Por Yenny Cáceres Octubre 10, 2009

-¿Cuál es el secreto para que esta industria se haya convertido en un producto de exportación de Brasil?

-O Globo es una casa productora que hace telenovelas con una mentalidad completamente distinta al resto de Latinoamérica. Ellos realizan verdaderas películas. Una teleserie como "Terra Nostra" (1999) es una producción gigante. Me da una envidia enorme la forma en que trabajan. Me pasó durante muchos años viendo a mi padre.

No se trata solamente de un asunto de plata. Es también talento y el tipo de profesionales que trabajan ahí. Una vez vi a mi papá pararse en una locación cuando estaba grabando "Doña Beija" (1986). Se paró en un lugar y dijo: "Está bonito, el ángulo correcto sería mostrar ese paisaje, pero lo voy a evitar porque el caqui llegó a Brasil en tal año y es imposible que estuviera de este tamaño". ¿Quién se va a dar cuenta de ese detalle?, le preguntaron. "Yo me voy a dar cuenta", contestó.

-"La esclava Isaura" (1976) que dirigió tu padre es una de las teleseries más traducidas. ¿Crees que marcó un antes y un después del género?

-A nivel internacional, sí. Abrió las puertas del mundo entero para TV O Globo, porque penetró en países que no acostumbraban a ver telenovelas. Fidel Castro, en uno de sus discursos, dijo que "los americanos si nos quisieran invadir, es cosa de que vinieran a la hora en que están dando 'La esclava Isaura' y nos pillarían a todos por sorpresa, porque estaríamos todos viéndola". Es una historia que ha cruzado distintas generaciones. La versión del 76 en Chile se dio por lo menos cuatro veces.

-¿Por qué el auge de las teleseries comienza en Brasil en la década del 60?

-En esa época se transmitió una telenovela que tocó por primera vez el tema de los hombres, "Beto Rockefeller" (1968). Es una teleserie que cambió el curso de las telenovelas en Brasil porque conquistó al público masculino. Fue cuando se dejó de hacer  teleseries mexicanizadas. Ésta era una historia más cercana con el público, el protagonista no era un galán, sino que un hombre de clase media.

-¿Por qué tienen éxito en públicos tan distintos, desde el mercado chileno hasta el chino?

-Porque Brasil es un país atractivo. Los brasileros tienen una personalidad magnética. Río de Janeiro es el lugar más lindo del mundo para vivir. Es un lugar bello, donde pongas una cámara siempre vas a tener un escenario bonito. El resto de las telenovelas que se producen a nivel internacional -México, Venezuela- están muy marcadas por el lado rosa. Chile tal vez es el único país que trata de parecerse a los brasileños, y de hacer un tipo de producciones que hablen de otros temas. Ellos hacen telenovelas sobre la vida de las personas. Y la vida va mucho más allá del amor.

-En términos de producción, ¿cómo es hacer una teleserie en Brasil?

-Cuando tienes la oportunidad de visitar los estudios de Projac en Río, el centro de producción de dramaturgia de O Globo, ellos te dicen que es una fábrica de sueños. Es un lugar donde hay ciudades completas que reflejan el Río de Janeiro actual y al lado tienes una ciudad del siglo XVIII, o una ciudad de los años 40. Recuerdo una vez que estaban haciendo una teleserie sobre el fin del mundo. Había una ciudad escenográfica completa hecha con ríos, con casas, con calles, con plazas y prepararon todo un sistema de efectos especiales para inundarla. Hicieron descender un mar por las calles de esa ciudad en pocos minutos. El trabajo que ellos hacen es precioso.

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