Por Ana María Sanhueza Febrero 27, 2010

© Nicolás Abalo

El presidente de RN es supernumerario del Opus Dei hace décadas. Conoció personalmente a Josemaría Escrivá de Balaguer cuando éste vino a Chile en 1974 y también lo visitó en Roma. Carlos Larraín (casado, 12 hijos y 11 nietos) va a misa casi todos los días, asiste semanalmente a reuniones con su grupo de reflexión y en su casa en Las Condes tiene una capilla que está en pie desde el siglo XVII. Reconoce como deuda personal no hacer más "proselitismo" de la Obra en el mundo político, donde según él no hay muchos miembros del movimiento religioso. Pero agrega que allí se topa con un obstáculo complicado: "En política no se suele cultivar la amistad y ésa es una vía para sumar personas al Opus Dei".

-Usted ha dicho que no ha podido sumar a su esposa al movimiento, y eso que en el Opus Dei siempre intentan traer nueva gente…

-Es mi primer fracaso en mis poderes de convicción...Pero nunca he hecho ninguna fuerza para que ella entre. El Opus Dei es un movimiento apostólico y proselitista. Trata de interesar más gente en la vida religiosa y eso se hace por cauces normales, como la vía de la amistad. Tú conoces gente en tu trabajo y en tu vida social y de pronto convidas a alguien a un retiro o a una reunión de formación. De ahí va saliendo la gente que, claro, lo hace por vocación.

-¿Y ha logrado sumar gente en sus 40 años ligado al Opus Dei?

-Sí, con mayor o menor intensidad, dependiendo de las posibilidades de tiempo. Pero en la etapa que estoy hoy, no es mucha la posibilidad que tengo.

-¿En política ha logrado hacer "proselitismo"?

-No he tratado siquiera. Es un defecto mío. No he hecho ningún esfuerzo proselitista desde la política. No es que el Opus Dei haga política, el que hace política es Carlos Larraín por su cuenta y riesgo. Y en ese proceso no he hecho mayor proselitismo porque he estado metido en la vorágine política.

-¿Entonces ha hecho más proselitismo como RN que como Opus Dei?

-Sí. En eso estoy mal.

-¿Cuesta sumar gente de la política a la Obra?

-La política es como cualquier trabajo, donde tú encuentras gente con preocupación por una vida espiritual, pero desgraciadamente el ritmo es muy acelerado. En la política no se suele cultivar la amistad, aunque se vean muchos palmetazos. Y claro, una forma de apostolado pide amistad y confianza. Por eso es que no he logrado hacer mayor proselitismo religioso desde mi función política.

-¿Y cómo se mueve un Opus Dei en la política, entonces?

-La competencia es muy intensa. Y eso a veces conspira con lo que podemos llamar la confianza recíproca. ¿Cómo me desenvuelvo yo ahí? Con toda naturalidad no más. No oculto mi condición de Opus Dei, y como no implica ninguna cosa terrible, no hay tampoco un rechazo muy manifiesto al asunto. Aunque habrá gente por ahí que querrá que los cristianos no participen en política.

"La política es como cualquier trabajo, donde tú encuentras gente con preocupación por una vida espiritual, pero desgraciadamente el ritmo es muy acelerado. En la política no se suele cultivar la amistad, aunque se vean muchos palmotazos. Y claro, una forma de apostolado pide amistad y confianza. Por eso es que no he logrado hacer mayor proselitismo religioso desde mi función política".

-¿Lo ha notado?

-Hay personas a quienes simplemente les parece un absurdo, como si los cristianos tuvieran que ser ciudadanos de segunda clase. No lo acepto.

-¿Lo ha vivido?

-Sí. Conozco gente que está contra mí por mi condición de católico.

-¿Por Opus Dei?

-No, por católico. Eso les incomoda. El ser Opus Dei no te agrega nada. Yo no tengo una aureola rosada como Lobsang Rampa ni un tercer ojo en la frente. Soy un ciudadano común y corriente. Pero tengo claridad en algunos temas centrales que hoy se echan un poco al trajín.

