Por María José López Febrero 6, 2010

© José Miguel Méndez

Un joven de 15 años camina cabizbajo por las calles de Lo Hermida, en el sector sur de Santiago. Se llama Pablo, es alumno de primero medio y sus bajas calificaciones lo dejaron repitiendo. Corre marzo de 2009 y mientras este chico atraviesa la avenida Coronel Alejandro Sepúlveda, piensa cómo serán sus nuevos compañeros.

En la sala de clases se sorprende. Frente al curso está la nueva profesora de Biología: Isabel Valdivia (26) es bióloga de la Universidad Católica. La forma de impartir la materia y el interés de la maestra por cada estudiante impresionan a Pablo. Pocas semanas después, Isabel toma un control. De los 46 alumnos, más de 20 sacan un rojo. Entre ellos Pablo, quien obtiene un 2,7. Preocupada, la maestra cita a sus alumnos a una reunión durante el recreo. "¿Qué les pasó?", pregunta. Los estudiantes le aseguran que no entienden el ramo y que el año anterior apenas les pasaron la materia. Isabel nota el silencio del Pablo. "¿Y a ti, qué te sucedió?", lo interroga. "No estudiamos porque sentimos que no es tan necesario", responde.

Según él, aunque no estudien, igual podrían pasar de curso. "¿Entonces, por qué repetiste?", insiste Isabel. "Porque el año pasado estudié aún menos", confiesa Pablo.

El trabajo de esta profesora en Lo Hermida es duro. Muchos de sus alumnos no saben qué es una célula ni un microscopio. Entonces, Isabel aplica el modelo que aprendió en los talleres a los que durante un mes asistió en Puente Alto, cuando se incorporó a Enseña Chile. Prepara clases interactivas, invita a expositores y se encarga de crear un método para motivar a sus alumnos. "Lo mejor es acercarles la materia para que les parezca interesante", explica. Por ejemplo, para hablar de una enzima, no basta con explicar qué es. "Hay que mostrarles cómo actúa en su boca cuando ingieren el pan que comen al desayuno", agrega.

A fines del 2009, el resultado del curso mejoró notablemente. Sólo diez quedaron con rojo. Pablo terminó con promedio 5,6 y su desempeño da cuenta de un hecho irrefutable: más que cualquier otra variable, en educación los profesores son cruciales.

Isabel es parte de Enseña Chile, la fundación que nació en 2008 y que pretende construir un movimiento de profesionales que se comprometan con la calidad de la educación en Chile. Para ello, selecciona, capacita y acompaña a jóvenes de excelencia, de diversas áreas académicas, para que impartan clases por dos años a tiempo completo en colegios vulnerables. En 2008, hubo 600 postulantes, de los cuales sólo 32 clasificaron. Este año 2.670 personas iniciaron su postulación y 715 la terminaron. De esos, fueron seleccionadas 46.

De la empresa a las aulas

Aunque este modelo de enseñanza recién llegó a Chile en 2008, existe desde antes. El primero en ponerlo en práctica fue EE.UU., con el programa Teach for America, organización que desde hace 20 años recluta a los egresados de las universidades más importantes  para hacer clases por dos años en colegios de escasos recursos. Desde entonces han fichado a 23.000 profesionales, beneficiando a 3 millones de estudiantes. Hoy es considerado como una de las diez mejores empresas para comenzar una carrera profesional, según la revista Business Week.

Y aunque la matriz del modelo chileno surgió en EE.UU., Enseña Chile también es semejante a uno que nació en Europa. En Inglaterra, para ser más precisos. De la mano del economista norteamericano Brett Wigdortz (36).

Luego de trabajar en temas netamente económicos y en el ordenamiento de empresas para hacerlas más competitivas, Wigdortz se encontró de frente con los problemas del modelo educativo. Tenía 26 años cuando Business in the Community, la asociación de empresas que vela por el desarrollo social en el Reino Unido, le encargó a McKinsey -donde el profesional trabajaba- responder la pregunta: "¿Cómo debiera apoyar la industria a la comunidad?". Entonces, su vida dio un gran vuelco.

En 2001, este norteamericano residente en Londres analizó el estado de la educación pública en el Reino Unido, estudió experiencias de otros países y llegó a la conclusión de que había que generar una transformación sustancial. ¿Cómo? Con profesores de calidad. "En Inglaterra, un 25% de los colegios era considerado de pésima calidad y la única forma de que los alumnos de colegios vulnerables mejoraran su rendimiento era que un grupo de profesores talentosos, con excelencia académica y liderazgo, los instruyera", señala Wigdortz a Qué Pasa.

El profesional presentó al cliente un plan de negocios que permitiera atraer a la gente más calificada de Gran Bretaña para trabajar full time como docentes. Al poco tiempo, renunció a McKinsey y en 2002 asumió el desafío de implementar el modelo en Inglaterra. "Comenzamos a pensar cómo atraer a los mejores profesores. Supimos que Teach for America estaba teniendo éxito. Así desarrollamos Teach First", cuenta Wigdortz, hoy CEO de la institución, quien visitó Chile en enero para ver in situ la aplicación de su método.

