Por Andrew Chernin Febrero 27, 2010

© José Miguel Méndez

A Francisca Ugarte siempre le gustó la ciencia. Sentía que aumentaba su conocimiento. "Y con eso, con la búsqueda de verdades, uno se va maravillando con lo que es la creación", dice esta pediatra y endocrinóloga que trabajaba en el Hospital Exequiel González Cortés y que en marzo debuta como vicedecana académica de la Facultad de Medicina de la Universidad de los Andes. Se integró al Opus Dei en 2003. Es supernumeraria.

-¿Nunca tuvo dudas sobre cómo mezclar mundos tan distintos como la ciencia y la fe?

-Nunca, porque cuando se busca el conocimiento de la verdad, la verdad es una. Lo que pasa es que hay muchas cosas que desconocemos. En endocrinología, por ejemplo, se siguen descubriendo hormonas. Ese conocimiento en ningún momento se contrapone con la religión. Al revés. Es ir conociendo más esa creación perfecta. Uno mira cómo funcionan estos sistemas y se maravilla.

-¿Cómo se mueve una supernumeraria en un mundo de método y razón?

-Es que yo soy muy racional. A mí una cosa que me gustó del Opus Dei es que no te sacan de lo que eres. Ni de tu familia, ni de tu hospital pobre donde hay que sacarse la mugre para trabajar con los pacientes. Lo que hace es que uno busque la santificación en ese trabajo. ¿Por qué a uno le ha ido bien como médico? No es sólo porque uno es buen profesional. Hay algo más.

-¿En qué situaciones es útil para una científica como usted tener ese plus de la religión?

-Yo trabajé en la Unidad de Adolescencia de la Clínica Alemana y uno ve los desastres que hay. Hay mucho que hacer por una adolescencia sana. El plus va en eso: uno no sólo aplica el conocimiento específico de la endocrinología, sino que además entrega pautas de conducta que permiten, por ejemplo, tener una adolescencia más segura.

-¿Qué pasa cuando en un hospital le toca atender a una madre adolescente?

-Nos ha tocado. Ahí uno lo lamenta, porque la niñita probablemente no está preparada para ser madre. Hay que acogerla, ayudarla, hablarle de los temas importantes.

-¿Como cuáles?

-Como ¿qué va a hacer el día de mañana?, ¿va a completar sus estudios?, ¿qué dice su mamá?, ¿qué dice el pololo? Estas niñitas tan jóvenes son muy "emocionales". Dicen que optan por la vida, que van a tener su guagua. Yo las felicito por eso, pero después les pregunto ¿qué más?

-¿En esos casos la doctora tiene que ampliarse a la católica y supernumeraria?

-Eso corre para todos los católicos. Una de las principales cosas de un buen católico es la caridad. Entregarse y entregarle a una persona lo que tú crees le puede hacer bien. Eso no es exclusividad del Opus Dei.

-¿Y qué pasa si le toca una paciente que quiere abortar? ¿Separa usted la doctora de la creyente?

-Una vez me pasó. Con una chiquilla de unos 14 años, de un colegio de Las Condes. Ella pensaba que podía estar embarazada y quería saber cómo podía abortar. Ésa fue la pregunta directa. Yo le dije vamos por orden: quién es el papá de la guagua, cuánto tiempo llevas pololeando, hace cuánto tienes relaciones sexuales, cómo cambió tu pololeo después que comenzaste a tenerlas. Ésa era la pregunta clave. Al final no estaba embarazada, pero yo le dije que la próxima vez que se entregara lo hiciera con alguien con quien tuviera un proyecto de vida y quisiera formar una familia.

-El Opus Dei se mueve por fe; la ciencia por la lógica y sus métodos. ¿Cómo compatibiliza eso?

-La ciencia a través del método científico logra el conocimiento de una verdad biológica, en mi caso. Entonces no se contrapone. Es parte de la creación y listo.

-Una científica como usted, ¿encuentra en la fe explicaciones que no halla en la ciencia? Si lo hace, ¿no considera eso un mecanismo poco científico?

-El conocimiento humano es tan limitado, que no todo lo podemos explicar. Si te fijas, la mayoría de los milagros tienen cosas médicas involucradas. Y cuando a uno le ha tocado conocer un caso, se admira porque biológicamente es inexplicable. Por ejemplo, una persona que tuvo una cantidad de infartos cerebrales, pero tú le tomas un escáner o una resonancia y no tiene ni un solo daño. Eso no es explicable por la ciencia. Yo creo en Dios, entonces para mí es más fácil.

-En una entrevista con Qué Pasa, el doctor Fernando Orrego Vicuña -académico de la Universidad de los Andes- se reconocía Opus Dei y darwinista. ¿Qué opina?

-No cabe duda de que las especies evolucionan como un mecanismo de adaptación al medioambiente, a la disponibilidad de alimentos, a varias cosas. Y eso está muy bien. La capacidad de adaptación es una de las características con las que Dios creó el mundo. Ahora, Darwin también fue clasificando los distintos seres vivos. Pero de ahí a decir que el hombre deriva del mono, es distinto. Toda esta teoría de la evolución requiere actos o energías primarias. ¿Y quién hace eso? Dios. San Agustín dijo eso hace siglos.

-Entonces, ¿es una darwinista a medias?

-Yo creo que parte de esta teoría es verdadera. Y se refiere a todo lo que tiene que ver con las especies. Pero creer que derivamos del mono, no.

-¿La religión se ha relacionado bien con la ciencia?

-Diría que sí.

-Puede que sea estirar mucho la cuerda, pero ¿qué pasó en casos como el de Galileo? ¿No cree que por casos así uno piensa que fe y ciencia no van de la mano?

-Siempre las cosas relacionadas con la religión y la fe se han visto como restrictivas. Y no como una cosa positiva. En el caso de Galileo, el conocimiento posterior hizo posible verificar que era como él decía, y espectacular. Eso es la ciencia. La conducta de los que estaban a cargo de la Iglesia en ese tiempo es otro cuento. Pero no se contrapone. Jamás las religiones se opondrán a aumentar el conocimiento. Lo que sí, la Iglesia Católica nunca va a transar en la dignidad y respeto por el ser humano.

-En ese sentido, ¿qué le parece la fertilización asistida?

-Ahí el límite está un poco delicado, porque en la medida que estás manipulando seres vivos, en este caso embriones, es complejo. ¿Qué pasa con la cantidad de embriones congelados que no se usan? La gente los bota nomás. Poniéndome en el caso, yo no dejaría que alguien ocupara un embrioncito mío. Es parte del alma.

-Hemos hablado de las similitudes entre ciencia y religión. ¿Hay diferencias?

-No, porque la ciencia busca una verdad. Y la religión y la fe están fundadas en la verdad de la creación de Dios. La diferencia no está en la ciencia o en la fe, sino en cómo el hombre las aplica.

-¿Qué pasa cuando ve a un recién nacido enfermo?, ¿cómo entra Dios en eso?

-Uno aprende, con la edad, que el sufrimiento hace madurar, lleva a valorar las cosas importantes de la vida. ¿Qué puede sacar una madre si ve que su hijo está sufriendo? Tal vez ser mejor persona. Qué pena, pero es lo que es.

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