-¿Cuáles?

-Temas relacionados con la sacralidad de la vida y la existencia humana. Hoy hay unos archidemócratas, porque así se denominan, que son partidarios del aborto con y sin apellidos, y de la eutanasia. Yo me pregunto ¿por qué a algunos de estos partidarios de la eutanasia no les han aplicado a ellos la eutanasia? Pero bueno... En esas materias, yo soy bastante irreductible.

-¿No es usted minoría dentro de la política al pensar así?

-Afortunadamente, me parece que la opinión predominante en gente de muchos partidos políticos es explícitamente contraria al aborto. Hay por aquí y por allá unos coqueteos, pero pasada la furia de las campañas recogen velas. Si Piñera hubiese sido abortista, yo no lo habría apoyado. Me habría puesto explícitamente en su contra.

-El año pasado, muchos parlamentarios RN apoyaron la píldora del día después, al igual que Piñera. Como Opus Dei ¿se siente vulnerado con esas posturas?

-No. Es parte del ambiente de ideas que existe en RN. Cada cual tiene que justificar su posición y yo lo hice con la mía. No hay más.

-¿No siente que cuando la Alianza comienza a abrirse a temas que la Concertación ya zanjó, usted ve pasar las decisiones desde lejos y va quedando fuera de ellas?

-Yo no quedo, sino que razono y explico por qué creo que es malo y una equivocación. Bueno… y si me llaman, bien; y si no, mala suerte. No me voy a tirar al Mapocho.

-En la campaña, Piñera incluyó a una pareja gay en la franja de TV…

-Lo dije en ese tiempo: que yo creía que eso podía tener un resultado malo, que era desdibujar lo que yo sabía iba a ser el esfuerzo central de la presidencia de Sebastián Piñera, que era apalancar a la familia. Ninguna sociedad humana puede vivir pensando sólo en el IPC o en cuántos goles metió un equipo el fin de semana. Todos tienen que tener un alma; y el alma, junto con el cuerpo, se desarrollan en la familia. Por eso yo soy familista.

-Pero gran parte de sus posturas están quedando fuera de la política...

-¿Tú quieres que te diga que estoy en franca minoría? Mira, estoy acostumbrado a ir contra la corriente. Hay que acostumbrarse a batallar y defender las concepciones personales y con razón.

"Cuando participo en política no estoy dando lecciones de religión"

La flojera

-¿Por qué milita en RN, un partido de derecha liberal, y no en la UDI, donde hay muchos católicos?

-Te diré una cosa que a mis amigos de la UDI no les gusta: entre las influencias determinantes en la configuración de la UDI había un cierto grado de integrismo, una postura filosófica que enseña que la opción religiosa corresponde a una opción política. Yo estoy en completo desacuerdo con eso. El católico tiene absoluta libertad en sus posiciones políticas, dentro de un marco firmecito y básico que ofrece la Iglesia. Ese marco es que no se puede ser racista ni partidario de la lucha de clases como motor de la historia, ni partidario del aborto ni tampoco nacionalsocialista ni comunista. Es decir, tener respeto integral a la vida humana y, sobre todo, a la vida inocente. Fuera de ese marco, los católicos pueden tomar las opciones políticas que quieran. Ahí yo tuve una primera diferencia con la UDI. En el Opus Dei se enseña con insistencia la libertad política de los que son católicos. Yo tengo la sensación de que la política tiene que estar definida por unas ideas sencillas.

-¿Y es una actividad sin corazón la política?

-Es con mucho corazón. Todo el que se mete en política lo hace sobre todo pensando en los demás. Los que lo hacen pensando en ellos mismos, más vale que se queden en su casa viendo televisión o jugando a la payaya.

-¿Con la Democracia Cristiana nunca coqueteó?

-No. Para mí, lo embromado con la Democracia Cristiana es su tremenda ambigüedad frente al fenómeno del marxismo. Era tal el impulso de transformación social que existía de buena fe en la DC, que de pronto preferían o miraban con buenos ojos a la izquierda socialista marxista. Eso a mí me parecía difícil de aceptar.

