esas ideas catastrofistas que a veces se oyen. Si avanza el secularismo es porque no hemos sabido dar a conocer bien el amor que Dios nos tiene. Los sacerdotes y los laicos tenemos que dar a conocer más el Evangelio.

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