Por Enrique Mujica y Patricio De la Paz Febrero 27, 2010

El presidente del Banco Santander en Chile es abogado y magíster en Economía de la Universidad Católica, y máster en Derecho de la Universidad de Harvard. Mauricio Larraín lleva más de 20 años ligado al grupo español, donde -según comentan cercanos- su máxima es que todo el mundo debe esforzarse por hacer el trabajo con la mayor perfección posible. Ese pensamiento se cuela incluso en sus presentaciones de negocios. En esta entrevista, Larraín -supernumerario del Opus Dei- profundiza esa idea y cuenta cómo es moverse en el mundo de los negocios sin perder lo que predica su movimiento religioso.

-¿El Opus Dei sanciona la ostentación?

-La Obra no sanciona, sino que anima a tratar de servir mejor los valores cristianos, especialmente en la vida ordinaria de la familia, del trabajo y de la relación con los demás. Y como a todos nos cuesta y muchas veces esto no se cumple bien, siempre nos alienta a partir de nuevo, como en una lucha deportiva, positiva, con buen humor. En cuanto a la ostentación, todo lo que es jactarse y vanagloriarse de los bienes y talentos que se posean va en contra de los valores cristianos. La idea es emplearlos para el bienestar de la familia y de los demás, especialmente de los que tienen menos. Se trata de usarlos bien, pero con carácter de administradores de algo que hemos recibido y de lo que tendremos que dar cuenta. Y si lo hemos recibido de Dios, de nuestros padres, educadores y de la sociedad, ¿por qué vanagloriarnos? Además, la ostentación siempre produce agravios comparativos con los que tienen  menos.

-El año pasado hubo un debate sobre la codicia. Fernando Montes, sacerdote jesuita, fue muy crítico con ella. Algunos empresarios la defendieron porque la identificaban más bien con la ambición y, por ende, con un provechoso ímpetu por generar riqueza. ¿Cuál es su posición?

-Todos tenemos el deber ineludible de contribuir al progreso de la sociedad y al desarrollo integral de las personas. Y, en este sentido, los empresarios tienen la gran responsabilidad de hacer crecer en forma permanente sus empresas, iniciar nuevos proyectos para generar riquezas para el país, aumentar el empleo, innovar en los productos y generar impuestos para el Estado. El ímpetu empresarial, la ambición noble y el espíritu de superación son factores claves. La codicia, y en esto me parece que tiene razón el padre Fernando Montes, es un ímpetu y ambición desordenada por la riqueza. Puede incluir algo de "el fin justifica los medios" o de "toda la riqueza sólo para mí", que es más bien avaricia. Lógicamente eso no está bien.

-"Hacer bien el trabajo" es una de las máximas de la Obra. ¿Cómo entonces se enfrenta el fracaso?

-A mí me gustó mucho lo que dijo el candidato presidencial Eduardo Frei ante su derrota electoral, en el sentido que debemos mirar los triunfos y las derrotas con la misma cara, si se quiere ser hombre. Refleja la postura cristiana de que en todos los trabajos que emprendamos debemos hacer lo mejor posible, exigiéndonos al máximo. Eso es lo que espera Dios de nosotros. El resultado depende de circunstancias que no manejamos y que cuesta mucho predecir. Por lo tanto, si nos hemos entregado al máximo, debemos estar tranquilos y serenos pues eso es lo que importa, más que el resultado. Por supuesto que los triunfos son bienvenidos, pero, muchas veces el éxito continuo puede llevar a la soberbia. En cambio, el fracaso muchas veces lleva  a la humildad, a la fortaleza y a la comprensión con los demás.

-El economista César Barros ha sostenido en diversas columnas que la penetración del Opus Dei en los segmentos altos de este país se debe a que la Iglesia Católica tradicional optó en los 60 por un discurso de izquierda, que terminó por alejar a la clase alta chilena. ¿Qué opina?

-César Barros es un gran columnista y muy incisivo. Pero me parece que la Iglesia lo que ha hecho es sencillamente  recordar los grandes principios sociales, políticos y económicos de carácter cristiano de siempre. Y en esto ha sido muy consistente a lo largo del tiempo en los planteamientos que se conocen como la "Doctrina Social de la Iglesia". El énfasis está en el cuidado de la dignidad de las personas y de su desarrollo integral, la búsqueda del bien común, la subsidiariedad del Estado y la solidaridad. Esto no es patrimonio ni de la izquierda ni de la derecha. En el caso de la Obra, mi impresión es que el crecimiento se debe a la importancia que les han dado a los cristianos laicos que constituyen la gran mayoría de la Iglesia. Laicos que no son sacerdotes ni religiosos, pero que luchan por tratar de ser mejores cristianos. Esto está en la tradición de la Iglesia, pero fue enfatizado con mucha fuerza por San Josemaría Escrivá a partir de la primera mitad del siglo pasado y luego por el Concilio Vaticano II en los 60. Este crecimiento se ha producido en todos los estratos sociales.

