Por Ana María Sanhueza Febrero 20, 2010

El viernes 11 de diciembre de 2009, seis días antes de que fuera detenido por un robo con intimidación en la población Las Lilas de Pedro Aguirre Cerda, Dan Díaz Fuenzalida (24) daba sus primeros pasos como futuro abogado. Ese día, mientras caminaba vestido de terno y hacía algunos trámites para la empresa donde trabajaba, se encontró en la Casa Central de la Universidad Católica con uno de sus compañeros de Derecho que estudiaba para su examen de grado. Después de conversar unos minutos, y al despedirse, Dan le hizo un comentario que en ese momento sonó a promesa: "Perro, guárdame los apuntes, que en diciembre de 2010 sí o sí voy a dar mi examen".

Por esos días, todos sus cercanos sabían que Dan estaba empeñado en terminar Derecho Canónico y Derecho Administrativo, los dos últimos ramos que le quedaban para egresar. Pero el jueves 17 de diciembre, una mala noticia impactó a sus conocidos, cuando su nombre apareció sorpresivamente en la crónica roja. "Alumno de Derecho de la UC participó en frustrado asalto a la casa de un narco" decía un titular; "Universitario preso por asalto dice que teme enfrentar a su padre", destacaba otro. "Tanto quemarse pestañas para caer por un asalto", escribió irónicamente La Cuarta.

Nadie lo podía creer. Dan Díaz era muy querido en su curso por su sentido del humor, y en su barrio de Lo Valledor Sur destacaban su esfuerzo como uno de los pocos que habían llegado a la universidad. Pero, ese 17 de diciembre, todo se vino abajo: el joven había sido detenido junto a otros cuatro implicados en un curioso y confuso robo a mano armada dentro de una casa. ¿Las especies? Dos máquinas tragamonedas, dos DVD y una consola de video juego Play Station. ¿La afectada? Una mujer que había tenido un proceso por tráfico de drogas. El grupo llegó con un dato errado: creían que encontrarían 7 millones de pesos dentro de una caja de zapatillas. Al final, se llevaron lo que pudieron.

Junto a Dan -quien manejaba la camioneta que usaron para el asalto y ha insistido que actuó por miedo y amenazado- cayeron Mauricio Pino (23), un amigo de su barrio en la población donde vive desde niño; Ronald Astorga (27); Olivier Betancourt (31) y Omar Taha (31). Estos tres últimos, con antecedentes policiales, portaban las armas al momento del asalto. Dan los habría conocido sólo por el robo.

La imagen de Díaz escondiendo la cabeza bajo el capuchón de su polerón café -durante la audiencia de formalización el viernes 18-, contrastaba con el buen recuerdo que de él tienen muchos de sus vecinos, compañeros y profesores. Allí le han hecho clases abogados como el contralor Ramiro Mendoza, en Derecho Administrativo; Claudio Feller y Cristóbal Izquierdo, en Derecho Penal; el investigador de la Fundación Jaime Guzmán Carlos Frontaura, de Historia del Derecho; y el constitucionalista José Luis Cea.

En la UC, aunque había reprobado varios ramos y tenía constantes inasistencias -sus amigos aseguran que era porque trabajaba y estudiaba al mismo tiempo-, por muchos era considerado talentoso. Dos veces estuvo con causal de eliminación, pero logró sortear la situación. Uno de sus profesores, en conversación con Qué Pasa, recuerda: "Dan fue mi alumno y si bien no fue mucho a clases, sí me pareció inteligente. Recuerdo que en un examen le representé que, con seguridad, con una mayor asistencia podría destacar. Era un joven de mucho esfuerzo".

En su curso, recuerdan que era capaz de revertir los peores escenarios académicos. Cuentan que lograba estudiar en unos pocos días las 500, 600 ó 700 páginas que deben leer para una sola prueba. Uno de esos episodios, que aún hace sonreír a sus cercanos, ocurrió en primer año. Dan se presentó a Historia del Derecho con Frontaura con un 1,7. "En el examen se sacó un 7 y pasó el ramo. Fue aplaudido de pie por todo el curso y también por los profesores. Era algo inédito. Eso mismo lo repitió en cuarto y en quinto", cuenta uno de sus compañeros, quien está convencido de la inocencia de Díaz por varias razones, una de ellas es que estaba lleno de proyectos: "Hace poco me dijo que en el examen de grado se sacaría un 7. Incluso habíamos hecho una apuesta".

