Los preparativos comenzaron hace un año. Apenas se apagó la antorcha olímpica, las autoridades de Beijing iniciaron la organización de los festejos de los 60 años de la fundación de la República Popular China. La marca de grandeza, solemnidad y orgullo debía estar presente. No por nada se rumorea que el costo de la fiesta es de US$100 millones. Casi lo mismo que se gastó para la inauguración de los JJ.OO.
Aunque para los "Grandes 60" -como se ha traducido la festividad al inglés - no se han inaugurado espectaculares obras públicas o remodelaciones urbanas, como para las Olimpíadas, el acento se ha puesto en resaltar los logros del país. Hace 60 años, en la plaza de Tiananmen, Mao Zedong proclamó el nacimiento de la Nueva China. Hoy ya es la segunda economía mundial. La nación ha caminado y cambiado mucho, pareciera ser el leitmotiv de la fiesta.
Situada en el corazón de Beijing, la plaza de Tiananmen será el jueves 1 de octubre del 2009 el principal escenario de la conmemoración: un desfile de dimensiones monumentales con soldados, tanques, misiles y un derroche de disfraces y música propios de una superproducción de Hollywood. Después, bailes y fuegos artificiales que se repartirán por toda China.
La expectación es enorme. Aunque en los ensayos se han dejado entrever algunas armas y cientos de jóvenes vestidos con trajes típicos regionales, todos esperan sorpresas para ese jueves, ya que además habrá un discurso del presidente Hu Jintao.
Cerrado por ensayo general
El segundo y último ensayo del desfile se realizó el fin de semana recién pasado. Entre el 18 y 19 de septiembre, la ciudad estuvo concentrada sólo en eso. Todo partió el viernes en el centro de Beijing, cuando a las 13.00 horas las actividades se paralizaron. El metro cerró varias de sus estaciones, ningún autobús se detuvo en Tiananmen y las visitas a la Ciudad Prohibida fueron restringidas al mínimo. Después del almuerzo -aquí se almuerza temprano- varias oficinas y negocios debieron bajar sus cortinas, desalojar los edificios, y como si eso no bastara, las carreteras para entrar y salir de la ciudad fueron clausuradas. En la noche apenas se registró actividad en las zonas de ocio.
Changan, la principal avenida de Beijing y donde se sitúan numerosos edificios del gobierno, fue una de las primeras calles en dar señales de la fiesta. A fines de agosto, en muchos de sus postes amanecieron colgando los clásicos farolillos rojos chinos. Luego, las flores. Miles de flores. Más de 40 millones de maceteros de peonías y otras especies se han instalado en esquinas y parques.
Las limitaciones se levantaron recién en la tarde del sábado. Por eso fue un fin de semana difícil para los pequineses: las extremas medidas de seguridad les hicieron recordar los estresantes días previos a los Juegos Olímpicos 2008.
Las fuertes medidas de control buscan no sólo evitar posibles atentados, sino que mantener en secreto las características del desfile. Los analistas internacionales especulan sobre las grandes demostraciones del nuevo poderío chino que se exhibirán ese día, como unos modernísimos aviones de combate 100% creados y desarrollados en China o unos misiles de gran capacidad.
Sin embargo, algunos de los pocos noctámbulos que la madrugada del sábado hubo en Beijing pudieron ver algo del material bélico. Tanques y otros vehículos que portaban armas circularon por algunas calles, junto a miles de efectivos de la policía, militares y paramilitares que han pasado los últimos cuatro meses esperando el 1 de octubre. Varios están acuartelados en un campo de entrenamiento especialmente construido en las afueras de la ciudad, junto a una antigua pista de aterrizaje y que dispone de un modelo a escala natural de Changan, la principal avenida de la urbe, por donde pasará el desfile en su marcha hacia Tiananmen. La calle, en la que se sitúan numerosos edificios del gobierno y modernas torres de oficinas y comercios, fue una de las primeras en dar señales de la fiesta. A fines de agosto, en muchos de sus postes amanecieron colgando los clásicos farolillos rojos chinos. Luego, las flores. Miles de flores. Según la prensa oficial, son más de 40 millones de maceteros de peonías y otras especies en diversas esquinas y parques.