Enclaustrados en verano

Hay una premisa básica en Teach First. Los profesionales aceptados deben someterse a un proceso de profundo y riguroso aprendizaje durante seis semanas y dejar de lado cualquier otra actividad. En Chile se cumple esa regla. Es tan intensa esa etapa, que en dicho período incluso viven todos juntos en una casa. "La idea es que desarrollen sus habilidades al máximo. Como muchos nunca han sido profesores, un staff de capacitadores les dan las claves principales de docencia", indica Wigdortz.

En Chile, esas clases se realizan en un colegio de Puente Alto y los profesionales seleccionados, además de una preselección online y una entrevista personal, deben estar dispuestos a ser evaluados cuando el curso finalice. Además, olvidarse de la mayor parte de las vacaciones.

En Inglaterra, el crecimiento de Teach First fue exponencial. El primer año, tenían 180 profesores y 1.000 alumnos. Actualmente son entrenados al año 500 profesionales de las universidades más prestigiosas. Su fundador, Brett Wigdortz, explica este fenómeno: "Para los ingleses enseñar en colegios vulnerables es más prestigioso que comenzar trabajando en un banco".

El establecimiento en que se realiza el entrenamiento es el Instituto de Verano de Enseña Chile. Allí se encerraron este verano los 46 nuevos profesores de Enseña Chile que ejercerán a partir de marzo de 2010 por dos años. A esta convocatoria postularon 2.670 personas, todas con muy buenos antecedentes académicos: el 75% viene de las mejores universidades y el 71% obtuvo más de 700 puntos en la PSU. Varios incluso superaron los 800. Entre los candidatos muchos son ingenieros comerciales de la Universidad Católica y la Chile.

Durante el entrenamiento -que dura todo enero-, los jóvenes viven en una casa en Nos, donde el día parte muy temprano. A las 7 a.m. toman desayuno para estar a las 8 en la escuela de Puente Alto, donde reciben capacitación. "En la mañana hacemos clases de PSU a los alumnos y después, en forma intensiva, nos dan lecciones de manejo en la sala de clases, brecha de lenguaje, planificación y liderazgo. Todo esto a cargo de expertos", cuenta una periodista aceptada en el programa chileno. A medio día tienen un recreo y almuerzan, para retomar sus actividades hasta las 5:30 de la tarde. "En la casa seguimos con las tareas, ejercicios y charlas grupales. Luego, tenemos libre para conversar, plantear inquietudes. Finalmente, comemos todos juntos antes dormir", agrega la profesional.

Los viernes en la tarde vuelven a sus casas, pero el domingo en la noche regresan a Nos. Entre el 1 y el 15 de febrero tienen vacaciones y durante la segunda quincena del mes se realiza la segunda fase de la capacitación: preparar las clases según la asignatura que cada uno tiene a cargo. En marzo comenzará su desafío como profesores. En Enseña Chile dejan claro que esto no es un voluntariado, pues aquí los jóvenes recibirán el mismo sueldo que un profesor de colegio municipal; es decir, entre $ 350 mil  y $ 500 mil, dependiendo de la cantidad de horas que trabajen.

El modelo chileno ha crecido a gran velocidad. Hoy se aplica en 33 colegios a lo largo del país, de los cuales 23 son de la Región Metropolitana. Todos ubicados en comunas de riesgo social. También están en regiones: existen profesionales destinados a cinco colegios en La Araucanía y cinco a la Región de Los Ríos. ¿La meta? Si hoy tienen alrededor de 70 profesionales capacitados, el 2011 pretenden llegar a 100.

En Inglaterra, el crecimiento fue exponencial. El primer año, en Teach First tenían un staff de 180 profesores y 1.000 alumnos. Hoy, cada año, son entrenados 500 profesionales de las universidades más prestigiosas. Wigdortz explica este fenómeno: "Actualmente, para los ingleses enseñar en estos colegios vulnerables es más prestigioso que comenzar trabajando en un banco".

Modelo de exportación

Tal ha sido el éxito de Teach First que, hace tres años, Brett -en conjunto con Teach For America- decidió exportar el modelo. Lo bautizaron como Teach for All y hoy se aplica en India, Australia, Alemania, Estonia, Letonia, Líbano, Reino Unido, EE.UU., Perú, Argentina y Chile, que fue el primer país latinoamericano en integrarse. La idea es ser parte de esta red que apoya a todas las organizaciones independientes que trabajan en cada país.

Según explica el norteamericano, la idea es que cada nación implemente el modelo según su sistema educativo. "Depende de las distintas culturas. En cada país hay un líder local que da forma a este programa y que idea la manera de reclutar a los mejores profesores y líderes para trabajar con alumnos de colegios pobres. En Chile es Tomás Recart". Asegura que por mucho que los modelos tengan variaciones, a fin de cuentas el problema a combatir es siempre el mismo: terminar con la mala educación escolar.

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