En primer año, Dan Díaz se presentó a Historia del Derecho con un 1,7. "En el examen se sacó un 7 y pasó el ramo. Fue aplaudido de pie por todo el curso y también por los profesores. Era algo inédito. Eso mismo lo repitió en cuarto y quinto", dice un compañero.

Pero en la universidad no fueron los únicos sorprendidos con su detención. También les pasó a los policías que lo apresaron, cuando él les dijo que cursaba Derecho en la UC. Lo notaron muy luego, además, porque en su primera declaración impactó con sus conocimientos al sugerir que en su situación podía aplicarse "el principio de oportunidad", una figura que se estudia en Derecho Procesal y que permite a los fiscales no iniciar una investigación cuando el hecho es menor y no compromete el interés público. Sin embargo, a los pocos minutos, él mismo se percató que para el robo con intimidación, el delito con el que lo formalizó el fiscal Marcello Sambucetti, de la Fiscalía Sur, no correspondía aplicar esa facultad.

Según se ha acreditado hasta el momento, Dan sólo actuó de chofer y se limitó a manejar la camioneta en que el grupo se movilizó. Pero no entró a la casa ni tampoco amenazó con un arma a los moradores. Sin embargo, aún quedan muchos aspectos por dilucidar. El principal: ¿qué hacía un estudiante de Derecho de la UC, a punto de egresar, en un asalto en la casa de una mujer con antecedentes policiales?

El esfuerzo

Hasta diciembre, Dan Díaz trabajaba en Otri Chile, una empresa de transferencia tecnológica ligada al mundo universitario. Hacía pequeñas asesorías en derecho comercial y derecho de marcas. Ganaba unos 220 mil pesos mensuales, que le servían para costear parte de sus estudios y algunos gastos como la micro que tomaba todos los días desde su casa al centro de Santiago o al Campus San Joaquín, donde iba tres veces a la semana a clases de preparación física.

Durante toda la carrera, Dan se vio obligado a combinar la universidad con empleos esporádicos de garzón, animador de cumpleaños o haciendo mudanzas, los que conseguía a través de Central de Trabajos Remunerados (CTR) de la UC. También hacía clases particulares de castellano y matemáticas como reforzamiento a escolares.

Díaz viene de una familia sencilla. Su padre es un antiguo comerciante que tiene un puesto de frutas en la feria Lo Valledor y que ha hecho un gran esfuerzo por dar a sus tres hijos una educación de calidad. Dan es el segundo de sus hermanos en llegar a la universidad, algo inédito no sólo entre sus parientes sino también en su popular barrio de la comuna de Pedro Aguirre Cerda. Estudió hasta tercero medio en el Liceo de Aplicación y terminó cuarto en el Liceo Confederación Suiza. Y a la Universidad Católica entró en 2003, tras rendir una excelente Prueba de Aptitud Académica (hoy PSU). En Matemáticas estuvo a un tris de ser puntaje nacional al sacar más de 800 puntos. Fue uno de los pocos alumnos, de los más de 250 que ese año ingresaron a Derecho -entre ellos una hija del senador UDI Hernán Larraín y un hijo del empresario José Yuraszeck-, que venía de un liceo.

El examen más difícil de Dan Díaz

La ayuda

Desde que entró a primero, cuentan que rápidamente se integró a la vida universitaria. Sus amigos son transversales. Aunque su círculo estrecho provenía en su mayoría de liceos -eran una minoría en Derecho-, Dan tenía conocidos y buenas relaciones en todas partes. Lo ayudaban su personalidad extrovertida y su humor. Es conocido por sus chistes rápidos. "Es muy alegre, muy optimista, alguien que siempre te hace reír", cuentan en Derecho.

Una muestra de ello no es sólo el revuelo que causó su detención, sino también el apoyo que ha recibido de muchos ex compañeros, que para protegerlo incluso cerraron su Facebook. De ellos, varios se han acercado a su abogado defensor, el penalista José Luis Andrés, para ofrecer su ayuda. Es común que estén analizando escenarios jurídicos y jurisprudencia que pudiese ayudar a Díaz a salir de su complicada situación.

En 2003, cuando era novato, Dan participó activamente apoyando a José Manuel Cruz, entonces candidato a presidente al Centro de Alumnos de la Escuela de Derecho de la UC en una de las pocas listas  progresistas y de centroizquierda que se han presentado en la carrera, donde el gremialismo ha ganado desde el 2002. Tenía 17 años. Era uno de los estudiantes de menor edad que entraron a primero.