Prohibidas las palomas
22 de septiembre: trabajos de limpieza de una estatua de Mao en Chengdu.
Changan -así como muchas otras importantes arterias de la ciudad- es custodiada desde hace varias semanas por policías de uniforme negro y rifles automáticos. Ellos son hoy una presencia casi permanente también en Tiananmen, donde la seguridad es cada vez más estricta: los bultos son inspeccionados por una máquina de rayos X y hasta los encendedores están prohibidos. Hay más policías uniformados y de civil que de costumbre y el parque de cámaras de vigilancia parece haberse triplicado.
Hay momentos en que las medidas de seguridad resultan increíbles. Se prohibió la venta de cuchillos y navajas, el vuelo de palomas mensajeras y el uso de volantines. Ello, pese a que el uso de las aves para comunicarse constituye una práctica casi extinguida.
También se cerraron hoteles del centro y se prohibió alquilar las habitaciones cuyas ventanas den a la avenida Changan. Todo para evitar actos extremistas. Por eso mismo se ha exigido a las empresas de transporte y correo revisar cada uno de los paquetes que entren a Beijing antes de entregarlos a su destinatario.
Para el 1 de octubre se suspendieron todos los vuelos desde y hacia la capital china. Entre las 9:00 y las 12.00 horas el aeropuerto internacional estará cerrado, debido a la participación de la Fuerza Aérea en el desfile.
Sigilosamente, varios chinos se quejan de que ha aumentado la censura en internet y la detención de disidentes. Poco y nada se sabe de esto. Es la trastienda oscura de la fiesta de Mao.
La surrealista fiesta de Mao
¿Y los baños?
La plaza Tiananmen estuvo en obras varios meses. Recién a fines de agosto el Monumento a los Héroes del Pueblo y la Puerta de entrada a la Ciudad Prohibida -donde cuelga el retrato de Mao- pudieron ser vistos sin andamios ni protecciones.
Además, desde la semana pasada cuatro pantallas gigantes emiten constantemente desde la explanada de la plaza -la mayor del mundo- mensajes con imágenes de la vida cotidiana, cultural y económica de China.
Los bien producidos videos no escapan, eso sí, al estereotipo de la propaganda: muchos niños, familias sonrientes, edificios modernos, campos sembrados, tecnología y naturaleza exuberante. Siempre, en torno al número 60.
Allí también se ve a decenas de voluntarios, generalmente estudiantes o ancianos reclutados por el gobierno para cooperar con la vigilancia y ayudar a desplazarse a los habitantes del interior que llegan a Beijing. Todos usan un brazalete rojo y la mayoría ya tiene la experiencia de las Olimpíadas. Son un verdadero ejército de 500 mil personas que uno puede ver en cada cuadra de la capital china. Se apostan cerca de las esquinas y una de las principales preguntas que han recibido es dónde están los baños. En China miles de casas, bares y restaurantes carecen de sanitario. Por ende, proliferan los baños públicos. Por eso, para la fiesta, las autoridades de Beijing dispusieron que se instalaran 211 inodoros a ambos lados de Changan.
Ni lluvia ni borrachos ni porcinos
Nada se deja al azar. Para el jueves, la Oficina de Modificación del Tiempo -sí, existe- tiene preparado un plan de contingencia, similar al utilizado durante los Juegos Olímpicos. Consiste en bombardear las nubes con productos químicos -como el yoduro de plata- para evitar que llueva. Ello pese a que, según los registros meteorológicos históricos de la ciudad, existe sólo un tercio de posibilidades de que haya precipitaciones ligeras en la primera semana de octubre. Pero qué va: nada debe aguar el cumpleaños.
Los preparativos han incluido también un reforzamiento en la lucha contra el alcohol, las drogas y la corrupción. Como aquí todo es en grande, sólo en un fin de semana la policía detuvo a 50 mil conductores por manejar ebrios y en los populares bares-karaoke están pasando desde la semana pasada un video educativo de prevención antes de comenzar con el espectáculo.