-Finalmente, entró a RN…

-Sí, porque es un partido que tiene un origen histórico y práctico. Hay gente distinta: conservadores, liberales, radicales, ex democratacristianos, ex nacionalistas. Yo estoy en RN por decisión autónoma mía, yo respondo por las consecuencias. No me desdoblo. La política no es un púlpito. Cuando participo en política no estoy dando lecciones de religión; sí puedo estar dando alguna idea sobre moralidad cívica, que se conecta muchas veces con una moralidad cristiana o una moralidad racional. Pero yo no estoy en política para encontrarme un rinconcito adecuado para predicar la doctrina cristiana. Estoy en política porque me interesa, tal como me interesa el jardín de mi casa.

-Y así y todo no ha intentado evangelizar a nadie allí…

-No. Y eso es por flojera, falta de tiempo, aceleraciones innecesarias. Todos los cristianos estamos obligados a repartir la buena noticia. Y no lo he hecho por flojo, por tonto, por débil. Ponle lo que quieras.

Sin secretos

-¿Hay muchos Opus Dei en la política?

-Creo que no son muchos. Pero hay en distintos partidos.

-En el Opus Dei se busca la perfección y hacer buenas obras. ¿Cómo se conjuga eso con la política?

-Toda actividad humana tiene que tener un propósito elevado. En el plano moral personal, por supuesto que hay que tratar de buscar la perfección. Pero no es que uno se levante en la mañana y procure la perfección. La perfección para los cristianos consiste en imitar a la persona de Cristo. Punto. Mira, yo soy tan sumamente imperfecto que batallo por ser menos bruto. Eso es todo lo que trato de hacer. A veces me resulta, a veces no.

-¿Hay muchos prejuicios contra usted por ser Opus Dei?

-Claro. Muchos prejuicios, un afán de simplificación.

-¿Y se da en política?

-Se da en todas las esferas. También porque hay un cierto ambientillo cultural contra la religión, un deseo de que ésta se convierta en un fenómeno de la capillita y sacristía, y negar los derechos de la religión en la plaza pública.

-¿Dónde hay más resistencia al Opus Dei?

-No es al Opus Dei, es a un señor que intenta ser católico en serio.

-Se dice que es un movimiento muy elitista.

-Conozco el Opus Dei y hay gente de todos los orígenes sociales. En general, los que están en el Opus Dei es gente muy necesitada. Los católicos son personas que necesitan mucha ayuda y la Iglesia es una especie de hospital. Así es que esto de que sea elitista, sólo para los mejores, no. Es para la gente que quiere hacer las cosas bien. La gente del Opus Dei es muy común y corriente. Yo he oído eso del elitismo, pero son tonteras.

-Tienen fama de cerrados también.

-¿Cómo va a ser cerrada una institución a la que al mismo tiempo la acusan de ser proselitista?, ¿en qué quedamos? En el Opus Dei no hay ningún secreto ni misterio.

-¿Cómo lo hace para estar en política?

-Seguir el Evangelio en una actividad así exige un poquito de templanza, porque te llegan cachetadas y zancadillas. Hay que saber defenderse, pero hacerlo siempre con moderación, cordura, respeto por el prójimo. Y pasar el aviso de que uno podrá ser educado, pero no tonto. Hay gente que confunde esas cosas.

-¿De qué forma?

-Que te ven tranquilo, relativamente con buenas maneras, y concluyen que eres un debilucho. Los cristianos no andan como con hormonas levantando pesas y dando patadas a los muebles y a los demás. Pero eso no es debilidad.

-¿Su lengua no lo traiciona?

-Mucho, porque tengo el verbo rápido.

-Patricia Matte, miembro de los Legionarios de Cristo, dijo que le molestaba de los Opus Dei su fijación excesiva por la perfección. ¿Es tan así?

-Soy un personaje lleno de defectos, necesito mucha ayuda y probablemente por eso estoy en el Opus Dei. Si yo no estuviera en el Opus Dei, podría haber sido perfectamente una rana.

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