Sus cercanos cuentan que si bien es de sensibilidad de izquierda, con el tiempo conoció a muchos estudiantes de derecha. Años después,  apoyó a una lista gremialista.

En la UC, dicen que siempre contaba que su padre trabajaba en la feria -se dedica principalmente a vender fruta de exportación, como frutillas y duraznos conserveros-. Varios  recuerdan que a veces Díaz andaba con sueño en clases, pues contaba que ayudaba de madrugada a cargar mercadería para su puesto en Lo Valledor. A muchos, en verano les regalaba frutas.

La deuda pendiente

Con su padre, Dan tenía una muy buena relación. Pero temía decepcionarlo. Cuando en diciembre cayó detenido, se tomó la cabeza y en voz alta se lamentaba por él.

Su familia vive hace 30 años en Lo Valledor Sur. Tras su detención, sus padres juntaron las firmas de más de 130 vecinos que conocen a su hijo. La idea es que allí se acredite que el joven siempre ha sido una persona solidaria y parte de una familia de mucho esfuerzo.

Hoy, sus padres y varios compañeros lo visitan en la cárcel Santiago Uno. Allá, en diciembre, para la Navidad, le llegó una tarjeta hecha a mano de un grupo de la UC. Sus cercanos también planean llevarle hasta el penal un libro de Contabilidad Jurídica. ¿La razón? Aunque a él siempre le gustó el Derecho Penal, en los últimos meses había cambiado de planes: tenía ganas de titularse y luego estudiar Ingeniería Comercial. Por ello, él había tomado algunos ramos de Economía en la UC.

Aunque la investigación lleva casi 90 días -se cumplen en marzo-, lo más probable es que el fiscal amplíe el plazo para seguir indagando: de los cinco imputados, Dan Díaz es el único que ha mantenido el mismo testimonio.

Hasta ahora, se sabe que su amigo Mauricio Pino, de oficio vendedor, le pidió a Díaz que con sus conocimientos en Derecho constituyera una sociedad para una familiar suya. Como pago, cada uno recibiría 500 mil pesos. Cuando Dan accedió, empezaron sus problemas: aún nadie ha podido explicar por qué la mujer le depositó 2,5 millones de pesos por el trabajo, pese a que éste no se hizo. La suma, además, supera varias veces lo que cuesta ese servicio. Pino niega esta versión.

Hoy, pese a que gran parte de la versión de Dan ha sido corroborada, falta dilucidar por qué le depositaron tanto dinero, comprobar las amenazas y saber por qué no denunció las presiones hasta después de su detención.

"Dan no es delincuente. Aceptó dinero para constituir una sociedad de responsabilidad limitada, trabajo que realizan comúnmente los estudiantes avanzados de la carrera. Pero luego se da cuenta que será utilizada para estafar personas o lavar dinero. Entonces desiste, y aquí está el problema: no devuelve todo el dinero, pues había utilizado parte. Comenzó a recibir amenazas a través de mensajes a su teléfono celular y al de su casa. Lo visitan, le dicen que atacarán a su familia. En esos mismos días, asaltaron a su padre y él atribuye este hecho a los mismos delincuentes. Realmente piensa que él y su familia corren peligro", explica su abogado José Luis Andrés.

Hoy, pese a que gran parte de su versión ha sido corroborada, falta dilucidar por qué le depositaron tanto dinero, comprobar las amenazas y saber por qué no denunció las presiones hasta después de su detención. También, explicar por qué pagó con su tarjeta de débito un "napoleón" color rojo con el que los demás rompieron el candado de la puerta de la casa para entrar a robar. Un video lo muestra en una multitienda en Departamental acompañado de Pino comprando la herramienta, sin dar señales de que está siendo amenazado. Sus amigos insisten que fue por miedo. Según esta versión, Dan habría sido obligado a manejar la camioneta rumbo al asalto como una forma de saldar la deuda. A la mujer le quedó debiendo más de 600 mil pesos.

En palabras del fiscal Sambucetti a Qué Pasa: "El hecho ya está acreditado y la participación de los imputados también. Falta clarificar las contradicciones entre ellos y si hay alguna vinculación con otro tipo de delitos de la misma naturaleza, pero más graves".

Mientras, los pasos de la defensa, son "que se demuestre que Dan dice la verdad, pedir la mínima pena posible y que se le asegure su derecho a retomar su vida".

Si Dan Díaz es condenado, nunca podrá ejercer como abogado.

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