"Los valores de la Obra son los valores cristianos de siempre. Y en este sentido, los empresarios debemos tratar de vivir la honestidad, transparencia, justicia, solidaridad y respeto a las autoridades y también a la dignidad de las personas. Estoy convencido que la ética contribuye al bien integral de la persona y, además, produce empresas mejores y más competitivas en el largo plazo".

-En un mundo de los negocios cada vez más competitivo y amoral, ¿cómo se puede ser consecuente con los predicamentos de la Obra?

-Los valores de la Obra son los valores cristianos de siempre. Y en este sentido, los empresarios debemos tratar de vivir la honestidad, transparencia, justicia, solidaridad y respeto a las autoridades y también a la dignidad de las personas. Estoy convencido que la ética contribuye al bien integral de la persona y, además, produce empresas mejores y más competitivas en el largo plazo, pues, atrae los mejores talentos y el respeto de los clientes, proveedores y de la comunidad en general. Las faltas de honestidad y transparencia sólo pueden dar ventajas de corto plazo, como la crisis actual lo ha demostrado.

-Cercanos dicen que usted suele tener presente su pensamiento religioso en la mayoría de sus intervenciones, tanto en el banco como ante otros hombres de negocios. ¿Es eso escaso entre sus pares?, ¿de qué manera ayuda esa actitud a aumentar concretamente las cifras de una empresa?

-Yo enfatizo siempre en mis intervenciones los valores de la dignidad de las personas, la transparencia, la comunicación abierta y la solidaridad, especialmente expresada en fuertes programas de Responsabilidad Social de la Empresa, RSE. Citando a Jack Welch, ex CEO de General Electric, digo que hay que premiar tanto el bolsillo como el alma de la persona. Me parece que esto permite atraer y potenciar a los mejores talentos, que se sienten altamente comprometidos con la empresa. Se genera un círculo virtuoso que hace crecer a la persona y a las cifras de la empresa. En Chile es habitual observar razonamientos similares en la mayoría de los empresarios que han sido exitosos en el largo plazo.

"Me parece que en la Obra el esfuerzo por no andarse luciendo, y hacer las cosas de cara a Dios, con sencillez y sin alarde, a veces pasa la cuenta. Pero creo que ahora se está conociendo y comprendiendo mejor todo lo que hace el Opus Dei. Las actividades y enseñanzas del Prelado de la Obra y las iniciativas apostólicas y sociales de sus miembros se dan a conocer a través de los medios de comunicación".

-¿Qué opina de las críticas que se les hacen por cerrados y homogéneos?

-Me parece que en la Obra el esfuerzo por no andarse luciendo, y hacer las cosas de cara a Dios, con sencillez y sin alarde, a veces pasa la cuenta. Pero creo que ahora se está conociendo y comprendiendo mejor todo lo que hace el Opus Dei. Las actividades y enseñanzas del Prelado de la Obra y las iniciativas apostólicas y sociales de sus miembros se dan a conocer a través de los medios de comunicación y también diariamente en un sitio público de internet. En cuanto a la homogeneidad, yo he visto todo tipo de personas en la Obra, con una gran diversidad de ocupaciones, edades, profesiones, situaciones económicas, sociales, etc. Lógicamente, llaman más la atención los que tienen mayor prestigio profesional. La homogeneidad viene dada por la única condición de luchar por tratar de ser buenos cristianos. Todo el resto es heterogéneo.

- ¿Influye el empresariado Opus Dei en la agenda política del país?

-Aparte de que no existe un "empresariado Opus Dei", jamás he oído hablar de política contingente en la Obra ni de influir en los poderes políticos o empresariales y esto es la consecuencia del centro de la actividad de la Obra: que los cristianos, especialmente laicos, traten de vivir mejor sus valores en la vida diaria, de familia, de trabajo y de preocupación por los demás. En la medida en que eso se va logrando, se contribuye al desarrollo más integral de las personas y como consecuencia a una mejor vida social.

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