La campaña antidroga se ha notado en algunas redadas en bares o discotecas y se ha sabido de algunas destituciones de funcionarios del interior del país por actos de corrupción como embolsarse fondos públicos con facturas falsificadas.
La decisión del gobierno chino de que el 1 de octubre sea impecable incluye evitar que el desfile se convierta en caldo de cultivo para la fiebre AH1N1. El país ya registra más de 10 mil casos de la ex gripe porcina y las peores previsiones hablan de millones de contagiados para este invierno que se avecina.
19 de septiembre: soldados ensayan el musical "El camino al resurgimiento".
Por eso, los artistas que participarán en el desfile serán todos vacunados. Alrededor de 4 mil proceden del interior de China y fueron seleccionados después de un largo proceso. Además de las melodías tradicionales -como la canción nacional-, entonarán la canción oficial de los Juegos Olímpicos, Beijing te da la bienvenida.
El premiado director Zhang Yimou -que dirigió la apertura de los JJ.OO.- estará a cargo de los fuegos artificiales que la noche del 1 de octubre se lanzarán desde Tiananmen. Además, dirigirá la adaptación de una ópera en el Nido de Pájaros. Las entradas están agotadas.
Tanto en el interior del país como en los territorios especiales de Hong Kong y Macao se preparan grandes demostraciones. Habrá festivales, marchas y fuegos artificiales. En Shanghai se iluminarán 20 kilómetros del río y algunos de los canales estatales de televisión transmitirán en alta definición (HDTV) todas las actividades oficiales. Algo nada despreciable para un país donde más de 60 millones de hogares cuentan con esta tecnología.
Semana dorada
Aunque al chino común pareciera no importarle demasiado el día de celebración, todos se apuntan a una fiesta que da inicio a 8 días de feriado continuo. Se espera que 200 millones de personas se desplacen de sus lugares de origen y sólo el sistema ferroviario calcula que deberá transportar a 64 millones de pasajeros dentro del país.
Pasajes de avión, tren, buses y reservas de hotel están casi todos tomados o a punto de agotarse y sus precios se han disparado. En la misma Beijing ya casi no quedan camas disponibles, debido a que cientos de funcionarios del Partido Comunista y sus familias viajarán a presenciar la gran parada, un espectáculo que sólo se realiza cada diez años.
En China, desde 1999 que el 1 de octubre se celebra con siete días feriados. Es el segundo gran feriado nacional, después del Año Nuevo Lunar en enero o febrero. Por eso ambas son llamadas las semanas doradas.
Pero este año, a los siete días iniciales de octubre deberá añadirse un octavo, ya que la tradicional fiesta de Medio Otoño -se celebra el fin de las cosechas- caerá el 3 de octubre.
Pese a la crisis, se espera que el viajero promedio gaste 500 yuanes (42 mil pesos chilenos), un poco más que los 448 yuanes del año pasado. Ok, son sólo dos yuanes de diferencia, pero multiplicados por 200 millones de turistas...
Por lo mismo, a diario los medios locales entregan reportes de comerciantes sacando cuentas alegres por la festividad que se viene o insólitas noticias que destacan el ingenio local para vender lo que sea. Desde poleras y chapas especiales hasta unos rarísimos cortes de pelo que simulan la puerta de Tiananmen o la bandera china y todo tipo de cerámicas, plásticos, papelería o latas.
A eso se suman las grandes marcas comerciales, sobre todo las de origen local, que están lanzando promociones especiales. De las extranjeras, hasta ahora sólo se ha visto una tarjeta conmemorativa de McDonald`s que permite comer más por menos. Pero a contar de la próxima semana se espera una explosión de anuncios. La idea es ir abonando lentamente el terreno para celebrar por todo lo alto y a gran escala el sexagésimo aniversario de la Nueva China.
* Ex editor de Negocios de Qué Pasa, quien vive en China