Por quepasa_admin Diciembre 5, 2009

Elisa

Por Yenny Cáceres

Cinco preguntas imprescindibles para Pablo Illanes, el cerebro tras ¿Dónde está Elisa?, el fenómeno televisivo del año.

-¿En quién te inspiraste para crear a Consuelo Domínguez, la villana más adictiva del último tiempo?

-El único referente que teníamos (con el equipo de guionistas) era Pilar Pérez, cuya explosión mediática se produjo justo cuando, en la ficción, Consuelo perdió lo último de cordura que le quedaba. La meta era configurar una villana clásica (por eso el whisky y el cigarro), pero con elementos modernos que no se hubieran visto (como el desprecio a sus propios hijos). La tragedia de Medea también fue bastante discutida en nuestras reuniones. Lo importante es armar villanos crueles, pero que demuestren esa crueldad con hechos concretos. El nivel de villanía de Consuelo tampoco es tan grande: es sólo una mujer educada en colegio de monjas cuya línea de vida claramente no resultó como quería.

-¿Aún sueñas con Elisa? ¿O tienes pesadillas con Consuelo?

-Hace mucho rato que no sueño con Elisa. Ahora tengo otras pesadillas más feroces. Pero me llama la atención lo ocurrido con Consuelo Domínguez. De todos los personajes, yo diría que es el que más tiempo nos tomamos en diseñar. Cada quiebre, cada giro, era como una energía nueva, pero al mismo tiempo implicaba un riesgo, el de traicionar el espíritu inicial de Consuelo, que era "amarás a tu marido y a tu hermano por sobre todas las cosas y sobre todo lo que diga la gente".

-Sarita Mellafe o Consuelo Domínguez. ¿Cuál es tu villana favorita?

-Compleja decisión. Creo que las dos tienen bastantes cosas en común: el arribismo desesperado, el gusto por el whisky, la frustración sexual. Sarita, eso sí, no tiene la presencia sexual de Consuelo. Consuelo es un volcán en constante erupción y, aunque no disfruta sensorialmente del sexo, sí le gusta practicarlo. Sarita, en cambio, no manifiesta interés en lo sexual o erótico. Es más cerebral en su maldad. Parece que me quedo con Consuelo, simplemente porque lo pasa mejor.

-Elisa es la gran teleserie que se ha hecho sobre el lado B del ABC1. ¿Estás de acuerdo con esta lectura?

-No sólo estoy de acuerdo, la defiendo. Siempre fue nuestro interés que se leyera de esa manera. El énfasis argumental estaba puesto en toda esa basurilla que escondemos bajo la alfombra, imaginando que sólo por esconderla va a desaparecer. Lo complejo era articular el relato teniendo como pie forzado un evento dramático tan poderoso como la desaparición de una persona. Por eso quisimos ensuciar el melodrama clásico con ingredientes propios del policial, el giallo y el psycho-thriller.

-Cuando escuchas la palabra Elisa, ahora te dan ganas de...

-Escribir una sitcom.

Edgardo Boeninger

Edgardo Boeninger

Por Ricardo Solari*

La muerte de Edgardo Boeninger  ocurrió en un momento particular de la historia de Chile. Un momento donde las certezas construidas en torno al fin de la dictadura se  modifican provocando fenómenos nuevos y dinámicas insospechadas. La próxima elección presidencial es el escenario donde toda esa nueva realidad se despliega.

La gran cantidad de reacciones ante  su deceso, mayoritariamente generosas, no sólo testimonian respecto de su descomunal trayectoria profesional, en  el gobierno, en el Parlamento, en la universidad, en la construcción de alianzas y acuerdos políticos. Lo que ocurre es que al margen del juicio que se tenga  del país construido desde el  5 de octubre de 1988 a la fecha, lo que está fuera de discusión es la enorme influencia de su pensamiento en el diseño y en la ejecución de ese trazado. Por sobre todo, para partidarios y detractores, Boeninger es el arquitecto de nuestra transición.

Su idea de la gobernabilidad, concebida como el conjunto exigente de requisitos, sociales, económicos e institucionales que permiten el progreso de todos y el buen funcionamiento de la sociedad, fue el fundamento de una visión estratégica, pragmática, pero sobre todo dotada de una total convicción.

Enemigo de la solemnidad y apasionado de la vida en todas sus dimensiones, Edgardo fue para toda una  generación no  sólo un conductor, sino también un maestro.

* Ex subsecretario de Edgardo Boeninger

QPedia 2009: E - F

E-readers

Por Alejandro Alaluf

En un aeropuerto internacional, un afiche promocionaba un lector digital -o e-book reader- comparando una pila de libros frente al moderno aparato que imita el papel. El mensaje es obvio: muchísimos libros para descargar en sólo un gadget. La leyenda remataba con un "It's sexier". Y claro, los e-readers, de la mano de los Kindle de Amazon, han reformulado la forma en que los libros se leerán de ahora en adelante.

¿La muerte del papel en pos de una pantalla digital? Sin duda esta concepción es todavía un sacrilegio para la vieja escuela. Pero dada la economía en la confección y la maximización de recursos que ofrecen estos aparatos, es lógico que el e-book marcará un antes y un después a la hora de acercarnos a un libro. Además, es más sexy.

Felipe Cruzat

Felipe Cruzat

Por Javier Chapochnick*

El caso de Felipe Cruzat puso nuevamente el trasplante en boca de todos. Y como tantas otras veces, se culpó a la falta de donantes. Pero no es así: comparativamente, en Chile hay más donantes que en muchos otros países -tomando la relación entre el número de donantes y el de personas en lista de espera para un trasplante-. Los verdaderos culpables son la inexperiencia, el desorden y la falta de regulación.

En nuestro país, existe un desproporcionado número de centros de trasplantes y hay escaso o nulo control sobre ellos. Así, proliferan los programas de trasplante en circunstancias de que está comprobado que la concentración de los trasplantes en pocas instituciones facilita el control de calidad y permite desarrollar el know how. En otras palabras: en Chile se ofrece el servicio (cada vez en más lugares), pero nadie vela por su calidad.

En Estados Unidos, en cambio, se exige a los cirujanos un número mínimo de casos por año; y a los programas de trasplante, un porcentaje de sobrevida de los pacientes y de los órganos trasplantados. Si no se cumple con los estándares establecidos, los centros arriesgan multas y hasta el cierre de sus programas.

Gracias al control de calidad y a los avances médicos, en muchos países los trasplantes han aumentado -con resultados cada vez mejores-, pese a que la donación de órganos ha disminuido. ¿Por qué eso no ocurre en Chile si contamos con profesionales capaces, infraestructura adecuada y centenares de pacientes esperando un trasplante? ¿Por qué no tenemos un ente regulador que se preocupe de los órganos donados, tal como en Estados Unidos, donde existe la United Network for Organ Sharing? Son preguntas para las que, hasta ahora, en Chile nadie tiene respuesta. Y a menos que se implemente una regulación competente, nuevamente el próximo año vamos a estar hablando y escribiendo de casos tan lamentables como el de Felipe Cruzat.

* Cirujano chileno del Montefiore/Einstein Transplant Center, Nueva York

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